Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

19

Yoongi.

¿Quién iba a saber que mandaban un mensaje a tus padres si faltabas a clase para avisarles de tu ausencia?

Probablemente muchas personas, pero por desgracia, yo no estaba entre ellas. Tal y como temía, esa misma tarde mi padre me esperaba sentado en el sofá con un mensaje del centro iluminando su pantalla del móvil y varias opciones de castigos preparados para su único y querido hijo, es decir, yo.

Al menos, para compensarme, Jimin se ofreció a acompañarme hasta mi casa después del colegio durante una semana entera. Me negué en un principio, pero insistió alegando que le vendría bien pasear estos días para despejar la mente.

Además, él podía seguir haciendo lo que quisiera con total libertad porque no le habían castigado. Es lo que tenía poner su propio número de contacto en la ficha escolar en vez del de sus padres.

— ¿Y se van todo el fin de semana?

— Todo enterito —el pelinegro me miró levantando una ceja, expresando muchas cosas con la mirada que yo no llegaba a entender del todo— ¿Estás intentando decirme algo?

— ¡Que te saltes el castigo, Yoongi por dios!

— Ah —asentí varias veces, comprendiendo su punto de vista. Quizás tenía sentido para él que no conocía toda la situación, al contrario que yo. Obviamente incumplir el castigo que me habían puesto mis padres de no salir hasta el lunes, estaba fuera de cualquier opción— No puedo.

— Pero si me has dicho que no van a estar.

— Ellos no, pero Yongsun sí —recordé aquella maligna sonrisa que había puesto mi encantadora hermana mientras aceptaba el soborno de mis padres. Definitivamente ella tendría un ojo sobre mí desde que pusiera un pie en la casa— Si salgo se lo dirá a mis padres. A cambio ellos prometieron comprarle todas las temporadas del drama al que está enganchada. No la culpo.

— Pues yo sí la culpo. Podrías haber venido a mi casa. Odio cuando tengo que recurrir a Jin como compañero de videojuegos, siempre quiere poner Mario Bross.

— Podrías llamar a Taehyung —propuse sin pensar. Era la única persona en todo el colegio, aparte de mí y su hermano, que tenía contacto con mi amigo. Su tercera, última y única opción si no quería terminar odiando al fontanero llamado Mario.

— También podría raparme las cejas y pegarme martillazos en los pies, pero no lo hago.

— ¿Eso no te dolería mucho?

— Muchísimo —asintió y golpeó despreocupadamente una pequeña piedra que llevaba arrastrando desde hacía dos calles— No podría aguantarle más de un minuto sin tener que recurrir a un hospital.

— Me refería a lo del martillo.

— Ah —se encogió de hombros y volvió a propinar una suave patada a la piedra. Por desgracia se desvió lo suficiente como para abandonarla a un lado de la calzada. Fue triste, la había cogido cariño— Supongo que resultaría molesto, pero nada en comparación a lo otro.

— ¿A raparte las cejas?

— No idiota, a Taehyung.

— Pero si contigo es muy lindo.

— ¿Vamos a volver a tener esta conversación, Yoongi? —no supe que responder, así que se me adelantó— Me cae como la mierda. Le quiero pegar con un ladrillo en la espalda. Es idiota y no le soporto. Fin.

— Pero a él le gustas.

— ¿Y? ¿Tu saldrías con alguien que no te gusta solo porque tú a él o ella sí le gustas?20

— Mmmmm, no lo sé. Si es buena persona, quizás.

— No, a ver, piénsalo bien —se subió la mochila, recolocándola a su espalda, y tomó aire antes de volver a hablar. Yo tampoco le prestaba mucha atención, ya que en estos temas en los que no tenía absolutamente nada de experiencia, tampoco les daba mucha importancia. Todo lo relacionado con relaciones me era bastante indiferente— Por ejemplo, yo me llevo bien contigo, ¿pero saldrías conmigo si me gustases?

— ¿Qué es salir?

— Estar de novios.

— ¿Darse besos en la boca? —Jimin asintió.

