3
Farey
A pesar de que el día era hermoso, el sol estaba en todo su esplendor y no hacia mucha calor, estábamos todas reunidas en la cocina con una cara como si hubiéramos perdido al ser más querido que teníamos y en realidad nos sentimos así.
Thiara estaba esperando al taxi que la llevaría al aeropuerto, no quería que fuéramos por que sino no sabría si tendría la valentía de subirse al avión así que todas habíamos puesto la alarma temprano para desayunar y poder despedirnos, éramos un poco exageradas quizás pero la falta de thiara en todo el viaje se sentiría y eso lo sabíamos.
Aunque también nos alegramos de que está allá encontrado a su otra mitad, por que al ser loba esta tenía la posibilidad de encontrar el amor verdadero y eso era otra cosa que explicaría más adelante.
—Oh vengan no me pongan esa cara, nos veremos antes de que acabe el viaje, podremos hablar por Skype, también por llamada y hacemos llamada sexosa —esta menciono mirándonos con una sonrisa pero en realidad estaba igual que nosotras.
—¿Por que siempre saber hacernos reír? —preguntó Rydel
—Soy yo, amiga mía. Ya deberías saberlo —sus manos se posaron en su cadera
—Venid, darme un abrazo antes de que me valla —abrió sus brazos esperando nuestro abrazo
—Por favor usa forro, no queremos sobrinos ahora, tenemos que disfrutar más de la puteria —Chania murmuró mientras la abrazaba con fuerza
—No lo haré querida mía, el día en que eso suceda tendré treinta años —Thiara aseguró
—Correte estupida, mi turno —cuando chania se separó de Thiara los brazos de mi pelirroja persia la envolvieron
—Como voy a extrañarte bruja estúpida —Thiara le dijo causando una carcajada en todas
—Lo sé, también te extrañaré zorra —murmura esta y por unos segundos más la abrazo
—¡Mi niña está creciendo tan rápido! —Rydel exclamó mientras la envolvía en sus brazos como madre que ve a su primer hijo irse a la universal, exagerada hasta no más poder
—¡Oh por dios!, si que nunca dejaras de ser una exagerada —comento mi rubia amiga riendo
—No me extrañes mucho mi niña, te acosare por mensajes —aseguro muy decidida la pelirroja
—Venga si me interrumpes en media sesión de sexo, vendré y te pateare tu peludo trasero —la tomo de sus hombros y luego sonrió
Luego de que Rydel se separa de mi rubia amiga, solo faltaba yo para despedirme y sería difícil, mi amiga se iría, mierda ya estaba poniéndome como Rydel de exagerada.
—¿No me darás un abrazo? —Thiara abrió sus brazos y se acercó unos pasos a donde estaba
—Dios...ven acá —rodé los ojos, acorte el espacio que nos separaba uniéndonos en un fuerte abrazo
—No te me pongas a llorar, por que llorare y se me correrá el maquillaje y ninguna quiere eso —murmura cuando sintió el leve sollozo que soltaba
—Esta bien, tienes razón —me separó de esta limpiando con mi mano las lágrimas traicioneras que se habían escapado
—Las extrañaré mis perras, follen mucho, por que es lo que yo haré —tomo sus maletas y camino hasta la puerta seguida por nosotras
Luego de despedirnos otra vez nos quedamos mirando por la ventana como esta se subía al taxi y luego este desaparecía de nuestro campo de vista, por unos minutos nos quedamos sentadas en el sofá sin decir nada.
—Siento que pasaron 84 años y solo han sido solo minutos... —la voz de Rydel rompió el silencio
—¿Cuándo dejarás de ser una exagerada? —Persie le preguntó directamente a su hermana
—¿Cuándo dejarás de ser una concha abierta? —esta le respondió sonriendo
—Pero no estoy pendeja como tú —le lanzo un beso y luego todas reímos
—¿Qué hacemos ahora? —pregunté mirándola a cada una
—¿Y si buscamos macho? —Chania propuso
—Por qué no buscas tú un macho mejor dicho —le pregunté alzando mis cejas
—Me siento ofendida, sabes que no mi panocha no es de una sola polla, no se me quejen —suspiró rendida
Pasamos el resto de la mañana y de la tarde conversando cosas sin sentido a decir verdad, en estos momentos podría decir que Thiara estaba por llegar a su destino si no calculaba mal las horas de viaje.
Aún quedaban un par de horas para que empezara anochecer a lo que aproveché para salir a caminar y tomar aire, en vez de pasar entre la enorme ciudad decidí alegrarme un poco de esta e ir hacia alguna playa, mientras mi mente viaja hacia alguna parte, Rydel y Persia como Thiara tenían una parte loba lo cual significaba que tenían una mitad, un alma gemela o como yo les decía, el elegido que estaría para toda la vida con ella, cuando supe de este hecho la curiosidad se metió en cada parte de mi cuerpo, necesitaba saber qué era eso, que era ese vínculo que unía a personas para el resto de su vida y que solo la muerte podrá separarlos o como los libros e historias decían, ni la muerte era suficiente para llegar a matar un vínculo tan fuerte.
Un vínculo que unía a almas y cuerpos haciéndolos uno solo, donde podían sentir las emociones del otro, lo que este pensaba, aún que esa parte no era de mi agradó, quien en su sano juicio quiere que una persona por más amor que sintamos sepa lo que pensamos, es mejor muchas veces que los pensamientos se queden en una mente sola y no que los demás los sepan.
Pero sacando ese pequeño inconveniente era una forma de amor verdadero, donde lo que se sentía por la otra persona no era obligado, si había un vínculo pero este no hacía más que conectar a dos personas, los sentimientos siempre florecen por sí solos.
Estaría mintiendo si dijera que alguna vez no he deseado eso, que una persona sea esa otra mitad en el aspecto del amor, pero estaba más que segura o era lo que creía yo, que no tenía esa mitad.
Pero me estaba yendo del tema, desde que mis amigas me dijeron lo que eran no e dejado de informarme más del mundo sobrenatural aunque eso a veces llegará a poner mi vida en peligro, ya que no todos los seres sobrenaturales pensaban de la misma forma y actuaban de la misma forma ante un ser humano, por eso siempre recurro a mis amigas o a mis fieles amigos los libros, han pasado quizás unos cuantos años desde que se la verdad y cada día descubrí nuevas cosas que me aseguran más que estos seres no son tan distintos a nosotros dejando de lado el hecho de su naturaleza.
A pesar de esa gran diferencia eran también humanos, que sentían, que podían morir a lo que nunca desde ese día cambié con mis amadas y locas amigas.
Las adoraba tal y como eran, como ellas conmigo.
Pero tampoco mentiría si dijera que a veces deseaba ser parte de estos, o tener magia, pero quién negaría no querer tener dicho don.
No para creerme mejor que los demás sino para sentirme un poco más única de lo que ya me sentía.
Dejaré de darle la charla de lo sobrenatural y les contare un poco más de mi y mi familia.
La gran familia Reynolds, mi grandiosa madre Adabella Ranieri, una mujer etiquetada socialmente hermosa, pero por fuera de su familia una mujer dura, de hermosos ojos celestes y cabello castaño un poco oscuro, era conocida por ser una gran empresaria pero que siempre se la veía seria aún que en la privacidad de su familia era una mujer totalmente diferente, tierna, graciosa, divertida era todo menos lo que la sociedad decía.
Mi padre, el primer hombre que amo más que a nada en mi vida, Jevano Reynolds, un hombre etiquetado como un dios o uno de los hombres más guapo, y era en algo que estaba de acuerdo, ojos marrones, cabello castaño parecido al de mi madre, un hombre que inspiraba seguridad, quizás hasta poder, pero que su esposa e hija eran su vida, como mi madre era un hombre tierno, más de una vez le regalaba a mi madre la rosa más bella, más de una vez nos llevaba de viaje dejando atrás el trabajo, mis padres eran el principal pilar de mi vida, no podía verme sin ellos en la vida, soy todo lo que an enseñado, o como varios de sus amigos decían la creación única de dos polos totalmente diferentes.
Mi madre era una mujer feroz está defendía a muerte a su familia y sus opiniones, en casa siempre la veía feliz, hablando, cantando sin duda era la alegría de la casa, mi padre era un hombre tranquilo, siempre lo veía observar a mamá con una mirada de amor que sin duda desearía que un día me miraran así, pocas eran las veces que lo había visto alterado y menos enojado, también era un hombre que defendía a muerte a su familia, podía llegar a jurar que nadie de nuestros cercanos se atrevería a tocarnos un pelo si no querían ver la furia de Jevano Reynolds.
Mi madre era la tormenta y mi padre la calma, de esa perfecta unión nací yo.
Una chica no muy alta, cabellos por debajo de los hombros pero no mucho, de color castaño claro o como algunos decían como el color de la miel, ojos marrones un poco claros y pecas en mi rostro.
No exageraria diciendo que tenía un cuerpo de diosa o que no tenía nada, tenía pero lo suficiente para sentirme cómoda, mis pechos no eran ni muy grandes para que me molesten ni muy chicos para que no se noten, perfectos para mi.
Amaba mi cuerpo, cada detalle de este, sin duda me aceptaba tal y como era.
Todas las mujeres eran hermosas, cada una era un diamante con su propio brillo y nadie era mejor que nadie, era algo que tenía muy claro y siempre lo tenía presente en diferentes ocasiones.
Si hablamos de mi vida amorosa estaríamos todo un día, no había tenido más de dos relaciones, pero estas parecían que eran más de una, pero sería para contar en otra ocasión.
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Hola otra vez, nuevo capítulo pronto.
Hasta pronto
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