Capítulo 20
BONNIE'S POV
—¿Qué él te rompió la nariz?—exclamé indignada después de escuchar el relato de mi amiga sobre Diego.—¿Cómo se habrá atrevido el desgraciado?
Zoe no dijo nada.
—Tengo que hablar con él y decirle que aunque fuimos amigos antes, ahora ya es cosa del pasado.
Mi amiga asintió, aún conmocionada por la anterior charla acerca de su padre. Me despedí de ella con un abrazo y me fui de su casa.
Mientras caminaba hacia el parque enviaba un mensaje a Diego citándole allí.
*****
—Hola, preciosa—me saludó.
—Tenemos que hablar.
—Suena a algo malo, encanto.
—Diego, esto es serio. Tú y yo éramos muy buenos amigos, pero ambos hemos cambiado, y, sinceramente, no creo que podamos seguir siendo amigos como si el cronómetro se hubiera parado. Solamente creo que las cosas no funcionan así. Y, además, ahora tú no encajas bien en mi vida. Lo siento.
No era capaz de mirarle a los ojos. Cuando al fin lo hice, vi su expresión ceñuda. Sus ojos castaños desprendían ira descontrolada, en cambio, sus labios hicieron una mueca que debía ser una sonrisa.
—Está bien, tranquila—su voz sonaba tensa.
—Pues... adiós, Diego.
—Una última pregunta, ¿esto tiene algo que ver con tu noviecito escuálido?
—¿Qué?
—Que si me estás diciendo que no me quieres volver a ver por ese flacucho de las pilas—dijo con evidente enojo.
—No, por supuesto que no.
Me levanté, no estaba dispuesta a más preguntas sobre Aarón. No cuando, después de todo lo que había pasado, volvíamos a estar bien. Mi móvil empezó a sonar y yo descolgué mientras caminaba hasta mi casa.
—¿Si?—pregunté aún pensando en ese estúpido idiota que me había robado mi mente.
—Hola... Bonnie. Teníamos una conversación pendiente, ¿cierto? ¿Puedes venir a mi casa y damos una vuelta?
No me podía creer. Pensaba en él y mágicamente él me llamaba. Estúpido Aarón y su estúpida brujería.
—Claro.
De todas formas, ya casi estaba llegando a la calle. Colgué el teléfono y seguí caminando sin ni siquiera pensar. No me había dado cuenta de que había llegado hasta que él me agarró el brazo.
—Te pasabas de largo—se excusó mientras me soltaba.
—Perdonaba, andaba distraída—dije con una sonrisa de oreja a oreja. Estaba feliz de volver a estar como estábamos antes.
—¿Cómo está Zoe?—me preguntó.
—Creo que mejor. Más tranquila. Pero, ¿qué me tenías que decir?
Él se rascó la nuca y se sonrojó.
—Que conste que no quería decirte nada, ha sido como un impulso y no me lo he pensado más.
—¿Y bien?—le apremié.
—Pues... es difícil de decir... A veces eres completamente gruñona e insoportable...
—Emm... ¿gracias?—. ¿A dónde diablos quería llegar?
—Pero a una parte de mí no le importa eso. Porque tú me aguantas a mí, y muy pocas personas me aguantan. Además, a veces incluso eres divertida. Y bueno, he confiado mucho en ti. Y cuando discutimos es muy gracioso, a veces. ¿Recuerdas cuando te tinté el pelo de azul? Bueno, me estoy yendo por las ramas. Lo que quiero decirte es que...
Estaba demasiado concentrada en su rostro y en sus palabras que no vi que cruzábamos la carretera. No vi que yo me estaba quedando algo más atrás. No vi el coche. Y todo se tiño de rojo.
AARON'S POV
—Lo que quiero decirte es que...
No me había dado cuenta de que ella estaba a unos pasos de distancia. Y desde luego, para cuando me di cuenta era demasiado tarde. Me giré y sólo alcancé a ver como un coche verde pistacho pasaba por encima de Bonnie. No me dio tiempo a ver nada más que la cara desquiciada del conductor. Ese conductor que yo ya odiaba antes de eso. Ese imbécil de Diego o como se llame. Corrí hacia el cuerpo insconciente de mi amiga. Nunca la había visto tan pálida. La sangre brotaba de numerosas heridas y su piel se tornaba morada en los brazos y piernas.
Miedo. Ira. Tristeza. Soledad. Impotencia. Dolor. Dolor. DOLOR.
Eso sentía. Joder, si sentía dolor. Sentía como si las fuerzas me abandonasen poco a poco. Como si mi mente dejara de actuar. Como si mi corazón se parase. Y entonces, la furia, la ira, la venganza y el enfado me consumieron. Sólo podía pensar en lo mucho que quería matar a ese desgraciado.
Apenas era consciente de haber llamado a emergencias. Apenas era consciente de estar dentro de una ambulancia. Apenas era consciente de todas las lágrimas que estaba derramando.
Cuando al fin llegamos al hospital, lo primero que hice fue llamar a mis amigos. De la familia de Bonnie ya se encargarían los doctores. Lo siguiente lo recuerdo por flashes.
Sergio y Zoe llegando.
Zoe llorando.
Sergio pasándole un brazo por los hombros.
Los padres y los hermanos de Bonnie cruzando la puerta de entrada.
Los gemelos llorando desconsolados.
No podía más. Simplemente no podía ver como mi mundo se iba a la mierda por culpa de ese imbécil. Simplemente no quería aceptar lo inevitable.
Necesitaba aire. Necesitaba pensar. Necesitaba salir de allí.
Así que me marché del hospital. Tenía la respiración entrecortada. Mis mejillas estaban húmedas y mi mente embotada.Grité. Grité y no dejé de gritar hasta que me faltó el aire. Pero todo cambió cuando vi al culpable de eso.
Ese señorito imbécil sin sentimientos. Iría a la maldita prisión. Pero antes necesitaba verle sufrir. Mi lado más oscuro salía a la luz. Le borraría esa sonrisita de la cara a base de patadas. Me acerqué a él sin vacilar y le empujé contra la pared de detrás del hospital.
—Serás malnacido—mascullé mientras le sujetaba el cuello de la camiseta. Él no temblaba ni tenía miedo, solo ensanchó más su sonrisa. Como le odiaba.
—No merece la pena, tío—gritó Sergio en cuanto llegó.
—Él le ha hecho esto a Bonnie—le dije sin poder apartar mi mirada de odio y dolor de ese capullo teñido.
—Lo sé. Pero no vale la pena. Le denunciaremos. Pero no merece la pena que él alegue agresión.
Tenía razón. ¡Joder! Odiaba en ese momento que tuviera razón. Aflojé mi agarre.
—No tienes pruebas—provocó ese @#! de mierda. Por desgracia tenía razón.
No pude evitarlo. Le asesté un puñetazo en la nariz haciéndole sangrar. Eso por Zoe. Los sentimientos de venganza, ira y rencor no se desvanecieron, pero Sergio apoyó su mano en mi hombro y apretó.
—Volvamos dentro, tío. Ya nos las averiguaremos. Pero en este momento, te necesitamos.
—Odio tu calma—farfullé apartándome de un tirón de él y caminando de nuevo adentro.
Oí sus pasos seguirme, pero no se esforzó por hablarme. Supongo que sabía que no era el momento.
Cuando volvimos a esa agobiante sala de espera, Zoe lloraba abrazada a la madre de Bonnie. Cuando nos vio, se soltó de la mujer (que abrazó a sus hijos) y se acercó bastante a Sergio.
—¿Han dicho algo?—preguntó él. Ella negó con la cabeza y volvió a sollozar en el hombro de mi amigo.
Yo me senté en un lugar bastante retirado con las manos en los bolsillos y recordé la última vez que había estado en un hospital. Había sido con Bonnie. Yo la había animado. De veras necesitaba que ella viniera ahora y me animara. No. El recuerdo era demasiado doloroso para evocarlo.
—¡Joder!—exclamé. El dolor era demasiado grande para seguir conteniendo el llanto. Me obligué a respirar con normalidad y a tranquilizarme.
No podía dejar de pensar que, en el fondo, todo era culpa mía. Debería haberla mirado. Así ella estaría bien y conmigo. Seguramente, ya le habría soltado todo el discurso. Y después no sé lo que habría pasado. Pero prefería cualquier otra cosa a esto.
—Parientes de Bonnie Pratchett—llamó un señor con bata blanca. Yo me puse de pie sin poder evitarlo. Vi que los demás habían hecho lo mismo.— La paciente está...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro