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Parte 8

Kaede ya lleva una semana conviviendo con la alvina y cada vez la explotaba con más trabajos, cuando la mujer se cabrea. Lo bueno para la joven, es que no la castigaba con esos aros, para su alivio, pero eran remplazados por más trabajos, ya no es solo limpiar la enorme casa, si no es arreglar el techo de la casa, cuando avía fuga de agua o el piso de madera.

¡Ah! ¡Esto es mucho peor que, cuando nos retaron la tribu galla! – Dijo Kaede muy agotada, dejando a un lado de ella un martillo y una cajita de clavos, después de arreglar un hueco en el piso – esto es difícil – Dijo mirando un mal arreglado piso de madera y que sobresalían algunos clavos torcidos y sobresalientes – espero que la señora subara – sama, no venga aún y vea esto – Dijo nerviosa y asustada por el mal trabajo que hizo.

Mocosa ¿Qué has dicho? – Dijo la mujer tras de la chica que salto del susto y por accidenté, el martillo cayó en uno de sus dedos de su mano.

¡AH! – Grita Kaede por el susto y el dolor y la sorpresa que le dio al escuchar su ama tras de ella – ¡n – n – nada, no dije nada señora! ¡Y - Yo solo estoy trabajando! – Dijo agarrándose su mano donde le cayó el martillo y aguantando el dolor que siente por miedo a la mujer, contando que escondía con su cuerpo el mal trabajo que realizó.

La mujer frunce un poco el ceño y agarra del cuello de la ropa de la chica y le alza del suelo, como si no pesara.

¡S – Señora por favor, no me castigue! – Suplico Kaede asustada, pensando que ya vio el mal trabajo que hizo.

¿Quién es esa tribu galla, que dijiste? – Pregunto la alvina a su esclava.

¿Eh? – Exclamó confundida Kaede.

La mujer frunció más el ceño.

¡Responde! – Exigió la mujer alzando un poco la voz.

Kaede solo la miro asustada, no entendía por qué quería saber de la tribu de dioses muglox.

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Subara se encontraba merodeando por un lugar diferente a la suya, con criaturas como masas arrastrándose de un lado para otro con diferentes colores y ojos de aburrimiento, pájaros e criaturas voladoras que iban y venían, para una persona normal sería muy extraño todo eso, pero para la alvina, no.

Ella se encontraba con una gabardina gris, que la cubría por completo, sin importarle lo extrañó y pintoresco del lugar, ella solo tenía un objetivo, más bien cinco de ellos.

Al final de su recorrido llego a unos arbustos que los aparta, llega a un sitio con cinco partes separadas por el fuego, aire, tierra, agua y lo que parece un mini templo en una nube. Adentrándose más al lugar.

En ese momento cinco criaturas regordetas con partes de su cuerpo como el cabello que eran cubiertos por los cinco elementos, bajaron del cielo y rodearon a la intrusa que se detuvo su andar.

¿Quién eres, intrusa? – Dijo el muglox del fuego con la seña fruncida – ¿Por qué estás en el territorio de la tribu galla? – Pregunto, al ver la apariencia alargada y nada parecida a los muglox. Ese intruso le causaba una mala espina.

Así que, ustedes son la tribu galla – pregunto más bien, se aseguró de lo que decía el personaje de la gabardina.

¿Eh? – Exclamaron los cinco dioses muglox confusos.

¿Quién rayos eres? – Pregunto el muglox con cabellos de tierra y plantas.

La mujer de la gabardina, miro a cada uno analizando su apariencia y más.

Díganme ¿Qué tan fuertes son? ¿Por qué son fuertes, no? – Pregunto la mujer tranquilamente.

La pregunta confundió y de cierta forma molesto a los dioses muglox, al entender de sus palabras.

¿Estas insinuando, que somos débiles? – Pregunto molesto el muglox con el cabello de fuego - ¿Acaso no sabes quiénes somos? – Pregunto.

La verdad no me interesa quienes son, solo quiero sabes que tan fuertes son – Dijo mirándolos con repugnancia, pero no se lo notaba por que la gabardina la cubría.

¡Como osas hablarnos así! ¡Somos la tribu galla, dioses de los muglox! – Dijo muy molesto por la ofensa el muglox de fuego.

Si son tan dioses como dicen, eso quiere decir que son fuertes ¿No? – Pregunto la encapuchada, pero antes que dijeran nada, ella hablo – les propongo algo – Dijo – todos ustedes enfréntenme en un combate y si ganan, yo no les molestare y me iré y no me verán jamás – Propuso.

Los cinco muglox se le quedaron viendo al misterioso personaje y luego entre ellos.

¿Y si tú ganas, que? – Pregunto el muglox con una fuente en su cabeza.

...

Destruiré su mundo – Fue lo que salió de la boca del encapuchado.

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Kaede se encontraba barriendo la entrada de la cabaña muy pensativa, no se sacaba de la cabeza del porque su ama le pregunto sobre la tribu de los dioses muglox.

Flasckback::

¿Quién es esa tribu galla, que dijiste? – Pregunto la alvina con la seña fruncida.

¿¡P – Porque quieres saber de ellos!? – Pregunto nerviosa e intimidada.

La alvina frunció la seña más y alzo la mano, que Kaede vio y entendió rápido el mensaje.

¡Son la tribu de dioses del mundo muglox, ellos son los que cuidan el reino de los muglox y los que les dieron poderes! – Dijo Kaede de forma rápida y asustada, pero calló al darse cuenta que dijo de más.

Así que dioses de los muglox – Dijo la alvina, analizando de lo que dijo la joven – y dime ¿Son fuertes? – Pregunto, mirando a la joven, sin soltarla.

Kaede no respondió estaba nerviosa y asustada.

Ya veo – Dijo la alvina y suelta a la joven que cae del suelo de golpe.

¿S – Señora, p – porque me pregunto eso? – Pregunto Kaede asustada.

Eso no es de tu incumbencia y mejor arregla ese desastre tuyo o te ira mal – Dijo la alvina dándole la espalda con indiferencia – voy a salir a ver unos asuntos y cuando llegue, quiero ver todo limpio y ordenado, mocosa estúpida – Diciendo esto, se va dejando a una asustada y confundida chica.

Fin del Flasckback::

Desde que ella se marchó, Kaede solo se quedó en el suelo procesando lo que paso, cuando despertó de su transe se dispuso a arreglar el suelo que le dijo que arreglara, con la mente ocupada y teniendo una fea sensación en sí, es como si hubiera cometido un terrible error.

Dando un suspiro, Kaede se disponía a coger sus utensilios de limpieza y adentrarse a la casa para hacer le resto de sus deberes, pero se detuvo al escuchar algo.

¿Mm? – Exclama Kaede al girar la mirada al bosque y presta más atención - ¿Ese es un llanto? – Se preguntó y quedo mirando en esa dirección.

La joven deja a un lado de la puerta sus cosas y se encamina en dirección al bosque, pero se detuvo, insegura de avanzar ¿Era buena idea ir al bosque a ver quién era que lloraba?

Subara – sama, me dijo que no debo ir al bosque – Se dijo Kaede nerviosa, no quería que la alvina se entere que la desobedeció, así que retrocedió unos pasos, insegura de ir.

¡Ayúdenme! – Se dejó oír un grito con llanto en el bosque.

Kaede dejando sus dudas de lado, salió corriendo en dirección al bosque con tal de ayudar al que gritaba.

¿Alguien está aquí? – Dijo Kaede mientras, ya estaba en el bosque – responda – Dijo buscando con la mirada por todos lados.

En eso escucho el llanto de alguien y voltea en una dirección, ve a una chica de su misma edad, sentada en el suelo con un pie vendado y llorando.

¿Hola? Disculpa ¿estas, bien? – Pregunto Kaede acercándose a la chica.

