52
Jungkook.
No fue la última noche que visité a Yoongi.
En ese fin de semana pasé casi veinte horas en su casa, haciéndole compañía en la habitación y encargándome de acallar su voz cuando adquiría un volumen demasiado alto. En una ocasión, Yoongi dio un pequeño chillido justo cuando su padre pasaba por el pasillo, y menos mal que preguntó antes de entrar y me dio tiempo a esconderme con un salto detrás del cabecero de la cama.
En conclusión, que pasé los mejores dos días de toda mi vida aun habiendo puesto en peligro mi miembro viril y persona en general.
Por otro lado, otra razón que me había subido el ánimo en un cien por ciento, era que Yoongi ya no recibiría más clases de Wonho. No podía haber recibido mejor noticia que esa. Bueno, sí, y de hecho lo hice. No solo no daría clases con Wonho, sino que todos los miércoles y jueves comeríamos juntos e iríamos seguidamente a un parque a estudiar, ya que su casa no era una opción y perdíamos demasiado tiempo yendo a la mía.
De cualquier forma, hacía muy buen tiempo, y era divertido ver como se distraía con el primer bicho que se le acercaba por el césped.
— ¡Nooooo! —exclamó desesperado, echándose encima antes de que yo aplastara a una hormiga que se había subido al libro. Y así permaneció, sujetándome sin necesidad, ya que yo no tenía intención de moverme de nuevo, hasta que el insecto cruzó la página de punta a punta y volvió de nuevo a perderse entre la hierba. — ¡Jungkook malo! —exclamó inflando los mofletes con indignación.
— Solo es una hormiga, Yoongi. Hay muchas más —respondí entre risas, lo que le enfadó aún más. Él, de forma inesperada, acercó su mano a mi cabeza y me dio un tirón de pelo— ¡Auch! —me quejé frotándome aquella zona. Él sonrió y se sacudió las manos, satisfecho, mostrando que se había llevado varios pelos consigo. — ¿A qué vino eso? —pregunté molesto.
— Solo es un pelo, Jungkook —repitió mis palabras de forma similar, imitando el tono y regodeándose con él— Hay muchos más —fruncí el ceño y agarré el libro con molestia, adelantando cual sería la reacción del castaño. No duró ni dos segundos antes de colocar su cara entre la mía y el libro y mirarme preocupado. — ¿Te has enfadado? —preguntó con un pequeño puchero.
— Por tu culpa me voy a quedar calvo —fingí molestia, pues obviamente ni siquiera me había afectado de forma mínima. Si lo hacía cualquier otra persona, como poco se ganaba una paliza, pero Yoongi podía hacerme lo que quisiera y no conseguir levantar ningún tipo de rabia en mi interior.
— Por tu culpa el mundo se va a quedar sin hormigas... —murmuró apenado.
— ¿Prefieres que el mundo tenga hormigas o que yo tenga pelo?
— ¿Puedo las dos cosas? —preguntó con una mueca. Yo negué con una divertida sonrisa y él volvió a fruncir el ceño. Ni siquiera me era necesario que respondiera, pues yo ya sabía cuales iban a ser sus palabras. — Que el mundo tenga hormigas, entonces.
— ¿Y mi pelo qué? —pregunté con fingida indignación.
— Tu pelo es bonito, pero tampoco me importa mucho —respondió con una sonrisa. Ni siquiera esperé dos segundos antes de echar el libro a un lado y lanzarme encima de él, tumbándome con cuidado sobre su cuerpo y besándole. — ¡A-ah, Jungkook, que me aplastas!
— Yoongi —murmuré contra su oído, rozando mi nariz contra el lóbulo de este. Pude notar como se estremeció a mi contacto, lo que me sacó una sonrisa. Era adorable.
— ¿S-sí?
— ¿Quieres que te cuente una cosa?
— A-aja.
— Ahora mismo...
— ¿Sí?
— Ahora mismo, mientras yo te aplasto a ti...
— ¿S-sí? —cada vez que yo hablaba él se estremecía bajo mi cuerpo. Era muy divertido, pero por otra parte me hacía lamentarme de que estuviéramos en un lugar público y que simplemente un beso atrajera miradas indeseadas. — ¿Qué pasa?
— Pues que mientras hago eso —bese su oreja, mordiendo suavemente el lóbulo de esta y acariciando su mejilla con mi mano libre— Tú estás aplastando a tu amiga hormiga.
— ¿Eh? —se mantuvo unos segundos en silencio antes de abrir mucho los ojos y empujarme con indignación, pegándome sin mucha fuerza en el brazo. No dijo nada, pero noté como disimuladamente comprobó que en el lugar donde había estado antes su espalda, no estuviera ninguna hormiga. Obviamente no la había, y si lo hacía, tampoco sería capaz de verla— Eres un tonto —murmuró.
Me acerqué a él, sabiendo que intentaría apartarme, y efectivamente eso hizo. Comenzó a rehuirme, colocando las manos en mi pecho y empujando sin demasiada fuerza, o quizás la que tenía. Yo sonreía y seguía insistiendo, disfrutando de aquel infantil juego. En un momento que intentaba morderme la mano para que no le tocara la cara, con la libre, me zafé de su barrera e incliné sobre él, robándole un pequeño beso.
— ¡Jungkook! —se quejó, quitándome el apodo.
— ¡Yoongi! —le imité con el mismo tono.
— ¡Idiotas! — exclamó una tercera voz a nuestra espalda. No me creí lo que escuchaba, hasta que me giré, topándome con la figura de pelinegro emo cubriéndome el sol. Fruncí el ceño e inconscientemente coloqué una mano sobre el muslo de Yoongi, quien sonreía emocionado— Son unos cursis.
— ¡Jimin! —a pesar de mi desagrado interior, el cual obviamente él no percibía, se puso en pie y lanzó a abrazar a su amigo. Pude jurar que este último me sonrió mientras el castaño le rodeaba el cuello con los brazos. Con Wonho, mi paciencia comenzaba a colmarse con ese tipo de gestos— Estoy estudiando con Jungkook.
— ¿Estudiando? —Preguntó extrañado, probablemente sin terminar de creérselo. Rodé los ojos y agarré el libro para mostrárselo desde el suelo. Él alzó una ceja y sonrió con altanería— Oh, ya veo.
— ¿Y tú? —Yoongi empezó a echar un vistazo a su espalda— ¿Viniste con Nevado? —preguntó ligeramente emocionado. Hablaba del perrito que se había comprado Jimin hacía unos días. O su hermano, tampoco lo sabía a ciencia cierta. El caso era que Yoongi estaba como loco con aquel animal.
— No se llama así, ya te lo he dicho, idiota.
— Nevado le pega más —respondió el castaño sin mirarle, aun buscándolo por los alrededores. — Es como el perro de ShinChan.
— Me da igual como se llame o sea el perro de Shin Chan.
— ¿Ha venido entonces? —preguntó ignorando las palabras del pelinegro, quien suspiró con frustración al tiempo que yo sonreía, disfrutando tan solo con la molestia de este. — ¡Ah, ahí está! ¡Y también Jin! — Hizo a un lado a su amigo y echó a correr por el parque— ¡Jin!
Rodé los ojos y tras ver como se alejaba, agarré el libro de matemáticas que aún reposaba en el suelo. No tenía ganas de tocarlo siquiera, pero era mucho mejor que el silencio incómodo que me forzaría a una conversación con Jimin. Él también pareció verlo de esta forma, y se distrajo mirando su móvil.
Y así estuvimos como cinco minutos, yo releyéndome las mismas páginas que ya me sabía una y otra vez, y Jimin bloqueando y desbloqueando el teléfono cada dos segundos. De cualquier forma, yo podría haber aguantado horas incluso, pero al muy desgraciado no le pareció oportuno compartir mi opinión y tuvo que abrir la boca.
— Así que estás saliendo con Yoongi... —murmuró sin mucho ánimo. Yo rodé los ojos antes de responderle.
— Llevamos casi un mes.
— Que aburrido, es demasiado tiempo —se cruzó de brazos y añadió con retintín. — Quizá deberían romper.
— Quizás deberías callarte. Y además, tú llevas lo mismo con Taehyung.
— ¿Qué más te da? —preguntó con molestia, omitiendo lo último de mi frase. Rodé los ojos de nuevo al notar como se sentaba a mi lado, y posé la vista otra vez en el libro. No era la primera vez que Jimin me molestaba con sus tonterías. Y por desgracia, sabía que tampoco sería la última. — ¿Por qué no le dejas? No te ha hecho nada. Búscate a otro, hay muchos más con los que puedes jugar.
— No voy a dejarlo —respondí con cansancio, sin mirarle y recorriendo la misma frase del libro de matemáticas una y otra vez, sin enterarme siquiera de alguna palabra que saliera en ella— Deja de insistir, Jimin.
— Jungkook, hablo en serio.
— Y yo también.
— ¡Qué más te dará buscarte a otro! ¡Hay millones de personas en el mundo casi tan inocentes como Yoongi! —le miré alzando una ceja y se interrumpió de inmediato, frunciendo el ceño. — Bueno, quizás millones no, pero seguro que alguien además de él, existe.
— No lo creo —respondí sinceramente. No pensaba que lo hubiera, o al menos de su misma edad. Una de las cosas que le hacían único, era su inocencia. También le hacía idiota, pero eso era otro tema aparte. — Y de todas formas, no me importa.
— A la mínima que le hagas daño, te las vas a ver conmigo.
— Ya lo sé —respondí con resignación. Eran las mismas amenazas de siempre. — Y te vuelvo a decir que no tengo esa intención, pero de nuevo te va a dar igual, porque no me crees —le miré sonriendo amargamente. — ¿Verdad? —me miró con los ojos entrecerrados. Por un momento casi pensé que estaba dudando su respuesta, pero finalmente, al igual que siempre, terminó asintiendo lentamente. — Como quieras. Ya te repito que no necesito tu aprobación, así que no me importa lo que pienses.
— Tsch —chasqueó la lengua y se puso en pie ágilmente, sacudiendo sus vaqueros una vez estuvo incorporado. Seguidamente me miró y mostró una expresión de asco. — No me gustas.
— Bien por ti —respondí devolviendo la vista al libro. Me estaba sirviendo genial para fingir estar pendiente de otra cosa aunque en realidad todos mis sentidos vigilaran las palabras del emo. — Tú tampoco me gustas.
— ¡Agggh, no te soporto! —exclamó antes de patalear contra el suelo a centímetros de mi cuerpo, sin inmutarme, y al instante echar a andar hacia Yoongi y su hermano, quienes estaban distraídos con una bola de pelo blanca que se movía. Sin yo planearlo, una pequeña sonrisa cruzó mis labios.
A pesar de todo, no duró mucho, al contrario que mi espera, la cual se sintió eterna. Pasaban los minutos y Yoongi seguía jugando con el maldito animal en la lejanía, rodeado de Jimin y el hermano de este. Suspiré y a los diez minutos, decidí esperarle tumbado, así que eso hice, cerrando los ojos y apoyando la cabeza sobre mis manos cruzadas bajo ella.
A pesar de todo el tiempo que había transcurrido desde que Yoongi y yo comenzamos, o más bien dicho, desde que hice público que mantenía algo con él, muchas personas, por no decir todas, seguían sin aceptarlo. Creo, que el que mejor lo llevaba, era NamJoon, y a veces ni siquiera recordaba el nombre del castaño.
Wonho seguía provocándome, y aunque en menor medida, me molestaba de la misma forma. Taehyung, influenciado por Jimin, aprovechaba cada instante para comentarme las millones de posibilidades que existían fuera de mi relación, y eso por no hablar de su novio, quien me dirigía únicamente la palabra para casi obligarme a romper con su mejor amigo.
Yongsun me había amenazado desde el móvil de Moonbyul, diciéndome que como me viera cerca de su hermano me cortaría en pedazos y se los comería. Moonbyul me había pedido disculpas, pero tampoco parecía apoyar la relación. Incluso el perro de Jimin me ladraba cada vez que nos veía juntos.
Nadie parecía aceptar lo nuestro, y lo mejor de todo era que no me importaba en absoluto. Nunca me había importado la opinión de la gente, y en este caso aún menos. De ninguna forma renunciaría a Yoongi de forma voluntaria.
— ¿Jungkook? —entreabrí un ojo, topándome con el rostro más bonito del mundo cubriendo el sol y mirándome con curiosidad. — ¿Estas dormido? —preguntó a pesar de que era obvio que no lo estaba.
— Solo descansaba —me incorporé, revolviéndome el pelo y sentándome de nuevo. Palmeé mis piernas y no tardó ni un segundo en sentarse encima, dejando un beso en mi mejilla segundos después de hacerlo. — ¿Qué ocurre? —pregunté al verle más serio. O bueno, todo lo serio que podía estar Yoongi. Él negó, agitando su flequillo, pero aún así torció sus labios en una ligera mueca.
— No es nada.
