Todo comenzó en una noche...

Esto pasó en Cancún, Quintana Roo.

Yo antes era un hombre libertino e irresponsable, pues quería divertirme tal y como fuese porque siempre me la pasaba aburrido y cansado de trabajar.

Siempre iba a cantinas y siempre me tocaba ver a mujeres buenas, siempre me andaba de calenturiento viendo las curvas y las tetas de las mujeres; para mí era el mejor trofeo que me podría ganar. Siempre me daban esos deseos lujuriosos de sentir, tocar y/o acariciar su cuerpo pero nunca me pude atrever. Pero un día una mujer me citó a venir a su casa y pensé que era una oportunidad para depositar mis grandes deseos.

Cuando llega esa noche, salgo de mi casa emocionado, fantasiando e imaginando lascivamente por lo bien que me lo iba a pasar. Así que encaminé a 10 cuadras para llegar, pues su casa no estaba tan lejos.

A medio camino, me topé con una mujer con un camisón que dejaba trasdecir un cuerpo escultural, un cuerpo sexy; su piel era blanca y su cabello era brillante y sedoso. Intenté verle la cara, pero estaba de espaldas y ni la oscuridad de la noche me lo permitía y entonces entablé una conversación.

-Buenas noches, señorita -le dije a la mujer-.

-Buenas noches -contestó ella-.

-¿Qué anda haciendo aquí tan tarde? -le pregunté-.

A lo que ella contestó: -Pues andaba saliendo a una fiesta, andaba con mi novio y luego se me hizo tarde.

Entonces, caballeroso, la acompañé a su casa. Y luego platicamos por un buen rato, hasta que dijo:

-Se me antojó tomar un cigarro.

Por suerte, tenía unos fósforos y le ofrecí uno. Ella lo colocó en su boca y me preguntó: -¿Me da lumbre, amigo?

Yo con gusto le iba a dar lumbre, pero cuando acerqué la luz puede ver el rostro de la mujer, no era el rostro que yo esperaba, sino lo que acaba de ver era una diabólica y esquelética cara de caballo.

Del susto, no atiné a otra cosa más que correr; corrí como loco a mi casa y rápidamente me metí a la casa. Y esa noche no puede dormir y siempre escuchaba los relinchos infernales del ente demoníaco... Un día, le conté a un amigo lo que me había sucedido y me contó que esa era la X-tabay, que es un fantasma que castiga a los hombres mujeriegos, borrachos, lujuriosos e irresponsables; ella sería una bella mujer que siempre le da la espalda a sus víctimas y cuando los caza con sus encantos, les revela su verdadero rostro, que es el de un caballo. Además decía que fue una mujer libertina así como yo y que, a modo de castigo, fue condenada a vagar e asustar a la gente de mala vida.

También me dí el lujo de investigar más sobre ella, entonces también descubrí que también es conocida en otros lugares, en especial Centroamérica y que son varios los relatos de encuentros con ella. También es llamada la Cegua o la Siguanaba (para más información, véase también mi libro: Leyendas populares de terror). En fin, me alegro saber en no fuí el único ni seré el último en encontrármela.

A partir de ahí, ya nunca más salí a las cantinas ni se me ocurría a estar con las sexys jovencitas, y me dispuse a llevar una vida sana. Y tampoco me volví a topar con la X-tabay, la mujer cara de caballo.

¿Y tú qué harías al encontrarla? ¿Serías lo suficientemente valiente para confrontarla? Pues cuidado si eres una persona de mala vida, pues te aseguro que, por si acaso, no te podría nada bien...