No, me lastime el tobillo – Dijo la chica dándole la espalda a Kaede.

Oh, pobrecita – Dijo Kaede preocupada – si le llevo a la caballa y la curo, luego la llevo a su casa y me regreso rápido a la cabaña, no creo que la señora se dé cuenta y creo que tardara en volver – pensó para poder ayudar a la chica.

Ayúdame, por favor – Pidió la chica sin dejar de cubrir su cara con sus manos, sin parar de llorar.

Claro – Dijo Kaede sonriéndole – puedo llevarte a la cabaña donde vivo y poder curarte – Digo amablemente.

Gracias – Dijo la chica.

¿Puedes pararte? – Pregunto Kaede.

S - Sí, creo que puedo caminar un poco – Dijo chica parándose tambaleándose un poco del suelo.

Muy bien, déjame ayudarte y guiarte a la cabaña – Dijo Kaede amablemente, tomando su mano y guiándola.

Muchas gracias – Dijo la chica también sonriéndole con amabilidad – señorita – Dijo cambiando una sonrisa amable a una perversa, que Kaede no noto por estar distraída.

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Entonces ¿qué dicen? ¿Aceptan mi oferta? – Dijo la alvina a los cinco muglox.

Los cinco muglox se miraron entre sí, con cierta preocupación por las palabras dichas por la extraña y al parecer villana mujer, pero solo se pusieron en posición de pelea, dejando muy en claro su respuesta.

Me da gusto que aceptaran – Dijo la mujer dejando desenvolver sus manos cruzadas y posicionando un pie adelante.

Pero también si ganamos, nos dirás quien rayos eres – Dijo uno de los cinco muglox.

Ok, por mí no hay problema – Dijo la mujer.

Así los cinco muglox, se lanzaron a atacarla con sus poderes y la mujer solo quedo parada esperando los ataques de sus contrincantes.

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Cuando lleguemos a la caballa, te curare y te daré algo para que comas y te llevare a casa – Le decía Kaede a la chica.

Gracias – Dijo la chica con amabilidad – le agradezco que trate de curarme la rodilla – Dijo.

Clar... - Kaede no acabo su palabra y se detiene de golpe su andar de repente.

¿Sucede, algo? – Pregunto la confusa chica.

Kaede la quedo mirando un rato y dándose cuenta de algo.

¿T – Tu rodilla? ¿Q – Que, que no era tu tobillo que te lastimaste? – Pregunto Kaede confusa, para empezar a ponerse nerviosa y comentando al latirle el corazón, un muy mal presentimiento sentía, incluso cuando vio a esta supuesta chica.

La chica se dio cuenta de lo que dijo y se puso nerviosa y alterada.

¿R - Rodilla? ¡Quise decir del tobillo! ¡Si, eso! ¡Es solo que me equivoque! ¡Es que por el dolor me confundo! ¡Si, eso! – Trato de justificarse la chica, poniéndose alterada.

Kaede por instinto, suelta la mano de la chica y da unos pasos lejos de la ella.

Ahora que lo pienso, cuando alguien se lastima del tobillo es imposible que se pueda para y mucho menos caminar – Dijo Kaede cada vez más nerviosa y asustada.

Kaede empezó a analizar todo lo que pasaba y era cierto lo que decía, una persona no puede dar un paso cuando tiene un tobillo roto, pero que esa chica se pare y camine, era muy sospechoso. Aparte ahora que lo pensaba, ¿Qué hacía una chica, andando en pleno bosque? ella no vio a ni una persona merodear por estos territorios, ni en una sola vez que lleva viviendo allí, ni siquiera vio un pueblo o caballa al horizonte de ese lugar o una señal de civilización y ¿encontrarse a esa chica de repente allí?.

¿¡Q – Quien eres!? – Pregunto Kaede muy nerviosa y alejándose más de "la supuesta chica"

La supuesta chica solo se quedó callada, para luego lanzar una risa espeluznante. Kaede retrocedió más.

Así que me descubriste ¿No? – Dijo la supuesta chica con una enorme sonrisa – veo que no eres una humana no muy tonta, como lo pensé – Dijo.

La supuesta chica empezó a crecer de tamaño y su cuerpo a deformar, hacerse peludo, mientras las prendas que tenia se desgarraban y rompían. Kaede vio eso con espanto y asombro, que quedo petrificada e incapaz de que su cuerpo reaccioné y salga corriendo de allí. Frente a la joven se rebeló un especie de oso negro con tres ojos color rojos en la cara, la boca azul y unos largos colmillos y garra, su tamaño superaba a los osos normales que ella conoce.

Kaede estaba muy espantada y horrorizada, al ver como una chica se convirtió en esa cosa y para su mala suerte, no se podía mover del miedo. La bestia, vio que no corría y sonrió.

Por lo que veo, nunca viste en tu vida un monstruo – Dijo con una voz grabe e tétrica la bestia – es de suponer que no eres de acá – Dijo – ya que no hay muchos humanos en este lugar - Dijo – pero oler uno, me resulto raro, pero a la vez delicioso – Dijo – aunque no entiendo que hace una humana, con esa tipa – Dijo con disgusto – pero no importa, mientras ella no cuida a su presa por buscar pleito, yo aprovecharé en comérmela – Dijo relamiéndose él hocicó que dejaba escurrí un poco de baba.

Kaede reacciona recién, después de escuchar la palabra "comérmela" y sin pensarlo dos veces, sale corriendo de allí con mucho miedo.

O no, no te me iras – Dijo dando un soltó la bestia en el aire y quedando frente a la chica, que se detuvo, pero volvió a girar para correr a otra dirección - ¡No te iras a ninguna parte! – Dijo agarrándola y alzándola con una de sus garras impidiendo su escape.

Kaede forcejeó, mientras empezaba a llorar del miedo, tratando de escapar de esa bestia.

¿Qué pasa humana? ¿No decías que deseabas, morir? – Pregunto la bestia a la joven, que con lágrimas en los ojos le miro con sorpresa – si te preguntas como sé eso, te responderé que desde el día que te vi bañarte en el agua, no parabas de decir que deseabas morirte y no seguir siendo la esclava de esa zorra – Dijo sonriente – sí, te seguí vigilando desde ese tiempo – Dijo – entonces ¿por qué no concederte tu deseo de morirte? – Dijo – así todos somos felices – Dijo – yo te cumplo el deseo de morirte y no seguir siendo la esclava de esa zorra y yo me gano una cena – Dijo como si encontrara una feliz solución para todo.

Kaede se paralizo por lo que dijo, era cierto que ella estaba muy triste por lo que pasaba que deseaba desaparecer, pero no pensó que su destino le escuchara y le diera la oportunidad, pero...

Muy bien, hora de que desaparezcas y yo coma – Dijo la bestia con forma de oso negro.

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Ahora dudaba de lo que deseo.

¡NO! ¡No quiero morir! ¡Por favor, suéltame! – Dijo Kaede volviendo a forcejear y patalear, con lágrimas en los ojos.

Maldita, humana – Dijo el oso de tres ojos, tratando de inmovilizar a la chica - ¡Aunque cambiaras de opinión, igual te comeré! – Dijo.

¡NOOO! – Gritoneaba Kaede – no quiero morir – Pensó sin dejar de luchar por soltarse, a pesar de los raspones que se provocaba por las garras del animal – no quiero morir – Pensó cerrando fuertemente sus ojos.

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¡SEÑORA SUBARA, AYÚDEME! – Grito con tanta fuerza e desesperación Kaede, sin dejar de llorar.

