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56.

[Hoseok]

¿Cuánto debió pasar? ¿Uno? ¿Dos? ¿Tres minutos? No los conté, pero a pesar de no ser muchos, fueron los suficientes para no poder alcanzar a Taehyung después de que echara a correr y yo me quedara dentro de la sala asimilando lo sucedido. Cuando reaccioné, fue demasiado tarde. Llegué a la escena, al lugar donde aún permanecía el corro de gente, pero a él se habían añadido un par de profesores que sostenían a Jungkook y Jimin. Fueron expulsados ese mismo día.

A Jungkook lo vinieron a recoger sus padres, pero los de mi amigo estaban suficientemente ocupados para permitir que su hijo volviera solo a casa después de una pelea y una expulsión. De cualquier forma, eso me vino de lujo para saltarme las clases que quedaban en compañía.

- Creo que te ha partido un diente -observé mientras Jimin masticaba ausente su hamburguesa. Era la tercera que comía desde que habíamos entrado. - Sí, definitivamente te lo ha roto.

- Aun no entiendo cómo puede haberlo hecho con él, justamente con él -me interrumpió cambiando radicalmente de tema. O sacando de nuevo el mismo que llevaba tocando desde que habíamos salido de la escuela. Incluso por la indignación, comenzó a comer más y más rápido. - ¡Con él, con Jaebum, joder!

- Aún no tengo claro a que te refieres con "hacerlo" -Jimin me miró con una ceja levantada mientras daba un rápido pero largo trago a su bebida, agarrando la delicada pajita entre sus labios manchados de kétchup. - ¿A sexo?

- Más o menos.

- ¿Más o menos? -ya empezábamos con el punto de vista distorsionado que tenía mi amigo en todo lo referente a su amor platónico. - ¿Les viste teniendo sexo?

- En realidad solo estaban besándose en los baños, pero no cambia en absoluto las cosas.

- ¿Y qué cosas son las que supuestamente no cambian?

- Pues ya sabes.

- No, no sé, por eso pregunto -di un mordisco a mi primera y única hamburguesa de todo el día. Ni siquiera sabía si iba a ser capaz de terminarla, sentía como si el estómago se me hubiera cerrado y meter un trozo tuviera que conllevar un esfuerzo sobrenatural. - ¿Acaso teníais algo?

- ¿E-eh?

- ¿Eráis novios? ¿Te tenía que guardar fidelidad por alguna razón?

- No, p-pero...

- ¿Pero? -abrió la boca para hablar, pero por algún motivo la rabia que comenzaba a extenderse por mi pecho no le dio tiempo a soltar palabra antes de escupir ella misma las suyas propias. Solo tenía una cosa en mente, y era el balance entre mi día de ayer con Taehyung y la mañana de hoy. - No hay peros. Te has guiado por unos celos enfermizos que ni siquiera estás en derecho de tener, porque si no me equivoco, Jungkook te ha dejado totalmente más de una vez, que no tenéis nada. Absolutamente nada, Jimin.

- ...

- Eres tú quien no quiere aceptarlo, y por tu jodida culpa ha salido más de una persona afectada. Y encima sigues indignado por lo sucedido, cuando nadie, nadie más que tú mismo, es el causante de lo que ha ocurrido.

- Y-yo...

- ¿Tú qué? -dejé la mitad de hamburguesa que me quedaba a un lado, y apoyé las manos en la mesa. Seguramente estábamos llamando la atención de las pocas personas que, al igual que nosotros, se encontraban en el local, pero me daba exactamente igual. - ¿Tú qué, Jimin? -volví a repetir.

El castaño me miró a los ojos y así se quedó todo el tiempo, mirándome y en silencio, con los labios fruncidos en una línea tan fina que era casi increíble no verlos. Y entonces aquellos ojos que no paraban de mirarme, empezaron a acuarse, a inundarse, y esos labios volvieron a aparecer y temblaron con tanta fuerza que no me extrañó que quisiera detenerlos mordiéndolos.

- Y-yo lo siento, lo si-siento mucho -declaró al tiempo que dejaba caer su hamburguesa y la primera lágrima se abría paso en su mejilla, seguida de muchas, muchísimas más.

No fue hasta ese momento que me ablandé, que dejé de guiarme por mis sentimientos, por la rabia y dolor de mi rechazo, y pude empatizar con mi amigo. Suspiré y relajé todo mi cuerpo que tan en tensión había estado segundos antes.

Ni Jimin ni yo nos terminamos nuestros menús, o en su caso, su tercer menú. Decidí que lo mejor sería ir a un lugar más apartado, lejos de miradas curiosas y cotillas que nada tenían que ver con el tema. Así que acabamos en la esquina de un descampado, tirados en el suelo con nuestras mochilas ejerciendo de almohadas.

Cerré los ojos e intenté olvidarme por un momento de ese maldito de día, de los sucesos de hacía tan solo unas horas, de todo lo que había cambiado en un mísero segundo, de que ya no tendría que decidir, que arriesgar nada, y no me sentía aliviado en absoluto.

Quería olvidarlo todo, pero los sollozos de Jimin no me dejaban ni respirar sin pensar en todo aquello que me estaba martirizando por dentro.

- ¿Aún no te has calmado? -murmuré aún con los ojos cerrados. Estábamos tumbados uno al lado del otro, y a excepción de algún piar de pájaros, lo único que se oía eran nuestras voces. - Ya te he pedido disculpas, no quería decirlo de ese modo.

- Tenías razón, Hoseok.

- Ya lo sé -respondí por inercia. No lo hice a malas o con intención de restregarselo, simplemente me salió del alma. No había dicho nada que no opinara con total sinceridad, y ahora que Jimin había entrado en razón, no iba a negar la verdad. - Igualmente, tampoco debería preocuparte mucho. Todos metemos la pata en algún momento.

- La he metido hasta el fondo.

- No te lo voy a negar.

- Jungkook me odia.

- Eso ya lo hacía antes, así que no hay problema -volví a escuchar sollozos y suspiré. Quizás debería tener un poco más de tacto con mi amigo. - Se le pasará, ya verás.

- No entiendo que mierdas le ve a Jaebum.

- Es guapo.

- Es idiota.

- Es nuestro amigo.

- Sigue siendo el mayor idiota que he conocido -no pude rebatírselo, porque algo dentro de mí sentía el mismo odio que Jimin, solo que yo no tenía el valor para soltarlo en voz alta, para gritarlo en vez de tragarlo. - Jungkook merece más. Mucho más.

- ¿Por qué no lo olvidas y ya? -escuché como se incorporaba, por lo que entreabrí un ojo y me lo encontré aún tumbado, solo que de lado, a centímetros de mi rostro y mirándome con una ceja levantada. Una ceja que aún estaba abierta tras la pelea con Jungkook. - Qu-quiero decir, sería lo más fácil.

- ¿Eres tonto?

- ¿No? -respondí con desconcierto ante tan imprevista pregunta. Seguramente, si estuviera a solas y esa pregunta me la hubiera hecho yo mismo, la respuesta sería completamente diferente y con mucha más seguridad.

- ¿Crees que no lo he intentado? ¿Crees que no me he pasado días y días repitiéndome que no me puede gustar, que tengo que olvidarle? ¿Crees que estoy enamorado por elección propia?

- ¿N-no? -pregunté temeroso porque mi respuesta fuera incorrecta. Hacer enfadar a Jimin era peligroso, muy peligroso.

- Claro que no, joder.

- Ah -respondí no muy convencido.

- ¿Acaso tú puedes elegir de quien enamorarte? -preguntó.

Me giré y le miré unos segundos, preparado para responder cualquier palabra sin sustancia, y retractándome de ello al recordar a Taehyung.

¿Había elegido yo enamorarme de Taehyung? ¿Había decidido en algún momento que sus ojos me iban a parecer lo más bonitos del mundo? ¿Sus labios los más delicados? ¿Sus gestos los más adorables y su voz la más tranquilizadora que existía sobre la faz de la tierra? ¿Escogí yo volverme adicto a su risa, a su rectangular sonrisa, a su forma de formar un puchero cuando no estaba convencido de algo?

¿Realmente quise que me gustara cada parte de su ser o simplemente surgió en contra de mi voluntad?

Suspiré y volví a colocarme bocarriba, pero esta vez no cerré los ojos. Observé el cielo, observé las ramas que lo tapaban parcialmente, las hojas que cubrían mis ojos del sol. Observé todos esos detalles que me pasaban desapercibidos cuando estaba con Taehyung.

- Jimin.

- Ya lo sé.

- ¿El qué sabes?

- Sé que tengo razón, no hace falta que lo digas.

Sonreí y esperé otro par de segundos antes de volver a hablar.

- Jimin -esta vez no respondió, tan solo emitió una especie de sonido con su garganta para que yo supiera que me estaba escuchando. - Creo que me gusta alguien.

- ¿Y? ¿Ahora me entiendes cuando digo que no puedo escoger olvidar a Jungkook?

- Sí -cerré los ojos y ensanché mi sonrisa al tiempo que sentía como si mi pecho se abriese, como si me los desgarraran lentamente. Se me escapó una lágrima que se debió perder entre la arena, no le presté atención, solo sonreía con dolor. - Lo entiendo perfectamente.

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