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•°• 11. PEQUEÑA

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Regina

Llegar a Auradon en esa fiestecita, había sido el plan de Emma, ella apenas estaba recuperando control de sus poderes luego de que la barrera se esfumó finalmente. Pero no fue solo eso lo que la hizo querer que yo llegará a arruinar el teatro de Bestia, sino que cuando le dije que Evie, había encontrado también a su hijo Harry, me imploró como nunca, que llegará ya, a reclamar lo que era por derecho, de nosotros.

Entendí su desesperación, porque la viví con ella todos estos años, y saber que, por fin, nuestros hijos podrán saber la verdad y volver a cara, les daba esperanzas a nuestros corazones como nunca.

Así que no le dije que no y enseguida, me prepare para lo peor, mi magia apenas si estaba regresando conmigo, después de haber encontrado a Evie, pero con la que ya tenía, sería suficiente para hacer tiempo y al final, poder tener la corona.

Al final, la corona ya no era de Bestia, si no de su hijo, Benjamín, quien ha estado reinando por algún tiempo junto a Mal, hija de Maléfica, que por sí fuera poco, tiene a su madre convertida en un lagarto.

Confiaba en que Evie, fuera capaz de resolver los acertijos que quedaban para descubrir por si sola quien era ella, pero con el hada madrina de lado de Bestia, eso sería imposible.

Es por eso, que usó algunos trucos, para que descubra cada vez más, sus orígenes, por lo tanto, la última cosa que envíe, para que ella recordará, fuera una esfera de memorias, con lo poco que yo recordaba de ella.

Aquí lo malo, fue que la esfera se regresó a mí, al no ser tocada por la persona correcta, lo que quería decir, que, por alguna razón, Evie, no había tenido contacto con sus recuerdos.

Tenía otra alternativa, como el hecho de colarme en sus sueños, para que, mediante ellos, supiera quien soy, quien es ella y porque ahora es importante. Pero de nuevo, algo me lo estaba impidiendo y estaba casi cien por ciento segura, de que era el hada madrina.

Finalmente, tome la decisión de ir yo misma, a casa de Evie, para hablar con ella, no necesariamente iba a decirle todo de golpe, porque es demasiado por sobrellevar, pero al menos trataría de que supiera un poco más, eso, hasta que yo recupere mi poder total.

Para cuando llegue a su casa, tuve una larga pelea interna, porque era de noche y si estaba dormida, me negaba a despertarla, después de todo el sueño que le quite para atraerla a mí.

Es por eso, que me sorprendió cuando la luz de su habitación estaba encendida y ella estaba en una esquina de la habitación un poco alterada.

Me preocupé, pensé que alguien o algo estaba ahí, atormentándola, pero luego me di cuenta, de lo que la tenía tan alterada, era su propia magia, pues al no saber cómo detenerla, se estaba desesperando.

Toque la ventana dos veces y espere con paciencia a que viniera a mí, lo hizo, pero el miedo era notable en su rostro.

—¿Regina? —claro que estaba confusa al verme ahí.

—Hola Evie. —le di una sonrisa, aunque tuviera más ganas de darle un abrazo y decirle lo mucho que la extrañé.

—¿Qué haces aquí? —miro el marco de la ventana, no sabía si tomarlo, porque podría causar un desastre.

—Pasaba por aquí y me extraño ver la luz encendida, es tarde. —no era la excusa más elaborada, pero tampoco la más tonta.

—Ya veo.

—¿Puedo? —señale el seguro de la ventana.

—No se… ¿Cómo vas a…? —tomó aire, entendía su miedo.

—Tranquila… ¿me permites? —volví a preguntar.

—Si. Adelante. —se alejó de la ventana.

En cuanto su respuesta fue positiva, solo tuve que abrir como lo hacía con todo, con magia. Al verlo, ella entró un momento en pánico y note un destello de magia tan similar a la mía, que apenas me dio tiempo de reaccionar, para frenarla y deshacerla.

—Lo siento… —empezó a retroceder.

—No te preocupes. —la mire y me acerque a ella de a poco. —Evie, mírame a los ojos y no pienses en lo que pasa contigo.

—No puedo. —susurro y algo dentro se me removió de verla tan preocupada.

—Evie, mírame. —pedí de nuevo y cuando lo hizo, le di una sonrisa. —eso es, piensa en lo que más te guste hacer, en alguien, en cualquier otra cosa, sin dejar de verme.

Enseguida, sus mejillas se tornaron rojizas, como las manzanas cuando están listas para comer. Aproveche ese momento en que su mente viajó, para tomar sus manos y ayudarla a restringir el paso de magia mientras yo estaba allí.

—Ya está. ¿Lo ves? —ella volvió a verme.

—Gracias. —susurro.

—¿Hace cuanto sucede esto contigo? —me daba algo de curiosidad saber, que pasaba.

—Hace algunos días, es extraño, cuando paso la primera vez, salieron chispas a revolotear de mis manos. Se supone que no tengo magia, mi madre no tiene este tipo de magia. —sentenció sentándose en su cama.

—¿Cómo estas tan segura? —me dolía no poder decirle todo de golpe.

—Porque ella me lo habría dicho. —suspiro.

—Bueno, algo ha de haber sucedido, nunca descartes posibilidades de nada. —me senté a su lado. —¿alguien ya te ha enseñado un poco de cómo usarlos?

—Nadie sabe de esto, solo mis amigos. Carlos, Jay, Harry y Mal. —volvió a ver sus manos, estaba inquieta.

—Si me dejas, yo puedo ayudarte. —sugerí no muy segura de la respuesta. —podría enseñarte algunas cosas, para que no te pase lo que vimos hoy.

—¿Por qué lo harías? —me miro curiosa.

—Porque se lo que se siente cuando no tienes control de ellos. La desesperación de lastimar a alguien sin querer hacerlo. —detalle un poco su rostro, era tan parecida a mí.

—¿Cómo sé que puedo confiar en ti? —la pregunta la vida venir.

—No lo sabrás, hasta intentarlo Evie.
Hubo un silencio, era obvio que no iba a dejarse llevar así tan fácil, porque apenas si me conocía de hace días que la barrera se abrió.

—Bien, tienes razón, no sabré hasta intentarlo.

—Excelente decisión. —sin esperar más, nos lleve automáticamente al patio, cerca del bosque, donde habría menos daños fuertes.

Lo primero, fue explicarle como es que sus sentimientos también podían afectar lo que su magia haga, algo que es significativo, porque si se deja llevar de la ira, podría hacer un desastre casi irreversible.

Estuve un rato, enseñándola a no dejar que su magia saliera sin su permiso, así no pasaría lo que sucedió en la habitación y a su vez, no lastimaría a nadie.

Al final, terminó exhausta de toda la energía que perdió en esa pequeña práctica. Por lo que nos lleve de regreso, ahora yo sabía, que Evie, había heredado lo que su hermana no… magia.

—Debes descansar para mañana. —dije a modo de despedida.

—Regina. ¿Y si de nuevo pierdo su control? —a pesar de que sus ojos se cerraban, ella se negaba a dormir.

—¿Quieres que me quede a cuidar que eso no pase? —espere si respuesta.

—Si por favor, prometo que no tendrás que volver a hacerlo.

Inmediatamente, un recuerdo se disparó en lo cabeza. Ella estaba pequeña y le tenía a la oscuridad, así que siempre, después de leerle un cuento antes de dormir, le preguntaba: “¿quieres que me quede hasta que te duermas?” algo a lo que ella me decía: “Si mami, por favor, prometo que no tendrás que volver a hacerlo”.

Tenía ganas de llorar ahora, porque todo eso y más, me lo perdí desde que me la quitaron. Su infancia, adolescencia y su crecimiento, me lo había perdido, era algo que no iba a perdonar nunca.

—No te preocupes linda… cuidare de que no pase nada. —hable con un nudo en la garganta sentándome a su lado.

Ahí me quedé, recordando tantas cosas, que perdí la noción del tiempo, y cuando menos esperé, sentí como se removía inquieta.

Enseguida, acaricie su cabello aliviando lo que fuera que estaba soñando, logrando que se calmara y al mismo tiempo, me abrazara inconscientemente.

No pude contener las lágrimas que querían salirse, estaba con ella de nuevo y me llenaba de alegría, pero a la vez me dolía, no haber podido salvarla aquella vez que se la llevaron de mi lado.

—No volveré a dejar que te hagan daño mi pequeña Evie. —susurre tan bajo como pude, tomando su mano y quedándome ahí, como se lo asegure.

°•°


Este capítulo esta bonito, momentos entre madre e hija, que llegan tantito al corazoncito.

Recuerden que si tienen preguntas, aun están a tiempo de hacerlas.

Espero les este gustando la historia...

<3

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