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Con que eran los más fuertes ¿no? – Dijo la alvina pisándole la cabeza al muglox de cabellos de fuego, que se encontraba lastimado he herido y mirando a la encapuchada con enojo y rencor, a pesar de que trataba de levantarse, como sus otros compañeros que estaban igual de heridos – menuda decepción, me resultaron ser – Dijo con claro fastidio al ver que estas criaturas que se dicen llamar dioses, ni lograron lastimarla un poco o darle buena pelea – supongo que los muglox son una especie de criaturas, muy débil – Dijo mirándole con su típica sequedad – fueron una pérdida de tiempo – Dijo pisando más la cabeza del muglox que lanzó un gemido de dolor – tranquilos, acabare con su agonía en un santiamén – Dijo la alvina creando una esfera en sus manos y apuntándolo en dirección al muglox que pisaba.

Pero antes de que hiciera lo que dijo, las orejas de la alvina se agitaron, haciendo que alcé la mirada a una dirección.

¿Qué rayos fue eso? – Dijo la alvina mirando una dirección específica y presto más atención.

¡SEÑORA SUBARA, AYÚDEME!

Al escuchar eso, la alvina abrió muchos los ojos cancelando la esfera que formo en sus manos.

¡Mierda! – Pensó la alvina y sin hacer más, salió de allí corriendo, dejando a los mal heridos muglox, que miraban irse corriendo de allí, sin entender su repentino escape.

La alvina corría si parar por el bosque de ese mundo y de su gabardina saco una especie de aros y lo arrojó frente a ella.

¡ÁBRETE! – Dijo la alvina y los aros se agrandaron formando un portal, donde ella salto e ingreso.

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¡Maldita sea! – Dijo molesto el oso tratando de sujetar bien a la joven - ¿¡Enserio, ya no quieres morirte!? ¡Eso es lo que deseabas! – Dijo.

No ¡Yo no quiero morir! – Decía Kaede, arrepentida de la forma incorrecta de lo antes pensaba, antes no tenía idea que su deseo de cierta forma le asustaba y en su mente vino los recuerdos de sus amigos, familia – ¡no quiero morir! – Pensaba - ¡QUIERO VIVIR A PESAR DE LOS MALTRATOS DE MI AMA, QUIERO ESTAR CON ELLA AUN ASÍ! – Grito.

¿¡Que estupideces dices!? ¡Nadie quería estar con una zorra, que solo le viven humillando y esclavizando! – Dijo incrédulo el oso, por lo que dijo la chica.

¡Yo, sí! ¡Sé que ella no es muy expresiva con afectos, pero sé que ella es buena en el fondo! – Tanto ella como la bestia se sorprendieron por las palabras que salieron - ¿Por qué dije eso? – Pensó confusa Kaede, no sabía porque lo dijo, la mujer que la esclavizó ¿Buena?

¿Ella? ¿Buena? – Dijo el monstruo, incrédulo – no me hagas reír, jamás en mi vida he escuchado que esa zorra, hiciera algo bueno – Dijo para comenzar a reír de la estupidez de la humana.

No – Dijo bajando la mirada Kaede - ¡No le digas así a Subara - sama! ¡Monstruo, feo! – Le grito - ¡Y mejor suéltame! - Reclamo.

¿¡A quien llamas monstruo, feo!? – Le reclamo el monstruo molesto he ofendido - ¡Maldita, mocosa...! – Le dijo, pero no acaba sus palabras.

¡Slash!

El oso sintió un dolor que lo enmudeció y Kaede vio su expresión, sus tres ojos agrandarse y tanto el oso, como la joven que vio bajar la mira, vio como un metal filoso sobre salía de la enorme barriga del animal, manchándose con sangre.

Soy la única que puede llamarle mocosa a la humana – Dijo una voz fémina, bastante familiar para Kaede – y creo que la mocosa, te dijo que la sueltes – Dijo – nadie se mete con las cosas que me pertenecen – Dijo.

S – Subara – sama – Dijo casi en susurros Kaede, por la sorpresa de verla allí - ¿C – como me encontró? – Pensó.

M – Maldita, zorra – Dijo el oso herido, con su única garra libre lanza un zarpazo a la alvina que lo esquivo con facilidad y le propino una patada en la cara haciendo que tire y suelte a la joven.

¡AH! – Grita Kaede al ser soltada con violencia y caer al suelo - ¡Ayúdame, señora Subara - sama! - Grito y vio que la alvina corre en su dirección – Señora Subara – sama – Dijo con ojos brillosos de la felicidad – entonces no me equivocaba, ella es buen... - Pensó hasta que vio pasar a lado de ella - ¿Eh? – Exclamó antes de estamparse donde estaba los arbustos de golpe.

Kaede al levantarse de los arbustos que amortiguaron su caída pero aún le dolió, vio como la alvina fue donde un árbol a sacar tras de ella otra espada.

Señora, Subara – sama – Dijo Kaede decepcionada, llorando a cascadas al ver que no le tuvo importancia su caída.

La alvina se puso frente a Kaede.

Vete – Dijo la alvina, sin despegar su mirada del oso, que trato de sacarse la otra espada de su vientre.

¿Eh? – Exclamó Kaede confusa.

¡La humana, no se ira a ningún lado! – Demando el oso de tres ojos.

¿¡QUIERES QUE TE APRETUJE EL CUELLO, PARA QUE ENTIENDAS O QUE!? ¡VETE DE UNA VEZ A LA CABAÑA Y NO SALGAS DE ALLÍ, HASTA QUE YO LLEGUE! – Le grito la alvina, cabreada por la inutilidad de su esclava.

¡S – Si, señora! – Dijo Kaede asustada y salió corriendo de allí.

¡No, no lo aras! – Dijo el oso dispuesto a ir tras la joven, pero la alvina se interpuso – eres una zorra, entrometida – Dijo molesto.

Y tu una bola de pelos, roba esclavos – Dijo la alvina, con su típica sequedad - ¿Creíste que te saldrías con la tuyo, tratando de engañar a la descerebrada de mi esclava, no? – Pregunto – pues te informo, que a mí nadie me roba nada, por muy inútil que resulte ser – Dijo.

El oso le quedo mirando como si le hubiera salido otra cabeza a la mujer.

No me lo puedo creer – Dijo e oso y luego soltó una risa, olvidándose un momento que tenía una espada incrustada en el estómago y de la humana – al parecer hay Kitsunes, que humanos logran ablandarlos – Dijo al ver y darse cuenta que a pesar de que la alvina no lo demostraba, protegía a la humana y al parecer tenia sentimientos que ni ella misma admitiría – yo creía que solo la estabas criando para comértela cuando este gordita, pero parece que no – Dijo sonriendo torcidamente.

¿Comérmela? ¡Ke! Que estupideces dices, no estoy desesperada como ustedes los monstruos, además no tengo mal gusto en la comida ¡Desquiciado! – Dijo la alvina con incredulidad y asco al imaginar comerse a su esclava – además, creo que estas mal de la cabeza, yo no tengo sentimientos blandos por nadie y menos por una estúpida humana y lo que haga con ella, no es asunto tuyo – Dijo – y otra cosa más ¿no vez que estas tierras me pertenecen? ¿Cómo osas invadir mis tierras, sin mi permiso? – Dijo molesta – también me las pagaras por interrumpirme en un negocio que tenía, con unas inútiles criaturas – Dijo más molesta – ¡me las pagaras con tu cabeza, maldito oso de felpa! – Dijo molesta.

¡Eso lo veremos, zorra! – Dijo el oso corriendo con sus garras listas para atacar.

Antes de que le dé un zarpazo a la alvina, ella salto muy alto quedando por arriba del enorme animal y por un breve momento sus ojos se volvieron de color rojo sangre con pupilas doradas y unas marcas aparecieron en su rostro, al igual que unos no tan largos colmillos que empezaron a sobresalirse de sus dientes. La mujer se posicionó tras del animal, sacándole de la espalda de un jalón, su espada. El oso molesto a más no poder, giro para enfrentar a la mujer pero, ella con un movimiento de sus dos espadas, creando para la vista de cualquiera, un destello y volvió a saltar lejos del oso, que se quedó inmóvil. La alvina guarda sus dos espadas en la funda que estaba en su cintura, al mismo tiempo que el oso cae con pesadez al suelo y su cabeza rueda y el pie de la mujer lo detiene.

Te dije que me las pagaras con tu cabeza – Dijo Subara con sus ojos ya regresando a la normalidad y mirando la decapitada cabeza con indiferencia, luego gira a ver por donde se fue la joven – ¡Aj! Maldición me ensucie la yukata – Dijo mirándose la ropa que estaba un poco cubierta con sangre del oso y luego miro al animal - ¡Ke! Perdedor – Dijo y se quedó viendo el cadáver del animal – al menos me servirá de algo tu piel, para el invierno que no tardara en acercarse – Dijo – luego me quitare esta sangre de encima – Dijo y de sus mangas saco un cuchillo filoso y se acercó al enorme oso.

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Kaede se encontraba en su habitación encerrada, con una sartén en las manos, cerrando fuerte los ojos. Desde que volvió, solo se dirigió a su cuarto a encerrarse, tenía miedo de salir y ver a ese monstruo y rezaba que nada le pase a la alvina, a pesar de que ella suele maltratarle. Le brindaba por una extraña sensación de que estar a su lado, estaba protegida... Aunque no negara que también se siente intimidada por ella ¿Pero qué podía hacer? ¡Ella era la única que le quedaba en este lugar! De pronto escucha algo entrar a la cocina y acercarse, ella por instituto se esconde bajo la cama, sin soltar la sartén de sus manos, ya que era su única arma con que defenderse. Escucha pasos detenerse en la puerta de su habitación y luego abrirla. Kaede solo apretó más el mango de la sartén, mientras cerraba fuertemente sus ojos y quedaba muy callada, mientras su corazón no dejaba de latirle.

¡AAAAH! – Grita Kaede cuanto es tomada y jalada afuera de bajo de la cama, por una mano que tomo su pie.

¿Qué demonios haces allí abajo, mocosa? – Dijo una alvina con la seña fruncida, todavía tomando el pie que le levanto a la chica.

¡Subara – Sama! – Dijo Kaede sorprendida al verla, aun colgada de cabeza por su pie.

¡Te dije muy claramente que no fueras al bosque! ¡Pero parece que te encanta desobedecerme y que recibas mis castigos, mocosa! – Dijo molesta la mujer.

¡L –Lo siento! ¡E – Es que escuche a alguien llorar y fui a ver y me encontré con una chica y que resulto ser ese monstruo! – Dijo justificándose, Kaede.

Para tu información, mocosa – Dijo una enojada alvina – los monstruos, hacen eso, para engañar y que los inocentes y torpes humanos, caigan en sus trampas, aprovechándose de sus blandos y patéticos corazones – Dijo con fastidió.

N – No lo sabía – Dijo Kaede intimidada.

Pues ahora lo sabes, mocosa – Dijo la mujer soltándola y dejándola caer.

¡Hay! – Exclamó Kaede adolorida al caer de cara, otra vez.

¡Ah! – Exclamó con fastidió, la mujer – no tienes remedio, mocosa descerebrada – Dijo cruzando de brazos fastidiada – a veces me pregunto ¿por qué no te deje tirada en ese bosque? y no me causaras tantos problemas – Dijo.

Kaede solo se sentó en el suelo con la vista nublada por sus flequillos.

En vez de servirme de algo, solo me das más dolor de cabeza – Seguía diciendo la alvina – me interrumpiste en un negocio que tenía, solo para que no te comiera un peluche de felpa barato – Dijo.

Kaede se para del suelo con la vista tapada.

Parece que todo lo que te digo, no entra en esa pequeña mente tuya – Decía la mujer – a veces no entiendo ¿por qué no te ahorco de una vez por todas, para que no me fas...? - No acabó, cuando sintió un cuerpo apegarse a ella y unos brazos envolverla.

Baja la mirada para ver, por primera vez con sorpresa a la joven abrazarla.

¡Cómo te atreves a acercarte a mí de esa manera, humana insolente! – Le reclamo la alvina molesta, con una vena saliendo de su cabeza y para qué negarlo incomoda, colocando sus manos en los hombros de la joven para apartarla de ella.

Gracias – Fue lo que salió de Kaede, cosa que detuvo a la alvina, que la quedo mirando – a pesar de que lo que dices, es cierto y soy una inútil, te agradezco por salvarme – Dijo – me di cuenta de que no tengo la valentía de querer morir y que siento que todavía quiero vivir la vida a pesar de las cosas malas que me suceden – Dijo y la alvina la sintió temblar en su abrazo aferante, mas escucharla llorar.

¡Maldición! ¿¡Otra vez estas llorando!? – Pensó la alvina incomoda.

Sé que no sirvo para muchas cosas y que por eso muchos no me toman en cuenta – Dijo Kaede las veces que vio en los ojos de sus ex amigos, la desconfianza de que logre algo, incluso de su mismo ex novio zetsu – pero tú, me das motivos para seguir viva, a pesar de los maltratos que sufro – Dijo con lágrimas – gracias, por dejarme vivir – Dijo.

La alvina no dijo nada y ni se movió, solo se quedó con la mirada ensombrecida, mirando a la joven que le abrazaba.

A una flor marchita.

...

¡AH! – Grita Kaede al caer de al suelo, por el empujón que recibió y alzó la mirada a la mujer que le miraba con frialdad más de lo normal y con inexpresión en su mirada.

No confundas las cosas, mocosa – Dijo la mujer con acides – no soy como tú piensas y no lo seré – Dijo – tu deberías odiarme, no agradecerme por nada – Dijo – y no, no te salve la vida porque me preocuparas, eres mi esclava y te estoy utilizando y una vez que ya no me sirvas más, te matare – Dijo muy fría – así que vaya quitándote esas estupideces de mente, que me ablandare contigo – Dijo – porque nunca pasara – Diciendo esto, se retira del cuarto, dejando a la joven tirada en el suelo llorando y cerró la puerta del cuarto con un portazo.

Kaede solo se quedó allí en el suelo, para después ponerse a llorar con todo su ser.

Del otro lado de la puerta estaba subara, con la inexpresión en su rostro y escuchando el sollozar de la joven, apretujo sus puños logrando que sus no tal largas uñas le perforaran sus nudillos volviéndolos blancos, logrando que gotas de sangre cayeran de sus puños apretados.

Mocosa, estúpida – Dijo la alvina parándose recto de la puerta y retirándose de allí.

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Al día siguiente, todo el ambiente se puso más pesado que antes, Kaede solo se dedicaba a hacer su labor en silencio, sin decir una palabra, parecía un zombie que solo limpiaba. Ella estaba acostumbrada a las crueles palabras de la alvina, pero ayer le afecto de una manera dolorosa, causando que no pudiera dormir bien a noche.

Por otra parte, la alvina siempre estaba afuera de casa echada él lo más alto de un árbol mirando el horizonte, sin una expresión clara en su mirada, solo se le podía denominar que estuviera pensando.

Así estuvieron sin hablarse por tres días consecutivos, Kaede ya no recibía las constantes regaños o palabras hirientes de la mujer, además no espero recibirlas, solo seguía su misma rutina de siempre.

Hasta que el cuarto día...

Mocosa – Dijo la alvina tras de la joven.

Kaede solo giro lentamente y con temor, a la mujer.

¿Ahora que hice? – Pregunto Kaede con temor.

A partir de mañana dejaras de ser mi esclava y te volverás mi discípula – Dijo con tranquilidad la alvina, con los brazos cruzados.

Espera.

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¿¡QUE FUE LO QUE DIJO!? – Fue lo que pensó una choqueada y sorprendida, Kaede.

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