— Y más cosas. Sexo, compromiso, fidelidad en la mayoría de ocasiones. Ya sabes, relación como las de los adultos.

— Yo aceptaría salir contigo siempre que solo jugásemos videojuegos. Lo demás podríamos dejarlo a un lado —respondí con simpleza. Él rodó los ojos y desistió, lo que me resultó muy adorable. En general todo lo que Jimin hacía era algo increíblemente tierno, aunque no fuera su intención— Si quieres también acepto abrazos, besos y mordiscos en las mejillas.

Me lancé encima suyo sin pensarlo dos veces y comencé a repartir besos por toda su cara.

Bueno, intento de besos, ya que más que otra cosa terminaban siendo mordiscos y pellizcos de los cuales el pelinegro intentaba evadirse a toda costa. Al final terminó cogiéndome en brazos y cargándome en su hombro como si de un saco de patatas me tratase.

Agarró mi mochila que había caído al suelo, y siguió su camino conmigo a cuestas.5

— ¿Entonces salimos?

— Yoongi, no has entendido nada.

— Ya —sonreí sin importarme lo más mínimo y le di una palmada en el trasero aprovechando que lo tenía frente a toda mi cara. Él respondió dándome a mi otra en el mío con el triple de fuerza— ¡Eso dolió!

— Más me duele a mí que no me escuches cuando te hablo y lo haces constantemente.

— ¿Vamos a jugar videojuegos esta tarde a tu casa? —pregunté ignorando sus palabras. Él aprovechó el cambio de tema para dejarme en el suelo y tenderme la mochila. Se subió los pantalones que habían descendido ligeramente hasta su cadera y luego siguió andando. Yo tan solo tenía la camisa un poco arrugada, pero nada diferente a como solía estar los demás días.

— ¿No dijiste que te habían castigado?

— Oh, cierto. Entonces nada, me quedaré marginado en mi habitación todo el fin de semana por tu culpa.

— ¿Por mi culpa?

— Fuiste tú quien quiso que nos escapáramos en horario escolar —alegué con falso rencor. En realidad tampoco me molestaba tanto, pues ya tenía varias ideas en mente de lo que podría hacer en mi casa. Una de las opciones era preparar tarta de chocolate y dibujarle caritas de gato por encima.

— Fuiste tú quien no pensó en que mandarían un mensaje a tus padres. Di por hecho que lo sabías y tenías alguna forma de hacer que no le llegasen.

— Obviamente no. El único ilegal problemático aquí eres tú.

— El único que se rige por los reglamentos de la escuela eres tú y tres personas más. Uno de ellos es mi hermano. Pringados.

— ¡Tú eres un pringado! —volví a tirarme sobre él, pero esta vez me vio venir y se apartó, colocándose a mi espalda y agarrándome por ella. Me levantó y esta vez llevó en brazos como si fuera un niño pequeño. Me habría quejado si no fuera porque era mucho más cómodo y divertido— ¡Más rápido, esclavo! ¡Mueve ese inexistente culo!

— Puedo tirarte al suelo cuando me venga en gana, recuérdalo.

— ¡Mueve ese precioso y notable culo, entonces! —hizo el amago de soltarme, consiguiendo que se me parara un segundo el corazón. Le miré acusatorio y él empezó a reírse, echándome en cara que ya me lo había avisado— Pues ya no voy a salir contigo, toma.

— Soy demasiado para ti y lo sabes.

— No eres demasiado ni para un moco, cállate. ¡Ah, no me sueltes! —me agarré con fuerza a él, cerciorándome de que en caso de que me volviera a soltar, no hubiera posibilidades de caer, o al menos caer solo— Preferiría salir con el asqueroso helado que te compraste ayer antes que contigo.

— ¡Oye, estaba delicioso!

— Frambuesa y nueces —hice el amago de meterme los dedos en la boca como para vomitar y él me zarandeó como venganza. En esta ocasión seguía agarrado a su cuello, así que no temí por mi vida— Hasta tienes unos gustos ordinarios.

— ¿Ordinarios? —rió y yo asentí con orgullo, inflando el pecho y soltándome cuando me dejó de nuevo en el suelo. Jimin podía ser fuerte, pero su resistencia no era infinita— ¿Dónde has aprendido esa palabra?

— La dice mi hermana. Creo que la usa mucho el delegado de su clase y la repite con una voz muy graciosa cuando habla de él. El otro día se me salió el agua por la nariz cuando le imitó.

— Asqueroso.

— Asqueroso —le imité con la voz que solía poner mi hermana, consiguiendo una misma reacción. Se cubrió la boca con la mano y soltó unas risas disimuladas. En comparación a las mías era algo muy pobre, pero a mí me bastaba— ¿Ves cómo es gracioso?

— Para nada.

— Si te has reído, idiota.

— Pero me reía de ti y tu cara, que es diferente.

Inflé los mofletes con indignación y esta vez sí que me lancé sobre él. De alguna forma consiguió escapar y echó a correr mientras reía y seguía provocándome con inofensivos comentarios. Yo intentaba mantener mi faceta enfadada, pero la situación terminó empujándome irremediablemente a un descontrol de risas. Parecíamos un par de locos corriendo por las calles, persiguiéndonos y gritándonos barbaridades sobre helados de frambuesa y nueces.

De hecho, lo estábamos pasando tan bien, que si no llega a ser porque me encontré a mis padres saliendo por la puerta de mi casa, nos habríamos pasado mi edificio.

Yo quería seguir corriendo y hacer como que no les había visto y tampoco escuchado las cinco veces que habían gritado mi nombre, pero el aguafiestas de mi amigo se detuvo de inmediato y fue a saludarles.

La faceta de Jimin cambiaba mucho según con que adultos, y por desgracia, a mis padres les había tocado el Jimin encantador que no haría daño ni a una mosca.

— Buenos días señor y señora Min —hizo una reverencia y yo rodé los ojos mientras me acercaba por detrás. Saludé con un beso en la mejilla a mis padres y luego volví a colocarme junto a Jimin. Ambos estábamos casi sin aire por la carrera que acabábamos de echarnos, pero él se recuperaba muchísimo más rápido a comparación mía— Yoongi me comentó que se iban de viaje.

— Oh, tampoco es para tanto, tan solo una pequeña escapadita.

— Espero que la disfruten.

— Tan encantador como siempre —mi padre le revolvió el pelo y yo suspiré. Si supieran como era realmente, seguro que no le mirarían de la misma forma. O quizás tampoco les importaría y seguirían adorándole como a un ángel, quien sabía. De mis padres podía esperarme cualquier cosa— Siento que este fin de semana no puedas llevarte a Yoongi. Está castigado.

— ¿Castigado? —le miré incrédulo. Él muy desgraciado estaba fingiendo no saber nada— ¿Por qué?

— Se fue del colegio en medio del horario escolar —mi madre me miró acusatoriamente y yo aparté la mirada, tanto por vergüenza como por indignación. Jimin también me miró, pero detrás de sus ojos tan solo había burla y unas ganas inmensas de echarse a reír— ¿Te lo puedes creer?

— Increíble. Aun sabiendo que no está permitido... —le miré con desdén y disimuladamente pellizqué en la espalda. Él se libró de mi mano con el mismo disimulo— La próxima vez me encargaré de que no vuelva a suceder.

— Muchas gracias. Tú sí que eres un estudiante ejemplar.

Y después de mil halagos al gran mentiroso que tenía por amigo y advertencias a mi inocente persona, se marcharon, dejándonos completamente solos de nuevo. Miré a Jimin y fruncí el ceño, lanzándome por tercera vez sobre él.

Al igual que en las otras, de alguna forma terminé apresado entre sus brazos. ¡Odiaba sus músculos y excepcionales capacidades naturales de lucha y defensa con toda mi alma!

— Menudo delincuente estás hecho... saltándote clases Yoongi... ¡Ah, no me muerdas, pedazo de caníbal!

— ¿A que le digo a mis padres que fuiste tú quien me sacó?

— ¿A que no te creerían en absoluto? —fui a negarlo, pero como tenía toda la razón del mundo, tan solo me frustré y volví a por él.

Esta vez la pelea duró algo menos, pero también terminó en risas y alabando las increíbles habilidades de Jimin para la actuación. Le dije que podía utilizarlas para dejar de parecer idiota y anticipando su reacción, me metí rápido en el portal que ya tenía abierto, cerrándole la puerta en la cara. A pesar de que podía escucharle perfectamente, me señalé las orejas e hice como que no oía nada.

Podríamos haber seguido entreteniéndonos con esa tontería otro cuarto de hora, pero una llamada en su móvil nos interrumpió y tuvo que marcharse pitando. Luego volvió a devolverme vocalizar la palabra idiota a través del cristal, y finalmente se marchó, aún con el móvil pegado a su oído.

Mientras subía las escaleras a mi casa, no podía dejar de sonreír. Ni siquiera cuando mi hermana me abrió la puerta y me recordó de inmediato a grandes voces que estaba castigado.

— ¿Por qué sonríes? Das miedo.

— Porque tengo el mejor amigo del mundo.

— Ah —ella asintió y cogió asiento a mi lado en la mesa de la cocina, ya que a mí me había faltado tiempo para dejar mis cosas tiradas en la habitación y salir en busca de algo que merendar. Ahora que no estaban mis padres, no escatimaría en calorías y comida basura— Iba a decirte que mañana vendrán algunos amigos a casa.

— ¿Papá y mamá te han dejado?

— No lo sé, no he preguntado.

— Se los voy a decir.

— No vas a decir nada porque te coso la boca, mocoso —declaró interrumpiéndome y tapando mi boca con sus manos. Asentí asustado y cuando me soltó, me tranquilicé, limitándome a comer silenciosamente las patatas de la bolsa que acababa de abrir— Obviamente no pretendo tener tu silencio gratis, pero no puedo dejar que te saltes el castigo. Prometí a papá y mamá que cuidaría que lo cumplieras.

— ¿Lo prometiste por Mochi?

— Lo prometí por Mochi —respondió desvalida. Mochi era nuestro pájaro y el único ser por el cual si jurabas algo, debías cumplirlo. Era algo a lo que nos habíamos acostumbrado mi hermana y yo desde pequeños, y ahora era impensable romper ese acuerdo— Pero he pensado compensarte con comida.

— ¿Un pastel de limón?

— Y otro de chocolate y menta. Y también puedes terminarte todas las patatas que quedan en el armario.

— Ahecpo —respondí metiéndome un puñado de ellas en la boca. Mi hermana me tendió la mano y yo se la estreché, limpiándomela antes en la camiseta, claro. Estaba llena de aceite y sal por las patatas— ¿Vendrá Moonie?

— Claro. Y más gente. Si quieres puedes estar con nosotros.

— ¿Qué vais a hacer? —pregunté valorando la idea. Moonbyul me caía muy bien, así que era un gran incentivo para aceptar la oferta de mi hermana. Aunque por otra parte estaba exactamente eso, mi hermana. Cuando estaba su amiga delante, se volvía algo loca.

— No lo sé. Hablar y beber, supongo.

— ¿Solo eso? —se encogió de hombros y asintió— Qué aburridos. Mis fiestas con Jimin son mejor.

— Lo tuyo no son fiestas, son quedadas de dos amigos para viciarse a sus juegos de frikis porque no tienen verdaderas fiestas a las que asistir.

— Las fiestas no son divertidas. Los videojuegos y Jimin sí —respondí con simpleza, como si fuera lo más obvio del mundo. Y lo era— Me quedaré en mi cuarto, no te preocupes. Quizás baje a saludar a Moonbyul y ya.

— Como quieras.

Se encogió de hombros y salió de la cocina, dejándome a solas con las deliciosas y totalmente mías, patatas deslumbraban en la mesa. Sí, siempre que estuviera acompañado de comida, podría aguantar varios días sin la compañía de Jimin.

Este fin de semana se pasaría rápido y comúnmente, exactamente como cualquier otro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro