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29

Farey 

La resaca era una de las peores cosas de la vida. El dolor de cabeza, las náuseas, la debilidad del cuerpo, el mal humor y que te sientes morir es algo que vivo con frecuencia. 

La cabeza me palpitaba causando que me moviera como lombriz en la cama, quería seguir durmiendo hasta morir y no sufrir por esto. Pero mi deseo se vio interrumpido cuándo gritos me hicieron sentar en la cama de un saltó. 

«¿Quién mierda estaba follando tan temprano

Fue el primer pensamiento que se me cruzó por la mente. 

—Auch —murmuró cuando una puntada en la cien me hizo cerrar los ojos con fuerza y llevar mi mano hasta la zona afectada 

El sol iluminaba toda la habitación en que me encontraba, que no era la mía. Con el ceño fruncido me levante de la cama y fui hasta el baño. Al entrar y mirar mi reflejo no me sorprendí al verme con el maquillaje corrido y mis ojos rojos. 

Las náuseas golpearon mi sistema haciendo que me tirará hacia el inodoro y vaciara todo mi estómago. Al acabar tire de la cisterna y me quedé unos minutos sentada en el frío suelo de baldosas recordando lo que anoche habíamos hecho. 

Había sido una noche increíble sin dudas alguna, me habia divertido y pasado muy bien a pesar de estar en un lugar dónde no debía estar simplemente por ser como era. 

Me levanté del suelo al sentirme sucia y pegajosa, tenía que darme una ducha con urgencia, todo había sido muy lindo pero tenía olor a tequila, sal, sudor y quizás alguna otra bebida más que no recordaba bien. 

Buscando alguna bata debido a que no había ropa mía en el lugar, al encontrarla en un en estante debajo del lavabo cerre la puerta a mis espaldas y no dude en echar el pestillo para luego empezar a sacarme la ropa y quedar desnuda en segundos. 

No terminé de abrir la lluvia cuando me metí debajo de esta y aunque estaba helada al principio mi cuerpo adormecido lo agradeció. Tomándome alrededor de treinta minutos debajo del agua salí del baño mientras secaba mi cabello. 

Cuando fui a sentarme en la cama la puerta fue abierta y por ella apareció Madox, tenía mejor apariencia que la mía sin duda y parecía a ver despertado hace un buen rato. 

—Buenos días —sonreí saludando 

—Te traje esto por mientras —dijo sin responder el saludo y casi sin mirarme 

Sin tomarle importancia a su comportamiento asenti dejando la toalla con que antes me secaba el cabello a un lado. 

—¿Que hora es? —pregunte tomando la ropa que me tendió 

—Cerca del medio día 

Había dormido toda la mañana y hubiera sido más hora de no ser por esos gritos. 

—Tu desayuno esta abajo 

Y antes de que respondiera se fue, frunciendo mi ceño me levante de la cama sin entender que mosquito lo había picado y me coloque la ropa. Un pantalón deportivo gris, unos boxers y una remera blanca sin mangas. Colocandome solo unas pantuflas blancas salí de la habitación. 

Baje las escaleras sin oír absolutamente nada, la casa estaba sumida en silencio y parecía ser solamente yo su única presencia. 

El living estaba vacío, por el pasillo donde estaba su oficina tampoco se oía nada. Y al entrar a la cocina tampoco vi a nadie, encima de la mesada había un plato con huevos, tostadas y tocino acompañado con un tasa de café. 

Tomando el plato y la tasa me senté en la isla para poder desayunar sin apuros ni problemas, con el silencio y mi resaca. 

Cuando había acabado mi comida y solo quedaba un poco de café en la tasa la puerta que daba hacia afuera en la cocina fue abierta y por ella Pearce hizo presencia. 

Sonriendo lo saludé. 

—Buenos días 

El me miro y caminó hasta la mesada donde se recostó en ella sin decir algo. 

Alce mis cejas sin dejar de mirarlo. 

—¿Tú tampoco me saludaras? —cuestione bebiendo el café 

—Buenos días —dijo y sonreí dejando la taza 

—¿Que mosquito le picó a tu hermano? —pregunte entrelazando mis manos frente a la tasa 

Sus cejas se alzaron con incredulidad. 

—No has preguntado eso —dijo negando 

—Me gustaría saber que sucede —pedí acomodandome en el banco 

—¿No recuerdas nada de lo de anoche? —preguntó 

Ladeo mi cabeza haciendo recopilación de los momentos de horas atrás, la fiesta, el reto, Pepita mandando a freír espárragos a su novio, luego más alcohol y la llegada a la casa. 

Oh ya entendí el porque de su actitud. 

Mordi con fuerza el interior de mi mejilla para no reír. 

—Ya —dijo mirando hacia otro lado 

—¿Porque no dijiste nada? —su vos sonaba molesta 

Cerre los ojos con fuerza sin responder, el suspiro y quise reír. 

—¿Porqué no decirnos que estabas en una relación con tu amiga? —volvió a preguntar y lo miré para luego reír a carcajadas 

Algunas lágrimas salieron debido a la risa que tenía, con mi brazo sujetaba el estomago que empezaba a doler de tanto reír. 

Tomando varias respiraciones profundas deje de reír y lo mire sonriendo ladina. 

—¿No me dijas que creyeron que en verdad tenía una relación con Chania? —pregunté con burla 

El me observo incrédulo, sin dar crédito a lo que decía. 

—No mantengo una relación abierta con Chania Pearce, se los dije para molestarlos y me salio al percer perfectamente 

Paso su mano por su rostro para luego negar. 

—Eres increíble 

—Lo sé 

Me levanté del banco y tome la taza para dejarla en el fregadero, recostando mi cadera a la isla y cruzando mis brazos lo miré sonriendo. 

