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# O8

⎯ ¡Achú!

⎯ Tal parece que te vas a resfriar⎯ comentó Ame mientras seguía organizando sus cosas.⎯ Take-chan, deberías volver a la cama.

Takemichi quiso estar de acuerdo con su progenitora, pero de alguna forma, tenía un tenue presentimiento de que alguien estaba hablando de él en otra parte. De todos modos, el rubio teñido le resto importancia.

⎯ Ya estoy despierto, mamá. Además... quiero despedirte, aunque sea por esta vez.

Ame se detuvo por un momento para mirar a su retoño y, al hacerlo, pudo ver con claridad como las mejillas de Takemichi se tornaban en un rojo carmesí, demostrando su vergüenza. La azabache sonrió con ternura para así aproximarse a su hijo con lentitud, quien se encontraba sentado en el sofá de la sala aún en pijama.

Aquella mañana, debido a que se le olvidó programar el despertador, la madre de familia había despertado más tarde de lo normal y estaba llegando tarde al trabajo. Ame Hanagaki trabajaba como secretaria en una empresa prestigiosa, y tenía un turno de trabajo muy estrecho y exigente. Por lo tanto, la azabache no pasaba mucho tiempo en casa y era cotidiano para Takemichi despertar sin la presencia de su madre en casa, e incluso habían días en los que su madre llegaba demasiado tarde como para poder recibirla.

El sonido del seguro de la puerta abriéndose o cerrándose, era su pan de cada día. La falta de compañía mientras comía, era lo normal. Los tiempos de madre e hijo eran escasos. Y, aunque las cosas se vieran mal desde otro punto de vista, su madre se esforzaba por recordarle, cada vez que tenía la oportunidad, cuánto lo amaba. El amor que la madre de Takemichi tenía por él, era tan inmenso como solo una madre puede amar a un hijo. Por eso y más, Takemichi deseaba que el tiempo se detuviera cuando podía disfrutar de la calidez del rostro de su madre por medio de sus manos, y así, sería completamente feliz.

Pero su realidad era otra, y por más que se sintiera solo entre las cuatro paredes que lo rodeaban, debía mantenerse fuerte y con una sonrisa para su madre. Takemichi no deseaba estorbar más de lo necesario, y menos hacer llorar a la azabache por su egoísmo.

La mujer se agachó en cuclillas ante el menor y tomó entre sus manos las contrarias, para así depositar en ellas un beso casto. Takemichi permaneció impasible ante aquella acción de manos, ya que era un hábito que había adoptado su madre desde el accidente. La sensación reconfortante no dudó en colarse en su pecho.

⎯ Cariño, no me hagas ponerme sentimental...

⎯ ¡Pero siempre te pones así sin que haga nada!

La risa de Ame no se hizo esperar. Su risa era un canto para los oídos de quien la escuchara, y su sonrisa era sumamente bonita. Una lástima que Takemichi no pudiera disfrutarla tanto como quisiera.

La sonrisa de su madre. La sonrisa de su madre. La sonrisa de su madre.

¿Había alguna manera de mostrar un recuerdo de ella sonriendo en vez de estar rodeado de una absoluta oscuridad? Takemichi sintió un dolor profundo al negarse a sí mismo aquello, y la pulsación dolorosa en su cabeza lo saboteaba en el acto de todos modos. Todo su cuerpo se puso rígido de repente al intentarlo otra vez. Incluso si se concentraba en serenarse con el tacto amable de las manos ajenas sobre las suyas, no podía hacer más que obtener una imagen borrosa.

Nuevamente, una parte de él quería gritarle a su madre que se quedara con él. Quería confesar finalmente su miedo constante a la soledad. Admitir que usaba la música para apaciguar el abrazador silencio que lo asfixiaba durante las mañanas, tardes y noches. Escupir que se odiaba a sí mismo por tenerle ansiedad a algo a lo que ya debería de haberse acostumbrado.

Odiaba tanto, tanto, tanto sentirse inútil. Odiaba tanto, tanto, tanto vivir con aquella venda negra en su ojos permanentemente.

Sintió un leve picor en sus manos, y allí supo que debía de reaccionar o su madre se percataría de que algo no andaba bien con él.

 ⎯ Take-chan, tú...

⎯ ¿Qué hora es, mamá? No olvides que vas demasiado tarde al trabajo.

Ante el recordatorio, Ame soltó una exclamación de sorpresa para después correr a tomar su bolso de mano y documentos para el trabajo del día, y se apresuró a acercarse nuevamente a su hijo mientras veía de reojo la hora en el reloj situado en la pared de la sala.

Sostuvo entre sus manos las mejillas pálidas del menor, y depositó un beso suave en su frente.

⎯ Hay comida hecha en el microondas, recuerda sacar dos envases antes de calentar. Hay tres sorpresas que te esperan en cada uno, ¡disfrútalo!⎯ exclamó Ame con una alegría fugaz. Sonrió nerviosamente, dándose el lujo de peinar las hebras alborotadas de Takemichi hacia atrás.⎯ Chifuyu-kun me comentó que vendría a ver cómo van las cosas en la tarde. Cuídate mientras tanto, pastelito.

⎯ Mamá... ⎯ se quejó débilmente Takemichi por el apodo, pero disfrutando el cariño desbordante de su voz de todos modos.

