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🎃 Capítulo 3

Fuente wiki: Didyme Vulturi

- ̗̀⸙ ◌  ───────── ⃟ ⃟─⊳

—Cuéntame que es lo que recuerdas de tu difunta esposa.

La Catrina Laice no sentía ningún dolor pero eso no quitaba el hecho de que la amargura diese directo al corazón, si bien de humana recuerda haberse enamorado de algunos chicos pero nunca conseguía un amor duradero, una vez que falleció a manos de su futuro prometido, juró nunca más caer ante algún sentimiento que comprometiera su salud. Siendo así, que solo se concentró en dar vida y lugar a ser la próxima alma que solventara un castigo al propio Dios Hades, aunque fueran enemigos en cuánto obligación ambos se comportaban como un padre e hija cuando otros lo vieran convivir, mientras que estando juntos y sin ningún testigo eran uno mismo.

—Didyme era la hermana menor de Aro. Siempre le fue leal a las decisiones que su hermano mayor optara, sin embargo, en cuánto la conocí me di cuenta que no era feliz estando cerca de su hermano. —empieza a contar Marco, con un peso en su pecho al recordarla.

—¿Por qué no era feliz? —pregunta ella curiosa e intrigada.

—Porque Aro la había convertido esperando que fuera útil para sus ideales de gobernar, sin embargo, el don que despertó no fue lo esperado. Desarrolló el don de hacer felices a las personas, lo cuál para él, era un don inútil a simple vista; y aunque supiera utilizarlo a su favor, todo empeoró cuando ella me conoció, se enamoró de mi y yo me perdí en su encanto. —contestó ante la duda, avergonzado de saber que cayó ante la tentación y no ante su compañera como debió ser— Correspondió mis sentimientos y nos hicimos pareja.

—El encanto femenino. Siempre ha sido un arma mortal... Aunque no creí que llegara para afectar hasta los seres inmortales. —comenta neutral, mientras sigue guiando hasta un espejo que parecía pintado de color oscuro y borde rojo. Un chiste, claro.

—Didyme poco después de un siglo empezó a demostrar desinterés a seguir permaneciendo en Volterra, y aunque me doliera sentía como su chispa de vida se iba apagando, sintiendo más aburrida de todos los que la rodeaban. Su mirada e interés en mi se estaba agotando con cada planes rigidos y cansados de Aro, pues ella quería crear un Clan propio como Carlisle Cullen. —explicó entristecido Marcus al recordar la disputa entre hermanos.

—Cometió el terrible error de contarle sus planes a su familiar. Aro la mató, ¿No?—interviene la Catrina Laice con una ceja para terminar con el relato.

—No... Aro dijo que enemigos habían terminado por robar la vida de su hermana.—contestó horrorizado Marcus.

—Ella se extinguió de la misma manera en la que Aro la creó, ella murió en sus manos. Para mi fortuna, ya estoy muy muerta como para correr el mismo riesgo.—bromea un poco con un humor negro.

Marcus no entiende como ella es capaz de estar hablando de la difunta amante y de la muerte como si no fueran pecados.

—Nosotros estamos muertos, e igualmente nos afecta tu rechazo. —contesta Marcus indignado por la desfachatez de su compañera.

—Ya he vivido la traición varias veces, ya no duele como debería, cuando solo velas por el bienestar general, te olvidas que existes y tienes los mismos derechos de los demás. Mis sentimientos y emociones hace bastante tiempo que yacen llenos de polvos y anesteciados. —contesta Laice sin ningún problema.

—Entonces, ¿Que es lo que quieres que te cuente si ya todo lo sabes?—pregunta molesto tras notar como la vida había dañado a su compañera. Y él mismo, sabía que la dañaba aunque ella no quisiera darle vida a ello.

—Quería que me contarás motivos por el cuál extinguir a quién tanto tiempo te utilizó, no por nada era hermana de Aro. Esa mocosa es igual de manipuladora que él, ella murió gracias a Aro pero no se salvará del calvario que le haré sentir. —contesta con aquellos ojos negros brillantes en una ira extraña.

Marcus se palpa el corazón, su cuerpo por algún motivo se había estremecido por tales palabras, pero no era miedo sino que orgullo y cariño.

—¿Porqué... Porqué lo harías?—pregunta nervioso Marcus.

—Por que ella pretendía entregarte al Clan Rumano, para poder extinguir a su propio hermano uniendose en tratado de paz para salirse con la suya. Aro la mató al descubrirlo, todo lo hizo por un motivo y por mucho que creas que ha sido el villano, el sólo hizo su propia justicia. —responde mientras toca el vidrio oscuro a la misma vez que voltea a verlo.— No te sueltes de mi, por lo que más quieras.

Marcus no entiende, pero es tarde para cuando trata de preguntar es consumido en llamas que lo asustan y dejan en shock, con pavor piensa que es su fin, pero cual abre y cierra los ojos, solo siente que es absorbido por el fuego y llevado a otro lugar inexplorado e inexplicable.

Los gritos de suplica, llanto y dolor de escuchaba, el ambiente pesado del calor intenso picaba en su piel pálida. Sentía que se ahogaría en aquel lugar, y por si fuera propio instinto de sobrevivencia se aferra a su compañera, que por algún motivo solo emana tranquilidad y calma.

—¿Dónde estamos?—pregunta Marcus.

—En el infierno. La buscaremos, y cerrarás página con ella hoy, seré piadosa por ti. De paso, conocerás a mi creador. —contesta despreocupada como si el lugar fuera su hogar, se movía sin ninguna dificultad.

Marcus en cambio le costaba seguirle el paso, era como si cada paso le sentenciara la existencia. Capaz eran sus pecados, o tal vez la ansiedad de volver a verla, aunque no tuvo tiempo de siquiera digerar la idea.

Desde lo lejos la vio, perdida y llorando sangre, atada por cadenas que parecían arder en llamas. Mientras que sus ojos rojos estaban casi perdidos en la hambruna de la sed a la sangre, sin embargo, estaba igual de bella que la primera vez que la vio.

—¿Marcus... Qué haces aquí?—se escuchó tan rasposa la voz que dolió verla así.

Aún no podía concebir la idea que ella fuera parte del enemigo.

—Didyme... Te he extrañado tanto estos tiempos... Tu...—dice tan perdido en aquellos recuerdos del pasado, que buscándola y esperando que fuera bien recibido fue la ilusión mas inocente en él.

—Si estás aquí... Y con ella en manos, quiere decir que estás sentenciado. —comenta con un desinterés pero una sonrisa se curva entre sus labios— ¿Moriste por inútil o tal vez a manos de mi querido y estúpido hermano?

La verdadera Didyme era igual de doble cara que el hermano mayor. Aquello sin duda alguna había sido un puñal al corazón de Marcus, sintiendose tan avergonzado de él mismo, haber caído en sus garras y no perdido en su compañera.

—Yo no he muerto... Y ella no me está sentenciando, yo... Ella es mi verdadera compañera, acabo de descubrir que nunca lo fuiste tu...—sentenció con tanta amargura mirandola con pena a la Catrina.

—¡Puff! En verdad creíste que sería tu pareja? Todo era parte de mi plan, si no hubiera sido por mi incrédula lealtad a Aro, ¡Probablemente tú estarías aquí pudriéndote en la mierda y yo no!—exclama totalmente loca e histerica, con una risa que calaba la piel en asco.

Sin embargo, una gran chispa de fuego le desgarra las piernas haciéndola gritar de dolor, mirándolos con odio puro.

—Calla tu maldita boca, no sirves ni de madera para incendiar las fraguas llamas del infierno. No sirves para nada, Hazlo ya, ya no será de utilidad su cuerpo. —gruñe la Catrina Laice en una molestia incomoda.

Una gran mano negra con uñas rojas emerge de entre el lago de lava y cenizas, que hace romper entre un zarpazo feroz el cuerpo de la difunta Didyme, explotando en cenizas, solo dejando una forma fantasmagorica cocida a una soga de lava.

—Será para mis mascotas, se divertirán mucho, claro que si. —dijo una voz griega y varonil, presentandose con ropa griega— Hola, soy Hades, Dios de la muerte.

Marcus no puede creer lo que ha visto, y no tener miedo de las dos criaturas en frente suyo, la Catrina Laice y Hades se encontraban sonriendo como si no hubiera pasado nada terrorífico. Por un momento, temió haber tenido una amante y no haber esperado a su compañera como tal.

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