—En mi mente ustedes no me creían pero al parecer fue lo contrario —me burle 

—Dicen que los borrachos dicen la verdad —alegó 

—Yo gastó bromas y mentiras —me le acerqué hasta quedar a unos cuantos centímetros—. Y si hubiera sido verdad ¿qué hubieran hecho? 

Sus manos tomaron las mías antes de responder. 

—Te hubieras quedado con una amiga menos —sonrio ladino 

Alce mis cejas. 

—Aja, diré que si para que te creas eso sólo 

Se río negando.

  

  
Luego de dejar aclarado que la única "relación" entre mi amiga y yo era amistad y un gran cariño entre nosotras abandoné la gran casa y fui despacio a la mía, dónde estuve un rato con mi gata y luego me cambié de ropa. 

Charle un rato con mi madre por mensajes hasta que el teléfono se murió, al dejarlo sin cargar en toda la noche la batería me había dicho adiós. Levantándome de la cama, deje el móvil en la mesita ya enchufado y salí de la habitación a paso lento. 

Runny comía de su plato sin preocupaciones y yo busqué en el mueble colgante unas galletitas de avena que sabía que tenía pero que no aparecían por ningún lado. Soltando un gruñido me subí a la mesada quedando sobre mis rodillas para tantear mejor el plato con mis galletitas que estaban al fondo del mueble. 

Baje de la mesada con el plato en una mano, fui hasta el sofá y mi tarde tranquila duró dos horas y media hasta que alguien golpeó la puerta y luego entró como si fuera el dueño, pepito sonreía con alegría. 

—Si adelante, no hay problema —ironizó rodando los ojos 

—¿Cómo estás fiera? —pregunto tomando lugar a mi lado en el sofá 

—Estaba perfecta hasta que llegaste —dije negando 

—Y yo que venía a visitar e invitar a mi amiga querida —suspiro melodramático 

—¿A dónde quieres que vaya Petit? —alce mis cejas cruzando mis piernas en forma de indio 

—Tengo que hacer un recorrido por el bosque y no iré solito así que irás conmigo —afirmó mientras se acomodaba en el sofá 

—Claro, gracias por preguntar si quería ir 

—De nada 

Rodé los ojos con exasperación, así era tener de amigo a Pepito. Si el llegaba a tu casa como ahora tenías que estar preparada para que te saque de esta o tener que aguantarlo por varias horas hasta que tenga algún recado que hacer. 

—¿Que esperas para moverte fiera? —me observo 

—Que te levantes del sofá cerdo —empuje su brazo, pero mi fuerza al lado de la suya no era nada 

—Se pide por favor —cruzó sus brazos y apoyó los pies encima de la mesita 

—Por favor vas a pedir que no te saque la polla si no bajas los pies de la mesa Ciro —advertí 

—No te tengo miedo —observó la pantalla del televisor hasta que le di con un cojín en el rostro 

—Levántate o no te acompañaré a ningún lado —advertí mientras me levantaba

—Ya ya me levanté —bufo levantado sus manos en señal de paz—. Ahora sígueme fiera, no queremos que te pierdas otra vez 

—Camina o voy a patearte el trasero pepito 

El rubio río mientras salía de la casa, cerré la puerta y luego tomé impulso para lanzarme a su espalda y que me hiciera caballito. 

—¡Ay me ahorcas pelotuda! —pepito exclamó exageradamente 

—Pues agarrame que me voy a caer —le dije sin aflojar mis brazos de su cuello 

Sus manos pasaron por mis muslos y solo cuando estuve cómoda y firme afloje mi agarré. 

—Pareces una vaca, ¿Que comes que pesas mija? —preguntó y le mordí la oreja—. ¡AY FAREY NO ME MUERDAS! 

—¡No me digas vaca! 

—¡Loca de los pelos! 

—¡Perro faldero! 

—¡Adicta al café! 

—¡Lame culo! 

—¡Borracha! 

—¡Cerdo! 

—¡Gallina! 

—¡Toro! 

—¡No me grites idiota! 

—¡Tú empezaste! 

Ciro apretó con fuerza mis muslos haciendo que chillar y apretar su cuello con mis brazos. 

—¡Me vas a matar pendeja loca! —Pepito chillo y me hizo saltar sobre sus espalda volviendo a quedar en la posición que estaba antes de que me apretara 

—¡Para que me aprietas pendejo! —acuse

Entre nuestros gritos habíamos llegado al bosque pero como estábamos más sumidos en decirnos insultos estúpidos no nos dimos cuenta. 

—¿Qué es lo que tienes que hacer? —pregunte apoyando mi mentón sobre su cabeza 

—Verificar que no haya ningún intruso y que todo esté  bien —explicó y asentí levemente 

Estar con él me era relajante y divertido, su espontaneidad era divertida y sus locuras aún más, siempre tenía algo que decir o exclamar para hacerte reír o discutir pero que al final te relajaria. Así era Ciro Petit, un amigo incondicional, dramático, chusma, leal, tierno, celoso y un ladrón de comida. 

Tenía que esconder mis caramelos de café cuando estaba él cerca porque me los robaba. 

El silenció era absolutamente tranquilo, la naturaleza nos daba paz y nos dejaba escuchar el sonido del viento y los sonidos de los animales que habitaban el bosque. Era algo digno de admirar. 

—¿Puedo hacerte una pregunta? —pepito preguntó con seriedad y supe que algo serio sería 

—Claro —acepté 

—¿Tú y Alejandro?... 

—No, absolutamente no. El y yo solo cruzamos algunas palabras un par de veces y ya, el que siente algo es el, no yo 

—Es un problema 

No respondí inmediatamente, me tomé unos minutos para hacerlo. 

—¿Por qué? —quise saber 

Él se agachó y tomó eso como una señal de que bajara de encima de él y eso hice. El se volteó y me observó. 

