6
Farey
El comienzo de un nuevo día, nuevas oportunidades y mucha pereza.
¿Quién no es perezoso a la hora de levantarse? Exacto, todos.
Sin pensarlo mucho me levanté de la cama, pose mi mirada sobre Rydel que dormía como oso, tenía la leve sospecha que esta se había quedó despierta más de lo que pensaba hablando con cierto pelinegro o mirando por la ventana hacia ese bosque pensando lo que horas atrás había sucedido, aún era un tema que no teníamos la respuesta a nuestras preguntas
Negué con la cabeza desechando ese pensamiento, era demasiado temprano para pensar en eso.
Me acerque a la ventana, el sol estaba en todo su resplandor, la luz dio directamente en mi cara haciendo que cerrara mis ojos por unos segundos, el amanecer y atardecer eran mis favoritos, como el sol salía dando el inicio a cosas nuevas y como después se ocultaba dando por finalizado ese día.
Eso sí era perfecta armonía para el ser que sabía apreciarlo.
Por unos largos minutos me quedé parada en frente de la ventana, observando la maravilla de la naturaleza pero tenía que darme una ducha para luego bajar y preparar despacio el desayuno para todas en la casa, era una ley que habíamos puesto desde que comenzamos a vivir juntas, la primera en levantarse tenía que hacer el desayuno y por suerte siempre variamos.
Al tener mi ropa lista la llevé hasta el baño sin hacer mucho ruido, algo que odiaba era que me despertaran así que no hacía lo que no me gustaba que me hicieran.
Deje que el agua se llevara todos mis sentimientos y malestares si tenía, unos minutos después salí de esta y comencé a vestirme, todo con la mayor tranquilidad y paz del mundo.
Un jean azul ajustado, blusa de tirantes finos, saco largo gris y championes blancos era el outfit que me había optado por ponerme, hate mi cabello en una coleta aunque estuviera aún mojado, mucha pereza para secarlo.
Al estar en el último escalón unos golpes en la puerta pusieron alerta mis sentidos, ¿Quien podía llegar a joder tan temprano? La respuesta estaba detrás de esa puerta.
Damas y caballeros, Aurel estaba parado en frente de mi, vestido completamente de negro.
—¿Puedo pasar? —preguntó mirándome sin una sonrisa, puf tendría que hablar con Rydel para que le contagiara alegría
—Claro, adelante —deje que este pasará y por unos segundos fije la mirada en ese bosque que rodeaba casi toda la casa
—Sólo venía a preguntar si querían que las lleve al pueblo o algo —su mirada se posó en mí mientras sus brazos estaban cruzados
—¿O en busca de cierta pelirroja? —alce mis cejas manteniéndole la mirada por unos segundos y luego pase por su lado con rumbo a la cocina—. Antes de que preguntes se lo que eres y lo que ella es así que puedes ahorrarte la explicación estúpida y aburrida
—¿Cómo...? Si no eres un lobo o alguna otra criatura —sentí su voz mis espaldas mientras sacaba las cosas necesarias para unos panqueques
—No, soy humana hasta el la última célula de mi cuerpo, pero digamos que la lealtad entre nosotras en tan fuerte como para que me digan la verdad —lo mire sonriendo un poco
—Está bien —asintió no muy conforme de lo que había dicho
—Rydel está durmiendo si quieres puedes quedarte o venir en un rato, teníamos planeado ir al pueblo —mis ojos se clavaron en él, quien estaba observando todo a su alrededor con gran detenimiento
—Vendré luego, hasta pronto —se despidió con un movimiento de mano y luego en segundos estaba fuera de la casa
Un chico muy guardado y serio, no me quejaba, no me conocía y yo sabía su pequeño secreto.
En su lugar también estaría igual, desconfiaria y estaría igual.
Me tomé mi tiempo para preparar el desayuno, sabía que las chicas no se levantarían muy temprano o bueno, sólo Rydel quién me acompañaría al pueblo.
Y hablando de la reina de Roma, mi pelirroja amiga apareció por la puerta, vestía un hermoso vestido rojo y unas zapatillas, llevaba su cabello rojizo suelto y no tenía pinta de llevar alguna gota de maquillaje.
