56
Jungkook.
¿Recordáis el bonito cuarto del lugar donde nos alojábamos todo el colegio? ¿Esa pequeña pero bien amueblada habitación? ¿Una impecablemente limpia y agradable? ¿Sí? Pues ahí es donde pasamos lo que quedó de día gracias a Yoongi.
Bueno, realmente fue gracias a que caímos al río. Conseguimos salir, pues al parecer tampoco era una corriente tan fuerte como nos habían advertido, pero de todas formas no nos libramos del castigo cuando llegamos empapados a la reunión de grupo. Jimin y Taehyung también fueron castigados pasando lo que quedó de día encerrados en su habitación, pero por el contrario a nosotros, ellos no lo vieron como un problema.
— Jungkook —Yoongi apareció asomado por la puerta del baño, con un albornoz verde puesto y la capucha de este cubriendo la mitad de su rostro, casi por completo sus ojos. — Ya terminé —declaró sonriente mientras se acercaba con alegres saltitos hacia mí.
Asentí y cogí mi bolsa de aseo, pasando de largo e ignorando deliberadamente al castaño. Era lo que llevaba haciendo desde que habíamos conseguido salir del río, y aunque notaba que a él le dolía por el pequeño puchero que ponía de forma inconsciente a todas mis respuestas, no iba a cambiar mi actitud.
¡Me había dado un susto de muerte! Cierto que tampoco había sido completamente su culpa el que cayéramos al río, pues en realidad había sido la voz de Taehyung la cual me había sorprendido y hecho que me tambaleara hasta caer con Yoongi al agua. ¡Pero si había sido su culpa dejarme en shock!
En realidad ni siquiera estaba enfadado con él, tan solo intentaba procesar el miedo que había vivido unas horas antes y que él parecía haber olvidado. Cuando le vi cayendo, de veras se sintió como si estuviéramos a cámara lenta y Yoongi fuera directo a un desastroso final. Podía observarle y no hacer nada. Solo ver como caía y caía hasta que desapareció bajo el agua.
Realmente tampoco había sido tan traumático, pues ambos no tardamos en sacar nuestras cabezas nuevamente a la superficie y nada más nos vimos, fuimos el uno hacia el otro. Luego Taehyung nos ayudó a salir y segundos después llegó Jimin, quien casi me mata ahí mismo, alegando que no sabía cuidar de Yoongi.
— ¿Por qué estás enfadado? —fruncí el ceño, extrañado porque mis pensamientos se hubieran materializado en una voz viva. Una voz procedente de la puerta del baño, donde se encontraba Yoongi, aún envuelto en su infantil albornoz. Decidí ignorarle y seguir enjabonándome. — Jungkook...
No terminó ahí. Siguió llamándome cada pocos segundos, intentando conseguir mi atención, una respuesta por mi parte que no iba a llegar, y de hecho no llegó. Me limité a cubrir mi cuerpo de jabón, aclararlo con agua muy caliente y colocarme una toalla alrededor de la cintura antes de salir del baño.
— ¡A-ah! —retrocedí unos pasos al abrir la puerta y encontrarme con un bulto apoyado en ella. Uno que al no tener un soporte, terminó cayendo de espaldas, haciendo que su capucha verde del albornoz cayera y descubriera su adorable rostro abultando los labios con preocupación.
— Hyung... —murmuró en voz baja. Aparté rápidamente mi vista, poniendo una increíble fuerza de voluntad en ello, y pasé de largo rodeándole. Escuché un inicio de palabra ahogándose en sus labios, los cuales cerró de inmediato, y luego nada.
Luego me limité a vestirme, comenzando con la ropa interior y terminando con unos holgados pantalones de chándal que se soportaban a duras penas por mi cadera, deslizándose lentamente por esta y obligándome a subirlos cada dos por tres. Aunque no lo pareciera, eran maravillosamente cómodos.
Agarré la toalla y volví a dirigirme al baño, pensando en colocarla sobre un pequeño estante de metal que había junto a la ducha, cuando volví a toparme con la misma imagen de antes. Yoongi seguía tumbado exactamente en el mismo lugar, solo que esta vez se cubría los ojos con una mano y abultaba aún más sus labios. Se me encogió el pecho al verle de esa forma e inmediatamente me arrepentí de mi comportamiento.
— Hey, Yoongi... —me agaché a su lado, dejando la toalla en cualquier sitio, y rodeé el brazo que cubría su cara con mi mano, pero a pesar de poner un poco de fuerza para apartarlo, él insistió en no moverlo. Por como subía y bajaba su pecho, supuse que estaba llorando. — No llores, venga...
— No estoy llorando, idiota —murmuró descubriendo momentáneamente su cara. Tenía los ojos rojos, y afectivamente, aunque no estuviera llorando, no era porque el cuerpo no se lo pidiese, pues ganas no parecían faltarle. Fui a acariciarle la mejilla y apartó el rostro de inmediato, cubriéndolo de nuevo esta vez con sus dos brazos.
— Perdóname.
— No —negó e hizo más fuerza con sus brazos cuando intenté despegarlos de su cara. De alguna forma, terminamos forcejeando en el suelo del baño y las risas no tardaron en invadir la habitación. — ¡Ah, Jungkook, para! — ahora intentaba agarrar mis manos, las cuales recorrían maliciosamente su cuerpo en busca de cosquillas, y las hallaban, que era lo importante. Me resultó muy agradable verle reír.
— ¿Ya estás mejor? —preguntó de improviso, arrepintiéndome al segundo al ver como borra inmediatamente la sonrisa de su cara y de nuevo la decepción cubre su rostro. Se coloca el albornoz con indignación y la forma en que se pone en pie y sale del baño me responde mejor que cualquier palabra.
Salí tras él con resignación, sabiendo que todo esto era mi culpa, y por lo tanto cualquier esfuerzo por mi parte para hacer las paces sería poco. Esta vez es él quien me ignora, escuchando mis pasos y no deteniéndose hasta llegara a la cama, donde se subió torpemente y encogió sobre si mismo, cubriéndose por completo con el albornoz a excepción de sus rodillas, las cuales sobresalían.
Me senté a su lado y destapé disimuladamente uno de sus muslos en un intento de acariciarle, pero todo fue en vano, y con una pequeña patada y un quejido, volvió a esconderse bajo el mullido albornoz.
— Yoongi, hazme caso...
— No —murmuró con tono infantil. — Ya te pedí perdón por haber mojado tu cámara. Incluso la he secado con el secador y aún seguías enfadado y no me hablabas. Mi papá dice que hay que saber perdonar, y si tú no me perdonas pues me enfado —todo eso lo soltó contra la almohada, por lo que me costó bastante descifrar alguna de las palabras, aunque logré entenderle.
— No estoy enfadado. Ni siquiera me importa la cámara.
— Estabas siendo malo conmigo. No me hablabas.
— Ya lo sé, lo siento... —acerqué mi mano a su capucha, haciendo el amago de apartarla, pero él se me adelantó, girándose hacia mí y permitiéndome ver su rostro. Tenía el flequillo mojado y desordenado, con algunos mechones pegados a la frente, y sus labios parecían más rojizos que de costumbre. Me acerqué a darle un pequeño beso y luego le miré formando un puchero. — ¿Me perdonas?
— ¿No estás enfadado? —negué, pero su expresión seguía siendo de desconfianza. — Tu cámara no funciona... —recordó como si realmente ese fuera el motivo de mi actitud. No me importaba, no era un amante de la fotografía y había comprado ese aparato específicamente para el viaje. Los gastos materiales nunca me habían resultado un problema, ni ganarlos ni perderlos. — Te prometo que ahorraré y compraré otra, en serio.
— Me da igual la cámara, Yoongi.
— ¿Y por qué estabas enfadado?
— No estaba enfadado, ya te lo he dicho... —me miró buscando una explicación y yo me limité a suspirar mientras mi mano se distraía con el suave tacto de su albornoz. — Estaba asustado, en shock.
— ¿Asustado de mí?
— No —reí ante su ocurrencia — Asustado de perderte.
— Ya te he dicho que no fue por mi culpa, fue por culpa de Jimin que me convenció para ir por ese cami...
— No me refiero a "perdernos" —de lo que él hablaba, era que durante los primeros minutos de la actividad, él y el emo nos perdieron por el bosque. Pasamos por delante de la misma piedra con musgo unas nueve veces, y aún así ambos seguían defendiendo que su orientación era buena. — Hablo sobre cuando caímos a agua.
— Ah, pero eso fue culpa tuya —respondió más aliviado, pegándose más a mí. Sonreí y asentí, subiendo mi mano hasta su mejilla para comenzar a acariciarla sutilmente con mi pulgar. Estaba especialmente suave por haber salido de la ducha. — Te asustaste mucho —recordó con pequeñas risas. Fruncí el ceño pero terminé sonriendo yo también, pues tenía toda la verdad.
— En realidad fue tu culpa por lo que dijiste.
— ¿Mi culpa? —se incorporó, sentándose frente a mí con las piernas cruzadas. Se quitó la capucha por completo y comenzó a balancearse infantilmente. Tenía el pecho descubierto, y la bata se deslizaba por uno de sus hombros, dejándome entrever este junto su clavícula. Estaba tan apetecible como siempre, y de nuevo, sin darse cuenta.
— Por lo que dijiste antes.
— ¿Lo de que me follaras?
— Sí, eso —le interrumpí no queriendo escuchar esa expresión de sus labios. Me tentaba demasiado ver como soltaba palabras tan pervertidas con total inocencia.
— Ah, hablando de follar —rodé los ojos ante mis inútiles intentos de no escucharle. — Taehyung vino mientras te duchabas.
— ¿Eh? ¿Por qué? ¿Te dijo algo?
— No. Yo estaba en el baño contigo mientras me ignorabas... —murmuró con evidente rencor. Intenté arreglarlo dándole un besito en la nariz, y por la traviesa sonrisa que esbozó, supe que había funcionado. — Cogió unas cosas de tu mochila y se fue.
— ¿Unas cosas... — inmediatamente caí, levantándome de inmediato y dirigiéndome a la silla en la que se encontraba mi mochila de mano abierta. Busqué en su interior desesperado, sin hallar aquella caja que había traído conmigo. — ¡Será cabrón!
— ¿Qué pasa? —preguntó Yoongi desde la cama, tumbándose y mirándome con la cabeza cayendo por el extremo. El albornoz se le abrió por completo cuando encogió las rodillas, dejándole completamente desnudo y haciendo que maldijera un millón de veces más a Taehyung en mi interior. — ¿Te ha robado?
— Se ha llevado los condones que me quedaban —no exageraba. El paquete que me había cogido conservaba los únicos intactos, pues los que tenía de emergencia se perdieron en el río. Cerré la mochila con frustración y comencé a caminar por el cuarto, sin atreverme siquiera a mirar al castaño estando en esa posición. — Yoongi, hazme el favor y tápate un poco.
— Pero si siempre dices que soy bonito —se excusa, seguramente por la vergüenza de haber estado tan expuesto inconscientemente. Mientras vuelve a abrocharse la prenda, no puedo evitar echarle un vistazo. — ¿No te gusta mi cuerpo?
— Me gusta demasiado, y gracias a Taehyung, eso es malo.
— ¿Es malo que yo te guste? —se colocó a cuatro y vino gateando por la cama hacia mí, agarrándome de la pierna y tirando sobre la cama para seguidamente colocarse encima. Tuve que sujetarle de la cintura para que no cayera de espaldas al suelo, y mientras se incorporaba, pude notar perfectamente el roce de su miembro desnudo contra mi pantalón de chándal. — Oh, se me olvidaba —inmediatamente salió de encima de mí, acercándose de nuevo a gatas hacia el otro extremo de la cama, proporcionándome una perfecta vista de su trasero bajo la mullida tela verde. — Taehyung me dio esto cuando vino —alcanzó una pequeña bolsita que había en el suelo y de ella sacó un consolador azul casi transparente. Lo cogía con total naturalidad, aunque a la vez curiosidad. Supuse que no sabía lo que era.
— Dijo que es un regalo de Jimin. Se supone que tú no te tenías que enterar, pero me pidió que te lo enseñara para compensar el haberte quitado eso de la mochila. —me lo tendió sonriente — Así que toma.
No dije nada.
— ¿Tú tampoco sabes cómo se juega? —puso una mueca y volvió a agarrarlo él, observándolo por todos los lados, como si fueran a venir las instrucciones en algún sitio. — Por lo que dijo Taehyung, pensé que sí.
— ¿Qué te dijo Taehyung?
— Que tú me enseñarías a usarlo... —respondió sin prestarme mucha atención, más empeñado en encontrarle el uso al aparato. Tragé saliva y comencé a airearme, zarandeando mi camiseta por el cuello. — Jimin tenía uno igual pero de color rojo y nunca quiso decirme que era... —comenzó a golpear suavemente el consolador contra la almohada, pero al ver que nada sucedía, lo hizo a un lado. — Miraré en internet.
Tan solo le dije el nombre. Una maldita palabra y minutos después le tenía a mi lado, con la vista puesta en la pantalla de su móvil y una mano en el interior del albornoz, acariciándose sin ningún pudor. Seguro que había encontrado algún video porno, pues los gemidos que salían de su dispositivo no parecían precisamente un canto religioso. Por este tipo de cosas amaba internet.
Sin previo aviso, hizo el móvil a un lado y se acercó gateando de nuevo hacia mí, colocándose sobre mi regazo y permitiéndome apreciar que ya estaba completamente duro. Esta vez, en vez del móvil el cual no había puesto en pausa y seguía escuchándose, traía el consolador en su mano derecha.
— Ya sé cómo se usa —declaró restregándose inconscientemente contra mí. Yo también estaba duro, y solo hacía falta echar un vistazo a mis pantalones para descubrirlo, o hacer como Yoongi, restregarte deliberadamente contra mi erección. — ¿Me ayudas, Jungkook?
— Odio a Taehyung... —murmuré en voz baja.
— ¿Qué?
— Nada. Túmbate —ordené sin poder negarme un segundo más a sus casi súplicas. Él aceptó de inmediato, dirigiéndose a la parte superior de la cama y tumbándose boca arriba sin dejar de acariciarse. Me quité la camiseta y acerqué a él, lamiendo mis labios al verle tan excitado, mirándome con los ojos llorosos y los labios hinchados de tanto morderlos. — Ponte boca abajo y separa las piernas. A cuatro, Yoongi. —indiqué sintiendo el comienzo de un leve dolor en mi entrepierna mientras le veía acatar todas mis órdenes.
Aproveché para quitarle el albornoz y lanzarlo a algún lado del cuarto, desnudándole por completo. Un segundo después, ya me encontraba lubricando mis propios dedos y adentrando uno de estos en su interior, deleitándome con el pequeño quejido que soltó. Sonreí y añadí inmediatamente otro.
— A-auch, Jungkook... —murmuró con voz ahogada. Sonreí con malicia y los saqué lentamente para seguidamente volver a embestirle de golpe con ellos, haciendo que gimiera aún más alto y encorvara la espalda. — Jungkook, duele... —sollozó con el rostro girado para mirarme.
Tragué saliva, sintiendo mi miembro tan duro que apenas podía aguantar con él bajo tanta ropa. Aun así, no fui a liberarlo, seguí embistiendo lentamente a Yoongi, controlándome y aumentando el ritmo poco a poco. No tardé en añadir un tercer dedo, al igual que él tampoco tardó en ponerse a jadear contra la almohada, moviendo sus caderas con necesidad.
Cuando consideré que ya estaba suficientemente dilatado, agarré el consolador al tiempo que sacaba mis dedos de su interior, y antes de que pudiera quejarse, acerqué el extremo de este a su entrada, simulando pequeñas embestidas pero sin llegar a meterlo. Él comenzó a gimotear, lo que me encendió aún más.
— Jungkook... —levantó más las caderas y yo sonreí, satisfecho al ver como lo disfrutaba. — M-metelo...
— Pídemelo mejor y me lo pensaré.
— Hyung, por favor... métemelo... —mordí mi labio, presionando al mismo tiempo el juguete de plástico contra su entrada y abriéndome paso en ella, observando la manera deliciosa en la que se lo tragaba. — Ha—hasta el... fondo, por favor, hyung... —asentí aunque el no pudiera verme y le adentré todo lo que quedaba del consolador de una sola estocada, consiguiendo un alto quejido que acalló mordiendo la almohada.
Sonreí y le seguí embistiendo un par de veces más, hasta que en una, sin sacarlo de su interior, le agarré con firmeza y di la vuelta, colocándolo boca arriba. Volvió a gemir, esta vez más fuerte y sin nada que ahogara su voz, excitándome de sobremanera.
