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Miradas recíprocas


Romance y fantasía, inspirado en la canción "Cóseme" de Beret.


Muchas veces no damos importancia a las cosas simples, ni valoramos preciosos momentos que podrían alimentar permanentemente nuestra felicidad. Pero basta que abramos la mente y el corazón por un instante para que nos maravillemos con pequeños detalles. Eso era lo que yo no entendía en el pasado y me costó demasiado caro.

Aquel día estuvimos juntos en el parque y me sentí más feliz que en toda mi existencia. ¿Cómo poder explicar esa maravillosa sensación? Tan solo mirar su rostro, escuchar su voz, en fin, todo lo que involucra disfrutar de su presencia, me hizo sentir bien. Parece simple, tal vez ordinario o poco importante, pero ojala pudieran entender lo que significó para mí. Desde ese día comprendí que estaba cambiando.

Él era un excelente padre, que trataba a Jazmín como al más grande de los tesoros. ¿Cómo no amarlo al ver cómo la miraba, cómo la cuidaba y mimaba? Sacó lo mejor de sí mismo para proteger a su hija después de que su esposa lo abandonó. Fui una testigo privilegiada de todo el amor y dedicación que le entregaba día a día. No pude dejar de escuchar, mirar, y lo peor de todo: sentir. Quise evitarlo, pero fue imposible.

En el pasado fui una persona egoísta. Y sí, supongo que hice de todo para conseguir mis fines, aunque eso implicara pasar arriba del resto y quitarle cualquier importancia a mis sentimientos y emociones. Me divertí mucho portándome mal y planeando cómo hacer daño, hasta que me encontré con ella. ¡Cuánto odié a esa maldita bruja! Pasé muchos años pensando en Berena, en cómo me venció y me convirtió en alguien que ya no tenía ninguna posibilidad de dar u ofrecer algo como mujer. Era deprimente y de tan solo pensar en eso sentía una tremenda opresión en el pecho, que me hacía desear morir de una vez. Pero luego llegaban momentos como los del parque, que sabía que  jamás habría vivido si no hubiese pasado por todo lo que me hizo llegar a vivir en la casa de James.

Aún recuerdo la primera vez que llegué a su casa, después de tantos días de soledad. Me sentía furiosa y frustrada, y no sabía cómo iba a poder superar tantas humillaciones. Pero Jazmín resultó ser una niña dulce y delicada, que poco a poco fue conquistando mi cariño. Su padre dedicaba diariamente algunos momentos para compartir con ella, y así me pude dar cuenta de donde provenía tanta bondad. Él mostraba mucho interés en la formación de Jazmín, preocupándose de enseñarle a esperar siempre lo mejor de las personas y a dar lo mismo a cambio. No sé, me parecía que juntos irradiaban una especie de aura tan positiva, que no fui capaz de evitarla, a pesar de mi desprecio inicial. Poco a poco fueron cambiando mis sentimientos, encontrándome más de una vez pensando que me habría encantado tener un padre como James, porque tal vez yo hubiera sido distinta. Luego pasaba a pensar que más me habría gustado encontrar a un hombre como él en mi vida. Al darme cuenta me sentía un poco ridícula, porque me estaba dejando llevar por emociones que antes me habrían provocado risa. ¿Cómo iba a negar lo que era? Por algo me encontraba en esa situación, siempre había sido la mala de la película, no era una princesa ni tenía virtudes que ofrecer. Pensaba que seguramente me veía patética en el papel en el que estaba en ese instante.

Supongo que Berena esperaba que me pasara algo así, y ése era mi verdadero castigo. Estaba atrapada, sin salida. No solo por lo que le había pasado a mi cuerpo, sino que porque estaba exactamente en el lugar en el que ella quería que estuviera para hacerme sufrir. Porque lo logró, me hizo amar con todo mi corazón a una niña que no era mi hija y enamorarme de su padre, que ni siquiera sabía que yo existía. No contenta con eso, además me quitó toda posibilidad de cambiar mi situación. ¿Qué podría hacer yo en mi estado?

Estefanía era la niñera de Jazmín, y una tarde decidió que saliéramos a dar un paseo, a pesar de que nunca lo hacíamos a esa hora. Ella nunca me agradó, ya que no le tenía cariño a la niña y todo lo hacía de mala gana. El día estaba muy caluroso, así que pronto Jazmín comenzó a pedir que volviéramos a la casa, ya que no se sentía bien. Claro, porque no era un horario adecuado para pasear, pero después descubrí el verdadero motivo de nuestra salida. Resulta que Estefanía quería encontrarse con su novio, y al parecer ése era el horario en el cual él podía tener aquella cita. Al verlo, ella lo saludó afectuosamente, después de lo cual entramos a una casa cercana, que supongo le pertenecía. Me sentí escandalizada ante la situación, y para variar frustrada por no poder hacer nada.

Ya dentro de la casa, Estefanía y su novio se sentaron juntos en un gran sillón, y ella le dijo a Jazmín que se entretuviera jugando por ahí. La niña no comprendía mucho lo que pasaba, pero como tenía tan buen carácter no reclamó ni nada parecido, comenzando a buscar algo en qué entretenerse. La casa estaba llena de adornos y cuadros con muchos colores, lo cual llamó pronto la atención de Jazmín. Se puso a observar todo con curiosidad, hasta que se detuvo en una figura de porcelana, que representaba a una mujer con un gran sombrero adornado con una cinta. La niña quiso tomar la figura, pero necesitaba ambas manos, por lo que me dejó encima de una silla. Me sentí un poco desamparada allí, ya que estábamos en un lugar desconocido y Jazmín raramente me soltaba. Miré la cara de la figura, y de pronto: ¡reconocí la cara de Berena! Supongo que puse cara de asombro, ante lo cual la figura me guiñó un ojo. Casi en el mismo instante me vi arrastrada lejos de la silla y escuché los gritos de Jazmín desesperada.

Todo se transformó en confusión y entre medio de todo eso escuché el ruido de una tela al romperse varias veces. Jazmín lloraba y el novio de Estefanía comenzó a increpar a su perro para que me soltara. Pasaron momentos que me parecieron eternos, hasta que finalmente terminé en las manos de Estefanía, que me revisaba nerviosa mientras le decía a Jazmín que no se preocupara, que me podrían arreglar.

Volvimos rápidamente a la casa, y en el camino la pobre Jazmín iba llorando, ante lo cual la niñera le decía que su muñeca sólo se había roto un poco, que no hiciera tanto escándalo. Me daba mucha rabia escucharla y no poder hacer nada, pero como siempre no me quedaba más remedio que tragarme todo lo que me hubiese gustado decir o hacer. Entramos a la casa y ante la insistencia de Jazmín la niñera se puso a buscar aguja e hilo, pero se demoró en encontrarlos. Hasta que finalmente se decidió a sentarse para tratar de arreglarme. Sentía furia al mirar sus ojos y contemplar su mirada, ya que demostraba el fastidio que sentía ante toda la situación y especialmente hacia Jazmín. Enhebró la aguja y se dispuso a coser, pero la escuchaba reclamar en voz baja diciendo que se demoraría.

Pronto cayó la noche y Estefanía aún no terminaba de arreglarme. De pronto miró la hora y se dio cuenta de que ya había pasado su hora de salida, ante lo cual soltó un pequeño grito. Se levantó y se dirigió a la habitación de Jazmín, la cual al verla le preguntó ilusionada si ya había terminado. Pero no, Estefanía le dijo que ya se le había hecho tarde, por lo que terminaría al día siguiente. Y dicho eso me guardó en un cajón, donde quedé con la aguja clavada en mí, ya que estaba a la mitad del arreglo. A Jazmín se le cayeron un par de lágrimas al comprender que Estefanía se iría sin terminar de repararme, pero la niñera hizo como que no se había dado cuenta. Sonó la puerta al abrirse y era James que venía llegando, disculpándose por la hora, ya que se había retrasado un poco. Estefanía aprovechó el momento y se despidió, saliendo luego como si empezara una carrera como velocista.

Jazmín saludó a su padre con un beso, pero él inmediatamente se percató de que algo le ocurría y no dudó en preguntárselo. La niña le dijo que su muñeca estaba rota y Estefanía no había alcanzado a repararla. James la abrazó y consoló, pidiendo ver el desastre para ver si podía ayudar en algo. Se dirigieron a la habitación y Jazmín me sacó del cajón. Ambos me revisaron tratando de encontrar una solución, mientras mi alma sufría al verlos ahí a ambos tan cerca, porque mi imaginación volaba y me veía abrazándolos, o diciéndoles cuánto los amaba. James tomó la aguja e intentó seguir cosiéndome, y mientras lo hacía yo sentía que las lágrimas caían de mis ojos. Supongo que era solo una sensación, porque una muñeca de trapo es incapaz de llorar. Creo que él jamás había cosido algo en su vida, pero hizo su mejor esfuerzo para alegrar a su hija. Y mis lágrimas seguían cayendo, porque deseaba que él me siguiera cosiendo, que arreglara mi cuerpo así como él y su hija habían reparado mi corazón, antes frío y despiadado, pero que gracias a ellos llegó a conocer el verdadero amor.

Supongo que el que quiere todo lo puede, porque finalmente fui reparada, y Jazmín me llevó a dormir con ella como siempre. Al despedirse, su padre le dio un beso de buenas noches, y ante mi sorpresa, la niña le pidió que me besara a mí también. Él sonrió y accedió, dándome un beso en la frente que juro que sí pude sentir, y supongo que era lo que me faltaba para poder volver a tener un corazón de verdad.

Pasado un rato me dormí y soñé con Berena. Yo estaba sentada en un banco de la plaza, en aquel lugar donde había vivido tan lindos momentos con James y Jazmín. Entonces Berena se acercaba y estaba sonriendo. Extrañamente ya no sentía rabia hacia ella, tal vez porque a esas alturas ya había aceptado que merecía todo lo sucedido. De pronto ella sacó su varita y dijo:

"Yo sé que lo miras pero no te ve.

¿Sabes qué?

Le dijiste: cóseme,

que arreglara lo que no estaba bien,

y que te ibas a dejar de esconder.

Yo digo mañana, todo saldrá bien."

Después de eso apareció un papel en su mano, y me lo entregó. Yo pregunté qué era y ella solo me dijo: "Es tu nuevo comienzo". Entonces vi que ya era de día y yo estaba parada afuera de la casa, justo frente a la puerta. Y tenía el papel que me había dado Berena, pero lo más importante era que: ¡Era una mujer otra vez! Atrás habían quedado mis días de muñeca de trapo, eternamente inmóvil. Antes de que me pudiera recuperar de la impresión se abrió la puerta y salió James. Me parecieron eternos esos segundos en que nos miramos por primera vez, como hombre y mujer. Lo conocía tanto, lo amaba con locura, pero me tuve que contener. Él me preguntó si venía por el empleo, a lo cual automáticamente contesté que sí. Entonces pidió mis recomendaciones, que resultaron estar en el papel que me había dado Berena. Él me invitó a entrar a la casa, que para mí era tan familiar. Momentos después mi corazón se estremeció al ver llegar a Jazmín, ya que James la había llamado para presentarle a su nueva niñera.

Con todo lo sucedido aprendí mi lección y aproveché cada momento. Y el proceso  se completó, porque miré a James y él me miró a mí. ¡Por fin nuestras miradas eran recíprocas! Y todas las posibilidades volvieron, porque pude ofrecer todo: mi tiempo, mi alma y mi cuerpo. Tanto amor no podía desperdiciarse, porque James era el hombre de mi vida. Por él cambié y aprendí a querer de verdad. Después de eso solo nos quedaba vivir juntos para siempre, y disfrutar nuestro amor.


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