Único
🐾
≈
‹‹‹ oh, tengo mi carro y mi guitarra
un par de pastillas, un par de cicatrices
pero pedí un deseo
a una estrella solitaria...
estrella oh, estrella,
tú resplandeces tan brillante
¿no quieres concederme
un pequeño deseo esta noche?›››
🐾
te amo más de lo que tú jamás sabrás
Yo no pedí nacer, no lo hice, nadie me preguntó si quería respirar, ver, sentir. Ni siquiera sé bien cómo es vivir pues me han dejado botado, me metieron en algo oscuro, frío, hace demasiado ruido si me muevo, o si el agua que cae del cielo lo golpea, no sé qué sea. Dejo de moverme, hace tiempo que dejé de sentir calidez en mis extremidades, mi cuerpo se congela y lo único que anhelo es el pecho de mi madre, quiero salir de esto, pero el aire me falta, eso me hace débil. Sin embargo, soy terco, no sé qué es vivir, no sé para qué vivir, pero de alguna manera tengo el deseo inmenso de moverme, salir y correr hasta estar seco, quizás es por este pensamiento que una vez más, en contra de mi cansancio, mis patas comienzan a moverse, de mi boca salen leves gruñidos en forma de súplica.
Ojalá alguien me escuche.
Paro para tratar de respirar, cada vez es más difícil pero eso no me impide volver a intentarlo. Esto se repite demasiadas veces, no sé cuántas, simplemente soy consciente de mi cuerpo pidiéndome parar porque no siento mis piernas, ya no las puedo mover, mi pecho comienza a subir y bajar con más rapidez, no sé, me siento tan cansado que... necesito dormir. Me sigo quejando, de alguna manera quiero ser rescatado, no sé cuánto tiempo he pasado sollozando pero cuando mis ojos se abren sólo logro percibir, mediante esa cosa negra, algo que parece luz. Ojalá sea alguien, ojalá. Nuevamente mis patas traseras comienzan a moverse rápidamente, es como si quisiera salir adelante, trato de sacar mis uñas para poder rasgar aquella cosa que me asfixia, pero nada, mis patas no responden correctamente, sólo mis piernas que se mueven erráticamente en un intento de seguir vivo. Mis ojos pesan pero realmente quiero salir, si al menos voy a dormir eternamente, quisiera hacerlo mientras siento calor.
Algo se posa en mi espalda causándome escalofríos, trato de gritar pero sólo un gemido lastimero sale de mi garganta, tengo demasiado miedo. Siento que me aplasta, sin embargo, antes de que llegue siquiera a lastimarme siento algo suave, todo se mueve, esa cosa produce ese asqueroso y fuerte sonido. En un instante la luz me ciega y simplemente cierro mis ojos, el ruido perturbador de la bolsa se va alejando y siento calor en mi cuerpo. Hay un tacto suave en mi espalda, se siente bien...
— Por favor, por favor... ¿estás bien? —Escucho una voz y comienzo a patalear con muy pocas ganas, sólo quiero dormir... si se puede para siempre— ¡Tra-tranquilo!
Es lo último que escucho antes de dormir, no tengo ganas de nada...
🐾
Siento algo suave en mi pancita, es cálido, pero aún no siento mis piernas, mis ojos se abren y encuentro que algo extraño está pegado a mi pata, no sé qué es eso... quisiera quitármelo. Trato de moverme, no quiero cosas extrañas en mi cuerpo, pero no puedo ni siquiera levantar mi cabeza de manera correcta, mi cuello está tan débil que sólo puedo girarlo un poco hacia un lado antes de que vuelva a caer en la suavidad de lo que sea que estuviera debajo de mí. No quiero despertar aún, hace mucho frío, y tengo hambre, pero el sueño es mucho más poderoso.
Ni siquiera lo decido, el sueño me vence.
🐾
Alguien acaricia mis orejas, se siente bien porque es cálido, abro mis ojos y un extraño está frente a mí, hace un gesto que identifico como una sonrisa, lo sé porque las antiguas personas —que me dejaron en ese callejón— también lo hacían.
— Ah, lo siento ¿te desperté? —Su mano no se aleja de mi cabeza, sigue con los movimientos circulares, paseando sus dedos en mis orejas.
No, idiota ¿Tú qué crees, que desperté porque me siento medio muerto y eso es genial?
Trato de moverme, en serio, tengo demasiada hambre y aunque ahora puedo mover mi cabeza hacia los lados, mis malditas piernas no responden. Trato de chillar, quizás mamá me escuche y venga por mí, quiero verla, quiero que me bañe. Siento la mano que viaja de mi cabeza a mi cuerpo con demasiada delicadeza. Miro al extraño.
