Esa película que nadie me quiso contar
Esa película que nadie me quiso contar
Cuando era un niño, el entretenimiento estrella, era el cine. No había ordenadores, y mucho menos, internet. Había una peli, que la mayoría de los amigos la habían visto, pero yo, no.
Se trataba de...."El bueno, el feo y el malo". Había tiros por todos lados, pero eso era muy común en las autorizadas para todos los públicos, en los años 60 y 70. Disparos y violencia, toda la que quisieras. Mientras no saliera un charquito de sangre, durante más de dos segundos, todo valía. Y si era para mayores de 14 años, el 90% de las veces, el portero hacía la vista gorda, y te dejaba entrar. El hecho de no haber visto la peli mencionada, fue simple y pura mala suerte. No había coincidido un día, que pudiera acompañarme algún amigo o conocido. Para saber de qué trataba, pregunté el argumento a mis conocidos. Estos, tras un rato pensativos, optaban por poner mala cara, y decirme: "Vé a verla". Los más pacientes me describían algunas escenas, pero cuando yo les pedía un argumento claro, optaban por hacer lo mismo que los otros.
En cuanto a la música, de sobra era conocida por mí. Mi padre me regaló varias cintas con bandas sonoras de western, entre ellas la de la peli. Me hice amo y señor del magnetófono, por un tiempo, y cada dos por tres, ponía alguna de las cintas. Tenía a mis parientes, aburridos de tanto escuchar música del oeste.
Yo me preguntaba ¿Cuál era el motivo por el cuál, nadie quisiera contarme de que iba? Las películas de pistoleros, no suelen tener mucho qué contar. Normalmente, llega el villano al saloon, pide un whiskey, y de pronto ve al bueno, bebiendo zarzaparrila. Se burla de él, lo llama "mariquita", empieza el reparto de tortas, y cuando ya se han sacudido bastante, comienzan a cantar las pistolas. Así de simple. Pero esta, no cumplía con esa "norma".
Mucho tiempo más tarde, a finales de los 80, por fin pude verla en la tele. Entonces, comprendí con razón, el motivo por el que una película del oeste, puede ser difícil de contar. Dura, tal vez, tres horas, no estoy seguro. Pero más de dos, seguro que sí. Bueno, ya que estas leyendo esto, lo mejor es que te cuente de qué va, para animarte a que la veas, o no. Si he sido tan convincente que quieres verla sin saber más, te aconsejo que no leas lo que viene a continuación.
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La acción se desarrolla a principios de la guerra civil americana; sí, esa guerra en la que el norte y el sur de los Estados Unidos, se lían a tiros. El bueno, el feo y el malo son tres buscavidas. El feo es un vulgar ladronzuelo, despistado, pero con mucha maldad. Se llama "Tuco Benedicto Pacífico Juan María Ramírez" o simplemente "Tuco" para los amigos. Este llama al bueno, "Rubio" y el malo, se hace llamar "Sentencia".
La cosa empieza con tres soldados del sur, que fueron expulsados del ejército por perder un cofre de dinero. Llamémosles, "Soldado A", "Soldado B" y "Soldado C" para no hacernos un lío. El Soldado A, (o ex soldado) sospecha que sus otros dos compañeros se han quedado con el botín, y decide contratar a Sentencia (el malo), para que interrogue y mate al Soldado B, y averigüe la nueva identidad del Soldado C, pues sabe, que ha vuelto a alistarse de nuevo.
El nervioso Soldado B, que se ha metido a granjero, habla demasiado. El malo, que no sabe nada de la desaparición de la caja de dinero, se da cuenta del futuro que le espera, si sabe jugar sus cartas. Entretanto, el bueno se ha asociado con el feo. El Rubio se hará pasar por un cazarecompensas, entregará a su socio al sheriff de la ciudad más cercana, y en el momento en el que las autoridades lo vayan a ahorcar, disparará a la cuerda, y rescatará al feo. Se repartirán las ganancias, y volverán a hacer lo mismo, en otra ciudad. Sentencia observará el rescate desde un rincón, con aspecto divertido, pero sin entrometerse. Los tres ya se conocen de vista, y saben a lo que se dedica cada uno.
La asociación entre el bueno y el feo comienza a hacer aguas. Este, se cansa de cobrar la mitad de la recompensa. Despues de todo, se juega el cuello. El bueno no está de acuerdo. El es su rescatador. Su vida depende de él. Prefiere dejar las cosas como están. Un día, la rabieta llega a más. El feo, recién rescatado, con dolor de cuello, y las manos aún atadas, vuelve a protestar. El bueno, harto de él, lo abandona en ese estado, en el desierto. Pero está más o menos, cerca de un pueblo. Anima al feo, a que se tome la vida con calma, y logrará llegar bien. Por supuesto, no le da su parte acordada de la recompensa.
Horas más tarde, el feo llega muy acalorado al pueblo. Tras muchas andanzas y vueltas, coge desprevenido al bueno, y le hace lo mismo que le hizo a él; llevarlo al desierto. Pero las intenciones del feo son más siniestras. Se lo quiere cargar. En el momento más inoportuno, ocurre un suceso inesperado, que hará que la historia dé un vuelco. Y hasta aquí, voy a contar. Seguir adelante, sería un crimen para los interesados en ver la peli.
Una cosa que me llamó mucho la atención, fue el armamento más moderno que usaban los tres compadres, mejor que el de los soldados. Pensé que era un error de ambientación histórica. Pero al informarme mejor, vi que eso era así. El ejército estadounidense no estaba dispuesto a gastarse el dinero, en renovar los mosquetes de chispa de sus soldados, algo mejores que los de la época de Napoleón; tenían el interior del cañón, rayado, para que la bala no se deslizara a un lado, durante el disparo. Si un oficial generoso accedía a renovar a su tropa, pagándolo de su propio bolsillo, pues vale. Pero hubo pocos. No era pues de extrañar, que forajidos e indios usaran un armamento mejor que el de las fuerzas armadas. Eran otros tiempos.
Su director, el italiano, "Sergio Leone" se esmeró, mucho. La peli se rodó en Almería. A destacar la excelente ambientación, enfoques y tomas. Añadir la monumental banda sonora de "Enio Morricone" que además, era amigo del director. Se cuenta que el poncho de rayas que usa "Clint Eastwood", al parecer, es de su propiedad, y se lo compró como recuerdo. Pero a Sergio Leone le gustó, y se lo hizo poner, no solo en esa película, sino en las otras dos más, que rodó anteriormente con él. Lee Van Cleef, que hasta ese momento era un actor secundario, y que en ese momento estaba alejado del cine, y pendiente de pintar un cuadro por el que le iban a pagar treinta dólares, se apresuró a viajar hasta Almería, cuando supo que le había tocado un papel estrella en dos pelis de Sergio Leone, siendo este último, del malo.
Es, sin duda, un encanto de película. Pero no dejó de asombrarme que un "western" tuviera un argumento tan sofisticado.
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