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Él y él (JinKook-KookJin One Shot)

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Lo que las ideologías dividen al hombre, el amor con sus hilos los une en su nombre...
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JungKook era un joven chino de 23 años. De padre coreano y madre china, una pequeña familia conservadora con una empresa lo suficientemente reconocida como para permitirles cierto reconocimiento internacional.

JungKook era un chico normal, inteligente, aplicado, responsable y educado. Era el orgullo de sus padres.

JungKook odiaba la música moderna y las empresas que la comercializaban. Bandas o solistas, para él era lo mismo, esa música no era música y no la apreciaba como muchas chicas del resto del mundo. No comprendía qué podían ver en esos "artistas" como para que les guste tanto. Sin contar la extraña moda que les hacían lucir, con colores de cabello extravagantes y ropa que no se veía para nada cómoda como para interpretar una coreografía de lo más complicada.

Para JungKook, ese tipo de personas no eran interesantes, sino molestas y huecas. Con su música comercial la cual no se tomaban la molestia de escribir, eran como títeres que las empresas usaban para dar cara a una banda o algún proyecto musical que tuvieran. Eran tan idiotas que dolía.

JungKook jamás los comprendería, pero no se tomaba la molestia de pensarlo demasiado. Simplemente seguía su vida, siguiendo sus estrictos horarios al pie de la letra, comiendo una casera comida tradicional y dándose un pequeño tiempo libre para hacer ejercicio, algo que amaba porque lo ayudaba a quitar el estrés que tanto trabajo le generaba.

Se daba un tiempo, apoyado contra un árbol, para escuchar música clásica y despejar su mente. Amaba la tranquilidad del parque.

Aunque bueno, la iba a extrañar en esas semanas cuando tuviera que ir a Rusia para tratar unos asuntos de la empresa de su padre.

Ah, odiaba viajar pero no tenía otra opción.

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Seok Jin era un joven coreano de 26 años. Un chico de alma aventurera, apoyado por sus padres quienes lo alentaban a seguir su sueño de convertirse en un solista, cantante de pop, y actor. Aunque bueno, no tenía demasiada suerte, por lo que trabajaba de lo que podía para poder pagar su pequeño departamento y sus cosas sin molestar a su familia (que no tenían una alta posición social y ya tenían demasiado con sus dos hermanos menores). Algún día alguna empresa lo aceptaría para ser un idol.

Seok Jin nunca había tenido notas sobresalientes, era malo en la escuela, pero bueno en el canto y la actuación. Era curioso y amaba conocer lugares nuevos, idiomas y personas de otros países. Culturas interesantes de las cuales leía en ocasiones.

Seok Jin amaba teñirse el cabello de colores, como los idols que admiraba, y usar prendas de ropa moderna. Su color actual era el rosado y le gustaba combinar su cabello con ropa de colores pasteles, usando suéteres con diseños de osos o animales tiernos que lo hacían ver unos años menor de lo que era.

No era bueno en baile, aunque hacía su mejor esfuerzo y solía hacerlo para divertirse con sus amigos. El único ejercicio que le gustaba realizar, correr o anotarse en un gimnasio jamás estuvo en sus planes. Era lo suficientemente perezoso como ese huevo japonés del cual tenía algunos accesorios.

Aunque eso cambiaba cuando se trataba de viajar, en ese momento Seok Jin sentía que volvía a tener cinco años.

Así que despidiéndose de sus padres, subió ansioso al avión que lo llevaría a Rusia para pasar unas dos semanas de vacaciones.

Era lo mejor luego de que la tercera empresa en la que había intentado suerte lo rechazara.

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Luego de esa extenuante reunión en Rusia, JungKook fue a un bar donde había ido a una zona V.I.P donde se encontraría con uno de los dueños del local con quien debía arreglar unos asuntos relacionados a su empresa. Odiaba esos lugares tan ruidosos que no te permitían ni escuchar tus propios pensamientos.

Cuando llegó decidió ser lo más breve y rápido posible, pero él parecía alargar más las cosas, sentía que a propósito aunque lo dudaba. Seguro era por su mal humor, ese que no le permitía disfrutar del lugar como el resto. Incluso estuvo a punto de burlarse de su cliente cuando este le dijo que podría disfrutar de su bar todo lo que quisiera, que él invitaba.

Sí, claro, como si fuera posible eso. JungKook no quiso ser descortés y asintió, aunque apenas se fue el cliente se levantó para irse. Casi grita al ver que tenía que pasar por la muchedumbre que bailaba al ritmo de una canción que solamente le causaba dolor de cabeza.

Haciendo un esfuerzo de su parte, comenzó a caminar entre ellos con su caro traje, pasando por entre todos esperando encontrar la salida pronto. Pero antes de lograrlo, uno de los tantos chiquillos (bueno, exageraba, muchos tenían su edad e incluso eran mayores que él) pasó y le tiró su bebida al tropezar. Quiso insultarlo pero esa persona lo jaló fuera de la muchedumbre, liberándolo y pausando su plan de irse de ahí.

-Lo siento, no era mi intención, me empujaron.-el chico hablaba un perfecto coreano que entendía con dificultad, nunca se tomó la molestia de aprender el idioma natal de su padre.

-Está bien-dijo con su escaso coreano el cual seguro pronunció mal.

El chico lo miró haciendo una mueca, tomando un pañuelo de su bolsillo para limpiar su camisa. Pero vamos, con eso no quitaría la mancha ni la humedad de su prenda. Aunque admitía que aceptaba el gesto, era tierno de su parte.

El muchacho parecía preocupado por lo que había hecho, intentando limpiar lo mejor que pudiera su camisa, haciendo unas muecas con sus gruesos labios y abultando un poco sus mejillas en un puchero. Entre las luces del bar notó que el cabello del chico era rosado, no uno chillón, sino uno suave y bonito. La ropa que llevaba era oscura, un buen contraste con el tono de cabello. Parecía un idol, de esos que escuchó hablar muchas veces por televisión y los cuales no le importaba.

-Listo, aunque aún está sucio...si quieres puedo llevarme la camisa y lavarla, fue mi culpa y, oh, espera ¿tienes más ropa por aquí? Es que sino te quedarás sin camisa y no creo que quieras, o tal vez sí, no sé cuáles son tus gustos y...-el chico seguía hablando y hablando.

JungKook no entendía coreano, a menos que lo hablaran lento. Aún así era limitado lo que comprendía por lo que el chico de cabello rosa parloteaba era lo mismo que nada para él. Sin contar que la música a ese volumen no ayudaba.

Así que tomando al chico de los hombros lo interrumpió.

-Habla lento-dijo en inglés, intentando usar un idioma que, tal vez, ambos entenderían.

El chico asintió y, parte en inglés parte en coreano, le dijo que quería pagarle por lo que había hecho. JungKook sonrió al verlo sonrojado y terminó aceptando salir a tomar un café en algún sitio tranquilo.

Lo aceptó como un pago por su arruinada camisa. Pero jamás imaginó que ese no sería el único café que tomaría con Seok Jin.

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Seok Jin era el tipo de chico con el cual JungKook jamás hubiera salido. Era todo lo contrario a él, representando parte de lo que odiaba. Su sueño era ser un idol, amaba cantar y actuar, algo que no hacía para nada mal desde su punto de vista, aunque no le gustaban esos "artistas" como él lo llamaba.

Seok Jin odiaba estudiar las teorías y grandes libros lleno de números y letras. La música clásica lo aburría y el ejercicio le producía pereza. Era camarero de un bar poco conocido, detestando tener que trabajar en una oficina aburrida donde los papeles y los problemas se respiraban.

Seok Jin amaba viajar, conocer nuevos lugares, idiomas, culturas. JungKook prefería eso a través de libros y sentado en el sillón de su biblioteca personal en su tranquila casa.

Seok Jin era el vivo reflejo de todo lo que odiaba y/o disgustaba a JungKook. Tenía todo aquello que haría que JungKook deseara nunca haberlo conocido. Además de ser hombre (algo que no aceptarían sus padres nunca), tenía una personalidad que contrastaba con la suya, gustos que no compartían, sueños relacionados con todo aquello que Kook consideraba inútil, e ideales contrarios que los hicieron discutir en más de una ocasión.

Sin embargo, JungKook no se podía imaginar, luego de esa noche, una vida sin Seok Jin.

Y Seok Jin, a pesar de todo, no podía estar más enamorado de JungKook de lo que ya estaba.

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Rusia, con los años, terminó convirtiéndose en su hogar. Luego de los problemas, que no valían la pena contar, lograron conciliar una tranquila relación que se basaba en el amor, a pesar de los contrastes que seguían manteniendo.

JungKook, gracias a su experiencia en la empresa de su padre, no tardó en acomodarse en una importante empresa rusa. Seok Jin logró convertirse en solista y actor, protagonizando una serie importante que fue reconocida a nivel mundial.

Por lo general no era demasiado el tiempo que compartían juntos, pero siempre lo disfrutaban al máximo. Había días que Jin aceptaba leer con Kook uno de sus libros favoritos, otras JungKook cantaba con Seok Jin y bailaban descoordinadamente una canción moderna.

Aprendían idiomas y solían hacer uno que otro viaje juntos. Hacían el amor con todas las letras, entendiéndose perfectamente tanto como en el día a día. Sin palabras, una mirada y todo quedaba claro para ellos.

Eran blanco y negro, día y noche, luz y oscuridad, luna y sol. Representaban a la perfección el yin y el yang. Tan distintos, pero tan complementarios.

Porque sin uno, no podía existir el otro.




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Caminan de la mano, calle Campos Elíseos, como quien se burla del planeta y sus vicios

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Arjona me inspiró a hacer este oneshot

Porque como dicen, los opuestos se atraen y creo que es así uwu 

Espero que les haya gustado! besos💋💋💋

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