— ¿Quieres comer? —Su calidez se aleja de mí y ahora sí siento que lloraré, sólo quiero volver a sentirme calientito y volver a caminar, al menos su tacto se sentía bien, no quiero que me abandone, sin embargo lo veo salir rápido y mi cabeza cae de nuevo. No quiero sentirme así, el cansancio no se va y tengo demasiada hambre. Miro mis patas que siguen con esas extrañas cosas pegadas, trato de moverlas, lo intento, pero no funciona. Escucho un ruido y miro rápidamente a donde está, bueno, tan rápido como mi cansancio me lo permite— ¡Leche! ¡Calenté leche! ¡Toma, por favor! —El extraño parece desesperado, me acerca el traste y levanto mi cabeza lo suficiente para hundir mi boca en el líquido, está tibio, se siente bien comer algo tibio. En un momento mi fuerza falla y mi cabeza cae contra el traste y siento el líquido entrar por mi nariz, me ahogo— ¡Ah! ¡Lo siento! ¡Lo siento! —Rápidamente toma mi cabeza y me saca del traste, con algo extraño comienza a limpiar mi rostro con lentitud, se siente como caricias, su mano acaricia mi nariz hasta mis orejas y siento que quiero dormir de nuevo—. Soy estúpido, lo siento... ¿Por dónde? ¿Qué...? —Con una suavidad única me deja sobre aquella cosa acolchonada, lo veo recorrer la habitación de un extremo a otro, hasta que consigue algo alargado, le veo meter parte de ello en el líquido y me toma nuevamente— come, por favor. —Acerca mi boca a aquella cosa y por instinto comienzo a lamer, poco a poco el líquido sale. Podría estar así por horas.
— Ah, JiMin, ya dije que puedes irte a casa. —Suena una voz, ni siquiera quiero mirar, comer se siente demasiado bien.
— No puedo, Jin, quiero quedarme con él hasta que camine. —JiMin... así que ése es tu nombre. Raro.
— ¿Le estás dando de comer? —Se acerca a nosotros.
— Sí, yo... traté de darle en un traste, pero casi se ahoga... así que supuse que en una jeringa funcionaría. —Sí, sí, lo que sea, JiMin, sólo sigue acariciándome.
— Serías un buen veterinario, JiMin. —Cuando el líquido se termina simplemente me acurruco contra él, quiero calor, mis orejas están tan frías que siento que en cualquier momento se quebrarán.
— Por favor, quiero llevarlo a casa. —Su mano acaricia mi espalda.
— No puedes, JiMin, aún está muy débil. —¡Débil tu madre!— además... tendrías que revisar el suero de su patita... y...
— Por favor... está frío... si se queda aquí tendrá más frío. —Un leve ronroneo, muy patético, comienza a inundar mi garganta. ¿Por qué se sienten bien sus manos?
— No podrías hacer mucho... ¿O planeas meterlo entre tus sábanas?
— Si de esa manera entra en calor, sí.
— ¿Eres consciente de que puede orinarse sin avisar sólo por estar tan débil? —¡Yo no haría eso! ¡Soy limpio! Hace como una semana que aprendí a usar la arena.
— Sí, pero igual soy consciente de que puedo lavar las sábanas.
Sólo dormí hasta que me encontré entre sábanas, contigo a mi lado...
Y aunque todo el tiempo estás sonriéndome y acariciándome tengo que decir lo siento, porque a mitad de la noche te levantas medio dormido, me cargas pero no dejas de mimarme con caricias... aunque haya mojado tu cama.
🐾
Ha pasado un mes desde que vivo contigo, humano extraño, a los dos días mis patas respondieron totalmente y agradecí la sensación de mis dedos estirándose. Ridículamente me pusiste "suga" después de haberme visto como un acosador por bastante tiempo, diciendo algo respecto al azúcar y a unos bombones que sinceramente no entendí. Me dejas dormir a tu lado, tu respiración me calma, aunque sueles despertarte en la noche, supongo que lo haces para que no me orine —aunque desde esa noche no lo he vuelto a hacer—, o quizás temes que me vaya, sí... que no despierte, supongo esto porque tocas mi pecho y se escucha una suave risa cuando sientes el subir y bajar del mismo, todo para después soltar un beso en mi cabeza, justo entre ambas orejas. JiMin, me caías bien.
Caías.
Ahora estoy pensando en mil maneras de matarte, en serio, JiMin. El agua se siente tan mal sobre mi cuerpo, todo mi pelaje se pega a mí y no me gusta, no me gusta, no. Traté de irme varias veces pero tu persistente mano en mi pecho me detiene. Te odio, JiMin, te detesto. Grito lo más que puedo para que veas todo el daño que me estás haciendo pero sólo sonríes y viertes más agua, que aunque está cálida, se siente horrible. Cuando la tortura termina sólo me envuelves en una toalla y me cargas.
— Lo siento mucho, pero así estás más guapo ¿eh? —¡¿Qué dices?! ¡Yo siempre soy guapo!
Me envuelves entre más cobijas y no me quejo, realmente siento mis piernas entumidas igual que mi colita, está tan mojada que la siento como un pedazo de alambre mal colocado ¡Y todo es tu culpa! Me duermo entre las cobijas y suéteres que pusiste en mí, ya que toda la súplica me cansó. Estarás muy feliz por eso ¿No?
Cuando despierto siento mi cuerpo más calientito, me estiro y remuevo para salirme de todas las cobijas y trapos mal colocados, bajo de la cama y me sacudo. Mi lengua pasa por mi pierna hasta mi patita, la sensación no desaparece, aunque me siento esponjoso el pensar en el agua me produce escalofríos. Me estiro nuevamente y camino hasta la sala, no puedo creer que después de haberme torturado tanto, tú, JiMin, te atrevas a abandonarme. El sonido de la molesta televisión inunda la sala y sé que estás allí. ¡Ah, no! ¡Ni de coña te vuelvo a dirigir la palabra en mi vida! ¡No! ¡Tienes que saber que estoy molesto y tienes que rogarme! ¡Rogarme! ¡Que me has maltratado! Me paseo por la sala, justo frente a ti, quiero que sientas mi odio.
— ¡Despertaste! —Te acercas y me cargas. ¡No! ¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡No quiero saber nada más de ti en lo que me resta de vida! ¡Te odio! ¡Déjame! ¡Odioso! ¡Feo! ¡Feo JiMin!— ¿Estás enojado? —Me tomas por debajo de los brazos y me cargas hasta su rostro. Besas mi nariz pero no, ¡no, hoy no! ¡Hoy no me comprarás así, JiMin! ¡Bájame!
Me cargas hasta la cocina, mientras yo trato de patearte, no quiero que me toques, en serio estoy muy molesto. Me dejas en la mesa y estoy dispuesto a salir corriendo para que sepas, de verdad, que te odio con toda mi felina alma. Sin embargo, sacas de un mueble de arriba una pequeña lata, y me congelo.
— Lo siento mucho, es que necesitabas un baño, espero que me perdones —¡Espera, espera! ¡¿Es de pavo?! ¡Dime que es de pavo!— Espero que esta latita de pavo me ayude a obtener tu perdón... —¡Perdonado! ¡Estás perdonado! ¡Dame! ¡Rápido! ¡Rápido!
Mientras consumo el delicioso paté de pavo siento tu mano acariciarme y sonríes diciendo lo bonito que soy, ojalá te calles, sí, te perdoné pero aún es molesto.
🐾
Hay cosas que sé aunque sea un pequeño animalito de cuatro patas, sé cosas... como que odias las llamadas de tu madre porque en ellas tu papá dice algo como "marica", eso te han dicho, no lo entiendo ¿Qué es eso y por qué es tan malo? Lo único que sé es que no es bueno, me lo dice tu rostro y tus lágrimas al colgar. También sé que amas el baile, los fines de semana comienzas a bailar y a jugar conmigo. Esos días en los que sacudes cosas y ríes porque sigo el trapo con el que limpias ¡Pero JiMin! ¡Ese maldito trapo no deja de moverse sobre la mesa, la estufa, o tu mesita de noche, así que siempre trato de atraparlo entre mis garras! ¡Tengo ganas de morderlo!
Así pasaron más meses, meses en los que me di cuenta que me encanta dormir en tu cuello porque tu loción huele bien, aprendí que podía extrañar incluso cuando desaparecías por segundos, cuando te metías a la ducha era un infierno para mí ¡¿Por qué te metías allí solo?! ¡También estoy yo! ¡Yo quería estar contigo! Así que con el tiempo vas dejando las puertas abiertas para que te siga, cuando lavas trastes, cuando tiendes ropa, cuando te sientas frente a tu computadora, incluso cuando te bañas, aunque no me gusta estar muy cerca porque siempre hay agua salpicando pero lo hago porque quiero verte todo el tiempo. Aunque ¿Sabes? Comienzo a pensar si acaso sufres de deshidratación porque diario entras a la ducha, no lo entiendo muy bien.
Imagina, JiMin, lo que es estar solo en la casa cuando te vas a no sé dónde. Me siento tan mal, todo en silencio, sin tu molesta risa o tus ojos pequeños, sin tu voz gritándome para ver una película o algo así, admito que los primeros días solía llorar para que aparecieras. Pero... con los meses me voy acostumbrando, siempre regresas, a la misma hora, así que sólo tengo que esperar en la puerta. Como hoy... ya he escuchado tus llaves, quiero verte ya.
— ¡Suga! —Sonríes y me acaricias— ¿Te portaste bien?
¿Yo? ¡Sí! ¡Siempre me porto bien! ¿Cómo estás? ¿Comiste bien? ¿Qué comeremos? ¡Tenemos que terminar de ver la película de ayer! ¿Trabajaste mucho? ¿Estás cansado?
— Suga, Suga... siempre maullando alto. —Acaricias mi oreja y yo sigo con las preguntas, quiero saberlo todo, tus manos huelen raro, la calle huele extraño.
Te escuchas cansado ¿Dormirás? ¿Comerás antes? Puedo dormir sin comer si estás cansado ¿Estás cansado?, no importa ¿Tienes sed? ¿Por qué no te metes a la ducha? Debes estar sediento.
— Ah~ tan ruidoso, tan ruidoso... —No maúllo más, sólo me quedo quieto, mirándote.
¿JiMin?
— ¿Suga? —Te detienes mirándome, para ser humano eres bastante bonito.
¿Me abrazarías?
No entiendo cómo pero sonríes y te agachas a mi altura sólo para tomarme de la espalda y cargarme. Tus brazos me sostienen contra tu pecho, tu mano me acaricia, ronroneo y me pego más a ti. Realmente te extrañé.
🐾
Creo que nadie puede entender lo bonito que es mi humano, realmente bonito, un poco idiota, pero es bonito. Este tiempo me ha bastado para saber que eres demasiado bonito, JiMin. Tus piernas son bonitas, tus manos suavecitas acarician muy bien mi rostro, mi nariz es sensible ante su loción y tu olor a shampoo, mis patitas se sienten bien cuando jugamos juntos y las tocas, como si me tomaras de la mano, a veces quisiera tener dedos para entrelazarlos con los tuyos como en las películas, mis orejas se han vuelto exclusivas de tu voz, JiMin, de tu risa y tus gritos cuando jugamos o cuando tiro algo, me regañas para luego abrazarme y pedirme perdón. Mi humano es realmente bonito. Mi JiMin es bonito.
Disfruto de verte bailar con la escoba mientras estamos limpiando el fin de semana, sí, estamos, porque al año de vida que llevo, soy lo suficientemente adulto para poder ayudarte, así que cuando recoges algo yo lo acomodo mejor, aunque me dices "no lo desordenes de nuevo, por favor" sé que estás agradecido de que vivamos juntos.
Me gusta meterme entre tu ropa cuando no estás, porque así siento como si me abrazaras, me gusta jugar con tus pies el domingo en la mañana, cuando aún no terminas de despertar, me gusta meterme entre las cobijas y acurrucarme contra tu pancita, me gustas mucho JiMin. En serio me gustas.
Y es por eso que hoy, año y medio después, me es extraño verte salir tan temprano en la mañana, con una camisa que se fija bien a tu cuerpo, con unos pantalones que parecen una segunda piel, es sábado, JiMin, hoy tendríamos maratón, quiero ver películas de terror ¿No es ese nuestro plan? Me sostienes y me besas una vez más despidiéndote ¿Hoy trabajas? Ojalá vuelvas pronto, aun quiero ver las películas. La tarde pasa y no llegas, la noche arriba pero tú no, ahora ya es madrugada, lo sé porque los coches de fuera han dejado de pasar, y eso sólo sucede cuando tú y yo estamos dormidos juntos. No sé cuánto tiempo pasa pero escucho la puerta y corro rápidamente.
¿Estás bien, JiMin? ¿No tienes frío? ¿Comerás? ¡No te preocupes si no como, me dejaste mucha comida antes de irte, estoy lleno! ¡Si quieres dormir lo haremos juntos! ¡JiMin!
¿JiMin?...
¿JiMin?...
¿Quién es él?
— Tienes un gato, qué bonito... —"Él" trata de acariciarme pero me alejo.
— Sí, Suga... hola, te daré de comer. —Te sigo, seguramente pensarás que tengo hambre y por eso maúllo, pero sólo tengo dudas ¿Quién es él? ¿Por qué está aquí? ¿A qué hora se irá? ¿JiMin?...
JiMin... ¿Por qué sólo dejas comida para mí? JiMin, ¿No comerás conmigo? ¡Te juro que no me metí entre tus camisas!... bueno sí, pero no fue por mucho tiempo. JiMin. JiMin ¿Por qué te vas? JiMin... ¿Por qué te encierras con él? ¿Y yo? ¿Dónde dormiré yo? ¿JiMin? Mis preguntas se detienen cuando veo tu cabeza asomarse.
— Suga... ya te dejé comida y agua, por favor, duerme. —Nuevamente la puerta se cierra.
No puedo dormir, JiMin, es que te escucho reír y quiero estar allí, porque la estúpida puerta no me deja oírte bien, y a mí me gusta tu risa, luego hay silencio. ¿Te dormiste? ¿Me dejaste afuera? ¿No puedo pasar? Ese tipo... ¿A qué hora se irá?
— Tu maldito gato no se calla. —Alcanzo a escuchar la voz de ése imbécil.
— No le digas así... —Tu voz suena y nuevamente me emociono, porque me defendiste de ése idiota, quieto entrar, quiero verte, JiMin— eres el primero que viene.
— ¿El primero? qué excitante. —Nuevamente las voces se callan y me subo al sillón, no hay otro lugar cómodo en el cual pueda dormir. Ojalá pronto se vaya, está ocupando mi lugar.
Aunque al poco rato tu voz nuevamente me despierta, parece que te falta el aire por los sonidos que sueltas, tu voz suena más aguda, parece que estás sollozando pero no de dolor... y ¿Sabes qué? Me sigue pareciendo jodidamente bonita la forma en que tu voz resuena. Sólo me siento y espero a que amanezca para que el idiota se largue. JiMin, quiero verte.
Pero no sería la única vez, el tipo viene con más frecuencia cada vez ¿Por qué dejas que te abrace? ¡¿Acaso yo me dejo abrazar por él?! ¡No! ¡Así que no te dejes abrazar por ese tipejo!, todo podría ir bien, de no ser porque dejaste de mirarme, de acariciarme, mi plato dejó de estar junto al tuyo, ahora está lejos de la cocina, nuestra cama dejó de ser nuestra, se volvió de él y tu estúpido e idiota amigo... JiMin... hace tiempo que no me hablas, por más que te gritara, por más que te pidiera, siempre llegas cansado diciendo que habías bailado toda la noche, sirves comida en mi plato y te vas... yo sólo pude acomodarme a tu lado, esperando un abrazo tuyo.
Aunque... después de otros días más, justo cuando al fin me estaba acostumbrando a la cama a lado del sillón, entras corriendo y cierras la puerta, me asusto demasiado, pero el sentimiento se desvanece cuando te veo, tu rostro desfigurado en tristeza, está mojado, tus mejillas lo están, tu pecho sube y baja, me recuerda a aquellas veces en las que llorabas mientras tu padre gritaba "maricón". Me miras y vas corriendo a su cuarto. Con lentitud te sigo porque no sé si ya me es permitido entrar a la habitación, pero al verte tumbado sobre la cama decido subir y pasearme por tu espalda.
— Suga... —Susurras girándote y acariciándome— ¿Por qué soy tan idiota siempre?
No lo eres, bueno... sólo a veces, como aquella vez que te confundiste y me diste soda en lugar de leche. Pero usualmente eres inteligente.
— ¿Por qué? —Me acerco y comienzo a ronronear, eso siempre me calma así que espero funcione en ti—. Él... tenía novia. —Lloras más fuerte y me abrazas. Me dejo hacer porque realmente extrañé tus abrazos, pero no se sienten igual, quizás es porque tus húmeros ojos y tus lágrimas amargas mojan mi cuello.
¿Hablas de ése imbécil? ¿Tenía a alguien más? Me remuevo más contra tu rostro, realmente quiero poder decirte lo bonito que eres, quisiera pedirte que olvides a ese idiota, pero me sueltas y te vuelves a esconder entre las cobijas. Me bajo de tu cuerpo y mis ojos se enfocan en tu celular, ojalá entendiera mejor para llamarlo y decirle todo lo que siento, todo lo que tú eres y lo idiota que es. No quiero verte triste, pero supongo que pasará, me recuesto junto a tu cabeza y comienzo a ronronear, no puedo hacer más, JiMin, lo siento.
Los días siguientes sólo me das de comer y nuevamente se tiras sobre la cama, te miro fijamente, ha pasado mucho tiempo, no entiendo por qué no quieres levantarte, ni siquiera has comido, incluso llamaste a tu trabajo diciendo algo sobre una enfermedad. Estoy cansado de esto, comienzo a rascar tu teléfono, me miras y miras tu celular sin entender, lo prendes y pones la canción de los domingos, la que solíamos usar para bailar juntos. Sonríes.
— ¿Querías esto? —Me acaricias y me restriego contra tu rostro. No, JiMin, yo sólo quiero verte sonreír.
Instantes después de estarte mimando con caricias te sientas, me abrazas para levantarte conmigo y fingir que bailamos juntos. Me gustas mucho JiMin, me gusta escuchar tu risa mientras me abrazas. Me gusta sentir que soy parte de tu vida. Ojalá tuviera una voz humana para decírtelo.
— Awww ¿Para qué quiero un novio si te tengo a ti? —Me vuelves a besar. Claro, tonto, es lo que te he tratado de decir. No lo necesitas, estoy aquí, contigo.
Pensé que sería todo tranquilo, has hecho el desayuno, has ido al trabajo, regresas con películas que rentas o pones canciones que bailamos juntos, mi plato volvió a estar junto al tuyo, he vuelto a dormir junto a ti, incluso te has deshecho de la cama que me habías comprado para dormir en el sillón. Todo iba bien, pensaba que de nuevo éramos tu y yo... pero me equivoqué, han pasado sólo dos meses y él ha regresado... has vuelto a llorar, JiMin, aunque lo echaste con groserías estás llorando. ¿Qué puedo hacer, JiMin? soy un macho pero no puedo pelear contra alguien como él, quizás puedo arañarlo pero no pasaría más. No puedo hacer nada para que tu sonrisa se fije en mí como se fijó en él. ¿Qué puedo hacer JiMin? ¿Cómo puedo decirte que yo quiero hacerte feliz?
Esa noche, mientras estamos cenando juntos en la cama mi plato favorito —pizza— pones un documental, uno dónde hay gente grande orando. No entiendo mucho, pero a ti te interesa así que lo veo.
— "Se dice que las plegarias aquí serán escuchadas." —Es lo único que escucho y lo único que necesito.
Al día siguiente camino rápido después de haberte ido, la ventana está abierta así que aprovecho para salir, necesito ir a uno de esos templos. Necesito ir y pedir, por ti, por mí, por nosotros. Se acerca el año nuevo así que es natural que el gentío me lleve hasta uno de esos lugares. Trepo una de las grandes torres hasta llegar a una planta en donde todo huele a incienso, hay gente que ocupa ropa larga y está con los ojos cerrados. Me siento y miro la estatua de buda ¿Así se llamaba? Eso creo, nadie me hace daño aunque me ven entrar, al estar cerca de la enorme estatua dorada me siento. En silencio pido por tu felicidad, por tu bienestar, deseo que jamás vuelvas a llorar, te necesito bien, JiMin, te necesito. Paso bastante tiempo allí, pidiendo por todo tu ser, por tu sonrisa, porque ése idiota jamás te vuelva a tocar. Quiero que seas feliz... mi egoísta corazón pide que tu felicidad sea conmigo, aunque al final me resigno a pedir que, de cualquier manera, encuentres la felicidad.
Cuando la tarde cae decido que es hora de volver, tengo que estar en casa antes de que llegues, de ésa manera tú no sabrás que salí y esperaremos juntos para que mi deseo se vuelva realidad. Espero que sea así, JiMin.
Mientras paseaba por algunos tejados siento un golpe...
Un golpe y unos gritos, creo que me han lanzado una piedra. Giro y unos hombres con perros enormes me señalan. Sádicos. Malditos sádicos. Cuando sueltan a las bestias trato de correr, en serio que trato de huir, JiMin, pero creo que me han roto una pata... me duele mucho...
Yo no pedí esto, JiMin ¿Por qué tiene que pasar? ¿Por qué mis plegarias no fueron escuchadas? ¿Acaso Buda no me escuchó? ¿Debí gritarlo?
Lo siento, creo que ya no bailaremos juntos.
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La estación está a reventar y perdí el tren, sólo quiero salir corriendo de aquí y sentarme en cualquier sitio, odio estos jodidos días ¿Por qué tuve que despertar? Ni siquiera recuerdo quién o qué era antes del accidente, todo lo que supe fue de unas paredes jodidamente blancas y un suero en la mano, el dolor de cabeza y una enfermera entrando con una sonrisa. La escena se me hizo conocida, un deja vú, pero no quise ahondar en ello, sólo quería comer algo aunque mi mandíbula no estaba del todo fuerte. Yo sólo quería salir de allí.
No estoy bien. No debí despertar, debieron desconectarme en cuanto entré en coma, eso debieron hacer. Ya ni siquiera hablo con mi madre, mujer que me mantuvo vivo, no sé para qué... tengo una cicatriz en mi cabeza que se puede ver si acomodo mi cabello de una forma, aun me cuesta mover los pulgares y me cuesta decir algunas palabras... soy una persona patética pero aun así decidieron que debía seguir viviendo, y ahora soy demasiado cobarde como para lanzarme desde un puente, no es que desee la muerte, es que no encuentro sentido en la vida. Un empleo, amigos, una cama, una sonrisa, todos deberían tener algo de eso... pero luego estoy yo, con un café en el suelo y un sentimiento de vacío entre mis pestañas.
— Ah, lo siento. —Alguien más choca contra mí, exasperado me giro pero al instante el enojo se esfuma, es de mi tamaño, cabello claro y ojos pequeños, sus mejillas presionan con suavidad su nariz ¿Lo conozco?— Lo siento mucho, te-tenga... con esto se puede limpiar. —Extiende un pañuelo hacia mí, es entonces cuando sé que ha tirado el té sobre mí— Ah, lo siento, tanto, siempre soy tan estúpido. No ha sido un buen día... bueno... tampoco una buena semana... bueno... —su mirada baja— no ha sido un buen mes... o meses.
Asiento y comienzo a limpiarme. Hay algo extraño en él, o sea, sí, es guapo y todo... bueno, no tanto, okay, quizás sí, pero ése no es el punto.
— ¿Te conozco? —Pregunto mirándolo con detenimiento, los doctores me han dicho que puedo tener pequeños recuerdos de personas con las que tuve contacto antes del accidente, por eso me he animado a preguntar.
— Ah, no, no lo creo. —Desvía la mirada y está dispuesto a marcharse. No puedo dejarlo ir, lo conozco, estoy seguro que lo conozco. Quizás él me diga cómo era antes, quizás...
— Es-... espera... —Tomo su muñeca— tú... ¿vas a llorar? —¡No, idiota! Esa no era la pregunta... no sé por qué lo dije... quizás fue inconsciente.
— No, estoy bien. —Muerde su labio fingiendo una sonrisa.
— ¿Sabes? tampoco ha sido un buen tiempo para mí, hace casi cinco meses que desperté en un hospital... y no sé quién mierda soy. —Su rostro se sorprende y yo le secundo, no sé por qué le dije eso si ni lo conozco, no sé si el sentimiento de haberlo visto antes son ciertos.
— Woah... —su rostro sorprendido no pasa— lo siento... —susurra girándose de nuevo, encarándome. Hay algo en él... en serio, hay algo en él.
— No... umh... —de un momento a otro me pongo tímido, incluso siento que me he sonrojado.
— Tienes razón... —habla de nuevo, analizándome en silencio para luego decir— creo que te conozco.
— ¡¿En serio?! —Murmuro sorprendido.
— ¿Trabajaste cerca de alguna veterinaria o tienes mascotas que hayas llevado a una? —Habla mirándome, parece un poco extrañado, quizás siente lo mismo que yo, la extrañeza de no saber por qué nos sentimos tan cómodos si acabamos de conocernos.
— No sé... bueno... no recuerdo mucho...
— ¡Ah! —se sonroja y siento que eso lo hace más guapo, no sé por qué— es verdad, que tuviste un accidente... —tapa un poco su rostro— lo siento...
— No, no... está bien. No recuerdo mucho en dónde trabajaba o qué hacía... —Afirmo— además... es algo que quizás no querías enterarte y...
— Está bien. —Baja la mirada, parece tímido— yo... bueno... hace casi siete meses... mataron a mi mejor amigo. —Murmura, quizás ha dicho eso para no hacerme quedar como el único que le confiesa algo a un desconocido en medio de una estación.
— Mierda.
— Unos perros... unos perros mataron a mi gato. Mi... mi Suga. —Su voz se quiebra un poco pero parpadea rápido, quiere dispersar las lágrimas.
Bueno, sí me había asustado, pero es su mascota ¿No es tan grave o sí? No sé, no puedo decirlo con claridad, no cuando se ve que había sido un compañero importante para él... está mordiendo su labio inferior que lucha con temblar, parece que quisiera sollozarle... no puedo entenderlo del todo, no sé si he tenido mascota... justo ahora, para mí, no significa nada... pero verlo así me causa una especie de remordimiento... repito que no comprendo por qué.
— Lo siento... —respondo sin saber qué más decir.
— Bueno... creo que debí ser un mejor dueño... no puedo comprender cómo se me pudo olvidar que la ventana estaba abierta... —acaricia su brazo incómodo, quizás consigo mismo.
— Los... los gatos son criaturas curiosas ¿No es así? No creo que haya sido tu culpa.
— Ah... —sonríe con melancolía— mi Suga era más responsable que curioso. Siempre se levantaba a las cinco de la mañana aunque no hiciera nada más que sentarse, se bañaba antes de dormir... —su sonrisa se pierde en un mohín de vergüenza— lo... lo siento, no sé por qué estoy diciendo esto.
— Umh... —de alguna manera algo me dice que siga la conversación— es curioso, hago lo mismo —suelto una risa— aunque a veces sólo me despierto más no me levanto.
Él ríe un poco, mira hacia la estación, donde más personas pasan. Suspira y esta vez dirige sus ojos hacia el reloj en su muñeca. Tiene que irse, se ve... pero... ese "algo" me pide que siga hablando.
— Oye... —me mira— ¿No... no quieres ir a tomar algo? —Pregunto sintiéndome estúpido al instante.
— Ah... —baja la mirada con una sonrisa avergonzada— tengo trabajo.
— Yo también. —Levanto mis hombros sonriendo.
— No lo sé... —muerde su labio
— Vamos, sólo uno. —Está dudando, mira su reloj y mete la mano en su chaqueta pero aun con ello decido insistir— serás la primera persona con la que hable que no esté relacionada con el trabajo o el hospital. Siéntete afortunado.
Niega un poco avergonzado, me mira y muevo mis cejas de manera graciosa, comienza a reír un poco más abiertamente. En serio, su sonrisa es bonita.
— No lo sé... en serio, tendría que avisar...
— ¿No quieres? —Insisto al ver que realmente lo estoy convenciendo— eso sería cruel, considerando que me tiraste el té encima.
— ¡No fue a propósito! —Niega.
