CAPÍTULO 5
CAPÍTULO V
~_____ POV~
– ¿Quieres pasar? –abro mi puerta y entro para dejar las bolsas en la mesa del comedor.
– Con permiso –ella entra a mi departamento un poco desconfiada y también deja las bolsas que cargaba en la mesa.
– ¿Quieres beber o comer algo? –digo abriendo mi refrigerador y empiezo a buscar algo frío para tomar.
– Bueno, lo que tengas –ella dice en voz baja.
Encuentro tres latas de Red Bull al fondo y saco dos. Le doy una a Irene y ella sonríe. Abro las despensas de arriba para sacar algunos paquetes de galletas dulces; las encuentro y saco tres. Las coloco en un bol y lo pongo en el poco de espacio que hay en la mesa.
– ¿Y esas cajas? ¿Te acabas de mudar? –ella abre su lata de Red Bull recién y hace un ademan con la cabeza para señalarme dos cajas cerca de la puerta.
– No –me levanto, me dirijo a las cajas y veo una nota pegada en ella– Son mis útiles que usaré en la universidad –
– Vaya, a mí me gustaría ir –dice Irene en un tono afligido.
– Pero, ¿por qué no le preguntas a Ronald? –me siento de nuevo y agarro una galleta– Yo sé que te dejará –
– Lo dudo, mi deber es estar siempre al lado de Ronald. Es el deber de un arma para recoger Cinematic Records –toma un gran sorbo de Red Bull y se lo traga– Y creo que ya debería irme. Muchas gracias por todo –se levanta y me hace una leve reverencia.
– La que debería decir las gracias soy yo. Me has ayudado a llevar mis bolsas, muchísimas gracias. Cualquier cosa puedes visitarme –me levanto y la abrazo.
Ella se queda estática pero me devuelve el abrazo.
– Es bueno ya tener una amiga –me separo y le sonrío. Ella me devuelve la sonrisa. Me voy a la despensa y saco una bolsita pequeña de papel y meto allí tres puñados de galletas y se las tiendo– Invítale a Ronald, son sus favoritas –
Ella agarra la bolsa y me sonríe. La acompaño a la puerta y cuando la abro me encuentro con una desagradable sorpresa.
~Sebastian POV~
[Unos minutos atrás]
– Oye mamá, cuando sea viejo ¿seré igual de apuesto que él? –dice el niño sentado al lado mío.
Su madre me miraba con ojos enamorados y no le prestaba atención a su hijo.
No sé si sentirme alagado o molesto por el comentario de ese niño infeliz.
-Se acerca la Parada Residencial, favor acercarse a las puertas para bajar- dice el chofer del bus.
Sí, yo, Sebastian Michaelis se quedó casi pobre por haber comprado todos esos útiles de docentes y ahora anda en bus, ni siquiera en taxi. Creo que debí haber sacado más dinero. O creo que debí haber pedido que ellos lo lleven.
Me levanto del asiento y me acerco a la puerta, la cual se abre justo a tiempo. Hago unas malabares para salir del bus por culpa de los paquetes pero lo bueno es que lo logro.
– ¡Señor Michaelis! ¿Le ayudo con sus paquetes? –sale corriendo un chico del edificio de donde vivo. Yo le sonrío fingidamente y asiento.
El joven agarra unos cuantos paquetes con una mano y con la otra me ayuda a pararme, que por alguna extraña razón, no sé cómo llegué a caerme. Creo que el piso me deseaba.
– Muchas gracias, señor Wayland –le digo con mi voz gentil.
– Me puede decir Albert –se ríe un poco– soy joven a pesar de mi apariencia–
Tu apariencia es asquerosamente joven, así que no me lo recalques.
– Entonces puedes llamarme Sebastian ya que nos estaremos viendo seguido –le sonrío, como siempre, fingidamente.
– Claro, Sebastian –él llama al ascensor e inmediatamente se abre.
Entramos y yo pulso el botón de mi piso.
– Y... ¿ha hecho algo interesante hoy? –pregunta Albert mirando sus pies. Vaya manera de meter las narices en la vida de otros.
– Ya he conseguido trabajo en una universidad. Seré profesor de cuatro materias –digo un poco orgulloso.
– Vaya, eso es impresionante –me mira con sus ojos abiertos de par en par.
Las puertas del ascensor se abren y él me entrega mis paquetes que él estaba cargando.
– Espero que tenga mucho éxito en su trabajo. Buenas noches –presiona un botón y las puertas del ascensor se cierran.
Voy directo a mi departamento y hago equilibrio para que no se caigan mis paquetes mientras abro la puerta. Entro y suelto un suspiro exhausto. Coloco las cajas al lado de mi sofá negro.
Escucho conversación del departamento de al lado. _____ ya debe estar en su departamento, pero ha llegado con alguien. Me acerco a la puerta y me miro en el espejo, me arreglo un poco el cabello y sonrío seductoramente. Hasta yo mismo me enamoraría de mí mismo.
Salgo y me voy directo a su puerta, alzo mi puño para tocar la puerta pero para mi sorpresa se abre.
– ¿Qué haces aquí? –me cuestiona _____ con el ceño fruncido.
– Yo ya me voy, no alcanzaré el bus –sale una chica de detrás de _____ y hace que retroceda– Gracias por todo, volveré otro día –ella se va y toma las escaleras.
– ¿Y bien? ¿Te cierro la puerta en la cara o me explicas que haces aquí? –dice molesta y apoya su cadera al marco de la puerta.
– Hola querida vecina –digo sonriendo con mi cara un poco molesta.
Ella sonríe y cruza los brazos, haciendo que resalte sus pechos. Por Satán, esas son enormes.
– Hola vecino ¿Qué desea? –ella se acomoda un mechón de su pelo–¿Quiere que le preste una película? ¿O tal vez azúcar? –sin darme cuenta, ella va cerrando su puerta– ¿O quiere que le preste mi cuerpo para su satisfacción sexual? –
Ella me mira con sus ojos cafés de una manera seductora y se acerca lentamente a mí. Yo retrocedo hasta sentir la pared en mi espalda.
Ella deja de acercarse y se comienza a reír a carcajadas. Yo no sé dónde meterme, una chica acaba de seducirme y no sé cómo eso puede ser posible.
– Ya debes saber el cómo te pude haber seducido –toma una gran bocanada de aire y me sonríe orgullosamente– Yo no soy del todo humana, demonio Sebastian –
Suelto un bufido y le devuelvo la sonrisa.
– Solo quería que confirmar aquello, señorita _____ –me acerco acechándola hasta que ella choca con su puerta y yo le tomo de su mentón– Y pienso hacer cosas muy malas a su alrededor –paso mi nariz por su cuello y siento como se estremece– Tu alma huele tan bien, debe ser muy apetitosa –la suelto y ella mira con odio.
– Ya veremos quien jode a quien –sonríe y entra inmediatamente a su departamento.
– Tan interesante, solamente tengo que enamorarte para obtener tu alma. Ya que eres una híbrida, no puedo hacer contrato contigo –digo un poco en voz alta.
Yo sé que _____ debe estar escuchándome al otro lado de la puerta.
~_____ POV~
Escucho sus pasos dirigirse al departamento de al lado, la puerta abrirse y luego cerrarse. Me deslizo por la puerta hasta llegar al suelo. Cierro los ojos y suspiro pesadamente.
El maullido de mi gata hace que deje de estar en ese modo.
– ¿Dónde te habías metido? Hubo visitas deseadas y no deseadas –le acaricio su lomo y ella empieza a ronronear.
Ella se aleja de mí y yo me paro. Luego Kirara aparece con un ratón en su hocico. Yo solamente me río.
– Veo que tuviste un día entretenido –agarro el ratón muerto y lo observo.
Sus ojos sin brillo, su nariz seca y sin color, su cuerpo flácido y sin calor...
– Me recuerda un poco a mí –digo seguido de un suspiro– pero que este pequeño ser no puede volver a la vida –me acerco al basurero y lo tiro.
Me lavo las manos y mi vista se posa en los paquetes de la mesa del comedor.
– ¿Qué te parece si hacemos una maratón de anime? –digo en voz alta para que Kirara escuchara.
Llámenme loca pero esa gata me entiende como si fuera un humano. Escucho un maullido en respuesta en el sofá de la sala. Saco una caja de disco de la bolsa.
– Supongo que ésta es la primera temporada –digo mientras me dirijo a la sala.
El televisor y el DVD ya se encuentran prendidos. Los controles estaban al lado de Kirara. A veces pienso que esta gata es más lista que un humano.
– Gracias –abro la caja, saco el disco y lo meto en el DVD.
Vamos a desvelarnos.
~Irene POV~
– ¿Cómo te fue? –pregunta Ronald desde el techo de una casa.
– Llegó a salvo a su departamento pero al lado de ella vive un demonio, ¿lo sabías? –digo mientras subo para ir a su lado.
– ¡¿En serio?! Entonces los de arriba ya mandarán a alguien para vigilarla –dice un poco molesto cuando ya me encuentro a su lado.
– Me da pena _____ –digo mientras me arreglo el cabello.
– A mí igual... ¿A quién no le daría pena una chica cuya alma pertenece a los tres reinos? –dice un poco melancólico.
Yo solo me quedo en silencio. Es bueno tener una amiga, pero me gustaría que no sufra.
– Ahí está la alma que debemos recolectar –me mira y me sonríe– Demos nuestro mejor esfuerzo, ¿vale? –
Yo solo asiento y me transformo en una hoz gigante.
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