—Por Qué lo es —contestó y alce mis cejas con incredulidad 

—Eso no es una respuesta Ciro —sonreí—. Dame un porque 

—Sus sentimientos, eso que siente por ti es un problema 

No esperaba que dijera algo y comenzó a caminar, tarde solamente unos segundos en alcanzarlo y caminar a su lado. 

—El problema sería si también me gustará —comencé a explicarle—, pero no lo hace. No me gusta y solo me pareció un chico amable cuándo lo conocí y ya. No veo el problema en que le guste, nadie puede prohibir los sentimientos de los demás 

El suspiro y me miró de reojo. 

—Eso funcionaría si fuéramos todos humanos y no lo que somos. Nuestra naturaleza nos impide eso, que el sienta eso para ti lo convierte en un problema para ellos y créeme cuando te dijo que no van a tardar en deshacerse del problema —dijo y las alertas en mi interior se encendieron

—¿Por qué lo dices? —pregunté 

—Es una amenaza y las amenazas como el deben dejar de existir —concluyó dejándonos en un silencio incómodo 

Caminos a la par, pero mi mente no dejaba de darle una y mil vueltas a sus palabras y me molestaba por que me imaginaba miles de escenarios en dónde ese tío moría y también porque no podía pasar nada y Ciro lo había dicho para molestarme. 

—¿Creés que ellos serían capaz de...? —no terminé la pregunta pero él comprendió sin problemas 

—Sí —en su respuesta no había duda alguna 

—De tan sólo pensarlo me dan ganas de ir y golpearlos —murmuró bajo aunque sabía que me escuchaba perfectamente 

—Te entiendo, pero no puedes luchar contra tu naturaleza Farey —me miró de reojo sin detener su pasó—. Sería luchar contra nosotros mismos, por naturaleza somos seres posesivos y celosos con nuestras mujeres y los alfas lo son aún más y luchar contra ello es casi imposible 

—Eso es lo que me enferma de la mayoría de las criaturas —dije con molestia—. Su naturaleza no excusa para su comportamiento tóxico, una mujer no es  suya simplemente por un lazo 

Él sonrió ladino por unos segundos. 

—Tú traerás problemas fiera —dijo y se detuvo—. A mi no me digas eso, dile esas palabras a las millones de personas que han vivido así 

Sonreí. 

—No tendré problemas en decírselo, a ellos y si es necesario a su rey 

Su risa inundó el bosque aumentando mi sonrisa. 

—Sólo tú podrías hacerlo, no tengo dudas de eso 

—Me alegra saber que no lo pones en duda 

—Lo supe desde que llegaste hace un año atrás, traerías problemas y no me equivoqué 

Di dos pasos en su dirección y lo mire directamente hacia los ojos. 

—Si por problemas te refieres a que no me deje manipular por un lazo, tienes razón —acepté—. Pero si a problemas te refieres por ser como soy y por hacer respetar mi espacio dejame decirte amigo que tienes una visón de problemas totalmente equivocada 

Sus hombros se encogieron varias veces perdiendo la sonrisa que tenía hace segundos atrás. 

—Tal vez tengas razón, tal vez no. Eso se verá con el pasar del tiempo pero tu forma de ser ya trajo problemas —declaró y lo mire esperando que siguiera—. Los demás lobos y lobas no te ven digna de ser la luna de la manada 

Sonreí con egocentrismo.

—¿Y porque querría ser digna de serlo? —alce mis cejas—. No vine para serlo cariño, nunca se me cruzó ese pensamiento pobres por aquellos que sí lo hicieron y esperaban algo que no soy. Es lo que hay y tendrán que aguantarse, sus alfas parecen bastante cómodos conmigo así que dales mis más sinceras disculpas pero que no pedí su opinión

No esperé que dijera algo y retome la marcha. 

No le daría importancia a lo que los demás integrantes de la manada pensaban de mí, si era supuestamente ellos digna o no. Mi mente no estaba pendiente de ellos, lo únicos que podrían llegar a decir algo no eran sus estúpidos habitantes, sino sus líderes y tampoco me importaba mucho.

Ciro apareció a mi lado sonriendo de lado. 

—Les daré tu comunicado —golpeó suavemente su hombro con el mío—. Si después te golpean la puerta ya le lanzas algo 

La carcajada que brotó de mis labios le contagió, por varios minutos me estuve riendo a carcajadas deteniendo nuestro andar. 

Tomando respiraciones hondas deje de reír y negué, quería que alguna fuera capaz de ir y tocar mi puerta. 

—Segura que si Chan está le prende fuego —negué 

—Tú me avisas y llevo las palomitas 

—Trato hecho 

—Y nunca desechó 

Entre risas y pequeñas locuras estuvimos caminando casi media hora más, cuando su presencia fue solicitada me llevó hasta la manada. 

—Recuerda tener cuidado con Alejandro —tomó mis hombros y los zarandeo varias veces 

—Ya ya, vete por ahí —me solté de su agarre sonriendo 

—¡Hasta pronto fiera! —exclamó corriendo y luego de un salto se transformó y despareció de mi vista 

Sin dejar de sonreír comencé a salir de entre los árboles y caminar hacia mi casa, como si el destino o lo que sea estuviera esperando ver una guerra estallar habían más personas fueras de sus casas, hablando y cuando pasaba por enfrente suyo sus ojos juzgadores me miraban, las palabras de pepito llegó a mi mente otra vez. 

«...Los demás lobos y lobas no te ven digna de ser la luna de la manada » 

Deteniendo mi andar les sonríe a un grupo de viejas metiches, les di mi mejor sonrisa de forra y moví mis dedos en forma de saludo hasta solo dejar el dedo del corazón parado. 

Sus exclamaciones llegaron más rápido que la luz haciéndome reír y seguir con mi andar, el día de hoy sin duda estaba siendo perfecto. 

Al llegar a mi casa la amenaza —como Ciro lo había catalogado— estaba parado en frente de mi puerta, al darme la espalda no me vio llegar a él. 

—¿Alejandro? —lo llame 

—Oh Farey, te estaba buscando —dio la media vuelta y me miró 

—Pues aquí estoy —sonreí—. ¿Para qué sirvo?

—Quería hablar contigo —llevo su mano hasta su nuca en un acto de nerviosismo, lo había notado en las veces que había venido a hablar 

—¿Por qué siempre que te veo quieres hablar conmigo? —cuestione cruzando mis brazos 

Me miró con sorpresa y eso me hizo sonreír con suficiencia, el creía conocerme pero que sorpresa se llevaría. 

—Sabes lo que siento por ti 

No me jodas. 

—Lo sé y porque lo sé te dijo que dejes de perder tu tiempo y no me arruines el resto del día. Estoy de un perfecto humor y si sigues por ese camino vas a terminar de arruinarlo 

—¿Por qué no podemos intentar nada? 

Suspiró negando. 

—Porque lo estoy intentando con ellos, además eres muy intenso para mi gusto —rodé los ojos 

—Entonces te pediré disculpas por lo que haré —murmuró y lo observé sin entender nada 

Mi cabeza entendió tarde lo que haría, ya tenía sus labios encima de los míos. 

Me estaba besando. 

El. 

Me. 

Besaba. 

«¡Separalo estúpida

Siguiendo mis pensamientos coloque mis manos sobre sus hombros y empujándolo me separe de este. Sin esperar que dijera algo lo abofeteó poniendo toda la fuerza que tenía en mi mano. 

—¡Es que eres un grandioso gilipollas! —exclamó—. Si no te matan ellos voy a matarte yo maldito idiota 

—No me arrepiento —me observo y reí sin poder dar crédito a lo que decía 

—Realmente tienes un instinto suicida idiota —negué—. Desaparece de mi vista ahora 

—Farey... 

—¡Ahora maldición! 

No espere a ver si se iba o no, abrí la puerta de la casa y me metí en esta como si un demonio me estuviera persiguiendo y mi casa fuera la protección para que este no me matará. 

El estado de shock golpeó mi cuerpo cuando me senté en el sofá, él me había besado. 

El maldito se había tomado el derecho de besarme y decir que no se arrepentía, y lo que peor me ponía de humor era el hecho de que cuando ellos lo supieran se armaría la gorda.

Solo Dios sabía cómo esto acabará y ojalá todo sea calmado y que nada se vaya por las ramas. 

Oh pero Dios sabía que las cosas se pondrían feas, porque en todo el estado de shock que había quedado había olvidado que todo lobo cuándo estaba transformado podía dejar ver sus pensamientos y que Alejandro no dudaría en dejar ver lo que había pasado y que eso desataría algo mayor.
          

          

El shock no había sedado en la hora y media que había pasado, mi cuerpo estaba en modo automático mientras mi mente repetía una y otra vez lo sucedido y las palabras de Ciro. 

Las amenazas como él debían dejar de existir y maldición que no quería saber que alguien había muerto simplemente por que le gustaba y me había besado. 

Era un límite que absolutamente nadie—por más lazo que haya— debía pasar. Y no dejaría que se pasará. 

Bebiendo otro trago del café que había preparado observé a las personas que caminaban de un lado a otro, ignorantes a lo que pronto sucedería. Y es que al ver a Madox a más de un metro de distancia supe que tenía que hablar con él pero no sabía lo que se desataría. 

Apresurada dejé la tasa sobre la mesita y corrí a abrir la puerta, como si supiera que quería hablar con él, sus ojos a la distancia me miraron. 

Y bendita estupidez había sido la mía al salir de la casa y caminar unos pasos en su dirección, él caminaba hacia mi pero no note con la furia con la que lo hacía, ni que sus ojos brillaban de peligro. No lo hice. 

—Madox —murmuró cuando estuvo lo suficientemente cerca—. Tenemos que hablar 

—Oh claro que tenemos que hablar —su voz, el tono de su voz nunca antes lo había oído y la sorpresa me hizo congelar en mi lugar pero mi mente me dijo que él ya lo sabía 

—Déjame explicártelo —dije intentando tomar su mano cuando estuve en frente mío 

—¿Qué vas a explicarme? —preguntó con ironía 

—Lo de Alejandro claramente —rodé los ojos—. Estoy más enojada que tu 

—¿Lo estás? —sus cejas se alzaron y me mordí el interior de la mejilla para no mandarlo a la mierda 

—Madox... —dije suspirando—. Todo tiene una explicación, así que cálmate

Su mano tomó con fuerza bruta mi brazo, sin duda su fuerza era más que la mía cuando zarandea mi cuerpo como si de una pluma se tratara. 

La molestia en mi interior creció a varios niveles. 

—Madox suéltame ahora mismo —exigi moviendo mi brazo para tratar de safarme de su agarré 

—¿Pides que me calme cuando has dejado que ese maldito hijo de perra te besara? —cuestiono ignorando mi petición—. No seas malditamente idiota Farey, ni me tomes a mi por uno 

—Pues ahora mismo eres un maldito idiota, así que sueltame ahora mismo pendejo —gruñi 

—¡No voy a soltarte ni una mierda! —exclamó casi gritó y sus ojos brillaban con furia—. ¡¿Por qué mierda salías del bosque con Ciro?! 

—¡Porque se me antojó la puta gana hacerlo! —dije casi gritándole—. ¡Suéltame maldita sea gilipollas! 

—¡No pienses que puedes jugar con nosotros! —gruño zarandeando mi cuerpo con más furia dejando media aturdida en el proceso—. ¡Primero Alejandro y ahora Ciro! 