—Buenos días Fary —sonrió depositando un beso sobre mi mejilla
—Buenos días Rydel, hace como media hora tu amado estuvo aquí —le dije mientras colocaba un plato de panqueques en frente de ella y un vaso de jugo de manzana, está odiaba el de naranja
—¿Y que quería? —alzó sus cejas, bebió del jugo esperando por mi respuesta
—Venía a verte, pero le dije que estabas durmiendo —me senté en frente de ésta—. Y tuvimos una pequeña charla donde le dije que sabía lo que era y lo que tenían
—Si reacciono mal le corto las pelotas —me señaló con el tenedor
—Su reacción no fue mala, solo que no le parece bien la idea de que una humana sepa de su pequeño secreto —encogí mis hombros sin darle mucha importancia
—Hablaré con él después —rodó los ojos—. ¿Que haremos en el pueblo? Quiero ver esa tienda de chocolate que dicen que hay
—Mmm, podemos ir a esa tienda pero primero necesito ir a una librería con urgencia —mis ojos se posaron en ella fijamente por unos segundos y luego en el panqueque que estaba acabando
—Oh si, quiero ver si tienen un libro que estoy buscando hace mucho
—¿El kamasutra? —alcé mis cejas
—Ese ya lo tengo —soltó con tanta naturalidad que si no la conociera me sorprendería
—Lo suponía —me levanté de la silla y tome los platos sucios—. Ve por mi mochila, teléfono y déjale una nota a las chicas mientras yo dejo ordenado acá
—Si señor —llevo su mano a su frente y luego salió recta como militar haciendo que riera
Mientras pasaba un trapo por la mesa sacando las migajas y suciedad mi mirada viajó hacia la puerta que estaba cerrada, en mi mente se volvía a reproducir lo que paso ayer en la tarde, aún sentía esa necesidad de correr a ese bosque, podía atreverme a decir que las chicas también lo sentían y que hasta Aurel lo sentía pero que este sabría la respuesta a ese sensación, cómo vivía acá y era parte de esta ciudad sabría lo que era eso.
Una vez más los toques en la puerta me hicieron volver a la realidad solo que esta vez no fui yo quién abrió sino mi pelirroja amiga que estaba terminando de bajar las escaleras, me miró y yo solo encogí mis hombros sin saber quién era aunque tenía la leve sospecha que era mi agradable amigo Aurel, noten sarcasmo por que era todo menos agradable o conmigo no lo era.
Mi amiga lo miró por unos segundos y luego dejó un beso sobre su mejilla, no presté mucha atención a lo que hablaban, después me enteraría.
—¿Lista? —Rydel pregunto desde la entrada de la cocina
—Listisima —le sonrió alegremente dejando el trapo sobre la mesada.
Me acerque a esta y tomé mi mochila y móvil.
Salimos de la casa y el pelinegro estaba recostado sobre la camioneta negra, cuando había salido de la casa no lo noté pero no importaba.
Nos abrió las puertas de la camioneta, no es necesario decir quién subió adelante y quién atrás ¿no?.
Apoye mi mentón sobre la palma de mi mano mientras dentro de la camioneta todo estaba sumido en un silencio sin ser por la melodía de una canción que no conocía, sonaba.
¿Alguna vez han sentido que algo pasará?.
Pero no saben descifrar si será bueno o malo, bueno ese sentimiento, corazonada o como sea crecía en mi interior cada vez que nos acercabamos a ese pueblo, no tenía la menor puta idea de por qué, si sólo era una estupidez o no lo era, pero eso estaba acaparando toda mi atención y no me dejaba disfrutar del hermoso paisaje que el viaje desde la casa hasta el pueblo me ofrecía, jodida mierda la mía.
No sabía si estaba entrando a un sueño o lo que mis ojos estaban viendo era real, ya no me arrepentía de haber elegido este lugar, detrás de los comercios y casas que habían se podía apreciar las enormes montañas, esto era una maravilla, le daba una gran vista al pueblo, maravilloso.
—Esto es hermoso... —susurró mi amiga a mi lado luego de bajar de la camioneta
—Lo es —le aseguré enganchando mi brazo con el suyo.
Aunque todo era maravilloso ese sensación estaba instalada en mi y no pretendía irse, al revés, crecía como loca, mi corazón estaba latiendo más rápido de lo que creía, miraba hacia todos los lados buscando algo pero no tenía la menor puta idea de que.
—¿Pasa algo? —?urmuró lo suficiente bajo para que sólo yo la oyera mientras caminábamos despacio
—Me siento rara, siento que algo pasará pero no se el qué —murmuró casi para mi misma pero sabía que con su buen oído me había escuchado perfectamente
—Tranquila, quizás solo sea lo mismo que ayer —apretó su mano sobre mi antebrazo
—No, es diferente —la mire sin dejar de caminar—. No me siento atraída hacia nada, solo busco algo pero no se el qué
—Quizás un buen café —sonrió abiertamente señalando con su cabeza una cafetería que estaba a unos pasos de nosotras
—Vamos Aurel, quiero ir a esa cafetería —Rydel llamó la atención del pelinegro en segundos, increíble.
Al entrara al lugar el olor a café inunda cada parte de mi haciendo que olvidara todo y me concentrara en ese delicioso olor.
No dude en guiar a Rydel conmigo hacia una mesa luego de que nuestro guía nos dijera que buscaremos un lugar mientras esté pedía por nosotras, uhm este teniendo a mi pelirroja amiga cerca era otro chico, interesante.
—Ahora si —Rydel apoyó sus codos sobre la mesa y se inclinó un poco sobre esta mirándome fijamente—.¿Qué es lo que sientes exactamente?
—Es como una corazonada, que algo puede pasa o pasara, la siento desde cuando estábamos llegando, es raro pero no es malo, no me dejo drogada como ayer —me recoste sobre la silla mientras rascaba mi codo
—Entonces no tienes porqué preocuparte, este lugar tiene mucha energía debe ser eso lo que sientes, yo lo siento, siento muchas cosas —su mirada viajó hacia el pelinegro que estaba de espaldas a nosotras
—No te pondrás cachonda ahora, ¿no? —solté una baja risa al ver su reacción
—Eres horrible, ¿Lo sabes? —recriminó o intento recriminar por que en el fondo sabía que tenía razón
—Acá tienen su café —el olor del café acaparó toda mi atención
—Gracias —le agradecí mientras mis manos tomaron la taza de café humeante.
Sentir ese delicioso sabor bajando por mi garganta era más que satisfactorio, un buen café siempre resolvería todos los males, tengo cero dudas y muchas pruebas.
Mientras mi pelirroja mantenía una charla con el chico mi mirada estaba en las personas que pasaban caminando en su mundo, parejas, niños y jóvenes, pero a pesar de casi la mayoría se conocía, ya que podía apreciar como más de uno se saludaba como si fueran viejos amigos.
Un suspiró bajó salió desde mis labios, el café me ayudó a relajarme y dejar de prestarle atención a esa corazonada sino tenía ya por hecho que no disfrutaría nada y no era lo que tenía planeado.
Un rato después de haber terminado nuestro café estábamos caminando por la vereda, Aurel se había ido a no sé dónde sólo sabía que después nos encontraremos en la plaza que había en medio del pueblo.
Mientras Rydel estaba mirando no se que, mi mirada estaba en una vitrina donde se podía ver todo el tipo de ropa que tenía, desde lo más común a lo más extravagante, no dudé ni un segundo en entrar, rydel estaba segura que entraría después.
—Este es mi paraíso —su voz llegó a mis oídos, la miré estaba mirando todo a su alrededor con la boca abierta, nunca dejaría de ser una exagerada
Me acerque a un par de vestidos que habían llamado mi atención, de distintos colores pero con pequeñas flores blancas de decoración, no muy cortos pero ni muy largos, tela suave y fina, para un día templado y soleado o un día con mucho calor, sería perfecto.
Uno verde menta y otro celeste fue los que me probé, como anillo al dedo quedaron, así que solo los dejé en mi brazo mientras miraba la demás ropa que había en el lugar que por fuera parecía pequeño y por dentro era más grande.
Luego de estar más de media hora mirando ropa y zapatos, había comprado los vestidos, unos jeans, camisetas y unas convers.
Rydel se había comprado algunos vestidos y tacones a juego.
—Voy a volver a esta tienda antes de que nos vayamos, necesitaré más de esos vestidos —aseguró mientras caminábamos hacia la plaza, aún que faltaba para encontrarnos con Aurel varias personas se dirigían a ese lugar y como bien chismosas que éramos fuimos también.
—Aún que no queramos, las demás van a querer venir al ver esto —moví las bolsas que estaba en mi brazo izquierdo.
De un momento a otro el mejor aroma que haya olido en toda mi vida inundó mis fosas nasales, ese delicioso olor hizo que cerrara mis ojos y como perro comenzara a olfatear el aire en busca de ese responsable o la cosa responsable de delicioso olor, más de una vez había olido la vainilla pero esta vez era diferente, la vainilla era con toques leves de lavanda pero a la vez también olía un riquísimo olor a café amargo, ese café amargo que necesitas para las mañanas.
Vainilla con toques de lavanda y café amargo, quien sea o lo que sea que tenga ese delicioso olor estaba haciendo que me alejara de mi amiga, no estaba teniendo control sobre mi cuerpo, mis pies se movían solos, maldición esos olores me estaban volviendo completamente loca, mi cuerpo se detuvo, entre todas esas personas que se movían de un lado a otro me detuve, mis ojos se abrieron y se clavaron en dos personas, mejor dicho en dos hombres pelinegros.
Éstos estaban de espalda a mi, pero no entiendo como mierda había logrado verlos estaban a más de un metro de distancia de dónde me encontraba, esos deliciosos olores no me dejaban reaccionar ni pensar con claridad.
Pero ni en un millón de años hubiera pensado que lo que sentiria en segundos pasaría...
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Definitivamente puedo decir que a partir de ahora que el titulo de está historia comenzará a tomar sentido.
No os olvidéis de votar y dejad su comentario.
Hasta pronto.
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