Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

16

Yoongi.

Levanté tímidamente la vista, lo suficiente como para diferenciar la espalda de la persona que se había colocado entre los demás y mi pupitre. Le había dado con tanta fuerza a la mesa que me preocupó su mano, pues de seguro que le debía haber dolido.

—Y-yo, s-solo somos amigos... —murmuré en voz baja, en un hilo tan fino de voz que dudo que alguien me escuchara.

Tampoco hizo falta, pues todo el mundo empezó a disgregarse sin decir palabra, apartando la vista de Jungkook, quien aún seguía delante de mí.

Era impresionante el poder que tenía sobre la clase, sobre los demás. En menos de un minuto pude volver a pensar, pude respirar de nuevo. Le miré a él y luego bajé la vista a su mano. Tenía los nudillos enrojecidos, pero no me atreví a tocarle. Por algún motivo, a pesar de lo que acababa de suceder, seguía dándome miedo.

—Tengo unas tiritas en mi mochila —hablé en un tono tan bajo que me sorprendió que me oyera. Se giró hacia mí y me miró serio, como si no entendiera lo que le había dicho. Quizá era eso, que no me había entendido— Por la mano digo, s-si quieres tiritas... son verdes con bizcochos pintados, a mi hermana le gustan.

—No necesito nada.

—A-ah, vale... —guardé mi mano de nuevo en mi regazo, atrapando nerviosamente la tela del pantalón en ella. Era incómodo. Me acababa de ayudar pero seguía sintiéndose igual de desagradable hablar con él, de inseguro. Necesitaba ver a Jungkook— Gracias por ayudarme.

—No me las des. No te he ayudado, simplemente me molestaba que mintieran —me miró fijamente y se quedó un par de segundos en silencio. Yo no sabía cómo actuar. Rezaba para que algo sucediera, para que alguien viniera. No quería tenerle tan cerca, no quería estar hablando a solas tanto tiempo— Y tú también me molestas.

Después de eso se marchó de la clase. Ni siquiera respondió a sus amigos cuando le preguntaron a donde iba. Tampoco volvió en toda la mañana, no apareció hasta después del recreo, y con peor aspecto incluso.

Sorprendentemente, no me sentí tan aliviado como creí al verle marchar.

Jungkook.

Lo mejor de terminar los exámenes finales no era poder descansar, tampoco retomar un mínimo de cinco horas diarias para dormir ni quitarte de en medio cualquier comentario parental sobre lo importante de los estudios, nada de eso.

Lo mejor de todo era la fiesta de celebración que se daba la misma tarde del último examen, o mejor dicho, la misma noche.

En mi caso, después de haberme pasado toda la tarde durmiendo en la cama, me sentía con la energía suficiente para desvelarme y no necesitar ni media hora de sueño. Y con solo ver el ambiente de la fiesta, era consciente de que aunque la necesitara, no me iba a ser concedida.

Era un caos, un absoluto caos. El local que habían alquilado se había reducido a un mar de gente, luces, música, y botellas de alcohol pasándose de manos a manos. Yo ya había probado de siete distintas, y en el punto que me encontraba no iba a poder diferenciar el octavo trago de alcohol de una colonia.

— ¿Invitaste a Moonbyul? —me giré hacia Taehyung, quien se había abierto paso entre toda la gente hasta llegar a mi lado. Teníamos que gritarnos al oído para poder escucharnos.

— No pudo venir, aún sigue con sus exámenes.

— ¿Quién es shameless?

— ¡Exámenes! ¡Aún sigue con sus exámenes!

— Oh —puso una mueca y palmeó amigablemente mi hombro. Ambos sabíamos que significaba, es decir, que yo terminaría bebiendo en un sofá mientras esperaba a que todos los demás terminaran de echar un polvo. O bueno, en el caso de Taehyung, varios— Si necesitas algo estaré hablando con aquel chico tan mono que se parece a Jimin.

— Taehyung.

— ¿Sí? Ya te dije que no quiero nada contigo, Jungkook, no insistas.