Con una mano sujeté sus muñecas sobre su cabeza para que no pudiera tapar su rostro y acallar su voz, y con la otra seguí metiendo y sacando el juguete con dureza, disfrutando de como se revolvía y jadeaba con cada intromisión.
— Yoongi —murmuré con voz ronca — ¿no quieres jugar un rato conmigo? —pregunté inclinándome sobre su cuello y comenzando a besarlo.
— S-sí —saqué el consolador lentamente de su interior y él se quejó por ello. Sonreí y le besé antes de incorporarme para colocarme entre sus piernas mientras terminaba de quitarme con torpeza lo poco que llevaba de ropa encima. Solo en ese momento recordé que no teníamos condón, pero tampoco me importó mucho. Valía la pena arriesgarse, y en caso de que no lo hiciera, tampoco iba a poder parar. — Jungkook, quiero más dentro... —me pidió con ojos llorosos.
No hizo falta que lo repitiera una segunda vez. Agarré sus piernas y las coloqué sobre mis hombros antes de acercar mi palpitante erección a su dilatada entrada. Solté un gemido cuando me deslicé fácilmente por su interior, y no tardé mucho en volver a repetirlo, pero de forma más brusca.
— ¡Ah! —seguía sin poder contener su voz, y yo no quería que lo hiciera. Me gustaba escucharle gemir mientras le embestía. Sus uñas se clavaban en mis brazos, y luego en la cama y de nuevo a mis brazos. Buscaba algo en lo que sostenerse mientras yo arremetía una y otra vez contra él.
En un momento sus gemidos se volvieron casi gritos y sonreí satisfecho al haber dado con aquel punto clave, el cual golpeé repetidas veces, disfrutando de como gritaba y se estrechaba aún más cada vez que daba con él. Me envolvía, apretando mi miembro con fuerza y provocando que yo también gimiese a su par, tornando mi voz a una más ronca producto de la excitación.
Y entonces me avisó de que iba a llegar, o al menos lo intentó, porque sonó como una especie de lloriqueo con mi nombre entre medias, y luego se corrió sin que yo le hubiera tocado siquiera, manchando mi abdomen y volviéndose aún más estrecho si era posible. No tardé en venirme en su interior a los pocos minutos, llegando a un delicioso orgasmo que no parecía terminar nunca.
Pero lo hizo, y después de eso, salí de su interior, quitando sus piernas de mis hombros y manteniéndolas separadas para ver su interior manchado de mi semen. Le resbalaba por las nalgas, y posteriormente por los muslos hasta manchar las sábanas y colchón. Sonreí y alcé una ceja antes de adentrar de nuevo un dedo en su interior, curioso por como se sentiría. Yoongi soltó un pequeño gemido y encogió aún más las piernas al tiempo que formaba un puchero.
Saqué el dedo de su interior, creando un pervertido sonido parecido a un chasquido, y lo acerqué a sus labios. Estaba embadurnado de mi semen, y aun así, ni siquiera preguntó, abrió inmediatamente la boca y lo atrapó entre sus labios, succionando levemente hasta limpiar mi dedo por completo.
— ¿Está rico? —asintió y se colocó encima de mí, empujándome contra el colchón. — ¿Te ha gustado el regalo de Jimin? —asintió de nuevo y se lanzó a besarme, succionando pequeñas pero continuadas veces mis labios, bajando de estos por mi mandíbula hasta mi pecho. — Es un juguete muy divertido, sí... —murmuré para mí mismo, disfrutando de sus pequeños besos.
— Me gusta más el tuyo —declaró con voz aún agitada, mordiendo una de mis clavículas y ascendiendo a mi cuello mientras comenzaba a restregarse de nuevo contra mi miembro, el cual comenzaba a dar nuevamente señales de vida. — Quiero hacerlo otra vez.
— ¿Con el consolador?
— Con lo tuyo —me besó en los labios y yo sonreí, observándole divertido cuando separó nuestros rostros. — ¿No podemos? —preguntó preocupado.
— Claro que podemos. Todas las veces que quieras.
Y tras sonreír satisfecho, rodeó mi cuello con sus brazos y se lanzó de nuevo a besarme, dándome la mejor distracción que podía existir durante nuestro castigo. Sinceramente, el mejor castigo que había tenido en mi vida.
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