— ¿Jimin ha vuelto a decirte algo? —asintió lentamente — ¿Qué ha sido esta vez? —pregunté intentando tranquilizarme, reprimiendo mis ganas de alcanzar a ese mocoso y patearle entero por seguir metiendo las narices donde no le llamaban.
— No importa, me da igual lo que diga.
— ¿Entonces? —Si eso no era lo que le preocupaba, no imaginaba que otra cosa podía ser. Yoongi se recostó en mi hombro y comenzó a acariciar el dorso de mi mano con sus dedos.
— Es que Jin hyung, cuando ha sacado el móvil, he visto que tenía en la pantalla una foto en la que salía con NamJoon hyung... —escondió aún más el rostro en la curvatura de mi cuello, haciéndome sentir su puchero contra mi piel descubierta.
— ¿Y qué con eso?
— Yo tengo la foto de un delfín con sombrero.
— ¿Y? —le miré, obligándole a salir del escondite que había formado con mi cuerpo, y devolverme la mirada. — ¿No te gusta tu delfín?
— ¡No, no es eso! — negó con las manos, mirándome sorprendido. — Wolly es genial, pero... —volvió a decaer el tono con el que hablaba. — Pero yo también quiero tener una foto con mi novio.
— Sabes que NamJoon y Jin no son novios, ¿no?
— Sabes a lo que me refiero, Jungkook—me respondió molesto, apartando de nuevo la vista. Yo sonreí y moví mi rostro para besarle de forma desprevenida.
— También sabes que puedes hacerte todas las fotos que quieras conmigo —Yoongi me miró serio, aún sin confiar del todo en mis palabras. —¿verdad?
— ¿No te importa? —preguntó agachando la vista y volviendo a acariciar mi mano.
— ¿El qué debería importarme?
— Que te vean conmigo.
— No —respondí de inmediato — estoy contigo por algo, porque me gustas. Si por mí fuera, se lo tatuaría a todo el mundo en la cara para que lo supieran y lo aceptaran de una maldita vez —suspiré imaginando esa escena con varias personas — Por desgracia no puedo —sonreí amargamente y Yoongi levantó la vista, mirándome de nuevo. Parecía más animado. — Así que tienes razón, una foto valdrá por ahora. —tendí la mano sonriéndole — Dame tu móvil.
— ¿Mi móvil? —me lo dio con inseguridad, desconcertado por lo que fuera a hacer con él. Tampoco era muy difícil de adivinar. — Así no se desbloquea, idiota —me lo quitó de las manos y formó el patrón correcto para deshacerse de la contraseña antes de volvérmelo a tender. — ¿Para que lo quieres?
— Sonríe.
Y antes de que pudiera comprobar si había hecho caso a mis palabras, pulsé el pequeño botón para capturar el momento. Observé la foto, sin prestar mucha atención a mi rostro, más bien disfrutando de la adorable expresión de sorpresa en el de mi acompañante.
— Aquí tienes —se lo devolví y me tumbé de nuevo en la hierba con total despreocupación. Solo escuchaba la gente de fondo, risas y palabras sueltas de conversaciones que no me importaban, y entre todo ese lejano alboroto, el sonido de la cámara llamó mi atención. Sonreí sin llegar a abrir los ojos. — ¿Me acabas de hacer una foto?
— Ajá.
— Te puedo denunciar por derechos de autor si no me pagas, espero que lo sepas.
— No vas a denunciarme —se tumbó sobre mí. Casi pude sentir como sonreía, en serio. — Igualmente, la foto es muy bonita. Pagaría lo que pidieras por ella.
— ¿Lo que pidiera?
— Ajá.
— ¿Cualquier cosa?
— Ajá.
Ladeé la boca, fingiendo sopesar todas las opciones que su afirmación dejaba en el aire, y a la vez, sabiendo que no escogería ninguna. Él dejó un beso en mi frente, y yo abrí un ojo para observarle. Estaba muy cerca.
— ¿No vas a pedirme nada?
— No —sonreí al notar su confusión — No quiero nada.
— Que raro —murmuró entre risas. Seguidamente se recostó sobre mi pecho y cerró los ojos. Yo le imité, sumiéndome en la misma oscuridad que él mientras le acariciaba cariñosamente la cabeza. — Entonces me quedaré la foto y ya está.
— Toda tuya.
Y ahí quedó la conversación. No volvió a preguntarme si querría algo a cambio, y yo no tuve que responderle que no, que no quería nada, mientras internamente reconocía que sí quería algo, pero lo tenía justo a mi lado en ese momento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro