23
Jungkook.
Imprudente. Así se podía definir mi comportamiento en ese momento.
Había sido tan arriesgado que por un segundo sentí que caería del fino hilo de mi cordura. Y lo habría hecho. No solo me nublaba la mente el alcohol, me la nublaba él. No pensaba, tan solo actuaba, me lanzaba encima suyo como si me lo fuera a comer, porque en el fondo era eso lo que sentía, ansias de devorarle.
Había sido una suerte que me parase, aunque obviamente en ese momento no pensara lo mismo. Incluso aún, refrescándome la cara en el baño antes de bajar al salón, seguía sintiendo la tentación de volver y empotrarlo contra la pared.
Me había costado una vida abandonar el cuarto, sobretodo mientras me miraba de esa forma. El muy desgraciado jugaba con mi mente, y yo no podía más que odiarme a mí mismo por sucumbir tan fácil a sus encantos.
Era una estupidez, algo tan sinsentido que apenas podía planteármelo sin soltar una amarga risa. Estaba encaprichado del rarito, enganchado del castaño que tanto de quicio me sacaba. La mayoría del tiempo solo quería acabar con él, y ahora entendía el porqué, por qué me creaba tanta rabia solo mirarle.
Simplemente me atraía, y no soportaba sentirme atraído por él.
Cerré el grifo y me sequé el rostro con una toalla que había colgada junto al lavabo. En el reflejo del baño podía verse la puerta de la habitación en la que probablemente permanecía Yoongi.
Seguramente aún sobre la cama, con los labios hinchados y la camiseta a medio deslizar por su hombro. Con esa mirada que parecía pedir muchas cosas, y mi mente confundía cada una de ellas.
Suspiré y negué, molesto conmigo mismo por seguir con el tema. Todo eso había quedado atrás, como una mala elección en el momento menos adecuado. No se iba a repetir, tan solo era un capricho pasajero. Sí, solo eso. De seguro que en unos días volvía a resultarme igual de desagradable que siempre.
Bajando las escaleras ya podía escuchar todo el barullo del salón, el cual había disminuido considerablemente. Lo que si había aumentado era el desorden, pues toda la mesa estaba llena de latas vacías de cerveza, y eso sin contar la parte del suelo más cercana al círculo en el que aún se encontraban jugando. No eran muchas personas, apenas llegaban a la decena, pero definitivamente cada una de ellas no destacaba especialmente por su limpieza. Y yo tampoco, para que íbamos a engañarnos.
Lo primero que hice nada más llegar al salón, fue apartar varias latas de mi camino con el pie, mandándolas a la pared de enfrente. Igual nadie me tuvo en cuenta, pues estaban demasiado distraídos con el espectáculo que les proporcionaban dos personas.
— ¿Moonbyul? —ahí sí que todo el mundo se giró hacia mí. Bueno, todo el mundo menos la persona a la que me dirigía, quien me levantó el dedo pidiéndome que esperara un momento y siguió comiéndole la boca a la anfitriona de la fiesta.
Cuando terminó, se giró hacia mí y me miró sonriendo, dejando en claro que iba completamente ebria. Segundos después volvió a mirar a Yongsun, quien parecía mucho más consciente de la situación, y solo eso le sirvió para comprenderla.
— Kookie...—la rubia se puso en pie y vino a mi lado, tirando varias latas por el camino. Tampoco pareció notarlo, y debía ser por lo borracha que iba. Por eso Moonbyul no bebía a menudo, porque no tenía nada de aguante. Me agarró la mano y puso una mueca preocupada— La botella me había señalado a mí, y luego a ella, y pues teníam...
— Ya lo sé, lo di por supuesto —debió sorprenderle la tranquilidad en mi tono, y no solo a ella. Todo el mundo seguía expectante por mi reacción, pero me daba a mí que iban a terminar decepcionados. No me importaba que se hubiera besado con su amiga, en estos momentos mi cabeza tenía otras cosas de las que preocuparse, y Moonbyul no estaba entre ellas. Además de que habría sido muy hipócrita por mi parte echárselo en cara cuando hacía menos de diez minutos casi me lo montaba con el rarito en el cuarto de su hermana— ¿Nos vamos? Estoy cansado.
— ¿Eh? —pestañeó varias veces, miró a Yongsun, quien únicamente se encogió de hombros, y ambas volvieron a posar su vista en mí. Yo seguía igual de indiferente, y seguramente eso las desconcertaba— Cla-claro.
— ¿Tienes las llaves de tu piso? —ella rebuscó en los bolsillos de sus pantalones y cuando llegó a los traseros, asintió, sacándolas y zarandeándolas frente a mí. Asentí e hice una reverencia a todo el mundo antes de marcharme con ella tomada de mi mano. La única que no se despidió fue Yongsun, quien aún seguía completamente impactada.
Una vez en la calle tuve que ayudarla a ponerse el casco y abrocharse la chaqueta, y todo eso intentando no emborracharme yo mismo con su aliento. Apestaba tanto a alcohol que probablemente si me encendía un cigarro, explotaríamos. Por eso mismo, y porque tenía prisa por dejarla en casa cuanto antes, esperé a estar solo para fumar.
Y en la acera frente a mi casa, con el cigarro entre mis dedos solo podía ver la disipable línea de humo que salía de él y aquel rostro que me venía a la mente con solo una calada. Me dio miedo no volver a disfrutar del tabaco sin su compañía, porque no podía dejar de imaginarlo compartiendo mi humo con él, y no tenía comparación a la realidad.
xxxxxxxxxxxxx
Lo difícil del lunes no fue evitarle o esconderme de él, sino mantener mis instintos de llevarle a un baño y terminar lo que dejamos a medias en su casa.
Una parte de mi ser se moría por hacerlo, por tirarse de cabeza y sucumbir a tal tentación, pero la mano que tiraba de mí hacia la realidad seguía presente. Era esta última la que me invitaba a ignorar a Yoongi las siete veces que había intentado entablar una conversación conmigo esa mañana.
Algo de lo que sí estaba seguro era que no había contado nada. ¿Que cómo lo sabía? Pues por Jimin. Nuestra relación seguía siendo exactamente la misma, aquella en la que nos odiábamos y casi ni nos dirigíamos la palabra a menos que fuera para molestar.
Probablemente si se enterase de lo que hice con Yoongi, habría venido a primera hora a intentar romper cada uno de mis huesos. Sí, obviamente se quedaría en eso, un intento.
Agarré los libros de mi taquilla y me dirigí de nuevo hacia mi clase. Taehyung iba a mi lado, y aunque desprendía un aura de felicidad, apenas abría a boca estos días. Tenía un comportamiento tan extraño que miedo me daba preguntar por si su respuesta estaba relacionada con las drogas.
— ¡Jungkook! —alguien se agarró a mi espalda. No tuve ni que girarme para reconocer esa voz, de hecho, hasta podía imaginar su alegre expresión aún sin verle el rostro— ¿Te saltas las dos últimas horas? He pillado a uno de mi clase para que nos invite a un karaoke.
— No lo creo. Mi hermana viene a cenar a casa y debería volver pronto.
— Vete un poco antes y ya está.
Valoré un par de segundos su idea y él me miró con la típica sonrisa de niño esperanzado. Lo increíble de Mark era la capacidad que tenía para seguir adorable incluso en medio de una pelea. Pocas veces dejaba de sonreír, y convenía no presenciarlas.
— Está bien. Pero solo unas horas. No quiero terminar como la otra vez, hoy tengo que volver pronto, ya lo sabes.
— Responsabilidad, prometido —hizo una especie de gesto extraño de promesa y luego me rodeó con el brazo amigablemente— Por cierto, ¿dónde está Taehyung? —echó un vistazo a nuestro alrededor y ladeó la boca con preocupación— Aún no le he comentado los planes.
— ¿Eres idiota, Mark? —preguntó el castaño mirándole de reojo con desdén antes de devolver la vista a su móvil. El rubio estalló en risas y cambió de lugar para ir a abrazar a Taehyung en mi lugar, quien le ignoró soberanamente. No pude evitar acordarme de Kyungsoo— ¿Cuánto tiempo llevabas esperando para hacer la broma?
— ¿Qué broma? No te vi porque eres negro, nada más.
— Esos tres profesores que se acercan no van a impedir que te rompa la cara si me sigues provocando —advirtió con total tranquilidad, terminando por guardar el móvil y formar una forzada sonrisa.
— No te enfades, ya sabes que es broma —respondió el rubio riendo y revolviendo el pelo de su amigo. Por un momento pensé que Taehyung realmente iba a cumplir sus palabras, pero finalmente relajó su mandíbula y se calmó. La mejor opción sin duda— Yo no puedo, he quedado.
— ¿Has quedado? ¿Con quién? —pregunté curioso. Últimamente no tenía noticias de ningún ligue de Taehyung, por lo que probablemente sería alguna persona que acababa de conocer. Alguien sin importancia con el cual tan solo compartiría alguna sesión de sexo, y obviamente sin compromiso— No me digas que es Jihyo.
— ¿Quién?
— ¿Esa es la morena del C? ¿La que siempre lleva unos pendientes de aro enormes? —preguntó Mark. Asentí y Taehyung abrió la boca, poniéndole finalmente cara al nombre. Seguidamente negó.
— Me dijeron que se apostó casi doscientos a que se acostaría contigo antes de mes.
— Ah. Ya lo sé. Lo hicimos la semana pasada —respondió con indiferencia. Mark se quedó flipando y yo reí. Definitivamente mi amigo no tenía ningún tipo de vergüenza— ¿Qué? La chica es mona y solo quería sexo. No le veo lo malo.
— Te utilizó para ganar dinero.
— Ojalá me utilizaran de esa forma todos los días entonces —respondió sonriendo. Yo reí y él levantó la mano para chocármela, gesto que correspondí al segundo. Mark puso una mueca de desagradado y sonrió. Siempre reaccionaba así con estos temas, pues a pesar de lo que podía parecer, seguía siendo bastante cerrado y reacio a las relaciones sin ataduras, a las no tradicionales. Su día a día consistía en seducir, conseguir algo, y abandonar a su víctima antes de hacer nada. Era cruel pero malditamente efectivo— Y no, no he quedado con ella.
— ¿Entonces?
— Es secreto.
— Taehyung —levanté una ceja y le detuve. No me gustaba nada la idea de sacar el tema, pero tenía que hacerlo. Era la salud de mi amigo de lo que hablábamos. Miré a mí alrededor para comprobar que nadie nos oyese, y me incliné un poco más sobre él— ¿No te estarás drogando?
— ¿Eh?
— Sí, ya sabes. Si has quedado con alguien para que te pase, puedes contármelo. Somos amigos.
— ¿Qué? ¡No, por dios! —Mark se giró sorprendido hacia nosotros, interesándose de nuevo por la conversación. Estos últimos segundos los había pasado con la vista pegada a su móvil y el video de perros que este reproducía— Por un momento pensé que ibas a besarme.
— ¿Por qué mierda iba a besarte?
— ¿Por qué mierda iba yo a drogarme?
— ¿Por qué no me estoy enterando de nada? ¿Desde cuándo Taehyung se droga? —intervino Mark. Ambos le miramos e ignoramos completamente a los dos segundos. Él se encogió de hombros y dio unas palmaditas en el hombro de Taehyung antes de despedirse y marcharse— Las drogas no te harán dejar de ser moreno, amigo.
Yo reprimí una risa y Taehyung pareció reprimir sus ganas de romperle la cabeza. Sí, todos éramos amigos, pero nuestras personalidades a veces no combinaban especialmente bien. Además de que la paciencia del castaño no era la mayor del mundo.
Cuando volvió a mirarme, intenté aparentar seriedad.
— ¿Entonces que decías?
— Que te voy a romper la cara como te rías, eso digo —sonreí, aguantando con todas mis fuerzas las ganas que tenía de estallar en carcajadas— Y que no digas tonterías como que me drogo, joder.
— No soy yo quien va con una jodida sonrisa de Heidi por la vida —nos detuvimos en la entrada de su clase, la cual aún seguía sin profesor. Aún faltaban dos minutos para que sonara el timbre— ¿Entonces qué ocurre?
— ¿Con quién he quedado te refieres? —asentí y él fue quien se inclinó esta vez sobre mí, mirando antes a nuestro alrededor para comprobar que nadie escuchara— Voy a verme con Jimin, pero no puedes decírselo a nadie.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro