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Jungkook.
¿Cuánto debió pasar? ¿Uno? ¿Dos? ¿Tres minutos? No los conté, pero a pesar de no ser muchos, fueron los suficientes para no poder alcanzar a Yoongi después de que echara a correr y yo me quedara dentro de la sala asimilando lo sucedido.
Cuando reaccioné, fue demasiado tarde. Llegué a la escena, al lugar donde aún permanecía el corro de gente, pero a él se habían añadido un par de profesores que sostenían a Jimin y Taehyung. Fueron expulsados ese mismo día.
A Jimin lo vinieron a recoger sus padres, pero los de mi amigo estaban suficientemente ocupados para permitir que su hijo volviera solo a casa después de una pelea y una expulsión. De cualquier forma, eso me vino de lujo para saltarme las clases que quedaban en compañía.
— Creo que te ha partido un diente —observé mientras Taehyung masticaba ausente su hamburguesa. Era la tercera que comía desde que habíamos entrado— Sí, definitivamente te lo ha roto.
— Aun no entiendo cómo puede haberlo hecho con él, justamente con él —me interrumpió cambiando radicalmente de tema. O sacando de nuevo el mismo que llevaba tocando desde que habíamos salido de la escuela. Incluso por la indignación, comenzó a comer más y más rápido— ¡Con Wonho, joder!
— Aún no tengo claro a qué te refieres con hacerlo —Taehyung me miró con una ceja levantada mientras daba un rápido pero largo trago a su bebida, agarrando la delicada pajita entre sus labios manchados de kétchup— ¿A sexo?
— Más o menos.
— ¿Más o menos? —ya empezábamos con el punto de vista distorsionado que tenía mi amigo en todo lo referente a su amor platónico— ¿Los viste teniendo sexo?
— En realidad solo estaban besándose en los baños, pero no cambia en absoluto las cosas.84
— ¿Y qué cosas son las que supuestamente no cambian?
— Pues ya sabes.
— No, no sé, por eso pregunto —di un mordisco a mi primera y única hamburguesa de todo el día. Ni siquiera sabía si iba a ser capaz de terminarla, sentía como si el estómago se me hubiera cerrado y meter un trozo tuviera que conllevar un esfuerzo sobrenatural— ¿Acaso ustedes tienen una relación?
— ¿Qué?
— ¿Eran novios? ¿Te tenía que guardar fidelidad por alguna razón?
— No, pero...
— ¿Pero? —abrió la boca para hablar, pero por algún motivo la rabia que comenzaba a extenderse por mi pecho no le dio tiempo a soltar palabra antes de escupir ella misma las suyas propias. Solo tenía una cosa en mente, y era el balance entre mi día de ayer con Yoongi y la mañana de hoy— No hay peros. Te has guiado por unos celos enfermizos que ni siquiera estás en derecho de tener, porque si no me equivoco, Jimin te ha dejado totalmente más de una vez, que no tienen nada. Absolutamente nada, Taehyung.
Él no dijo nada.
— Eres tú quien no quiere aceptarlo, y por tu jodida culpa ha salido más de una persona afectada. Y encima sigues indignado por lo sucedido, cuando nadie, nadie más que tú mismo, es el causante de lo que ha ocurrido.
— Y—yo...
— ¿Tú qué? —dejé la mitad de hamburguesa que me quedaba a un lado, y apoyé las manos en la mesa. Seguramente estábamos llamando la atención de las pocas personas que, al igual que nosotros, se encontraban en el local, pero me daba exactamente igual— ¿Tú qué, Taehyung? —volví a repetir.
El castaño me miró a los ojos y así se quedó todo el tiempo, mirándome y en silencio, con los labios fruncidos en una línea tan fina que era casi increíble no verlos. Y entonces aquellos ojos que no paraban de mirarme, empezaron a acuarse, a inundarse, y esos labios volvieron a aparecer y temblaron con tanta fuerza que no me extrañó que quisiera detenerlos mordiéndolos.
— Yo lo siento, lo siento mucho —declaró al tiempo que dejaba caer su hamburguesa y la primera lágrima se abría paso en su mejilla, seguida de muchas, muchísimas más.
