El Ah-tabai (segunda versión)
Hola, mi nombre es Daniela Cervantes. Soy una chica mexicana de 35 años de edad, oriunda de la ciudad de Playa del Carmen, que forma parte del estado de Quintana Roo, México. Y el día de hoy, tengo una historia muy escalofriante que sucedió a mí hace años y que si eres de cualquier parte del estado, sobre todo una mujer, lo más probable es que te pase a ti también...
Todo había comenzado en mi municipio cuando aún rondaba los 16 años; era una chica de cabellos negros y tez blanca que nació dentro una casa humilde y siempre andaba como todas las demás adolescentes que existen hoy en día: Salir a pasear, conocer amigos, cotorrear, era un poco rebelde y casi nunca hacía caso de lo que mis padres me pedían hacer. Según yo, era una rebelde sin causa, que solo buscaba divertirse a lo grande... Aunque bueno, por lo menos, ayudaba a mi madre a hacer los labores de la casa, pues siempre ella me condicionaba con un labor del hogar y es por eso que lo hacía aunque no me gustara la cosa.
Cuando cumplí los 16 años de edad, por allá en el 2003, tras un mes después de mi fiesta de dichos años, estaba iniciando un día de escuela normal como lo acostumbraba. Osea, llega un jueves de febrero en la mañana, yo me levanté de la cama siendo las 7:30 a.m y en eso empiezo a alistarme para ir a la escuela estando medio dormida. Termino de arreglarme, cambiarme, desayunar y lavarme los dientes, y es así que empiezo a salir de casa rumbo directo a la escuela caminando puesto a que mi madre aún no tenían el carro reparado, el cual hace 3 semanas había sido objeto de un choque mortal que obtuvo mi papá mientras iba manejando en una oscura carretera.
Al llegar a la escuela, que era muy fea como las que hay en otras partes de México, estaba caminando por los pasillos hasta que me encuentro con mis amigas. Pasado unos minutos de plática, oí decir de ellas que el sábado habrían de ir de fiesta y tal idea empezó agradarme mucho ya que para el lunes se suspendían clases.
Entonces, como si estuviera emocionada en ese momento, les pregunté en qué lugar iría a estar el evento clandestino, a lo que una de ellas, que era una chica de rasgos indígenas y algo chaparrita, explicó que sucedería precisamente en el Coco Bongo Playa del Carmen. Me pareció perfecto la idea, así que, por lo tanto, estuve dispuesta a ir.
Posteriormente, le hice otra interrogación muy pequeña relacionada con el horario de la fiesta, es decir, a que hora irían a comenzarla y luego a finalizarla. En fin, ya lo teníamos planeado todo.
Es por aquella razón por la cual, después de muchas horas de durar en la escuela y al ser la hora de salir, saliendo de la escuela llegué directo a mi casa encontrando a mi madre en la cocina. Al estar frente a ella, le conté sobre la fiesta bastante ilusionada y luego mi madre me preguntó a qué hora iría a ser lo de la fiesta.
Entonces fue cuando le confesé que sería de 7:00 p.m hasta 1:30 p.m, por lo cual mi madre, cuando parecía que todo iba funcionar bien para mí, me negó el permiso de ir. Ante la negativa de mi madre, no lo miré con buenos ojos: así que mi sonrisa en ese momento desapareció y se tornó en una cara de decepción y con el deseo de no haber escuchado esa negación.
Asimismo, ella argumentó que era muy peligroso para mí estar en la fiesta a esas horas ya que capaz que algo malo me pudiera pasar. Yo, sin embargo, tanto fue mi sueño de ir a la fiesta que no pude aceptar el hecho de no ir al evento ni me puse a pensar lógicamente sobre ello. Entonces estuve en mi cuarto toda enfadada, así como un niño de brazos cruzados cuando no le compraron un dulce.
En este modo, al día siguiente, estando en la escuela, le confesé a mis amigas de que mi madre me había negado el permiso de ir a la fiesta y que tenía que arriesgarme a perderme de la diversión. No obstante, una de ellas me insertó un plan en la cabeza del cual me sonó una gran idea. Tras aquella idea, dejamos un poco de lado el tema para enfocarnos en otras cosas mientras que se esperaba aquel momento planeado: Fuimos a la cancha y nos pusimos a jugar a la pelota por toda una hora hasta que se acabara el receso.
Pasaron unos minutos más y se escucha el timbre del salón, indicando de que era hora de empezar con las clases... Es así que estando en el salón, estaba en mi butaca con la materia de las matemáticas y el libro que contenía dicha materia, y trabajar en ese punto para mí fue algo agotador pero aún así decidí aplicarle algo de esfuerzo por lo menos.
Unas 5 horas después, había llegado el mediodía y para aquel momento era la hora de salida finalmente. Saliendo de la escuela, estaba caminando sola por la calle rumbo a mi casa y planeando la manera de poder ir a la fiesta sin que su madre lo note. Así me lo llevé pensando todo el tiempo e incluso estando dentro de mi hogar.
Mientras ese mismo día en la noche estaba dándome un baño de agua fría, para así desinflamar mi cerebro de tanto pensar, fue cuando se me ocurrió la idea perfecta para poder asistir. Siendo así, salí del baño, procedí a secarme por completo el cuerpo y terminado de hacerlo fui directo hacia mi habitación.
Una vez me puse la pijama, fui directo al celular y, estando acostada en mi cama, contacté con un amigo mío quien también iría a la fiesta, a quien le hablé sobre mi método de poder asistir a la fiesta y que eso incluiría su ayuda. Mi amigo, sin ningún problema, aceptó aliarse para escapar de casa y todo fue suma alegría para mí como si la fiesta fuera lo único importante en este mundo.
Fue así que mi felicidad volvió a encenderse y estaba tan emocionada de poder ir a la fiesta, aunque después me arrepentiría de haber sido tan cabrona y contradecir a mi madre. Por lo tanto, al día siguiente, había llegado el día de poder asistir a la fiesta, solo tenía que esperar hasta la noche. Aunque en ese momento, se me había ocurrido una gran idea como toda adolescente demente para que así sea mejor mi plan.
Al alojarme esta idea, entonces acudí a una farmacia y estando ahí fui a comprar un jarabe específico para entrar en un sueño muy profundo. Una vez obtenido eso, solo esperé hasta la hora de que ella se le ocurriera hacer de cenar, más porque conocía que a veces ella nos ponía a cenar temprano.
Llegado las 7:00 p.m mi madre finalmente había decidido hacer el desayuno, mientras que yo ya estaba algo desesperada en que ella terminara para ir a la fiesta. Terminando de realizar la cena, mi madre había puesto los vasos llenos de Coca-Cola junto con la cena y después de eso a ella se le ocurrió ir al baño.
Por lo tanto, se encaminó hacia allá y luego de unos minutos noté como ella se encierra para hacer de sus necesidades, así que saco rápidamente el jarabe que había comprado y cuidadosamente lo inserto sobre el vaso de mi madre. Una vez cumplido con mi objetivo, volví a esconder el jarabe en mi habitación para después volver hacia donde estaba el comedor, como si nada hubiera pasado.
Para cuando mi madre salió, yo ya estaba comiendo tranquilamente aparentando que todo estaba bien; ella se sentó en el comedor junto conmigo y en eso se puso a platicar. Pasado unos segundos, ella se empezó de su vaso primeramente y ya después empezó comer de un pollo en salsa de enchiladas suizas con arroz, del cual era muy bueno de por cierto.
Después de un largo rato, mi madre comenzó a sentirse cansada y con mucho sueño, cosa que para ella le pareció un poquito extraño ya que nunca había sentido tanto sueño como lo era antes; por lo que, sin dudarlo, se fue a acostar a su cama solo para después quedar dormida unos 10 segundos después.
Al ver el resultado de mi plan, entonces procedí a listarme rápidamente para poder asistir a la fiesta, poniéndose lo más galante posible con un vestido rojo y unos zapatos blancos en tacones. En eso llamo a mi amigo y le pregunté por su ubicación, es decir, en dónde estaba, a lo que él contestó que ya iba llegando. De este modo, salí por la puerta de la entrada abriéndola cuidadosamente para no despertar a mi madre con el ruido.
Una vez fuera, cierro la puerta y ahora fui alegre por la vida rumbo a la fiesta, caminando a unas tres cuadras en donde estaba un carro deportivo de color rojo y allí mismo nos subimos para llegar más rápido a la fiesta. Pasado media hora más, llegamos al Coco Bongo y afortunadamente todo el mundo aún seguía de fiesta, en donde estaban mis amigas y unos cuantos compañeros de clase que también fueron cómplices de hacer la fiesta.
Estando allí, entonces pude ver que también había asistido un ex-novio que tenía desde que estuve en el último grado de secundaria: Era un hombre muy guapo de cabellos rubios, muy alto, de musculatura muy definida como si de un dios griego se tratara, tenía los ojos de color azul y su tez era muy suave, cuyo nombre era Martín. Al verlo vestido con un traje de color negro y con un moño de color azul, lo primero que hice acercarme a él y entonces nos pusimos a platicar un rato.
Tiempo después, empezando la música y el baile, estando en un escenario de luces, nos pusimos a bailar, saltamos y gritábamos hasta podía decir que comí de lo mejor en esa fiesta junto al pastel y refrescos. Estar en la fiesta fue algo maravilloso, donde me tomé unas selfies con mis amigas, y hasta hicimos un ligero grupo de amigos para realizar un juego. Siendo así, a uno de ellos se le ocurrió jugar a "verdad o reto" y entonces, en cuestión de unos 6 segundos, nos sentamos todos en una mesa redonda y algo grande para poder jugar.
Al estar todos reunidos, empezamos a jugar y el juego se alargó hasta que fueran las 12:22 a.m. En una de esas ocasiones fui elegida por cuarta vez, preguntando si elegía verdad o reto. Respondí reto.
Tras elegir el reto, mi amiga me retó a que me bebiera toda una botella enterada de cerveza Tecate que se encontraba por el Bongo, por lo que, como era muy atrevida, acepto el reto... Me dan la botella y en eso empecé a tomarme toda la botella entera, aunque por suerte esta misma tenía la mitad del líquido; cosa que hizo que mis compañeros empezaran a vacilar un poco.
En fin, todo ese tiempo de fiesta se extendió hasta ser la 1:00 a.m, pasada la media noche.
Pasando a ser la 1:30 a.m, ya todos nos disponemos a terminar con la fiesta, mientras que yo estaba de lado de Martín felizmente a quien luego decidí darle un beso profundo en los labios. Mientras eso ocurría, mi amigo se había subido al carro rojo en el que vine a parar a la fiesta y se fue de ahí, olvidándose por completo de mí y encima de que estaba medio ebrio. Al verme totalmente sola, estuve tan paralizada del miedo pues no podía creer que me hayan dejado hayan dejado, a no ser que aún seguía Martín de quien de pronto se emanó un olor agradable a perfume: Un olor tan fragante que parecía ser aún más hipnotizador.
Al verme con la decepción de que me hayan dejado completamente sola, Martín surgió que me podía acompañar hasta mi casa para después soltar una ligera sonrisa. Ante aquella sugerencia, quedé pensando unos ligeros minutos y entonces resultó que acepto, sobre todo porque sabía mi hogar estaba algo lejos del Bongo.
Fue así que nos fuimos directo a su auto, el cual era un convertible de color blanco. Me subí por la parte delantera y Martín fue el que estuvo frente al volante; estando dentro del carro, este comienza a prenderlo y después de unos segundos de espera este empezó a conducir... A indicación mía, este arranca el carro y fue rumbo a lo que sería mi izquierda y avanzamos derecho directamente hacia La Guadalupana que estaba más o menos a 6,77 km.
Durante unas horas mientras iban en el carro, poco a poco me empezó a dar algo de sueño, sobre todo porque ya venía algo tomada por un reto que hicimos entre mis compañeros y yo relacionado con el alcohol. Sin embargo, para aquel entonces decidí resistir puesto a que tomé la decisión de soltar el sueño una vez estando en mi casa. A lo lejos, a tan solo 10 metros, ya pude ver que allí se encontraba la zona por donde yo vivía el cual estaba alumbrado por unos poquitos de color blanco.
Es en ese momento quise bajarme del vehículo, pues sentía que podía llegar hasta allá yo sola, además de que ya no podía más con el sueño y el alcohol que me había empinado: Así que le avisé que ya era hora de bajarme. Mi ex-novio, por su parte, este le dio media vuelta al carro y posteriormente me bajé del auto con la poca cabeza que tenía apapachada por el alcohol. Después de bajarme, esperé a unos segundos a que este se fuera de una vez y cuando lo vi alejarse me di la vuelta, empezando a caminar hacia esos 10 metros de distancia.
Es ahí cuando de repente, el sueño junto con la embriaguez empezaron a apoderarse más de mí y es allí que me sentí tan débil para caminar. Sin embargo, hice un esfuerzo para caminar hasta llegar a mi casa, y en eso, cuando pasé por los tres metros, empecé a marearme un poco haciendo que cayera de rodillas al suelo… solo para después sentir en mi sofago las ganas de vomitar.
Para cuando quise poner mi mirada al frente, lo primero que vi fueron las piernas de una persona que llevaban puesto el pantalón de un hipil color blanco. Percatándome de ello, lo que hice fue mirar la cara de aquel hombre, mismo quien extendió su mano para ayudarme a levantarme.
Con la ayuda de aquel hombre desconocido, puede levantarme y fue allí que le puede ver el rostro: Mirándolo a la cara, pude notar que era un muchacho indígena, y aprecié en ese momento tenía una belleza sin igual, unos hermosos ojos negros que tenían un cierto brillo que lo hacía verse encantador. Al sonreír, tenía unos dientes tan blancos como la leche y, al mirarlo de los pies a cabeza, también noté que su piel sino que se puede decir que no tenía ningún defecto alguno: De un color marrón claro que lo hacía verse fascinante.
Este personaje, con una voz dulce de tritón, fue quien me preguntó cómo me encontraba, respondí que estaba bien y que sólo tenía un cierto dolor de cabeza porque tenía fiebre (así le dije mintiendo). Sin querer, entonces, había dirigido mi mirada hacia el pecho del hombre, viendo que su cuerpo estaba muy marcado, es decir, tenía la musculatura típica de aquellos guerreros mayas o aztecas que había en la época prehispánica o como la tendría una deidad. Dicho físico se hacía notar o se marcaba demasiado con ese hipil blanco que él llevaba puesto, cosa que casi hizo que se me quitara el sueño.
No supe por qué, pero en el preciso momento en que lo vi me sorprendí un poco: Sintiendo que algo dentro de mí se había encendido, hasta me atrevo a decir que sentí el impulso de tocarle en esa zona. Ante esto, el hombre se dio cuenta y se le ocurre soltar una ligera y dulce risa de una forma suave e inocente.
Dos segundos posteriores, aquel joven indígena fijó su mirada sobre mis ojos de color azul claro y quedó mirándolos al rededor de un minuto, como si de un contacto visual se tratara. Desde el minuto en que me estuvo mirando, empecé a sentir un olor agradable a fresa que funcionó como una especie de hechizo, y de pronto un sentimiento de lujuria se estableció sobre mi mente. El muchacho levantó su mano derecha y con ella toma mi mano izquierda, caminamos derecho por la calle desviándonos del camino que debía de tomar para llegar a casa.
Por estar fijado en su gran belleza, caminé derecho siguiendo al hombre a quien observé por detrás un trasero hermoso: nalgon en el sentido que se le notaba sus dos bellas pompas en aquel pantalón blanco, tal como lo tendría una mujer. Tras pasar unos 6 metros de distancia, resultó que doblamos a la esquina derecha estando en otra dirección y seguimos peregrinando aún más derecho mínimo 0,28 km.
Terminando con esos 0,28 km, el hombre ahora se giró a la izquierda y nos fuimos acercando hacia donde estaba un complejo de condominio llamado “Pueblo Sacbe”, que no era otra cosa más una selva. Al pasar por ahí ¿qué crees que hizo aquel hombre? Sencillo: Se adentró en ese lugar. Obviamente lo seguí.
Estando dentro, no pude dejar de mirar aquella belleza de hombre que producían un sentimiento de lujuria que hasta mi propia intimidad se humedeció. Caminamos un poco más adentro, es ahí cuando las sombras cayeron cubrieron cuerpos...
Finalmente, después de un rato de caminar, habíamos llegado a un árbol de ceiba o un yaxché, que era un árbol muy enorme y muy frondoso. Justo ahí me detuve por un momento, el hombre fue hacia el árbol y se recarga en él. Levanta su mano derecha y con ella me invita a que me acerque, solo para después empezar a quitarse los pantalones blancos que lleva puestos. Literalmente, la tenía de 17 cm y estaba lleno de bello, siendo lo suficiente como para que empezara a sentir asombro y deseo tocarlo porque era también algo hermoso de ver. En otro momento posterior, también se quitó el resto del hipil mostrando así su musculatura de guerro.
Una vez desnudo, este extiende los brazos queriendo que quería que lo abrazara, así que, totalmente excitada por lo que estaba viendo, me acerqué hacia él soltando una emoción de alegría. Y cuando me acerque, lo abrazo por completo y este me rodea con sus musculosos brazos.
Bajo sus brazos, procedió a darme besitos mientras que con sus manos empezó a acariciar hasta llegar a mis hombros, agarra los tirantes del vestido rojo que tenía puesto y los quita de mis hombros para así comenzar a desnudarme también. En tanto, yo empecé a acaricarle los pezones al hombre indígena: Haciendo esto, en sentí en mis manos delicadas que estos eran muy suaves, muy grandes y agradaban bastante; era tanto el agrado que casi ni tenía palabras para describirlo...
Seguí tocándolos un tiempo más y di un ligero sonido de emoción teniendo en mi boca una sonrisa que expresaba lo que sentía.
Luego con mi mano derecha deslicé mi mano hacia más abajo hasta tocar la zona del bello, que al acaricarla era demasiado suave, y lo hice durante unos segundos hasta tocar su entrepierna a la cual luego inicié a manosearla junto con el pezón derecho.
Sí, lo manosee durante media hora, y al parecer el hombre lo iba disfrutando: Ya que de él escuchaba emanar unos gemidos y jadeos de placer.
Pasó una media hora; ya eran las 3:33 a.m y todo esa buena noche comenzó a tornarse en una noche de la que nunca olvidaré. Conforme iba pasando el tiempo, oí que aquellos gemidos de hombre natural cambiaron poco a poco, pasando a ser unos gemidos que se escucharon totalmente demoníacos. Luego ese olor a perfume, fue sustituido por una pestilencia repugnante, similar al azufre.
Cuando oigo esa clase de gemidos, observé que el rostro del hombre fue cambiando de una manera brutal: Poco a poco su rostro se le fue deformando y alargándose, pasando a tomar la forma de un dragón cuyo color era rojo, sus ojos cambiaron de ser de pupilas amarilla que en el centro era también de color rojo, en su boca tenía unos colmillos afilados y del mismo salía una asquerosa lengua de un oso hormiguero, en los dedos le salieron unas horribles agarras y, finalmente, de sus abrazos salieron espinas que eran las mismas de la flor de Tzcam.
Al ver a esa horrible aparición, me había llevado un terrible susto y dicho susto fue tal que empecé a gritar del horror seguidos de las carcajadas diabólicas del monstruo, mientras que a su sentía como aquellas púas se clavaban dolorosamente sobre mi piel... De ahí me debilite y entonces me desmayé.
A la mañana siguiente, resultó que luego despierto. Cuando despierto, estaba en el hospital estando toda desgarrada de casi todo el cuerpo. Noté también que allí estaba mi madre frente a mí, tomándome de las manos con cara de seria y su cara cambia al verme después. Estando feliz, mi madre me da un abrazo de alegría...
Posteriormente de un minuto, preguntaron de qué me había pasado, a lo que de inmediato me acordé de la noche que esa ese monstruo espantoso. Por mi parte, empecé a relatar todo lo pasé, pero ellos solamente se quedaron totalmente callados terminando de relatar mi experiencia. Entonces mi madre me dijo que eso me pasa por no haberle hecho caso e ir a la fiesta, sabiendo perfectamente que no obtuve el permiso que mi madre negó. Gracias a Dios salí con vida de ese encuentro.
Fue así que desde entonces tuve una vida normal como toda persona normal, aunque eso no significa que haya podido mi encuentro con ese ente; y le agarré un miedo de salir a la calle, sobre todo en la noche. Y menos quise saber de ir a fiestas nocturnas...
Gracias por escuchar mi historia...
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