𝟎𝟎𝟕. 𝐋𝐄𝐆𝐀𝐃𝐎
Capítulo dedicado a:
fandesupercorp1
Feliz cumpleaños, espero que estés feliz hoy <3
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𝐑𝐞𝐠𝐢𝐧𝐚
“Robin no es tu hija… es hija de Robin y Zelena. Y Henry, aunque no lo quieras aceptar es hijo de Emma, no tuyo, si es cierto, tú lo crías te Regina, al igual que a Robin, ambos te dicen madre como símbolo de respeto, pero ninguno de ellos tiene tu sangre.”
Es lo que el espejo mágico me ha dicho antes de saber que tendría a Evie conmigo.
—Lo sé, lo tengo claro, no tienes por qué repetírmelo. —estaba frustrada ante la situación, a veces pensaba demasiado en eso.
Sabía que Robin y Henry, me querían tanto como a sus madres reales, pero eso no me hacía su madre biológica, y aunque digan una y otra vez, que una madre real es quien realmente cría, cuando hay sangre de por medio y un sentimiento de vacío, eso no vale nada.
—Regina Mills. —el espejo me habla luego rompiendo mi caos mental. —el legado de tu reinado, se acabará si no logras tener a alguien que lo herede de tu sangre.
Eso era lo que menos me importaba, si Henry se volvía rey, sería el legado de los Swan y si Robin se volvía reina entonces seguiría el legado Hood. Eso realmente no me interesaba como algunos creían, pero me dolía un poco saber que yo no podría tener un hijo de sangre como los demás.
Esa noche no seguí hablando con mi espejo, me decía verdades que dolían más que el recuerdo de mi pasado. Solo que… esa misma noche, soñé con ella, la reina madre de Blanca Nieves y lo que luego ocurrió, se lo atribuyó completamente a ella.
Esa noche, ella con su bello vestido blanco y su voz angelical estaba frente a mí, no me dijo nada por un rato, hasta que vi una corona con gemas de color rojizo caer de su cabeza a sus pies.
No perdí tiempo, la recogí y se la extendi, no sabía que decir considerando que mi madre era su asesina.
—Regina, es bueno poder hablarte finalmente. —me sonrió como si fuéramos amigas de toda la vida.
—Yo… —no supe que decirle en realidad.
—No tienes que decir nada, yo soy quien te dirá algo muy importante que debes saber. —se sentó a mi lado y miro la corona en mis manos. —esa es mi corona, pero no puede serlo para siempre porque ya no tiene sentido que lo sea.
Quise devolvérsela, pero no la aceptó, en cambio la dejo en mis manos.
—No entiendo que pasa… —admití un poco confundida por todo lo que decía.
—Lo entenderás al despertar.
Me quedé en silencio, mientras ella solo miraba mariposas a nuestro alrededor.
—Escucha… se lo que es el dolor de ser una madre que deja sola a su hija… se lo que es perder un hijo. —esas últimas palabras me dejaron fría.
No había que ser bruja para saber que se refería a aquel recuerdo, en donde frente a mi madre, me deshice de la criatura que yo llevaba en el vientre, todo porque mi mentalidad y mi corazón resentido, no me dejaban pensar en otra cosa que venganza y muerte.
Me seguía doliendo aquel día, porque desde entonces, supe que jamás podría tener un hijo en mi vida, ni, aunque así lo quisiera. De hecho, eso tuvo bastante que ver con el hecho de que yo decidiera adoptar a Henry.
—Se lo mucho que desearías revertir aquel efecto y se toda la felicidad que te daría poder tener tu propio hijo. —continuó hablándome.
—No diré que no… —es todo lo que salió de mis labios, sentía que, si decía algo más, rompería en llanto.
—Es por eso que… te he elegido para que sigas con el reinado y para que, en ti, este la sangre que reinará con la corona real. —me señalo la corona, pero yo seguía desconcertada. —solo tú, puedes hacer que quien sea la futura regente de esta corona, siga tan pura como las gemas mágicas de este artefacto.
—No estoy entendiendo que me dice. —admito con algo de vergüenza.
—Lo sabrás bien cuando llegue el momento. —me sonrió tan dulce que me dio paz. —tu sangre, será la única que pueda volver a usar esta corona, serás la única en crear y mantener puro el corazón de la reina regente.
Quise preguntar algo más, que me dijera más sobre todo lo que escuchaba salir de su boca, pero desapareció tan rápido como apareció antes.
Yo me desperté enseguida y me senté sobre la cama agotada, como si me faltará el aire. Mis ojos rápidamente empezaron a llorar y yo seguía confundida. Robin que estaba a mi lado, se despertó luego y se sentó a mi lado.
—¿Qué pasa? —froto mis hombros con delicadeza.
—No es nada… solo un sueño.
Uno que me hizo sentir que el pecho se me contraía de solo recordar sus palabras. Nadie más que yo, sabía el dolor tan profundo que me hacía sentir saber que no podía hacer nada para remediar el error de mi pasado.
Esa noche no logre dormir bien, no quería soñar lo mismo y llenarme de esperanzas falsas con las palabras de aquella reina.
Para cuando amaneció, me sentí mal, mi cabeza daba vueltas, no tenía apetito y mi humor estaba peor que de costumbre. Fui terca y al inicio no deje que nadie me revisara, pero ante la insistencia de todo el mundo, tuve que asistir con un médico.
Sus palabras recuerdo que me dieron un desmayó de lo increíbles que fueron.
“Su Majestad, debo informarle que usted está en plena salud y sus cambios repentinos, se deben al proceso de gestación maternal que ocurre a nivel hormonal”
Me quedé perpleja, porque eso solo pasa si hay un embarazo de por medio. Me desmaye allí mismo y cuando recupere mis sentidos, llore como si el mundo dependiera de ello.
Le advertí a Emma, Henry y Robin, que, si era una de sus tantas bromas, los iba a encerrar en las mazmorras por al menos un mes entero. La sorpresa fue aún mayor, cuando resultó que no era un juego y que iba en serio.
Nunca me expliqué cómo pudo pasar aquello, solo pensaba en el sueño que tuve antes de eso. Si había sido gracias a la difunta madre de Nieves, entonces todo se lo debía a ella.
Nadie supo exactamente porque me preocupe tanto durante aquel embrazo, o porque siempre estaba verificando que todo saliera bien, y no me moleste en decir nada, no quería que supieran esa parte de mi pasado.
Estuve nerviosa, hasta el día en que nació aquella niña y la vi en mis brazos, tan viva conmigo. Me sentí tan aliviada cuando todo paso y tan feliz, que supe bien, que sería feliz gracias a esa pequeña.
La preocupación, llegó de nuevo, cuando recordé el recordé el resto de la historia, pues si era cierto, mi hija ahora realmente de sangre, sería la siguiente reina real, la regente de la que tanto me hablo la madre de Nieves en ese sueño y la dueña de la corona real.
Me esmere como nunca en proteger a esa pequeña y darle todo mi amor, en hacerla feliz y de un corazón bueno y precioso, para que jamás pasará por lo que algún día pase. Fueron cinco años de dedicación, hasta que me la arrebataron.
Evie, o más bien, Evelyn Mills Hood, princesa Real de todos los reinos, es la única hija capaz de seguir con el legado Mills, tanto de apellido como de sangre y es… la única niña que logró regresarme la felicidad que mi mamá me quito antes.
A Henry y Robin los ame y amo, tanto como mis hijos, pero nadie podrá negar lo que significa tener uno de sangre propia.
Así que ahora… que todo esto está siendo un caos, que todo se está cayendo de a poco, me desmorona ser tan débil y estar encerrada sin poder hacer algo para ayudar a mi propia hija.
Además… de saber ahora, que todo lazo que tenía con ella, se rompió por su mérito y porque lo quiso así, desvinculándome de ella de la peor manera posible… quitándome el título de su madre.
°•°
Menash, weno, weno.
Primero que nada, ojalá hayan entendido, este capítulo es un poco más referente a como llegó Evie a la vida de Regina y así.
Segundo, feliz cumpleaños a Lunita, que es una lectora súper fiel desde hace mucho tiempo, ella sabe que la quiero mucho y que ojalá la haya pasado de maravilla.
<33
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