No fue hasta ese momento que me ablandé, que dejé de guiarme por mis sentimientos, por la rabia y dolor de mi rechazo, y pude empatizar con mi amigo. Suspiré y relajé todo mi cuerpo que tan en tensión había estado segundos antes.
Ni Taehyung ni yo nos terminamos nuestros menús, o en su caso, su tercer menú. Decidí que lo mejor sería ir a un lugar más apartado, lejos de miradas curiosas y cotillas que nada tenían que ver con el tema. Así que acabamos en la esquina de un descampado, tirados en el suelo con nuestras mochilas ejerciendo de almohadas.
Cerré los ojos e intenté olvidarme por un momento de ese maldito de día, de los sucesos de hacía tan solo unas horas, de todo lo que había cambiado en un mísero segundo, de que ya no tendría que decidir, que arriesgar nada, y no me sentía aliviado en absoluto.
Quería olvidarlo todo, pero los sollozos de Taehyung no me dejaban ni respirar sin pensar en todo aquello que me estaba martirizando por dentro.
— ¿Aún no te has calmado? —murmuré aún con los ojos cerrados. Estábamos tumbados uno al lado del otro, y a excepción de algún piar de pájaros, lo único que se oía eran nuestras voces— Ya te he pedido disculpas, no quería decirlo de ese modo.
— Tenías razón, Jungkook.
— Ya lo sé —respondí por inercia. No lo hice a malas o con intención de restregárselo, simplemente me salió del alma. No había dicho nada que no opinara con total sinceridad, y ahora que Taehyung había entrado en razón, no iba a negar la verdad— Igualmente, tampoco debería preocuparte mucho. Todos metemos la pata en algún momento.
— La he metido hasta el fondo.
— No te lo voy a negar.
— Jimin me odia.
— Eso ya lo hacía antes, así que no hay problema —volví a escuchar sollozos y suspiré. Quizás debería tener un poco más de tacto con mi amigo— Se le pasará, ya verás.
— No entiendo qué mierda le ve a Wonho.
— Es guapo.
— Es idiota.
— Es nuestro amigo.
— Sigue siendo el mayor idiota que he conocido —no pude rebatírselo, porque algo dentro de mí sentía el mismo odio que Taehyung, solo que yo no tenía el valor para soltarlo en voz alta, para gritarlo en vez de tragarlo— Jimin merece más, mucho más.
— ¿Por qué no lo olvidas y ya? —escuché como se incorporaba, por lo que entreabrí un ojo y me lo encontré aún tumbado, solo que de lado, a centímetros de mi rostro y mirándome con una ceja levantada. Una ceja que aún estaba abierta tras la pelea con Jimin— Quiero decir, sería lo más fácil.
— ¿Eres tonto?
— ¿No? —respondí con desconcierto ante tan imprevista pregunta. Seguramente, si estuviera a solas y esa pregunta me la hubiera hecho yo mismo, la respuesta sería completamente diferente y con mucha más seguridad.
— ¿Crees que no lo he intentado? ¿Crees que no me he pasado días y días repitiéndome que no me puede gustar, que tengo que olvidarle? ¿Crees que estoy enamorado por elección propia?
— ¿N—no? —pregunté temeroso porque mi respuesta fuera incorrecta. Hacer enfadar a Taehyung era peligroso, muy peligroso.
— Claro que no, joder.
— Ah —respondí no muy convencido.
— ¿Acaso tú puedes elegir de quien enamorarte? —preguntó.
Me giré y le miré unos segundos, preparado para responder cualquier palabra sin sustancia, y retractándome de ello al recordar a Yoongi.
¿Había elegido enamorarme de Yoongi? ¿Había decidido en algún momento que sus ojos me iban a parecer lo más bonitos del mundo? ¿Sus labios los más delicados? ¿Sus gestos los más adorables y su voz la más tranquilizadora que existía sobre la faz de la tierra? ¿Escogí yo volverme adicto a su risa, a su forma de formar un puchero cuando no estaba convencido de algo?
¿Realmente quise que me gustara cada parte de su ser o simplemente surgió en contra de mi voluntad?
Suspiré y volví a colocarme bocarriba, pero esta vez no cerré los ojos. Observé el cielo, observé las ramas que lo tapaban parcialmente, las hojas que cubrían mis ojos del sol. Observé todos esos detalles que me pasaban desapercibidos cuando estaba con Yoongi.
— Taehyung.
— Ya lo sé.
— ¿El qué sabes?
— Sé que tengo razón, no hace falta que lo digas.
Sonreí y esperé otro par de segundos antes de volver a hablar.
— Taehyung —esta vez no respondió, tan solo emitió una especie de sonido con su garganta para que yo supiera que me estaba escuchando— Creo que me gusta alguien.
— ¿Y? ¿Ahora me entiendes cuando digo que no puedo escoger olvidar a Jimin?
— Sí —cerré los ojos y ensanché mi sonrisa al tiempo que sentía como si mi pecho se abriese, como si me los desgarraran lentamente. Se me escapó una lágrima que se debió perder entre la arena, no le presté atención, solo sonreía con dolor— Lo entiendo perfectamente.
Yoongi.
Nada más terminar las clases, fui a ver a Jimin a su casa. Le mandé un mensaje a mis padres avisándoles de que llegaría un poco más tarde de lo habitual, y que si necesitaban algo, tendría el móvil activo. De cualquier forma, estaba seguro de que no me llamarían, al menos hasta que fuera la hora de la cena. Si era la hora de la cena y yo no estaba en casa, eso significaba que algo grave había sucedido.
— ¡No es de tu incumbencia, ya te lo he dicho!
— ¡Jimin, a mí no me hables así, te lo advierto!
— Entra —me ordenó mi amigo, abriendo la puerta de su habitación. Justo había llegado en medio de una disputa entre él y su padre. Era tan incómodo que no dejaba de valorar la idea de irme, si no fuera porque mi amigo no me soltaba ni un segundo— ¡Ya te he dicho que me dejes en paz, pesado!
— ¡Jimin!
— ¡Que me dejes de hablar!
— ¡Estás castigado!
— ¡Me da exactamente igual!
— ¡Estás doblemente castig...
Y cerró la puerta, ahogando las palabras de su padre. Antes de que fuera tarde, echó el pestillo de su cuarto. Sí, finalmente había conseguido que le pusieran uno. Bueno, en realidad fue él mismo quien lo compró en instaló en el cuarto, pero sus padres no se opusieron, así que también tenían algo de mérito.
Mientras él se tiró en su cama y agarró la almohada, en la cual comenzó a gritar ahogando sus gritos en ella, yo permanecí en silencio, quieto junto a su escritorio y quitándome muy lentamente la mochila, con miedo de las desastrosas consecuencias que pudieran ocasionar cualquier detalle no intencionado. Jimin estaba fuera de sí, y me hacía replantearme si había sido buena idea haberle ido a visitar.
— ¡Es idiota, idiota, el más grande idiota en el mundo de los idiotas!
— Tú padre te va a escuchar —informé en voz baja, dejando la mochila en el suelo, junto a la pata de la mesa de su escritorio, y sentándome cautelosamente a los pies de su cama, con cuidado de no perturbarle.
— No hablo de mi padre, hablo de Taehyung —apretó la almohada con fuerza y sin previo aviso, soltó otro grito y la lanzó al otro extremo del cuarto, donde golpeó contra la pared y cayó al suelo— ¡Lo odio con toda mi alma! ¡No le soporto!
No dije nada.
— ¡Ah! —esta vez agarró las sábanas y tiró de ellas con tanta fuerza que consiguió sacarlas, haciéndome resbalar de la cama. Por suerte me conseguí poner en pie a tiempo, antes de caer de bruces al suelo— ¡Y encima cuando grito, me duele la boca!
— Porque te ha partido el labio —notifiqué con obviedad. Y eso no era lo peor que se había llevado mi amigo, al menos en el rostro. Tenía el pómulo izquierdo tan hinchado que podría doblar el tamaño del derecho, y eso que este último también había incrementado su molde tras la pelea— ¿Has ido al médico?
— Me llevó mi padre nada más salir de la escuela.
— Das miedo —solté sin pensar, con tanta sinceridad que en caso de no haberlo soltado con palabras, mis ojos lo dejaban en claro. Mi amigo me miró y sonrió con diversión, acreditando más mis temores hacia su nueva y demacrada imagen. Seguidamente soltó un chasquido por el dolor y volvió a fruncir el ceño— Creo que te ha dejado más chueco el diente.
— ¿Hablas en serio? —asentí medio convencido y tras soltar precipitadamente la manta, de un salto fue corriendo al espejo que tenía colgado en su pared. Acercó su rostro a él y comenzó a observarse detenidamente la boca, buscando cualquier centímetro de más— Lo voy a matar.
— Ya lo tenías chueco de antes, nadie lo notará.
— Yoongi, no estoy para bromas —fui a responder que no era una broma, principalmente porque no lo era, pero después de escuchar su tono, decidí que lo mejor sería permanecer en silencio y no soltar nada que pudiera provocarle. A nadie, y mucho menos a mí, le convenía enfadar a Jimin en estos momentos— No sé quién mierda se cree para tomarse esas confianzas.
— ¿Hablas de Taehyung? —pregunté con desconcierto, quitándome los zapatos y subiéndome del todo a su cama, aprovechando que ahora él estaba de pie y lejos de mí.
— Claro que hablo de él —andaba de un lado a otro, con largas zancadas y los puños cerrados, como si estuviera preparado para pegar a alguien. Ese alguien resultó ser la pared, la cual recibió un puñetazo limpio del pelinegro— ¡Ni que fuera mi novio, joder!
— Te vas a hacer daño... —murmuré inútilmente, porque antes de que terminara mi frase, el pelinegro volvió a soltar un golpe en el mismo sitio. Y luego otro, y otro, y varios más. La zona no tardó en teñirse ligeramente de rojo, lo que me obligó a apartar la vista para no tener que presenciarlo.
— ¡Lo odio, lo odio, lo odio!
— J-Jimin.
— ¡No es nada mío, no tiene ninguna autoridad sobre mí! ¡No puede pedirme explicaciones de nada! ¡No puede!
— J-Jimin.
— ¡Le he dicho mil veces que me deje en paz, que es mi vida! ¡Es mi vida! ¡Si no le gusta algo, se enfada!
— J-Jimin.
— ¡No quiero tener nada que ver con él, con sus problemas de mierda y con sus celos!
— ¡Jimin! —exclamé aún más alto que él.
No era mi intención, o quizás sí, pero no lo hice porque quisiera. Nunca me había gustado gritar, no me gustaban los gritos, tanto soltarlos como recibirlos. Me asustaban, y en este caso no era diferente.
Tenía la manta arrugada entre mis brazos, y me encontraba encogido sobre mí mismo, en su cama y pegado a la pared, mirándole con los ojos empañados en lágrimas. Era demasiada violencia, demasiada para lo que yo podía soportar en un día. No quería más.39
— Oh, Yoongi... —me miró afligido y detuvo sus golpes de inmediato, dejando caer los brazos con pesadez a ambos lados y relajando los puños, ahora manchados de sangre, al igual que la pared de su cuarto. Yo lloraba y temblaba, y agradecí enormemente cuando se sentó a mi lado y me abrazó, cuando me estrechó entre sus brazos y permitió llorar en su pecho. Era cálido y reconfortante— Lo siento, no quise asustarte.
— Lo siento.
— No digas eso, tú no tienes la culpa de nada —me estrechó con más fuerza y yo le abracé por inercia, terminando por tirarnos a los dos sobre la cama, aún abrazados y sin soltarle. Por algún motivo quería estar más rato así con él, necesitaba más que nunca un abrazo— El culpable soy yo, por meterte en todos mis problemas. De alguna forma siempre acabas involucrado entre Taehyung y yo —rió amargamente y comenzó a acariciarme la cabeza con delicadeza— Perdóname, no volveré a gritar.
— Jimin —me zafé de su abrazo, aún sin soltarle pero consiguiendo sacar la cabeza y mirarle desde abajo— ¿Quieres que hable con el director? Puedo decirle lo que te ha hecho Taehyung, que ha sido su culpa.
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