— Sólo un día. —Muerdo mi labio con una sonrisa divertida— vamos, no hay nada de raro en que un tipo al que le tiraste el té encima te invite un café ¿Mhh?
Suspira hondo, parece que en ese simple acto ha dejado ir todas sus preocupaciones. Asiente al final, toma su teléfono y manda un mensaje, por mi parte no hago nada, mi jefe sabe que he salido de una condición médica así que simplemente fingiré haberme sentido mal. Él acomoda su mochila y yo ajusto el agarre del maletín entre mis dedos. Caminamos hacia fuera de la estación, en un instante se volvió hablador, me ha mencionado tres cafés diferentes que le gustan, yo dejo que elija aunque fui el que lo invitó, le comento que planeo pagar aunque no salgo mucho de mi departamento, por eso lo hago responsable del lugar que escogeremos. Apenas cruzamos los torniquetes de la estación con la mañana asomándose por algunos edificios cuando me habla directamente.
— Por cierto... —sonríe— soy Park JiMin. —En serio, lo conozco, no sé de dónde, pero lo conozco. Aunque si él no me recuerda tampoco creo que es un buen momento para iniciar de nuevo ¿No es así?
— Según dicen que soy Min YoonGi. —Suelta una carcajada y siento que ha sido el sonido más bonito que he escuchado.
Debo decir que ese día no fue un café nada más, sino que también fuimos a un parque y me prometió enseñarme todo lo que conocía de los alrededores. Prometió llevarme a un museo, a una biblioteca, al cine, a otros tantos restaurantes y a algunos parques de atracción, JiMin estaba haciendo citas conmigo y ni siquiera sabía si iba a aceptar. No me negué, no podría, no cuando me sentía tan cómodo a su lado. A la segunda semana le pregunté si realmente no me conocía de antes, él siguió negando, tampoco lo recordaba pero también admitía que ese sentimiento que nos inundaba al estar juntos era extraño. JiMin, Park JiMin, pensé en ese nombre demasiados días, demasiadas noches...
Quizás es por eso que a la quinta semana pregunté si podía besarlo, él comenzó a ponerse tímido, quise golpearme por lo directo de mis palabras, estaba por disculparme... pero no pude porque me inundó de cortísimos besos en los labios...
Desde que desperté en ese frío hospital pensé que no debí hacerlo, no pedí despertar, no debí respirar, no pedí que me trajeran de nuevo a la vida, a un mundo donde estaría por mi cuenta, donde no conozco a nadie... ¿Cómo podría saberlo? El dolor del cuerpo la etapa de recuperación, los dolores de cabeza, la dificultad del habla en ciertos momentos... si alguien me hubiera dicho todo lo que conllevaba sin dudas habría escogido que me desconectaran.
Sin embargo ahora, un año después, veo a JiMin, está dormido a mi lado después de haber madrugado conmigo debido a cada que mi cabeza retumba por dolores, cuando eso pasa él me abraza contra su pecho. Ha acariciado mi cabeza, justo donde está la herida que él finge no notar así como ignora mi párpado izquierdo que está un poco caído, ese que no pudo recuperar la movilidad. Durante los días fríos soba mis manos, especialmente mi pulgar sabiendo cómo duele a veces... incluso a veces da masajes a mi rostro diciendo que leyó en internet que era bueno para la movilidad facial, es paciente conmigo cuando me trabo al hablar, a veces olvido algunas cosas, como el nombre de nuestro perro o los libros que he leído pero él siempre me lo recuerda pacientemente. Quizás es por eso que ha comprado juegos de memoria, palabras, ajedrez y otros tantos, mismos que usamos los fines de semana.
— YoonGi... —susurra despertándose, sacándome de mis pensamientos.
— Creo que estás aquí para cuidarme. —Hablo acariciando su cabello. Lo menciono sin más, sólo quería decirlo, he estado pensando por horas en todo lo que hace por mí.
— ¿Qué? —Ríe roncamente, se acerca a mi pecho abrazándome.
— No dormiste muy bien... —acaricio su nuca— lo siento.
— Tú me cuidas... —responde no queriendo escuchar más de mis palabras extremadamente melosas a primera hora de la mañana— ese día en la estación te preocupaste por mí. —Sonríe acariciando mi espalda baja— hay que dormir...
Yo sólo puedo imitarlo, esconderme debajo de las sábanas percibiendo al pequeño cachorro en la parte baja de nuestra cama.
Realmente no pedí revivir... pero siento que sólo desperté para estar con él, quizás para cuidarlo o quizás para que él cuide de mí.
≈
‹‹‹ he estado en el paraíso,
he estado en el infierno,
he estado en las Vegas
y Dios sabrá dónde...
pero ningún lugar se siente
igual que en casa, como tú, baby›››
🐾
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FIN
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Está editado :3 espero que este final les guste más xD está más detallado <3
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