12
Farey
Una capa de lluvia constante caía sobre Telluride, aunque no tenía mucha fuerza si estabas mucho tiempo debajo de esta seguramente te mojabas.
El humeante café desprendía un grato calor para mis manos frías, la mañana era triste, callada, sin ánimos, como si hoy la naturaleza estuviera triste, cualquiera podría llegar a desanimarse con este día, los amantes de estos estarían felices y los que no con sus caras largas mirando por la ventana esperando que el sol saliera, el agua cesará y poder disfrutar de la alegría.
Cuándo era pequeña siempre detestaba cuándo llovía, no podía salir a jugar porque terminaba en cama resfriada, pero estar enferma me gustaba, en ese momento era estar todo el día en cama, comiendo cuanta cosa quisiera y teniendo toda la atención.
Me sentía como una reina pero a la vez lo odiaba porque no podía jugar en el patio y cada vez que intentaba salir de la cama mamá me regañaba diciendo que tenía que estar calentita sin tomar frío o sino no me iba a mejorar y no podría salir a jugar.
A veces extrañaba ser una niña, cuándo mi única preocupación era salir a jugar y comer cuanto pudiera, pero no todo era para siempre y esa maravillosa vida de niña fue acabando dándole la bienvenida a la realidad.
La vida de los adolescentes y adultos.
Creo que desde que tengo memoria he sido una chica simple, aunque me crié entre dinero y lujos no era algo que fuera de mi importancia y necesidad, era obvio que sin dinero no tendría para mi amado café pero tampoco era la causa de mi felicidad, era tan normal y simple que cualquier persona podía regalarme un papel que lo amaría de por vida, tampoco es que desprecie un regalo que costó un par de costillas; amaré a todo aquel que tenga la intención de hacer algo bueno.
Tenemos que aceptar que todo vale si nace y es hecho con amor, porque aquel que lo hace con todo el odio que puede llegar a tener adentro de él o ella solo le causará problemas.
El odio siempre trae malas consecuencias a todo, a nuestras vidas, a nuestras familias, a nuestras amistades en general a todos nuestros alrededor.
Mi vida ha sido totalmente normal, siempre he sido una chica que ha sabido lo que quiere y que aunque costara lo ha conseguido aunque esto no fuera fácil, siempre he sabido que nada es fácil y que si tengo fe podré lograrlo.
Al terminar mis estudios no sentí ganas de seguir una carrera por lo que eso causó ciertos momentos incómodos y peleas entre mis padres y yo aunque al final terminaron aceptando.
Pero algo que he tenido claro es que no me arrepiento de haber tomado esa decisión porque no me sentía preparada ni con la capacidad para ir a una Universidad y estudiar algo que me llámese la atención ya que ninguna carrera era lo suficientemente atrayente para mí y no quería gastar tiempo estudiando algo que no me atraía.
A lo que cuándo los culmine empecé a tener pequeños trabajos que me ayudaban a generar ingresos y poder empezar a tener mi propio dinero, empecé a ser más independiente, a saber lo que era el esfuerzo y sus frutos.
Me gusta decirles a aquellas personas que pasan por lo que yo pasé que está bien, que si no se sienten listos no tienen porque hacerlo ahora, cada uno tiene su tiempo para cada cosa y es algo que de apoco tenemos que ir entendiendo, hay personas que demoran más en matemáticas pero son muchísimos más
rápidas y mejores en otras cosas como manualidades, dibujos u otra cosa, también hay personas que son mejores en las matemáticas y manualidades, o hay personas también que son muy buenas en cantidad de cosas. Cada uno tiene su tiempo, su forma de ser, en lo que es bueno y lo que es malo, pero de esas cosas aprendes en la vida. Todos somos seres humanos que cometen errores y que aprendemos de ellos, aprendemos de lo que es bueno y de lo que es malo, aprendemos a que no somos perfectos y qué tenemos nuestro tiempo para todo y que nadie nos puede apresurar, las cosas apresuradas siempre salen mal.
Y hablando de que las cosas apresuradas salen mal, lo había vivido en carne propia más de una vez.
Las hormonas de la adolescencia más de una vez me habían hecho hacer las cosas tan rápido y después que todo saliera para la mierda.
Y había aprendido de éso pero eso no me aseguraba ni le aseguraba a nadie que no lo volviera a repetir una y otra vez, la vida era así, tú solo la vives y aprendes de ello.
Por ello ahora le apostaba a quien quiera que si estaba estudiando en alguna universidad estaría siendo infeliz, estaría con la cabeza revuelta y preocupada por salvar exámenes y más, pero yo no tenía madera para eso, admiraba a esas personas que si la tenían, que estudiaban años y años por lo que querían, pero joder que lejos estaba yo de esa vida.
No decía que todos fueran felices estudiando, que estuvieran haciendo lo que quisieran sino que aunque no le gustarán lo estaban haciendo aunque eso les costará.
Era admirable, porque yo no podría hacerlo, ni en mis más locos y descabellados sueños.
Mis ganas de mandar a la mierda a quien intentara obligarme a hacer lo que quiere siempre salían a la luz y era problema para aquellos que no le gustaban nada que no pudieran controlar.
Porque no podía quedarme callada ante una injusticia, ante esas personas que quieren que todo sea como quieren, no podía, no tenía eso, no tenía nada de paciencia para estar aguantado órdenes de un o una idiota que se creía el no se que del mundo, mis cojones.
También creo que por eso todos los trabajos que e tenido los terminó dejando al mes máximo, no duraba nada, detestaba las órdenes, hacer lo que un señor me decía sólo porque era mi jefe, no siempre había sido así pero las mayorías de las veces si, las chicas solían decir que era divergente y que por eso no podía seguir las reglas, que nací para hacer lo que quería sin ser obligada a nada y en este punto no lo dudaba.
Quizás si era divergente y tenía algún cuatro esperando por mí en algún lado.
No era para nada mala esa idea, no podía dejar de ver la película cuando salió, ese tío me flechó y no podré dejar de estar enamorada de él nunca.
Es que quien en su sano juicio y para nada ciego no podría amar a ese hombre.
Por el si dejaba mi café o bueno no mucho pero si.
La realidad es que todos o la mayoría nos enamoramos de personajes literarios o actores porque es el único que es menos propenso a lastimarnos, es menos propenso porque no existe.
Pero para nosotros y yo me incluyo, es una forma de creer que el amor no está muerto y que no sólo quedan idiotas de mierda.
Ojalá fuera así y no viéramos un par de idiotas cada día que pasara.
—Me gustaría saber qué es lo que escondes en tu mente —su voz detrás de mí hizo que la vida dejará mi cuerpo.
¿Quién mierda se aparecía de repente cuando uno está en pleno viaje astral?
Ojos azules, pelo negro corto, un idiota que me cuaso un susto del cual no me había recuperado, Madox parecía tener la maldita necesidad de causar infartos, estúpido.
—Yo me pregunto si tu don será ser tan idiota cómo tú hermano —irónicamente sonrío clavando mis ojos sobre su rostro.
Estando así de cerca pude observar cosas que antes no había captado.
Desde la parte izquierda de su mandíbula podía observar como la tinta negra formaba una rosa, la rosa son flores que tienen mucha carga simbólica, además de la belleza y la defensa, también simbolizan la naturaleza, el deseo, la pasión y el amor.
¿Qué significado tendrá para él? No lo sé, pero podía apostar que quizás estaría la pasión y la naturaleza por obvias razones.
Por la remera que llevaba puesta podía observar con detalle y luego sus tatuajes, su brazo derecho estaba cubierto hasta el inicio de su mano, al estar de su lado izquierdo no podía averiguar qué ocupaba su piel de ese lado pero podía llegar a ver una calavera y algunas cosas más.
Su brazo izquierdo también estaba cubierto de tatuajes no tanto como el derecho pero sí los tenía, la tinta también ocupaba parte de su pecho pero la tela de la remera no me dejaba seguir viendo.
Y aunque mi mente me aseguraba que si le pedía que se la sacara y me dejará observar como quisiera este lo haría, no se lo pediría no obstante tenía la curiosidad de saber que significaba tanta tinta en su clara piel no pregunte, seguí analizando.
Su rostro estaba bastante definido, mandíbula marcada, rostro liso como la porcelana, piel clara, parecía un ángel un maldito ángel con fachada de santo pero pasando el umbral descubrirás la verdad y yo no estaba dispuesta a cruzarlo, no ahora.
Su rostro estaba pulcro, sin manchas, acné o algo que pudiera destruir la fachada, su cabello negro como la noche igual que el de su hermano, estaba corto a lo que su melena estaba parada en la parte de arriba pero sin demasiada larga como para que estuviera encima de sus ojos.
Sus ojos, ese azul como el océano, esos ojos iguales que su mellizo, esos ojos que habían hecho contacto con los míos aquel día en el parque y que habían dado por iniciado un juego donde no sabía si era la presa, la cazadora o una carta bajo la manga.
Lo observaba, detallaba cada cosa, cada cosa quedaba grabada en mi mente como su tuviera memoria fotográfica y nunca se podrán ir de las paredes de mi loca, extraña mente.
Estaba atento a cómo el color miel de mis ojos se movía de un lado a otro, el azul de los suyos seguían a los míos.
No expresaban molestia sino todo lo contrario, alegría y deseo.
Un deseo que podía interpretarse de todas las formas posibles y exactamente es lo que piensan, excitación, lujuria, como si ahora mismo quisiera tirarme sobre la cama y hacerme olvidar hasta de mi nombre, como si quisiera conocer hasta el último rincón de mi cuerpo, con su lengua recorrer cada parte de mi piel como una paleta, jugar con mi parte más sensible, hacerme temblar por el deseo, por la desesperación de tenerlo dentro de mi, rozar las pieles hasta que ardieran de tanta fricción, gritar hasta rasgar nuestras cuerdas vocales y que todos lo escucharan.
Pero no menos solo eso expresaban sus ojos, su cuerpo estaba quieto a unos pasos del mío, quizás estaba en una lucha interna en hacer lo que su instinto más animal le pedía o hacer lo que creía bien, yo prefería la que creía bien, no tenía interesante en él, no tenía atracción sexual ni amorosa en ninguno de los dos.
Simplemente curiosidad pero no sería como el gato, yo no quería morir, quería vivir sabiendo. Morir no estaba considerada como opción.
Éste como el otro idiota estaban muy seguros del lazo que me mantenía aquí, demasiados seguros y eso solamente les llevaría a una idea errónea de cómo supuestamente estaban siendo las cosas y eso solo iso que me alejara de éste, le di la espalda dando los pasos necesarios para llegar a la cama y sentarme en esta sin colocar mi mirada sobre el.
El café estaba tibio, menos de la mitad de la tasa era lo que estaba quedando, que pena.
—Tendré que adivinar en qué piensas, ¿o me lo dirás tú misma? —preguntó con pequeñas notas de desesperó.
—¿Sabes cómo se puede matar a un lobo? —la seriedad con la que salió mi pregunta fue exactamente con la que quería.
Cómo matar los deseos animales en menos de cinco segundos conmigo, doy clases los jueves y no cobro más que un café. ¿Ofertón a que si?
No necesitaba mirar para saber como estaba, para saber que me estaba mirando como la quinta pata del gato, para saber que estaba esperando que dijera que fuera broma.
Jugar con sus emociones no estaba en mis planes, no me gustaba hacerlo, pero mierda sus reacciones eran épicas, me divertían un poquito.
Lo miré y negué de lado a lado, se relajó. Hombre no te tomes tan en serio lo que digo que para la próxima diré que me moriré y llamas a la nasa, extraterrestres y no se que más.
Éste tío se tiene que dejar de tomar todo tan enserio y divertirse, o quizás su naturaleza y crianza no lo permitiría. O cualquier otra mierda que no merecía importancia ahora.
Sin decir absolutamente una palabra salió de la habitación a lo que relajadamente recostó la espalda contra la pared bebiendo lo último de la taza.
Con la mirada puesta sobre la pared mi mente comenzó a recordar distintas cosas y entre ellas estaba mis relaciones amorosas.
Mi primer novio, el cual no prefiero recordar su nombre, fue cuando tenía 16 años, hace cinco años.
A esa edad sólo quería saber lo que era vivir, aún lo quiero pero no tenía las hormonas tan alborotadas sí mismo era bastante inteligente y si tenía que darle a alguno un puñetazo lo hacía sin dudar.
Pero sin irme de las ramas, tenía mi misma edad sólo que me llevaba unos meses de diferencia pero cuándo comenzamos a salir tenía 16.
Era un chico complicado a la hora de socializar, no es que fuera malo, ni que tuviera problemas para hacerlo solo que tenía lo que conocemos como desconfianza un poco exagerada, desde que comencé a hablar con él me pareció un chico bueno, no totalmente, ni mucho menos santo. Al principio, cuando comencé a tener sentimientos por él y él por mi quería conocerle mejor, ir despacio y así poder tener una linda relación que durará lo que durará no es que tenía pensado casarme, tener una vida a su lado y ocho hijos, no.
Sólo una linda relación de adolescentes, fue una relación de adolescentes pero no tan linda pero lo fue, él aceptó con gusto ir despacio, conocernos más, bla bla bla.
Entonces en ese momento yo aún era bastante se puede decir que ingenua o muy fácil de engañar, él tenía una gran pero gran labia para engañar a las personas, para cuando menos te esperes estar haciendo algo que no esperabas tan rápido como en mi caso, cuando me di cuenta de eso fue quizás un poco tarde, no es que este me hubiera obligado a hacer cosas que no quisiera o algo parecido, sino que me mintió y eso es algo que me molesta a no más poder.
Tuvimos una gran pelea por eso, por gracia de dios Chania decía que no había sido mi primera vez y creo que tenía y tiene la razón en eso.
Después de eso las cosas entre nosotros no estuvieron perfectas pero tampoco horribles, estaban normal pero todo aquello que sucede rápido termina mal y lo nuestro no fue la excepción.
Aunque el final de la relación no acabó demasiado bien, después cada vez que nos veíamos nos saludabamos como personas que éramos. Nuestra relación duró casi nueve meses, me dolió pero ahora estoy aquí con mi cocoro sanito y sin resentimientos, quizás si lo veo ahora le tiraría algo por la cabeza por mentirme pero sin rencores, ¿Quedó claro?.
Después de casi un año y medio conocí a mi otro ex, ese si es una historia con de todo un poco, el puto de mierda me dejó peor que la ex del will smith.
El hijo de puta me destrozó hasta las ganas de beber café, si fue demasiado el dolor pero de eso aprendí a que si no me siento cómoda no debo hacerlo, que debo tomarme mi tiempo si lo necesito.
A ese pedazo de mierda lo conocí cuando tenía 18, estaba guapo no para decir que estaba como para comérselo por todas partes, pero tenía lo suyo.
Quizás el típico bad boy o el chico no tan malo, claro la fachada.
Recordar toda la mierda que hizo me hierve la sangre, una vez más por hacer las cosas apresuradas todo salió mal.
Las cosas acabaron mal, muy mal.
Yo había quedado deshecha, pero él, se quedó sin casa, auto, sin nada.
En ese momento ya conocía a las chicas, y a pesar de que no vivíamos juntas y las mellizas hace unos meses me conocían le habían hecho mierda la vida, se habían encargado de dejarlo en la calle, prender fuego el auto y buscar a unos tíos para que le dejaran en el hospital.
¿Amigas que solo putean? ¿Amigas que son solo puro bla bla? Puf, mejor consignan un par como las mías, después de ese acto comenzamos a vivir juntas, me ayudaron a salir de ese dolor y entender que no tenía totalmente la culpa y que ese jodido aborto de la naturaleza era un asco de persona y que se merecía todo lo que le habían hecho y más.
No podía imaginarme verlo en la calle, lo mataba así después terminará en la cárcel, pero esa mierda estaría sin ocupar oxígeno al pedo.
Porque si, era lo único que hacía, gastar y sólo gastar ojalá y se pudra en el infierno.
No debía supuestamente desear a nadie muerto pero a ese hijo de perra lo quería pudriéndose en el infierno y más allá si podía también.
Por ello de cierta forma después de mucho tiempo de recuperación, no quise tener una relación estable, y aunque muchas veces conocí a chicos muy diferentes, buenos y que quizás podrían llegar a ser en otra vida mis esposos en esta no lo habían sido.
No es que halla quedado traumada, sino que entendí que no tenía que apresurarme a nada, podía disfrutar de mi vida sin tener a alguien a mi lado, podía tener sexo si quería sin estar en una relación y nadie podía decirme nada a respecto de eso, era, es y será mi cuerpo no el de los demás.
Con mi vida y cuerpo hago y haré lo que quiera, no necesito pedir permiso a nadie sobre lo que haré o dejaré de hacer.
Sé lo que está bien y lo que está mal, yo decido qué haré bien y que no si eso puede decidirse si no dejare que el destino y la vida me guíe y enseñe.
Estoy para aprender, no para criticar, no para creerme más, estoy para ser alguien más que aprende de la vida.
Y entre recuerdo y recuerdo, entre cosa y cosa las horas comenzaron a pasar, el mediodía pasó, la tarde de a poco llegó.
La hora que mi teléfono marcaba decía que eran las cuatro menos cuarto de la tarde, guarde el teléfono en el bolsillo de saco mientras bajaba las escaleras, me había duchado, esta vez llevaba unos leggins, remera manga larga, buzo y encima el saco que llegaba casi por mis rodillas y no podía faltar mis amadas pantuflas, iba en busca de café.
En total si me ponía a pensar tomaba alrededor de 4 o 5 tazas de café por día, según como sea mi día estaba claro.
No se como aun no tenia algún problema por la gran cantidad de cafeína que circulaba por mi sistema ya quizás era parte de mi y por ello no me afectaba.
Mientras el café se calentaba me recoste sobre la mesa, la tarde estaba tranquila pero fría, extrañaba a las chicas, ahora mismo podríamos estar haciendo alguna estupidez para pasar el tiempo.
Malditas locas que sólo sabían ser ellas mismas y ser criticadas por ello.
—¿Qué es lo que escondes en tus pensamientos querida mía? —Pearce estaba con los brazos encima de la mesa, sentado mirándome atentamente claro sin olvidar la estúpida sonrisa que sólo provocaba que lo golpeara
Lo que más me "sorprendió" es que hace horas su hermano también me había hecho casi la misma pregunta.
—Hay veces que es mejor no saber lo que uno esconde en sus pensamientos —murmullo mirándole.
Este en vez de su hermano aparentemente no tenía ningún tatuaje a la vista.
Su piel blanca y lisa como la porcelana, pero su aura, su forma de mirarte, sus expresiones físicas decían muchas cosas de él, entre Madox y él tenía la certeza, de que él era quien menos pelos en la lengua tenía en varios aspectos y el que me mejor se le daba era fastidiar a las personas.
Tenía siempre algo que decir para fastidiarte.
Sus ojos azules eran iguales que los de su hermano, tan azules que no se si tenían comparación con algo.
Su sonrisa era algo que le destacaba, y era algo que me invitaba a querer borrarla de un golpe.
Los dos tenían cuerpos tonificados, no tanto como para exagerar pero si lo tenían y al ser lobos le agregaba un plus extra.
Sus brazos quizás podría decir que eran los indicados para dormir todo el día entre ellos, perfectos para un abrazo asfixiante.
—Pero yo quiero saber que es lo piensas —sonríe, sus dos cuencas azules me miran con interés
—Pero yo no quiero que sepas lo que pienso —una sonrisa de boca cerrada fue lo que le respondí.
—Entonces tendré que tomar otras medidas —sus hombros se escogieron, se levantó de donde estaba sentado.
Rodeo la mesa y se colocó a mi lado.
Me miraba como cuando miras un problema el cual intentas resolver pero este no te da ninguna pista de como mierda puedes resolverlo.
Quizás si fuera un problema, pero no tengo forma de ser resuelto.
—No sé en qué manera piensas, pero no lo lograrás —lo miré—. Mis pensamientos están muy bien resguardados
—Existen muchas formas preciosa, y soy muy ingenioso —sus hombros se escogieron por un par de segundos, como si no le importara estar todo el día intentando averiguar que pienso.
Sería divertido verlo hacer eso, pero ahora solo quería beber mi café mientras miraba hacia la nada y pensaba en como Henry Cavill me salvaba de esta locura en donde estaba viviendo.
Dios, ese hombre era el sueño húmedo de todas las mujeres o lo fue alguna vez.
Estaba más que segura.
—En un rato habrá una cena, llegará nuestro querido amigo y su queridísima novia —sus últimas palabras salieron con un gran toque de sarcasmo.
Con la cabeza asentí dándole la espalda, serví el café en la taza, tranquilamente salí de la cocina pensando en quién sería ese amigo y su novia.
Sólo espero que no sean tan idiotas como estos dos.
Con ese pensamiento entre en la habitación hasta que la noche comenzó a caer y con ella llegó la hora de conocer a esas nuevas personas.
Llevaba puesto un jean azul, una remera de manga larga blanca y arriba una camiseta, hacía frío asique no sólo me pondría la camiseta, tome la campera que tenía encima de la cama e me la coloco mientras me acercaba a la ventana, había oído hace un par de minutos un auto estacionarse en frente de la casa.
Una cabellera rubia se me hacía demasiado conocida, mierda iba a matarla.
Baje las escaleras a la velocidad de la luz, cruce el living.
—¡Dupont! —la llame desde la puerta.
Mi queridísima Thiara me miró, mierda estaba muerta. Y ella lo sabía.
—¡Mi amor!—
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¡Holaa!, creo que este es un capítulo un poco largo, pero las ideas no dejaban de abordar mi mente.
¿Porqué creen que Thiara llegó a la casa de nuestros chicos?
Pd: les invito a seguirme en mis redes sociales, en Instagram tenemos unos vídeos de dos de nuestros protagonistas. Pronto habrán cosas nuevas. Los esperó.
Hasta pronto.
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