—¡Me lastimas maldita bestia! —abofeteó su rostro 

Y sus ojos podrán brillar de furia pero los míos tampoco se quedarán atrás. 

—¡Eres mía! 

—¡Y una maldita mierda pedazo de mierda! 

—¡No volverás a verlos! —gruñó apretando sus dedos sobre mi brazo sacándome un quejido de dolor—. ¡De eso me voy a encargar y aprenderás a respetarme! 

—¡Respeto a  tu abuela hijo de puta! —volví a abofetearlo 

No se como pero libre mi brazo de su agarre y no dude en alejarme suyo. 

—¡No te atrevas a acercarte maldito idiota! —demande pero mis palabras se las paso por el culo y dio varios pasos quedando una vez a nada de mí 

—¡Claro y ahora irás corriendo a sus brazos! —bufo—. ¡Nunca podrás irte de mi lado Farey! 

—¡Intenta impedirlo idiota! —gruñí debido al dolor que sufría por mi brazo mientras seguía caminando en reversa y él me seguía—. ¡Eres un maldito desconfiado y idiota! 

—¡Y a ti te encanta ir detrás de todos pero te haces la difícil con nosotros! —gruñó—. ¡Has salido muy recatada! 

—¡Rescatada tu madre! —escupí sin dejar de caminar—. ¡Ojalá y te pudras viéndome con otro pedazo de mierda!

—¡Primero tendrás que pasar por encima de mi para que eso suceda! —sus movimientos eran más rápidos y certeros que los míos por eso no tuvo problemas en agarrar otra ves el brazo que anteriormente tenía entre sus dedos 

Con desesperó mire hacia todos lados en busca de alguna persona que pudiera ayudarme, pero todas aquellas que observaban lo que sucedía no hacían nada. El mismo grupo de mujeres que le había sacado el dedo me miraban y sonreían, mis ojos habían comenzado a llenarse de lágrimas que luchaba con todo mi ser para no dejar caer. 

—¡Dejame ir maldito hijo de perra! —exigi moviendo mis  brazo de un lado a otro para que me soltará 

—¡Eres una maldita perra! —dijo y sonreí 

—¡Y muy orgullosa pedazo de mierda! 

Mis ojos notaron una cabellera rubia que me era conocida, paranadome en puntitas mire por sobre su hombro y al divisar a Mason comence a gritar. 

—¡MASON! —grité y el susodicho me observó—. ¡AYÚDAME POR FAVOR! 

—¡Que te calles maldita sea! —soltó mi brazo tan de repente y con tanta fuerza que mis pies se trancaron entre ellos y cai de culo al suelo 

Su mirada, sus ojos me decían que le gustaba verme así y primero muerta antes de pueda verme a sus pies. 

Levantándome del suelo lo observé y luego escupi a sus pies. 

—¿Te crees muy hombre no? —pregunte con ironía—. Déjame decirte que no eres más que un puto cobarde hijo de perra por agredirme, créeme prefiero mil veces estar muerta que tener un puto lazo contigo 

Mis ojos miraron a Mason que no se movía y claro que era el quien impedía que el lo hiciera, ignorando completamente lo que decia rode los ojos. 

La sangre que corría por mis venas ardiendo de furia, de enojo y decepción. 

Un suspiró dejó mis labios cuando la cabellera de Chania apareció desde el bosque. 

—¡CHANIA! —grité su nombre y no dude en caminar en su dirección pero a la ves alejandome del pelinegro 

—¿A dónde carajos piensas que vas? —su pregunta me hizo soltar una larga carcajada 

—Muy lejos de ti maldito —dije 

—Ni lo sueñes —sus pasos eran más rápido que los míos y en algun momento me vi corriendo hacia mi amiga que parecía en shock hasta que levanto sus manos y algo a lo que no le presté atención hizo que el pelinegro que me dejara de seguir volará unos cuantos metros atrás metros atrás. 

Aproveché ese momento para correr hasta llegar al lado de mi amiga, la bruja me miró y tomo mis hombros. 

—¿Estás bien? —preguntó y negué señalando el brazo que dolía y que tenía ya algunas marcas rojas—. Maldito hijo de puta 

Antes de que alguna pudiera decir algo un rugido nos hizo callar y mirar hacia donde provino ese ruido. Madox tenía sus facciones más salvajes, sus uñas habían dado paso a filosas garras, y sus colmillos lucían en todo su resplandor y su figura parecía a ver crecido. 

Y entonces supe que si se acercaba a Chania esta no podría defenderse ni luchar contra el, estaba iracundo fuera de si mismo. 

—¡¿Quién mierda te crees maldita bruja?! —pregunta mientras caminaba hacia nosotras 

—Tenemos que irnos —murmuró tomando la mano de mi amiga 

—Primero lo descuartizó —dijo con rabia y negué desesperada 

—No no, vámonos Chania —tiré de su mano 

—¡No puedo irme sin hacer nada! —me miro y un destello de peligro surcaban sus ojos marrones 

—¡No lo entiendes! —exclame desviando mi mirada de ella y posandola al pelinegro que luchaba con la magia de mi amiga que lo mantenía lejos pero no por mucho tiempo 

Si decidía usar la conexión que tenia con la magia de este lugar mi amiga no sería absolutamente nada contra el. 

Yo lo sabía, pero ella no. Y sentí por un corto lapso de tiempo terror por lo que podría llegar a pasar. 

Ante de cualquiera de los tres pudiéramos decir algo nuestra atención se la llevó las chicas que salían casi volando del bosque detrás de Pearce. 

El pelinegro miro a su mellizo y luego a mí, sus pies lo movieron en mi dirección y por un segundo el instinto de alejarme suyo iso que retroceda unos pasos. Pero mi corazón latía con tanta fuerza y mi interior parecía agradecer su presencia qué no lo hice, me quedé quieta hasta que estuvo en frente de mi. 

Sus ojos me observaron de pies a cabeza deteniéndose en las marcas rojas de mi brazo, cuando nos miramos algo en sus ojos me hizo sentir segura. 

—¿Que pasó? —preguntó y antes de que alguno dijera algo Chania lanzo una bola de fuego por encima de su cabeza 

Observe la dirección que esa bola tenía y lo vi con facilidad esquivarla. 

Madox comenzó a caminar hacia nosotros a paso apresurado, la furia no mengua al contrario crecía a niveles inexplicables. 

—¡Ven aquí ahora mismo! —su exclamación parecía desde aquí más bien un gritó 

Pearce dio media vuelta y quedó en frente mío de espaldas, sus músculos se tensaban y nada parecía certero. 

—Te vas a calmar ahora —ordenó Pearce sin moverse 

—¡Y una puta mierda! —Madox se acercaba cada ves más hasta quedar a menos de un metro de distancia 

—¡Te e dicho que te calmes! —su vos salió más gruesa, imponente, firme y Madox se detuvo 

Nadie dijo o hizo nada, los hermanos se retaban con la mirada, el ambiente era tenso, incomodo.  Cualquiera que quisiera podría tocar la tensión en el aire. Así de palpable era. 

El pelinegro en frente de mi rompió el contacto visual que mantenía con su hermano y me miró por sobre su hombro. 

—¿Confías en mí? —preguntó y asentí despacio—. Vamonos a la casa, ahora 

Su mano tomó la mía y la apretó comenzando a caminar hacia la casa siendo seguidos por esos dos ojos azules que estaban inyectados de sangre por su furia. 

—¡Te has atrevido a ordenarme! —explotó iracundo—. ¡Cómo te atreves! 

Pearce no le contestó pero sus facciones comenzaban a ser similares a las de su hermano, sus músculos parecían crecer el doble o quizás triple de tamaño, las facciones de su rostro que podrían ser consideradas suaves y delicadas pasaban a ser salvajes y sus ojos, sus azules ojos eran rojos, un rojo vivo que estremecía la piel de cualquiera que lo mirara. 

Sus pasos comenzaron a ser más rápidos casi corría a su lado hasta dejarme en el porche de la casa y darme la espalda. 

—Vas a callarte —dijo y bajo los escalones de madera sin apuros 

—¡No me voy a callar y una mierda! —siseo quedando enfrentado a su hermano 

Los dos pelinegros emanaban peligro y salvajidad. 

Uno por furia. 

El otro, no lo sabía pero sin duda estaba el enojo incluido en eso. 

—¡Es una maldita perra! 

Madox intentó dar un paso en mi dirección pero Pearce levantó su puño y este impacto en su rostro con tanta fuerza que callo de espaldas a medio metro de distancia, el pelinegro llevó su mano a la nariz que debía tener rota y chorreaba sangre sin parar. 

—¡Antes de volver a llamarla de esa forma lo pensarás dos veces! —Pearce terminó de bajar las escaleras mientras hablaba 

—¡Se lo merece! —el mellizo que sangraba exclamo en intento de defensa 

—¡Te callas! —ordenó y el tono que empleó me congeló en mi lugar, era grave, imponente, duro. 

Era una orden de alfa. 

Y lo más sorprendente de esto, era el hecho que el se calló y se quedó quieto en el suelo. 

—¡Te atreviste a tocarla! —gruño dando pasos en su dirección—. ¡La tocaste!

Madox se levantó del suelo y se acercó decidió a devolverle el puñetazo. 

—¡No lo entiendes! —su furia era notoria con cada palabra que emitía 

—¡¿Qué no entiendo idiota?! —preguntó casi gritando—. ¡La tocaste! 

Madox lo empujó haciendo que retrocediera, las palabras desde ese momento sobraron, dónde estaban sus cuerpos humanos había dos lobos que se gruñan mutuamente hasta que Madox no dudo en lanzarse a su oponente. 

Gruñidos, zarpazos, mordidas, era una jodida pelea que me ponía los pelos de punta. 

—Van a matarse —murmuró casi susurró observándolos 

Pearce se habia colocado encima del otro y clavando sus colmillos en el cuello le sacó un quejido adolorido. Mi corazón se detuvo al ver como la sangre brotaba por su pelaje luego de que pudiera sacarse de encima a su hermano. 

Ninguno parecía querer parar, arremetian uno contra el otro sin pudor, sin medir su fuerza, todo era tan salvaje, tan animal que me hacia temblar de nervios en mi lugar al no poder hacer nada. 

—Hay que separarlos —dije mirando a mis amigas en busca de ayuda 

—Si queremos que nos coman viva —Rydel dijo sin quitar la mirada de ellos 

—Por favor —pedí mirando como Madox arremetía contra el lobo y mordía alguna parte de su costado tirandolo al suelo y tirar de este como si de un trapo se tratara—. ¡Ya maldición! 

—Chania —Persia la llamo y esta asintió 

—Me encargaré del idiota —murmuró y comenzó a descender por los escalones seguida de las pelirrojas que al tocar suelo se transformaron 

Thiara tomó mi brazo y lo apretó tratando de tranquilizarme, cosa que no sucedería hasta que estos estuvieran separados. 

Persia y Rydel los rodeaban mirándolos y esperando el momento perfecto para saltarles encima, Rydel fue la primera que saltó encima de Pearce mordiendo encima de su hombro o cuello quizás llamó su atención dándole la oportunidad para que Persia clavara sus dientes en la cola de Madox y tirara de este hasta sacarle un aullido que resonó por todo el bosque. 

Chania no se que había hecho pero los mantenía lejos y susurraba palabras que los hacía mover sus peludas cabezas de un lado a otro.

La escena era escalofriante, sus cuerpos lóbunos bañados de sangre que no se podía distinguir si era suya o del otro, sus respiraciones agitadas lo hacían verlos quizás cansados o listos para seguir si así lo dejaban. 

—Basta los dos —Chania ordenó—. Vuelvan a su forma humana, ahora 

Ninguno parecía ceder por largos minutos que me parecieron eternos hasta que los vi dejar su forma animal y volver a la humana. 

Si antes me pareció escalofriante ahora diría que es la escena de una película de terror o sangrienta. Tenían múltiples heridas profundas y graves que me hacían temblar, la sangre brotaba de estas sin problemas dejándolos totalmente bañados de ella. 

Sacándome el brazo de Thiara del mío baje los escalones de dos en dos y me acerque ignorando la mirada de advertencia que Chania me daba. Dejaron de mirarse entre ellos para mirarme a mí, cosa que agradecí un poco. 

Mis pies se acercaron hasta Pearce que tenía sangre brotando desde sus costillas, la parte de su hombro cuello, una cortada en su brazo izquierdo, y quizás desde alguna cortada de sus piernas. Era un total desastre de sangre por todos lados. 

Una de mis manos se elevó hasta tocar su mejilla, suspiró negando.  

—Pearce... —Madox lo llamó y todos nos colocamos en alerta 

Pearce me coloco detrás de su espalda y soltó un gruñido de advertencia. 

—No quiero oír tu voz —ordenó y tomó mi mano apretandola levemente 

Tirando de nuestras manos llamé su atención, me observo e incliné la cabeza en la dirección del otro pelinegro que estaba en las mismas condiciones o peores que él. Suspirando asintió. 

Mire a mis amigas que estaban en su forma humana y estas alzaron sus cejas, rodé los ojos y tiré de la mano del pelinegro camino a la casa.

El silenció que nos rodeaba no era tenso, era algo inexplicable, tenso, demasiado tenso, algo nunca antes visto, el aire que circulaba por la habitación parecía cargar con diferentes emociones y sentimientos que me estremecía la piel. 

El living estaba dividido en dos, de una punta estaba Pearce sentado en una silla dejando que le sacara y curará las heridas, y de la otra Madox que era atendido por Ciro en silenció, cosa que para el rubio le era imposible pero ahora parecía haber perdido la voz. 

Y dividiéndonos había una barrera transparente que impedía que Madox pasará. 

Volví a colocar el trapo en el cuenco con agua tintada de sangre que sostenía Pearce entre sus manos mientras esperaba que Mica volviera con las cosas necesarias para curarlo. 

Él me observaba sin decir nada, suspiró mirando la mordedura que tenía entre su hombro y cuello que mi pelirroja amiga había hecho y que parecía ser la única que curaba más rápido que las demás. 

—Siento eso —Rydel se disculpó haciendo que la mirará—. Necesitaba tu atención y que no me comieras en el intentó 

El pelinegro negó sonriendo. 

—No me van las pelirrojas 

—Cierto, te van las castañas 

Rodé los ojos ante sus palabras. 

—Dejemos eso para otro momento —demande y Rydel asintió alejándose 

Cuándo Mica volvió todo fue automático, con ella vendamos y desinfectamos sus heridas y luego se fue con Ciro. 

—Espérame en mi cuarto —Pearce pido levantándose de la silla 

—Pearce... —murmuró negando 

—Confía en mí —pidió y asentí despacio

Salí del Living rumbo a las escaleras pero en el proceso observe como Ciro y Mica se encargaban de limpiar las heridas de Madox, el pelinegro parecía tener una lucha interna consigo mismo, su mirada se encontró con la mía pero la apartó en cuestión de segundos. 

Seguí mi camino por las escaleras hasta llegar al largo pasillo, la segunda puerta a mi izquierda estaba entreabierta, me pare en frente de esta y la abrí en su totalidad dejándome ver su interior con poca luminosidad. 

Entre en la habitación y deje entreabierta la puerta, el lugar tenía colores oscuros, entre negros y azules oscuros, una cama tamaño medio con una manta azul oscuro y almohadas negras. No estaba ni muy ordenado ni muy desordenado, un cuarto de una persona que no pasaba mucho tiempo en él. 

Su olor estaba en cada rincón del cuarto y me era relajante, me tranquilizaba los nervios que recorrían mi cuerpo. 

Era hora de tomar una ducha y esperar, porque sabía que estaría un buen rato esperando. Al entrar al baño y prender la luz pude observar todo el lugar limpio, ordenado y sin nada fuera de su lugar. 

No esperé más y comencé a desnudarme y meterme debajo de la ducha. 

Durando alrededor de media hora debajo del agua recordando una y otra vez lo vivido hace nada, dejándome en un limbo de emociones donde estas querían empezar a pasarme factura. 

Envolviendo mi cuerpo en una toalla salí del baño, arriba de la cama había ropa doblada perfectamente y que al tomarla en mis manos supe que estaba limpia, consistía en un pantalón chándal gris y una remera de mangas cortas blanca además de unos bóxer negros, todo eso lo dejé debajo de mi brazo mientras iba a cerrar la puerta por completo. 

Luego de vestirme me dejé caer en la cama con la vista puesta en el techo, y de ahí me dejé hundir en mi mente y el tiempo.

Las horas habían pasado y no llevaba cuenta de eso, solo éramos mi mente, sentimientos y yo en esta habitación, la luz empezaba a irse a pesar de tener las cortinas abiertas y eso solo me avisaba que la noche no trataba en llegar y el día tan fatídico acabaría. 

Y con él se llevaría todo esto. 

La puerta fue abierta cortando el irritante silencio en que estaba sumida a la vez deteniendo la cadena de pensamientos que ocurría en mi cabeza. Me senté en la cama y lo miré, tenía la ropa cambiada pero sus facciones eran duras, contraídas y sus ojos brillaban de una forma que no me permitían adivinarlo. 

—Siento la demora —se acercó hasta quedar a los pies de la cama 

—No pasa nada —murmuró—. Supongo que las cosas no fueron fáciles 

—Hablemos afuera —con su cabeza señaló la ventana y asentí rápidamente 

Me levanté de la cama y recordé que llevaba su ropa y que no se la había pedido.

—Me di una ducha y esto es lo único que encontré a mano, espero no te moleste —explique mientras él abría la ventana 

—Puedes usarla cuándo quieras —me miró y luego salió por la ventana 

Tomando su mano como ayuda salí también por la ventana quedando parada sobre el techo, el sol que se estaba ocultando dio en mi rostro causando una sensación satisfactoria.

Camine unos pasos hasta poder sentarme a su lado, por largos minutos nos mantuvimos en silenció, ninguno quería decir o preguntar algo cuando sabíamos que según nuestras palabras sería la decisión final de lo que ahora seguiría. 

—¿Cómo está tu brazo? —Pearce rompió el silenció mirándome 

Observe las marcas rojas que quizás al día siguiente serían más oscuras. 

—Está bien, se ve peor de lo que realmente es —encogí mis hombros 

—Se ve tal y como es —murmuró dirigiendo su mirada hacia el horizonte—. Lo siento

Su disculpa causó que cerrara los ojos con fuerza y suspiró para luego negar de un lado a otro. 

Sabía el motivo de su disculpa, pero no la necesitaba cuando algo peor había sucedido. 

—No debes darme esas disculpas —murmuró observando mis manos 

—Quizás, pero quiero hacerlo —me miró de reojo 

—Yo... —suspiré con fuerza—. ¿El...? 

—Se irá —dijo firme 

No dije nada, no quería y no podía cuando luchaba contra mi misma. 

—Se que es difícil para ti —dije mientras apoyaba mi cabeza sobre su hombro 

—Debes meterte en tu cabeza que sólo tú me importas y que sólo tu bienestar es mi prioridad —tomo mi mano entre la suya—. Pude haber evitado eso si hubiera estado antes 

Negué despacio. 

—No pienses en que hubiera pasado si hubieras llegado antes —dije—. Llegaste y es lo importante 

—No fue suficiente —murmuró 

—Las cosas pasan por algo 

El silencio una vez más nos envolvió, mientras observamos el atardecer caer y darle paso a la noche. 

—Nunca pensé que él lo haría —comenzó a decir apretando su mano derecha en un puño—. Pero lo tuve que ver venir, desde que cerró en sí mismo debí verlo venir, debí venir que sufriría algo así y no lo hice y se a descargado en ti 

No entendía demasiado bien sus palabras pero apreté su mano con fuerza. 

—Si pudiéramos ver lo que ocurriría en el futuro nadie estaría aquí —recordé—. Pero aquí estamos, lo a hecho y no hay más que hacer, él no confía en mi y se a dejado llevar por celos y provocaciones del otro cosas que lo llevaron a agredirme 

—El confía en ti 

—Si lo hiciera me hubiera dejado explicarle y no lo hizo, no confía o no lo suficiente para creer en mi palabra y eso no necesito en mi vida 

Suspiro asintiendo, llevo mi mano hasta sus labios y depositó un beso sobre mis nudillos y algo en mi interior supo que lo que diría a continuación no sería de mi total agradó. 

—Por eso debes irte —afirmó—. Estaré tranquilo sabiendo que estás lejos de aquí, tus amigas se Irán contigo y sé que van a protegerte 

—Pearce —susurró 

—Puedo protegerte de todos, del mundo entero y hasta de mi propio hermano pero no de mi mismo —admitió—. Por eso necesito que te vayas, porque sé que si lo veré y tu estas aquí no me haré cargo de mis actos y lo poco que queda se irá a la mierda porque no me voy a arrepentir 

Asentí de acuerdo sin decir algo, había perdido el habla y solo lo escuchaba a él. 

—Sólo quiero que sepas algo —sus ojos me miraron y esperé a que continuará—. No se que pasara de ahora en adelante, mañana será un nuevo día y no veo que las cosas sean alentadoras así que si decides irte hazlo, no voy a detenerte. Prefiero verte a miles de kilómetros de mi, siendo feliz con otra persona que aquí siendo infeliz. Prefiero verte siendo tú misma que verte sin tu sonrisa, te dejaré ir si así lo deseas porque no puedo permitirme verte en otra situación así cuando existe la posibilidad de que te alejes de esto, se que serás capaz de encontrar a alguien digno de ti que te de lo que mereces y más 

A este punto mis ojos brillaban llenos de lágrimas, porque sus palabras se calaban en lo más profundo de mi alma. 

—¿Esto era un juego donde me volvías loca por ti y luego me decías que me dejabas ir? —cuestioné—. Porque si es así dímelo ahora y voy a golpearte 

Río negando. 

—Me encantaría compartir mi vida contigo —confesó—.  Pero el destino nos cambió la jugada, ahora sabes que llegado el momento podrás irte sin que nada te detenga, eres libre y nunca dejarás de serlo ni por mi ni por nadie

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Hola, ¿cómo están?.

Déjenme saber sus opiniones sobre el capítulo aquí por favor.

Mi opinión me la guardaré para mi, pero puedo decirles que me a dolido más de lo que creía escribirlo, me duele leerlo y me dolerá siempre.

Pero tenía que hacerlo, quieran o no créeme fueron ellos quienes me llevaron a escribir esto.

Hoy no hay más palabras, nos vemos.

Hasta pronto.

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