La azabache solo rodó los ojos divertida. Otro beso, y se aproximó a la entrada. Takemichi la siguió lentamente y se quedó en medio del pequeño pasillo. Ame, luego de haberse colocado el calzado adecuado para su jornada laboral, abrió la puerta.

⎯ Bueno, ya me voy. Te amo, cariño.

⎯ Yo también, cuídate.

El rubio teñido movió su mano vagamente como despedida al mismo tiempo que sonreía ampliamente, y luego de escuchar la entrada cerrarse, detuvo el movimiento y su sonrisa lentamente comenzo a decaer para así quedar varado en el lugar. Permaneció así por un tiempo, sumergiéndose de a poco en el silencio familiar de su hogar, y cuando finalmente su cuerpo se relajó, comenzó a estremecerse.

Takemichi junto ambas manos cerca de su pecho mientras percibía el temblor. No se preocupó tanto, era normal, pero evitaba mostrarse así ante Chifuyu y su madre para no preocuparlos más de lo necesario. Soltó un suspiro, e ignorando aquella pequeña inquietud en su pecho, se frotó el ojo con cansancio y dio media vuelta con la intención de regresar a la sala.

⎯ Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. ⎯ musitó Takemichi mientras avanzaba, se detuvo y dobló hacia su izquierda.⎯ Uno, dos, tres.

Su avance fue lento pero seguro, y sin dejar de contar sus pasos, caminó hasta quedar en frente del reproductor de cassette pegado a la pared en la esquina de la sala. Encima del equipo antiguo se encontraba un cassette de color gris, con bordes azules y sin título en la parte inferior de la cajita de plástico. Luego de tomarla entre sus manos y darle una rápida sacudida, Takemichi tanteo con su dedo los botones del reproductor hasta presionar un botón entre el montón. La entrada para colocar el cassette en sus manos se abrió inmediatamente. Colocó el cassette allí con cuidado, y la cerró.

Luego de dar dos pasos atrás, Takemichi pudo escuchar el característico clic de cierre, y al transcurrir unos instantes la melodía brotó como una suave caricia para el oído musical del rubio teñido, logrando adueñarse del ambiente. La subida y bajada de la composición de piano lo distrajo un rato mientras se aproximaba al sofá, tomando asiento mientras se sumergía en la sucesión de notas.

⎯ Ah, está muy hermosa. ¿Cómo se llamaba? ⎯Takemichi se preguntó a sí mismo. Llevó una mano a su barbilla, pensativo.⎯ Fuyu había dicho... ¿Sosteniendo la noche? ¿Noche...? La tengo en la punta de la lengua.

Takemichi se permitió perderse en su divagación en busca del nombre de dicha pieza de piano entre sus recuerdos neutrales de la semana pasada. Tranquilamente, se apoyó en los brazos del mueble y subió su cabeza hacia arriba, en donde, él suponía, estaba el bombillo.

Las semanas, días y horas pasaban en un parpadeo para el rubio teñido, quien se mostraba impasible ante la corrida del tiempo para sí mismo. Así como los rayos del sol traspasaban la cortina delgada de color blanco, también podrían irse, y Takemichi nunca se daría cuenta de su ausencia.

Al transcurrir el tiempo suficiente, Takemichi se iluminó al finalmente dar con el nombre de la melodía, y justo a tiempo, la melodía fue apaciguándose hasta llegar a ser reemplazada por otra.

Nocturno en Do sostenido menor.

El rubio teñido no pudo evitar soltar una risa irónica ante la revelación, ya que estaba seguro de que la melodía quedaría mejor en la noche según su nombre, pero él, en cambio, estaba escuchándola durante el día. Negó divertido para luego acostarse correctamente en el sofá, y luego de escuchar por un largo tiempo las canciones que se reproducían del cassette, Takemichi no creyó que caería dormido de nueva cuenta tan rápido.

Entre sus sueños vagos y tenues donde el sonido y voces predominaban, el toque del timbre de su hogar lo sobresaltó, sacándolo de su "ensueño" de inmediato.

Parpadeó aún con un pie en el mundo de los sueños y otro en la realidad. Takemichi ignoró tranquilamente los golpes constantes de su corazón en su pecho, denotando su sobresalto anterior al despertar abruptamente. Con sus dos manos se frotó el rostro, buscando quitar los restos de sueño y despertar por completo. Durante ese tiempo, el timbre era tocado con insistencia, y el rubio teñido frunció el ceño sintiéndose irritado.

No le importó demasiado tomarse más tiempo para tranquilizarse, dándose masajes en su sien al mismo tiempo que se estiraba.

Cuando por fin pudo desprender su irritabilidad de su cuerpo, se levantó y se dirigió parsimoniosamente hacia la entrada. Takemichi se preguntó quien podría ser a esas horas a la par que abría la puerta.

⎯ ¡Takemichi/Takemitchy! ¡Vine a pasar tiempo contigo/Vamos a jugar! ⎯ exclamaron al unísono sus nuevos invitados casi encima del mencionado.

Ante la sorpresa, Takemichi inevitablemente se asustó, y parpadeó mostrándose confundido.

¿Por qué sentía que ya había pasado por esto antes?






Les traigo la actualización mientras lucho por no caer dormida. Quiero mencionar mi inmensa gratitud a Kanashii_Yoru por apoyarme a corregir este capítulo 🖤

Muchas gracias por seguirme leyendo, me hacen muy feliz y nos leemos en la próxima lectura. Les mando un gran abrazo de oso polar, muack.

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