— ¡Yo tampoco, idiota! —le di un golpe y quité la botella de alcohol de las manos, aunque fuera totalmente inútil ya que en la fiesta con solo pestañear ya te estaban ofreciendo tres sin abrir. Estaba seguro de que mínimo diez personas, terminarían con un coma etílico— Fíjate bien.

— ¿En qué?

— En el chico que me has dicho —Taehyung miró de nuevo en la dirección del pelinegro, tambaleándose y poco hasta que le sostuve y se enderezó de nuevo. Conté diez segundos en lo que tardó en desencajar la mandíbula por la sorpresa— ¿Ya te has dado cuenta?

— ¡Lleva el mismo pendiente de Jimin también! ¡Joder, Jungkook me lo tengo que tirar!

— No lleva el mismo pendiente, Taehyung. Lleva su pendiente.

No dijo nada.

— ¿Ya lo entiendes?

— ¿Se lo ha robado a mi Jiminnie?

— ¡Él es el emo original, imbécil —coloqué a Taehyung nuevamente de cara al grupo, y otra vez conté diez segundos antes de que descompusiera su expresión en una de total sorpresa. Me miró, balbuceó un par de incongruencias, y volvió a mirar al pelinegro— ¿Qué mierda hace aquí?

—Hacen.

— ¿Eh?

— También está Yoongi, mira —señaló un sofá más apartado, ocupado por esa persona que tanto me había enredado la mente estos últimos días. Estaba sentado, con las piernas muy juntas y claramente incómodas. De nuevo no sabía si me estaba tentando a comerle o protegerlo— ¿Lo ves?

— ¿Qué mierda hacen aquí? —volví a preguntar, esta vez más confuso. Y molesto. Ellos dos no pintaban nada en ese lugar, no había que tener muchas luces para saber que este sitio no estaba hecho para Yoongi. Quizás el emo podía encajar ligeramente, pero al castaño se lo tragarían vivo antes de que cayese la media noche.

— ¿Qué importa eso? ¡Vamos con ellos!

— ¿Eh? ¡No!

— ¡Hey, Jimin!

Ignorándome por completo, mi amigo me agarró de la muñeca y tiró con fuerza de mí, arrastrándome entre el alborotado mar de gente. En algún momento perdí la botella de alcohol, y gané varias huellas dactilares en mi parte trasera y delantera. Cuando llegamos a la parte de los sillones, una más alejada, agradecí que Yoongi no tuviera que exponerse a tanto toqueteo.

Sí, un pensamiento bastante hipócrita teniendo en cuenta las situaciones que anteriormente se habían dado.

— ¡Jimin, Jimin, Jimin!

— Llevas gritando su nombre desde el otro extremo de la sala, cálmate.

— ¡Dios, me está mirando!

— Lo tenemos a diez centímetros de distancia. Su nariz casi nos roza —sonreí falsamente al pelinegro, quien obviamente llevaba escuchándonos un buen rato. Él se me quedó mirando en silencio el suficiente tiempo para darme a entender que estaba borracho. El mocoso había bebido— ¿Desde cuándo la leche tiene alcohol?

— Jungkook.

— ¿Quieres demostrarme lo bien que sabes aprenderte un nombre o qué? —sonreí y le revolví el pelo como si de un bebé se tratara, pero no tardé mucho en apartar la mano por las miradas que recibí, tanto de Taehyung como de él— Tranquilo, no me interesa.

— Más te vale —declaró el castaño con recelo. Yo reí y asentí, alejándome unos pasos. En realidad, la situación tenía su parte graciosa— Jimin, he venido a verte.

— Yo he venido porque mi hermano insiste en que socialice —Taehyung le miró sonriente y el menor no tardó ni medio segundo en apartarle de en medio— Y obviamente, no contigo —seguidamente me miró, dándome un repaso de arriba abajo, y sonrió cínicamente— Y contigo mucho menos.

— ¿Viniste a socializar con el alcohol entonces? —frunció el ceño, y como él frunció el ceño, Taehyung le imitó, amenazándome con la mirada. Era como un perro rabioso protegiendo algo— Me acerqué porque Taehyung quería acosarte un rato, no te emociones.

— Ya conseguí que Yoongi me contara lo que le hiciste.

Me quedé de piedra tras esas palabras. La música seguía sonando, pero todo se había vuelto a un plano tan lejano que ni siquiera la borrachera podía compararse. De repente todos los recuerdos de ese día empezaron a aparecer por mi cabeza, mezclándose unos con otros, adhiriéndose a los gritos y lloros de Yoongi.

Era tan horrible que en cierto modo, cuando la voz de Taehyung me hizo volver a la realidad descontrolada de la fiesta, se sintió como la tranquilidad absoluta.

— ¿Realmente le hiciste eso? ¡Eh, Jungkook, responde! ¡Escúchame! —miré a Taehyung, pestañeando un par de veces en un intento de recomponerme del shock. Parecía decepcionado, y el miedo comenzó a invadirme— ¿Es cierto lo que ha dicho Jimin?

— No lo sé —miré a Jimin, quien estaba sonriente y cruzado de brazos con actitud de victoria— ¿Qué fue lo que supuestamente hice?

— ¡Oh, no te hagas el idiota! —me señaló con el dedo índice, acercándoseme tanto hasta apoyarlo en mi pecho. Yo permanecí de pie, plantándole cara a la verdad que podía dejarme en el suelo y bajo tierra. Donde realmente ya me sentía estar— Tú sabes muy bien lo que hiciste.

— Me decepcionas, amigo.

— ¿Qué pasa con esa cara? —Jimin sonrió y se acercó otro par de centímetros, intentando intimidarme. Pero no lo hacía, solo conseguía enfadarme. Me enervaba que si quiera se atreviera a sonreír sabiendo la gravedad de la situación— No me digas que aún no te acuerdas —retrocedió un par de centímetros y sonrió. Antes de que pudiera responder, se giró hacia el sillón de Yoongi y agitó una mano, llamándole y siéndome imposible detenerle— ¡Yoongi, reclamamos tu presencia por aquí!

Fruncí los labios y apreté los puños con fuerza, sintiendo la mayor impotencia de mi vida. Yoongi nos miró con desconcierto y Jimin volvió a llamarle, dándole a entender que quería que se acercase. Cuando vi cómo se levantaba confuso del sillón, inconscientemente aparté la vista a un lado. No podía mirarle a los ojos, ni siquiera verle.

— ¡Haz el favor de recordarle a tu gran amigo que fue lo que te hizo aquel día! —exclamó sonriente el pelinegro, rodeando los hombros de Yoongi con fuerza y tambaleándose ligeramente. Estaba completamente borracho— ¡Vamos, cuéntalo en alto!

— ¡Jimin, por favor! —como me esperaba, chistó eso en voz no muy alta y luego intentó alejarse de allí con su amigo. Pero le fue imposible. El pelinegro volvió a agarrarle y lo colocó en medio del círculo, de cara a cara frente a mí— No, Jimin, vámonos.

— ¿Quieres que te refresquemos la cabeza? ¿Eso quieres? —Yoongi tenía la vista pegada al suelo e intentaba zafarse del agarre de su amigo, pero no conseguía nada. Y yo comenzaba a agobiarme, comenzaba a sentir como me hervía la sangre. Si no se detenía ahora, terminaría pegando a alguien, y Jimin tenía muchas papeletas para ganarse el primer premio— ¿Quieres que te recuerde como le insultaste hasta hacerle llorar? ¿Cómo le quitaste la camiseta para reírte de él y amenazaste con no devolvérsela en todo el día? Oh vaya, se me escapó.

Ahora Jimin tampoco reía, pero yo no tenía mi puesta fija en él, la tenía en Yoongi. Yo no había hecho nada de eso, ni siquiera era comparable a lo que realmente le hice al castaño. Eso era tan pobre, tan pequeño en comparación, que me hacía parecer un ángel. O el pelinegro había escuchado mal, o Yoongi había mentido.

Por cómo me miró durante un segundo antes de bajar la mirada, supe que de la boca de Jimin no había salido ninguna verdad, aunque él no lo supiera.

— ¡Eso no es nada! —Taehyung me rodeó con su brazo y chasqueó la lengua en desaprobación. Ahora entendía su supuesta decepción. No tenía nada que ver con las ideas que me había hecho— ¿Solo por esas tonterías sufrió un ataque de pánico?

— ¡Y-yo no he tenido nada de eso! —se defendió el castaño subiendo el tono. Era la primera vez que hacía algo parecido a gritar. De igual forma, tampoco le hicimos mucho caso— No t-tuve ningún ataque.

— Claro, como tú digas —Taehyung palmeó su cabeza y yo tuve el instinto de arrancarle la mano. Por suerte no duró mucho, y de un segundo a otro ya estaba agarrando al mocoso pelinegro de la cintura y arrastrándolo con él— Vamos a bailar, Jiminnie.

— ¡Te voy a pisar la cara si no me sueltas!

— ¿Por qué mejor no me la ensucias?

— ¡De sangre te la voy a ensuciar! ¡Jodido retrasado, déjame en paz!

No supe si realmente llegó a soltarle, si Jimin consiguió zafarse o si Taehyung terminó arrastrándole al centro del baile, pues estaba demasiado distraído con la persona que tenía en frente. Aquella, que igual que yo, no se había movido ni un centímetro. Seguía con la vista puesta en el suelo, tapando a medias sus manos que agarraban con fuerza el extremo de su camiseta.

No lo pensé dos veces antes de agarrarle, cubriéndole con mi cuerpo, y empezar a andar sin su permiso. Obviamente arrastrándole junto a mí.

— Ven conmigo.

— ¿A dónde? —no parecía muy convencido, y no le culpaba, pero en ese momento el alcohol no me volvía la persona más comprensiva del mundo, y yo necesitaba con todo mi alma hablar— Jungkook, vamos a donde antes. Había más gente.

— Quiero estar a solas.

— ¿Qué? —se detuvo de inmediato, haciéndome chocar con él. Me miró a los ojos y negó varias veces asustado. Antes de que pudiera esquivarme, volví a agarrarlo con firmeza para que no se marchara— No, por favor, no quiero estar a solas.

— Yoongi, cállate.

— Por favor, quiero volver a donde antes —hizo un puchero y no pude evita fijarme en que el labio estaba comenzando a temblarle. Iba a llorar, y de nuevo por mi culpa. Aparté la vista y solté un bufido, deteniéndome de inmediato. No iba a obligarle otra vez a algo que no quisiera.

— Está bien, pero necesito un sitio tranquilo.

— ¿Q-qué?

— Para hablar. Tenemos que hablar, Yoongi.

— ¿Sobre qué?

— ¿Vas a venir conmigo o no? —pregunté más bruscamente. De nuevo empezaban a venir impulsos de agarrarle y meterle en cualquier cuarto sin preguntar. Y quizás lo hubiera hecho, pero por suerte, asintió tímidamente. Yo suspiré y relajé los hombros, aliviado— Bien. Dame la mano.

— Mejor te sigo —murmuró sin aceptar mi ofrecimiento. Eran solo palabras, pero me dolieron más que diez golpes. Tragué saliva y asentí al tiempo que volvía a guardar mi mano en el bolsillo.

— Más te vale no perderte.

— Descuida —sonrió tímidamente y no hubo mejor gesto que ese que me hiciera desconfiar.

Al final si se perdió, y no solo una vez, sino tres. Solo estábamos dirigiéndonos a la salida y en una de las ocasiones, cuando me giré hacia atrás para comprobar que estaba, lo divisé en medio de la pista de baile buscándome con agobio.

Si algo bueno saqué de ello, fue que a la tercera decidió presionarse y se agarró de mí, aunque solo fuera de una de las tiras que rodeaban mi pantalón. Tampoco tuve en cuenta lo rápido que se soltó una vez estuvimos a fuera, pues estaba demasiado cegado con ese pequeño acercamiento, por muy indirectamente obligado que hubiera sido.

Señalé un pequeño bordillo que había junto a unos arbustos. No estaba muy alejado de la entrada, y aunque estábamos ocultos por las plantas, había bastantes personas por alrededor, sin contar las que salían y entraban continuamente del local. Yoongi echó un pequeño vistazo y asintió, esta vez siguiéndome sin perderse. Aunque claro, apenas eran diez metros.

— ¿Por qué le mentiste? —me salió nada más llegamos a la apartada zona. Nadie nos podía oír, pero aun así controlaba mi tono de voz.

— ¿De qué hablas? —abrió mucho los ojos con expresión inocente. Estaba fingiendo, y lo hacía de maravilla. Si no fuera porque era imposible, me habría creído que realmente no sabía de qué estábamos hablando.

— Sabes a lo que me refiero. No le contaste la verdad a Jimin —aparté la mirada con molestia, apretando con fuerza los puños que tenía escondidos en los bolsillos de mi chaqueta de cuero— No le contaste lo que te hice.

— ¿No fue eso lo que me hiciste? —levanté la vista con confusión. Empezaba a conseguir su objetivo, empezaba a liarme y convencerme con esa falsa ingenuidad suya— No lo recuerdo, y como Jimin insistía tanto, le dije lo primero que me vino a la cabeza. Perdona.

— ¿Perdona? —me acerqué a él rápidamente, y él se apartó con la misma velocidad, chocando su espalda contra el muro de piedra que nos limitaba— ¿Perdona dices? Es imposible que no lo recuerdes, no me mientas.

— No lo hago.

— Oh claro —me acerqué unos centímetros más y él contuvo el aliento. Me pedía a gritos con la mirada que me apartase, pero no vocalizaba nada. Siguió en silencio, casi fundiéndose con la superficie que tenía atrás suyo— ¿Si no recuerdas nada como es que ahora temes hasta estar a solas conmigo? Explícame entonces porque ahora, y solo ahora, odias que te toque.

— N-no odio que me toques —susurró en un hilo de voz. Tuve que concentrarme para no desviarme del tema. Estábamos demasiado juntos, quizás lo mejor sí que era retomar espacio y no tentar a la suerte, y de paso, a mi autocontrol. Y cuando lo hice, tuve la prueba que necesitaba para corroborarme. Un simple suspiro de los labios de Yoongi, uno de alivio— ¿Pasa algo?

— Dijiste que todo estaba bien.

—Y lo está.

— ¿Sí? ¿Tú crees? —sonreí cínicamente y asentí, dándome unos segundos de silencio antes de volverme a acercar ligeramente a él. No necesité ni cinco centímetros de distancia para verle apartando el rostro aterrado y agachándose con la misma rapidez— Seguramente tengas razón.

Me miró desde abajo, aún con un ojo cerrado y las manos en posición de defensa. Seguía en el suelo, encogido sobre sí mismo, temeroso de alguien. Temeroso de mí. Me temía, y no era una sorpresa, ni siquiera una novedad. Mucha gente lo hacía, casi todo el colegio lamía mis pies por miedo, y nunca me había molestado.

Nunca hasta este momento.

Cuando Yoongi se afianzó que no iba a hacerle nada, intentó disimularlo. Se puso en pie y alisó las ropas como si nada, tan despreocupado que cualquiera diría lo mucho que estaba temblando. Sí, no podía dejar sus manos quietas, pero si lo ocultaba escondiéndolas dentro de las mangas. Ese chico no era tan estúpido como parecía.

— Gracias por no contarle lo que ocurrió a Jimin —me giré dispuesto a marcharme, pero su voz llamándome me hizo detenerme.

— Yo... y-yo... —fue a decir algo, pero antes de hablar volvió a unir sus labios. No sabía que decir, así que decidí hacerlo por él.

— No te sientas culpable por tenerme asco, en realidad te apoyo completamente.

— Jungkook...

Esta vez no me detuve, pues sabía que no existía palabra alguna que pudiera acabar con mi pesadez, tan solo perdería el tiempo. Y de eso tenía tanta experiencia, que no lo haría sin la compañía del alcohol o algún otro visitante a mi cuerpo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro