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12

Jungkook.

Era la tercera vez en el día que me echaban fuera de clase, pero al menos esta vez iba acompañado de Kyungsoo. A esas horas ni el móvil me servía, todo el mundo estaba demasiado ocupado con sus clases como para poder hablar.

Me tumbé en el suelo, apoyado en la pared y miré a mi amigo, quien ya se había adueñado del sitio frente a mí.

— No jodas que vas a dormirte —solté cuando vi cómo se quitaba la chaqueta y empezaba a abultarla para hacerla una almohada. Me miró un par de segundos, y sin responder, volvió a lo suyo— Dame conversación, no seas así.

— Te recuerdo que no escucho por los ojos —se tumbó por completo y los cerró, dándome la imagen de que realmente se había dormido. Incluso habría podido llegar a creérmelo si no se hubiera señalado los oídos— Tú habla sin problema.

— Quiero una conversación, Kyungsoo, no dar un monólogo.

En ese momento otra puerta volvió a abrirse, escuchándose momentáneamente la molesta voz del correspondiente profesor y unas risas. Levante la vista y me topé con Wonho saliendo de clase, quien tras cerrar la puerta bruscamente, se sentó a mi lado. Kyungsoo entreabrió un ojo, ni siquiera movió un dedo, y volvió a cerrarlo.

— Ya tienes tu conversación. Despiértame cuando venga el profesor.

Wonho y yo nos miramos y sonreímos mientras nuestro amigo rubio volvía a acomodarse, esta vez dándonos la espalda, y nos sacó el dedo antes de echarse a dormir. Aún por esas, nuestras risas no hicieras más que aumentar. Después de darle las noches varias veces, nos cansamos de molestar a Kyungsoo, principalmente porque nos ignoraba de la forma más cruel existente, y no tuvimos más remedio que sacar tema de conversación entre nosotros.

Al parecer, al pelinegro no le habían echado. Directamente se puso en pie y salió de clase por cuenta propia. Era uno de los alumnos más reprendidos del colegio, así que había llegado a un punto en el que los profesores no solo no le regañaban, sino que agradecían silenciosamente que dejara de asistir a clase. Se había convertido en una especie de caso perdido o algo así.

Mi caso había sido algo mucho más normal. Básicamente sucedió que mi inexistente puntería hizo que la nota con la caricatura de mi profesor, cayera por accidente en la mesa de Kyungsoo.

El profesor la vio, y abajo en la esquina, mi firma. En realidad fue un alivio que nos echara, tanto para el rubio y sus ganas de dormir, como para mí y mis ansias de tomar un descanso.

— ¿Y dices que los pilló Minhyuk? ¿Ese Minhyuk?

— El único que conoces —el único que conocía era uno que fue amigo de la infancia de Wonho. No solo amigo, literalmente rozaban casi la línea de hermandad. De alguna forma u otra, terminaron separándose y llevando diferentes caminos. Ahora uno se dedicaba a pelearse constantemente y el otro dirigía la revista anual del colegio— Tuve que taparle la boca para que no gritara como un nene.

— ¿Pero qué mierda hacías tú con la profesora en la sala de fotocopias? —Wonho me puso cara de "No me jodas" y yo seguí con la mía de "Que mierda hacías con la profesora de prácticas en la sala de fotocopias" Al cabo de un rato desistió y tomó la palabra.

— Hacerle trenzas, qué si no.

— ¿Te la estabas tirando en serio?

— Pero si ya te dije que llevábamos haciéndolo desde que empezó el curso.

— ¡Pero no en el jodido colegio, pedazo de inconsciente! —a pesar de mi agobio, él siguió riéndose con mi reacción. Como si el que un alumno le hubiera pillado teniendo sexo con una profesora no fuera nada del otro mundo— Reza para que Minhyuk no cuente nada.

— Oh, por favor —sonrió al tiempo que se ponía en pie y dirigía al pequeño ventanal que había en la pared del pasillo. Abrió la ventana y me miró, sacándose una caja de tabaco del bolsillo del pantalón— No abrirá la boca.

— ¿Cómo estás tan seguro?

— No lo hará, hazme caso —ensanchó su sonrisa, imaginando cualquier cosa que estaba fuera de mi alcance. No quería ni pensar en cómo habría amenazado a Minhyuk para afianzarse de que no se chivaría a nadie.

Si había alguien del grupo verdaderamente peligroso, ese era Wonho.

Todos los demás teníamos nuestras cosas, pero a pesar de todo conservábamos unos límites, una frágil moral. Cierto que también teníamos problemas, cada uno con sus cosas, pero nada en comparación a Wonho. Tanto él como su situación nos superaban con creces.

Wonho era la persona más apática que existía sobre la faz de la tierra. Era capaz de subirse a tu espalda y ponerte la zancadilla al momento sin el menor remordimiento. No tenía conciencia, realmente le faltaba.

Era la única persona que sonreía cuando se enfadaba de veras por el simple motivo de que no se tenía que controlar, nada le impedía soltar su rabia de la mejor manera que se le antojase. Sus padres eran dos políticos con tan buenos puestos que podrían taparle hasta a un asesinato.

Lo turbio de su familia estaba tan bien escondido que fuera de ella tan solo se convertía en rumores. Que si su padre les maltrataba, que si su madre era lesbiana y tenía una amante.

Había pocas personas que aseguraban haber oído que el padre tenía un hijo con una prostituta y lo había mandado a matar para que no saliera en un futuro en las noticias.

De cualquier forma, fueran todas palabras ciertas o no, la relación de Wonho con su familia no conservaba nada sentimental. Básicamente a cualquier tipo de relación del pelinegro le faltaba esa parte.

— ¿Tú qué tal con tu chica? —le miré, volviendo a la realidad, encontrándome con su imagen fumando junto a la pequeña ventana. No me preocupó ya que ningún profesor se atrevería a amonestarle de forma seria— Una universitaria, quién lo diría.

— Tú te has enrollado con una profesora.

— Ya, bueno —se encogió de hombros y soltó el humo con desgana— Tampoco es nada del otro mundo.

— Si tú lo dices.

— Cuando quieras las cambiamos, yo no tengo problema —rió y yo me vi obligado a seguirle las risas, aunque no me hiciera ni pizca de gracia que bromeara con esas cosas. Por desgracia eran comentarios a los que te tenías que acostumbrar si querías mantener su amistad, y quisieras o no, siempre convenía conservar la amistad con Wonho— Ahora en serio. Tu novia está tremenda.

— No eres el único que lo piensa.

— ¿Y ese tono?

— Ya sabes, me refiero a la de siempre —asintió al comprender de quién hablábamos. Todo el grupo era consciente de la estrecha relación entre mi novia y su mejor amiga, y también de lo poco que me agradaba— Dice que exagero y luego se va a pasar la noche con ella.

— Quizá tiene razón y exageras —levanté una ceja y le miré con incredulidad. Yo no exageraba, de ninguna manera lo hacía. Joder, era obvio que algo se traían, al menos por la parte de la otra— A ver, piénsalo, quizá solo estés tenso.

— ¿Se puede saber de qué estás hablando?

— ¿Hace cuánto que no lo hacen?

— ¿Hablas se sexo? —asintió y me puse a hacer cuentas mentalmente. A medida que aumentaban los días, mi autoestima caía un poco más. Desde que las clases iniciaron a penas nos veíamos— Casi tres semanas.

— Está clarísimo entonces —le miré sin comprender y se hizo un momento de tensión mientras volvía a dar otra calada al cigarro. Cuando hubo soltado todo el humo, añadió con obviedad— Tienes que desahogarte de alguna forma, amigo. La falta de sexo te está comiendo la mente.

— ¿Qué?

— Que sí, hazme caso.

— ¿Pero te estás oyendo? —miré a Kyungsoo, totalmente indignado. Jamás había oído tantas cosas absurdas juntas. Bueno, en realidad sí, y en muchas ocasiones, pero está me había pillado tan desprevenido que me sorprendió de sobremanera— ¿Le estás oyendo, Kyungsoo?

— Conversación de dos. Déjame.

— Jungkook, hazme caso —volví a mirarle, intentando no perder los nervios. Yo le contaba mis temores acerca de que mi novia me pusiera los cuernos y él me decía que tenía que desahogarme— Necesitas distraerte, algo que compense la falta de sexo.

— Tío, eso que te estás fumando no es bueno.

— Solo es tabaco, idiota. Y si me hicieras caso de una maldita vez, te lo agradecería.

— ¿Sí? —rodé los ojos y me recoloqué, apoyándome más cómodamente en la pared— ¿Y qué propones?

— Ya te lo he dicho. Diviértete.

— Ya salgo de fiesta, me divierto con vosotros.

— No de esa forma —sonrió y señaló un punto tras la puerta de mi clase. Me asomé por el cristal de esta y no vi nada, al menos aparentemente. Miré con desconcierto a mi amigo y me encogí de hombros sin comprender una mierda— Me refiero al rarito.

— ¿Yoongi? —volvió a fumar y asintió, como si ese nombre lo explicara todo— ¿Qué pasa con él?

— Puedes jugar con él. Dijiste que te parecía adorable.

— No me jodas.

— ¿Qué? Ya sé que es asqueroso, pero mientras no lo pienses mucho, te servirá —volví a mirar a Yoongi, quien atendía confuso a la explicación del profesor sin plantearse si quiera que alguien, como nosotros por ejemplo, estuviera hablando sobre él. Cuando miré a Wonho, estaba sonriéndome de esa forma que ponía siempre que creía tener razón— ¿Y bien?

— ¿Te has planteado si quiera que puedo no gustarle yo? ¿O los hombres directamente? —por como me miró, supe qué iba a decir, qué iba a responderme. No supe cómo sentirme al respecto por la forma tan natural y normal en lo que dijo.

— ¿Y eso qué importa? —se terminó el cigarro y lo apagó contra el cristal de la ventana, tirándolo por ella antes de añadir— No tiene por qué opinar en este asunto. Tan solo mírale.

Y le miré por tercera vez.

Esta vez se percató de mí, y me saludó tímidamente antes de mirar a mi espalda asustado y devolver la vista a la pizarra. Cuando me giré, encontré a Wonho mirando sonriente al castaño. Luego me miró a mí, y tuve que apartar la mirada por el asco que sentí. No asco hacia él, que también.

Sino asco hacia mí por haber valorado siquiera su idea. Y no solo eso, sino emocionarme al imaginarme poniéndola en práctica. Me di verdadero miedo a mí mismo.

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