No sé lo que me pasó con él, pero siento que desde siempre ha estado presente en mi vida. Desde pequeña supe que era alguien importante y admirado, pero no conocía nada de su trabajo. Así pasó el tiempo, y se convirtió en una cosa más, de esas que sabes que existen o más bien existieron, que fueron importantes para alguien, pero no las has podido conocer realmente.

Así pasaron muchos años, y de repente haciendo zapping apareció una oportunidad. La película estaba empezando, así como en tiempos antiguos, cuando te hacían leer lentamente los nombres de todos los actores y había mucha paciencia para esperar que empezara la función.

Finalmente comenzó la magia, y los personaje se tomaron la pantalla, embrujándome sin que me diera cuenta. Hubo injusticia, discriminación y maldad, pero también mucha bondad, dignidad y belleza. Me encontré allí con ellos, con los que vivieron hace tanto tiempo y veían la vida de una forma distinta, aunque no tanto como pudiéramos creer.

Fuí testigo de momentos mágicos, porque había mucho odio y resentimiento, pero cuando él cantaba todos parecían querer ser mejores personas. Es que él era como un ángel que había bajado del cielo, que encantaba con su voz y te acercaba a lo mágico, a lo celestial y divino. Por ende te hacía desear el bien, la paz y la unidad. ¡Vaya qué don que tenía! Me sentí feliz de conocerlo, y cuando todo terminó la calma invadió mi espíritu. Prometí volver pronto a ese mundo, a tomar un poco de ese legado que nos han dejado las cámaras de televisión, que pueden grabar la grandeza y nos permiten reproducirla muchas veces. Y no importa si ya han transcurrido más de sesenta años desde que se produjo la escena original.

Así nuevamente pasó el tiempo, hasta que un día, aburrida, me puse a seguir enlaces en internet, que hablaban de hechos o cosas del pasado interesantes. Y de esa forma me enteré de la terrible noticia. Era solo un comentario, pero que hablaba de algo terrible, que comencé inmediatamente a investigar. Y era cierto, todo era cierto.

Seguí los textos y las imágenes, y nuevamente pude estar allí con ellos. Todo fue triste, muy triste, ¡porque todo un pueblo lloraba! Eran miles en las calles, que no sabían cómo expresar su dolor por la pérdida, y al mismo tiempo rendir homenaje a aquel que les había dado tanto. Un destino maldito que les hizo conocer tamaña estrella, para luego hacerles ver cómo caía en su mejor momento. Porque él como ángel que era, volaba constantemente, pero sin cuidar debidamente sus alas. Y así se precipitó a tierra un día, abandonando este mundo entre llamas y latas retorcidas.

No me quedó más que caminar entre ellos, y seguirlos en su travesía que los llevaba al cementerio. A través de las fotografías estuve allí, entre los que lo conocieron y le rindieron homenaje, entre los que sintieron su partida y no entendieron por qué los dejó si tenía solo cuarenta años. No quedó más que llorar por todo lo que perdimos, por tantas escenas que no se alcanzaron a grabar, por tantas canciones que ya jamás se escucharán en vivo.

Y así para mí él quedó entre los más grandes, entre los que ni siquiera estuvieron en mi propio tiempo pero igual me pudieron alcanzar.

Mi homenaje y más sentido adiós para Pedro Infante, quién falleció el año 1957, mucho antes de mi nacimiento y de que yo lo escuchara cantar por primera vez.