El Ah tabai
Estábamos yo y mis amigos de vacaciones en la región de Calakmul, Campeche, México. Fuimos a un hotel de buena calidad. Paseamos por toda la región, era muy interesante, comimos en un restaurante, fuimos a ver teatros, pasamos tres días ahí. Sin embargo, el segundo día fue algo inolvidable, fue un hecho muy aterrador...
Resultaba que fuimos de excursión por la selva maya, ese lugar era muy bonito había de todo tipo de plantas y árboles, y había un árbol en espacial, era una ceiba. Ese árbol era muy frondoso, muy verde, con espinas. Bueno estuvimos todo el día en la selva hasta la noche. Como era muy tarde, nos decidimos regresar. Sin embargo, nos habíamos perdido, ¡no sabíamos cómo regresar! Tratamos de hallar el camino para salir de la selva, pero estábamos verdaderamente perdidos, y por ello se había ordenado no separarse del grupo. Pero todo empezó a empeorar cuando uno de nosotros se había perdido, era una amiga llamada Melissa, a quien buscamos desesperadamente capaz que le hubiera pasado algo, se la hubiera devorado algún animal o se había caído accidentalmente por un precipicio y pensamos que se había desviado por borracha (pues le gustaba mucho beber).
Nos quedamos buscándola por media hora pero no hubo respuesta... Sentíamos que estábamos acabados, que íbamos a estar la selva para siempre, sin salida, y que no íbamos a encontrar a Melissa por ningún lado. Cuando el sol despertó, pasamos por otra ceiba y, afortunadamente, encontramos a Melissa de milagro acostada en el árbol y toda rasguñada gravemente, como si la hubiera desgarrado un tigre o oso.
Y en eso, vino un guardabosques por ahí y le pedimos ayuda. El hombre nos ayudó y entre todos la cargamos.
Le curaron las heridas y cuando volvió en sí, le preguntamos qué le había pasado. A lo que ella contestó que habíamos pasado por la ceiba y ella logró ver a un hombre que llamó su atención, él era un indio guapo, de gran belleza, muy atractivo, fuerte, de pelo largo y sedoso, ojos rojos muy bonitos, sus brazos tenían una pulsera de esas que usaban los mayas en la época prehispánica, también usaba un patí y sus dientes estaban muy blancos, que conquistó su atención. Ella dice que se acercó asombrada por el atractivo; para ella era el mejor trofeo que se iba tener en estas vacaciones. Cuando se le acercó, éste se quita el patí dejándose ver miembro, despertando en ella una relación cercana a la lujuria, aprovechándola para tener la mejor relación sexual de su vida. Ambos se abrazaron y tuvieron relaciones sexuales. Ella se lo empezó a pasar muy chido, muy chingón, sin saber lo que pasaría después... En eso, el hombre atractivo se transforma en un espectro de aspecto diabólico; al hombre le empieza a salir pelaje amarillo por todo el cuerpo con manchas, sus manos y pies se transforman patas y garras, sus ojos destellan tanto que parecían echar fuego, su cara se le deforma parecido al de un felino y sus colmillos se alargan volviéndose de jaguar. ¡El hombre se había convertido en un hombre jaguar! Dijo, además, que el espectro le rugió y le mordió el cuerpo, para después desmayarse del tremendo susto que se llevó.
El guardia, al escuchar el testimonio de la joven, le dijo que era el "Ah tabai". Luego les comentó: "Según la leyenda, el Ah tabai es un fantasma o demonio que habita en las ceibas que son consideradas sagradas a la espera de su víctima, que son generalmente mujeres. Cuando se acerca su víctima, se le aparece bajo la forma de un hombre amerindio atractivo y musculoso, que la excita a acercársele o a abrazarlo a través de su atractiva figura para tener relaciones sexuales y, luego de que la tiene atrapada, se transforma en una criatura demoníaca perturbadora, que termina por devorarla (o el espectro se transformaría al acercársele). Ya muerta su víctima, se lleva su alma al Xibalbá, el inframundo maya, para ofrecérselo al dios Ah Puch o Kisín. Otros dicen que el espectro se transforma cuando la víctima corre para tener relaciones sexuales. También se dice que no solo es uno, sino varios, que incluso pueden cooperar para no permitir escapar a su víctima. También se le establece como un hombre que embruja a las mujeres para luego matarlas o perderlas en la selva. Además, también se le considera la contrapartida masculina de la Xtabay. Se dice que antes fue el dios de la caza, y es protector de los animales. Hija, tuviste suerte en no ser devorada, todo gracias a la protección de Dios."
Desde ese momento, nos fuimos de ese lugar y nos devolvimos a nuestro estado natal, Sinaloa, y Melissa llevó un recuerdo inolvidable, que no se le quitaría del cerebro nunca más y juró nunca más beber. Y le doy gracias a Dios que ella está a salvo...
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