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25

Jungkook.

De alguna forma los últimos días sentía como si un ambiente depresivo me persiguiera allá a donde fuera, me rodeaba e inundaba por dentro, quitándome las ganas de hacer absolutamente nada.

No me animaba salir con mis amigos, ni con mi novia, y mucho menos compartir momentos con mi familia. Estaba molesto, y la razón por la que estaba molesto, me molestaba aún más.

Ya me era imposible resistirme a Yoongi.

Sí, me atraía, por muy impensable que pudiera ser. El rarito me ponía a cien, me cortaba cualquier hilo de cordura que tuviese en mi mente con solo una de sus tiernas miradas. Me era imposible resistirme a saludarle, o tocarle la cabeza si pasaba por mi lado, o incluso compartir algunas palabras cuando se acercaba a hablarme. Ahora que lo había aceptado, me era mucho más difícil evitarlo.

Pero lo hacía. Siempre que aparecían Wonho, NamJoon o alguno de los del grupo, yo me hacía a un lado, intentando tener el menor contacto con el castaño. No quería que me vieran con él, no quería que nuestra "relación" o roce llamara su atención.

En realidad no quería que Yoongi se colocara en el punto de mira de nadie, y teniendo en cuenta su posición en clase, eso era muy difícil.

— ¡Aquí, ven aquí perrito! —era la voz de NamJoon la que se escuchaba desde el otro lado del pasillo. No pensé, tan solo apresuré el paso dirigiéndome al aula, anticipando ya lo que estaría sucediendo. Solo había una persona a la que se le había atribuido ese mote.

— ¡Venga, Yoongi, atrápalo!

— ¡Ven, vamos!

Cuando entré, lo que vi no se alejaba mucho de lo que había imaginado. NamJoon, Chanyeol y Wonho estaban pasándose la mochila de Yoongi mientras le rodeaban, haciendo que el castaño la persiguiera inútilmente.

Lo más triste es que lo intentaba, realmente lo hacía con todas sus fuerzas, pero ni siquiera llegaba a rozarla. Dejé mis cosas en mi pupitre y me quedé de pie, reprimiendo mis instintos de meterme dentro, recuperar su mochila y sacarle de allí, o permanecer callado fuera de cualquier problema.

Cualquiera de las dos opciones me daba ansiedad con solo pensar en las consecuencias.

Y al final me decidí por el silencio, por la seguridad. Yoongi no me había visto, de hecho nadie lo había hecho. No tenía por qué participar en ninguno de los dos bandos, podía fingir que ni me había dado cuenta.

Sí, eso haría, me pondría los cascos de música y fingiría estar dormido sobre el escritorio. Nadie podía echarme nada en cara, nadie podría hacerme sentir culpable.

— ¿La quieres?

— S-sí, por favor.

— ¡Wonho, pásala!

— ¡Tiro alto, que toque el techo!

— ¡Aquí, aquí!

— No... Dámela, por favor, dámela.

— ¡Chanyeol, toda tuya!

Y entonces se escuchó un golpe, y supe que la mochila no había ido a parar a manos de Chanyeol. Yo y el resto de la clase levantamos la vista en busca del pobre infeliz que había recibido el impacto de la cartera, y de nuevo todos, pusimos la misma expresión de terror al comprobar quien era. La única persona que se podría encontrar durmiendo en un descanso de clase y clase.

Kyungsoo.

El rubio frunció el ceño y se sobó la cabeza con total calma. Ni siquiera su novio se atrevió a acercarse a él. Cuando se levantó de su sitio, con la mochila de Yoongi colgando de su mano, todo el mundo le hizo un pasillo hasta él. Todos se alejaron menos yo, quien inconscientemente se acercaba cada vez más.

— ¿Esto es tuyo? —preguntó Kyungsoo a medio centímetro del castaño. El único que reía en voz baja era Wonho, sabiendo que iba a ser lo próximo que sucediera. Nadie despertaba a Kyungsoo y salía vivo, o al menos intacto. Todos lo sabíamos, incluido Yoongi, quien temblaba del miedo al tiempo que asentía casi imperceptiblemente— ¿Eres consciente de que tu jodida mochila acaba de golpearme en la cabeza?

— Y-yo... fue un a-accidente, estaban jugando.

— No pongas excusas y tan solo pide perdón.

— Perdón —respondió el castaño de inmediato, como si se lo acabara de exigir el mismísimo general de la armada. Realmente estaba aterrorizado, y por algún motivo mis puños se cerraban por si solos con fuerza. ¿Me sentía impotente? ¿Realmente quería meterme en medio?

— No parece que lo sientas mucho —agarró a Yoongi del cuello del jersey y se acercó aún más, casi rozando sus narices— Repítelo.

— Lo siento, lo siento, lo siento muchísimo, de verdad, lo prometo... —estaba a punto de llorar.

Tenía los ojos inundados, a punto de desbordarse, igual que mi control para intervenir. El miedo por las consecuencias que pudieran afectarme a mí estaba empezando a desaparecer, a ser sustituido por el miedo que sentía al pensar lo que podría pasarle a él.

— Me importan una mierda tus palabras. Si tanto lo sintieras no lo habrías hecho —le dio un empujón, haciendo que cayera de espaldas al suelo, golpeándose con una mesa. Inconscientemente di un paso adelante, reteniéndome antes de lanzarme hacia el castaño.

No tenía por qué. Yoongi no era nada mío, y hacerlo solo me traería problemas. ¿Por qué iba a arriesgarme tanto por alguien que tan solo me atraía? ¿Por qué si quiera me preocupaba con él? No tenía que hacer nada, realmente no tenía por qué, no estaba obligado por nadie. Por nadie a excepción de mí mismo, pero eso era fácil de pasar por alto.

¿O no?

Cuando Kyungsoo se acercó, abrió la mochila con el mechero en la mano, no lo pensé dos veces.

Ni siquiera le dio tiempo a encender la llama junto a uno de los cuadernos de Yoongi antes de que lo agarrase yo mismo, metiera en la mochila y volviera a cerrarla, alejándola de los instintos pirómanos de mi amigo.

Me acerqué a Yoongi, quien seguía tirado en el suelo, ya con las lágrimas y el rastro de ellas cubriendo sus mejillas. Ahora ya no lloraba, me miraba incrédulo, con la boca entreabierta al igual que todos los demás que había en clase. Pero a mí ellos me daban igual.

— Toma. La próxima vez cuida mejor de tus cosas —solté al tiempo que le lanzaba con brusquedad la mochila. De alguna forma, aunque el alivio era enorme, también estaba enfadado.

— ¿Qué mierda haces, Jungkook?

Me giré hacia Wonho, él único que se había atrevido a soltar palabra tras presenciar la escena. El culpable de todo y él que más lo disfrutaba. En ese momento solo quería pegarle un puñetazo en la cara, pero obviamente no lo hice. Aún apreciaba mi vida, no me había vuelto completamente loco aunque acabara de cometer la más grande locura. Bueno, la segunda más grande.

— Fuiste tú quien tiró la mochila, no él. Si Kyungsoo quiere quemar a alguien, que sea a ti.

— ¿Fuiste tú, pedazo de idiota? —intervino el más bajo del grupo, esta vez amenazando con la mirada a su amigo. A pesar de todo, nadie se preocupó. Pertenecíamos al mismo grupo, ninguno haría nada.

— Fue tu novio, que no sabe coger un pase.

— ¿Qué? ¡Pero no le digas eso, desgraciado!

— Chanyeol, ven aquí —pidió Kyungsoo con una macabra sonrisa.

— No, gracias, amor.

— Mueve tu culo aquí ahora mismo.

— ¡Pero me vas a matar! ¡Ah, mierda! ¡Te juro que fue Wonho, no yo!

No me quedé para presenciar la escena de cómo moría Chanyeol a manos de su pareja. Desde lejos vi como Yoongi agarraba rápidamente sus cosas y salía desesperado de clase, por lo que sin pensarlo dos veces, salí tras él, agarrándole del brazo cuando giró la puerta.

— ¡Ah! —pegó un grito asustado y se soltó rápidamente, tirándose al suelo sentado contra la pared y encogiéndose sobre sí mismo. Cuando levantó la vista y me miró, su rostro volvió a coger color, aunque no se puso en pie— Ah, eres tú. Pensé que eras Kyungsoo.

— Levántate —le tendí la mano para ayudarle a ponerse en pie y luego cerré la puerta de clase que aún permanecía abierta a nuestro lado. Esta vez se escuchaban gritos y risas, pero la escena no me atraía en lo más mínimo. Me preocupaba más el estado de Yoongi— ¿Estás bien? —asintió quitándose el inexistente polvo de su ropa y colgándose nuevamente la mochila.

Al contrario que la mayoría de estudiantes, él la llevaba completamente subida, simulando un caparazón de tortuga.

— Déjame ver —le aparté el flequillo de la cara y limpié sus mofletes con el dorso de mi mano, humedeciéndola con el rastro de lágrimas que aún permanecían en ellos. Él tan solo permanecía en silencio, mirándome fijamente mientras yo limpiaba sus ojos, obviamente sin devolverle la mirada, fingiendo que no me daba cuenta.

— Muchas gracias.

— No es nada —terminé pasando mi pulgar por su mejilla, sintiendo un vuelco cuando durante un segundo. Se arrimó más a mi tacto, cerró los ojos y podría jurar que hasta disfrutó de mi roce. Cuando volvió a abrirlos, sonrió. Era tan bonito, que me molestaba. Me molestaba lo cruel que podía llegar a ser su belleza, lo manipulable que me sentía ante ella.

— No te vas a quedar a esta clase, ¿verdad? —rió y negó.

— Si me quedo, Wonho me matará.

— No digas tonterías —respondí, aunque sabía que sus palabras no iban muy desencaminadas de la realidad. Y él también— ¿Sabes cómo salir?

— Sí, Jimin me enseñó a saltar el muro.

— Ah, qué bien —me era imposible reprimir el rencor en mi tono cada vez que me hablaba del pelinegro. Me caía mal y punto, y no soportaba que Yoongi estuviera con él, aunque tuviera que reconocer que era lo mejor para todos. El emo le protegía a todas horas. Era incluso mejor que yo para él. Quizá eso era lo que me molestaba— Ten cuidado de que nadie te vea.

— Lo tendré —hizo una pequeña reverencia y sonrió. Cada sonrisa era mucho más abierta que la anterior— Muchas gracias de nuevo. Gracias.

Rodé los ojos, fingiendo cansancio con tanto agradecimiento, pero cuando le vi marcharse y me dio la espalda, sustituyendo sus palabras por rápidas pisadas, no pude evitar sonreír.

Debía parecer tan idiota en ese momento que hasta agradecí que apareciera Wonho para interrumpirlo.

— ¿Qué haces?

— ¿Eh? —me giré hacia él, cambiando mi rostro de inmediato, y me encogí de hombros con indiferencia— Nada.

— Como tú digas —lo dejó pasar, pero solo porque había otro tema que le interesaba más, y yo ya sabía cuál era antes de que abriera la boca— ¿Y vas a explicarme qué mierda fue eso?

— ¿Qué fue el qué? —fingí no saber de qué hablaba.

— Lo que hiciste en clase —me apoyé en la pared y volví a encogerme de hombros, sustituyendo una respuesta con palabras— ¿Te ha venido el complejo de superhéroe o qué?

— Claro que no —fruncí el ceño y negué. Esto era lo que tanto temía, dar a cara al grupo, porque obviamente no podía contar la verdad. No podía decir que realmente me preocupaba Yoongi— Me dio pena y ya está. Además de que a Kyungsoo no le hubiera gustado tomarla con alguien inocente. Tú lo sabes.

— ¿Estás seguro?

— Que sí, joder.

— ¿No te estarás ablandando por el rarito? —le miré con extrañeza y luego asco. No, claro que no. Yo no me ablandaba con nadie, ni siquiera por Yoongi.

— A mí no me ablanda nadie, no sueltes gilipolleces —respondí con total convicción. Él rió y me palmeó amistosamente el hombro. Me había creído. ¿Por qué no iba a hacerlo? Era la verdad. Yo no me estaba ablandando— ¿Entramos en clase? Creo que alguien debe calmar a Kyungsoo si no queremos perder a uno del grupo.

— Tienes razón —sonrió mostrando su afilada dentadura y me rodeó inmediatamente con un brazo, pasándolo sobre mis hombros. Me pilló tan de improviso que no supe cómo reaccionar, quedándome de piedra a ello— Perdona por dudar de ti, amigo.

— No pasa nada, está olvidado.

Entré a clase pensando que estaba olvidado. Él entró a clase fingiendo que lo había olvidado. 

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