•°• 0 . EL PUENTE
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Evie
… Actualidad: Auradon…
Vivir en Auradon, fue mi sueño desde que tengo memoria, mi madre me contaba esas historias donde había muchos príncipes, castillos, joyas y claro los infaltables espejos. Era un sueño, en especial porque la isla de los perdidos nunca fue un lugar muy amigable a pesar de que nací allí. Realmente, nunca me sentí parte de eso.
No se lo dije a nadie, ni siquiera a Mal, porque sentía que era por las historias que escuchaba de mamá, así que simplemente lo deje pasar, pero eso no evitó que esa sensación siguiera en mi. Y es que, cada día que pasaba, me sentía menos parte de la isla, como si algo dentro de mi, me quisiera decir que no somos de allí.
Vivo diciéndole a mis amigos, que, no tiene nada malo ser de la isla, pues está en nuestra sangre… mejor dicho, su sangre, porque la mía se niega a reconocer que vivió allí.
Es por eso, que cuando Mal y Ben, decidieron por fin quitar la barrera para siempre, sentí una plenitud inexplicable y no sólo por mi, si no también porque todos esos niños que estaban atrapados en aquella isla, lograrían cumplir su sueño de vivir una mejor vida.
—¡Evie! —la voz de Carlos, me hace reaccionar de mi pequeña fantasía de recuerdo.
—¡Ya voy! —respondí mientras corría para encontrarme con todos.
Por idea de Jay, decidimos volver a la isla, ya no había barrera y aunque todo mundo cruzó, aun faltaba alguien más, o mejor dicho, ciertos villanos más.
—¿Creen que nos extrañan? —no pude evitar soltar la pregunta, sabía que mi madre no era tan mala como quizá lo fue Cruela con Carlos, pero aún me ponía de nervios.
—Tal vez un poco. —Jay, me sonrió y ambos miramos en dirección a la isla.
—¡El último que llegue es una manzana podrida! —de repente grito Carlos y todos nos encontramos corriendo hacia la isla.
Entre risas y bromas, llegamos al lugar de donde vinimos, decir que hace mucho no lo veía, sería mentir, porque hemos regresado más veces de las que puedo recordar.
Observamos el alrededor, todo se veía solo ahora, las cosas se sentían diferentes cuando no había nadie allí, o era solo yo, que lo sentía diferente, lo sentía como si de algún modo, en algún momento, este lugar me hubiese hecho algo horrible.
—Se siente, diferente. —susurre mientras seguíamos caminando hacia la que antes, era nuestra casa.
—Es raro volver y que no haya nadie aquí. —Mal, caminaba a mi lado sin dejar de ver todo lo que pasábamos.
Pronto, llegamos al lugar, reconocimos como siempre la señal amarilla a la que le lanzábamos rocas para que la puerta se abriera y pudiéramos subir.
Jay, fue el primero en reaccionar para abrir la puerta de un solo tiro.
—Oigan, pase lo que pase, recuerden que nos tenemos a nosotros. —Jay, nos hizo tomar de las manos unos segundos.
Todos miramos hacia arriba, quien sabe, a lo mejor pueda hacer ver a mamá, que ser una chica independiente y sin obligaciones como las de Cenicienta, antes de ser princesa claro, es mucho mejor que tener un príncipe al que le falta algo de cerebro.
—Vamos. —Carlos, tomó la iniciativa de subir.
Todos lo seguimos, en silencio llegamos hasta el lugar, estaba muy igual a como lo habíamos dejado antes de tener que ir a Auradon.
—¡¿Hola?! —Mal, fue la primera en llamar la atención.
—¿Mamá? —pregunte llegando a la que era mi habitación, con la esperanza de que estuviese allí, pero nada.
Esto cada vez se tornaba más extraño, nuestros padres nunca salieron de la isla y ahora que los buscamos, simplemente no están, es como si algo los hubiese desaparecido de la nada.
Aproveche mi momentánea soledad, para explorar un poco la que fue mi habitación, no había dejado cosas tan importantes, o eso creo hasta que bajo de la cama, encontré ese brillo rojizo que se esparcía como reflejo en la oscuridad de ahí abajo.
Cuando lo tomé, resultó ser aquel collar que pensé que había perdido hace algún tiempo. ¿Cómo llegó allí? Bueno, quizá se me cayó en alguna de las veces que regresamos y mamá se tomó el tiempo de encontrarlo.
No dude en tomarlo y observarlo, brillaba muchísimo ahora, como si por alguna razón me quisiera decir algo, lo guarde y Salí del lugar, no había rastro alguno de mi madre.
—Iré a ver cerca de aquí, quizá están afuera. —comente guardando el collar en mi bolso.
—Voy contigo. —se ofreció Carlos, que al parecer también parecía confundido.
—No tarden chicos.
Sin más, salimos de aquel lugar y empezamos con el recorrido alrededor de los lugares más cercanos a nuestro antiguo hogar.
—¿Crees que se ocultan de nosotros? —la pregunta de Carlos me hizo mirarlo.
—No lo creo, además, tú madre jamás mostro desprecio hacia ti, más bien… un interés poco común. —volví a ver al frente.
—Si así le llamas a querer tener servicios personales de estética, entonces si.
Ambos soltamos a reír y seguimos caminando, era bueno tenernos entre nosotros, así era más fácil sobrepasar todos esos cambios que se estaban haciendo.
Llegamos al borde de la isla, donde se supone que también había barrera, pero daba igual, porque de ahí hacia más allá, solo había océano y agua.
—¡Evie ven a ver esto! —grito Carlos, que estaba en otro lado de la isla.
Fui rápido con él, llegando a su lado para ver cómo señalaba al más allá, haciéndome mirar a mi, y encontrando un segundo puente, que parecía desolado en medio de la nada.
—¿Deberíamos alertar de esto? — Carlos, me miro por unos segundos.
—Si, es probable que si. —respondí yo, sin poder quitarle los ojos al puente que estaba a el otro lado de la isla.
°•°
Iniciamos con esta historia, que emoción,hay tantas cosas que quiero que pasen ya.
Pero bueno, todo a su tiempo.
Recuerden comentar, votar, lo que sea, sin miedo, ya saben que amo cuando lo hacen.
Besos de manzana.
<3
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