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# O7

El sonido de la entrada cerrándose de golpe hizo que a una persona, no muy lejos de allí, se le dibujara una sonrisa pequeña en su expresión. Mikey nunca se había ido, como llegó a pensar el rubio teñido, estuvo desde el principio. Y vio cada una de las reacciones de Takemichi después de besarle la frente, apreciándolas y guardándolas en su mente con sumo deleite.

Demostrando su contentamiento con un tatareo, emprendió el camino de regreso a su hogar.

La noche había caído en el país del sol naciente. El sonido apacible de sus sandalias al andar, la luna guiándolo en su retorno y las estrellas brillantes siendo sus cómplices en aquella fría noche de Tokio le otorgaron cierta tranquilidad que necesitaba. Mikey simplemente se dedicaba a patear una que otra roca que aparecía en su campo de visión, junto al compás de pocas vueltas sobre su eje sin detener el paso, lo que solo hizo que se aburriera más.

Caminar era peor que ser secuestrado.

Mikey bufó ante el pensamiento, aún no podía creer que Takemichi no lo haya dejado dormir en su casa. Era una lástima, él quería pasar más tiempo con su lindo Takemichi. Hubieran hecho muchas cosas para pasar el rato, desde leer mangas hasta jugar a la guerra de almohadas ya que, siempre y cuando esté con el rubio teñido, tendrá la seguridad de que nunca se aburrirá. A pesar de que su amigo no pudiera leer por su cuenta los mangas que él le llevaba, le gustaba leérselos. A pesar de que tenga que estar conteniendo su fuerza y solo apuntar a los pies de Takemichi para no lastimarlo, a él no le molestaba en lo absoluto. Siempre que lo tenga ahí, riendo y jugando sin parar, divirtiéndose y creando buenos momentos, para Mikey es perfecto.

La simple presencia de Takemichi en su vida ha marcado un antes y un después. Mikey no está del todo seguro, pero siente que su cambio es para bien y todo gracias a Takemichi.

Una sonrisa suave apareció en la expresión del rubio ceniza. Levantó ambos brazos para así posicionar sus manos detrás de su nuca y, después de recordar a su lindo chico de ojos grisáceos, Mikey se permitió perderse en la sensación de calidez que se posicionó en su pecho.

Solo Hanagaki Takemichi, un chico tímido, agradable y de buen corazón, podría provocarle todo eso y más.

Después de haber alargado su recorrido, caminando sin rumbo fijo y perdiéndose más de una vez en sus pensamientos, cortesía del rubio teñido, finalmente el rubio ceniza llegó a su destino. La residencia Sano se hizo presente con las luces apagadas, eso significaba que todos se encontraban durmiendo. ¿Tanto se había tardado? se preguntó Mikey. Y así mismo como entró, inmediatamente cerró la puerta a sus espaldas con discreción. Apenas Mikey se retiraba sus sandalias y luchaba por no hacer más ruido del necesario, una figura al fondo lo observaba en silencio.

Mikey no tuvo tiempo de reaccionar cuando otra figura alta se lanzó hacia él, para así aplicarle una llave y dejarlo inmóvil en el suelo. El rubio ceniza soltó un gruñido, más de enfado que de dolor.

⎯ ¡Joder, Iza-nii! ¡Suéltame! ⎯exclamó Mikey fastidiado, sin muchas ganas de luchar para liberarse.

⎯ Lo siento Manjiro, pero son órdenes de arriba~ ⎯ respondió Izana con un tono burlón⎯ . Estabas muy distraído, hermanito, ¿la falta de práctica ya te está haciendo efecto?

Rodando los ojos con molestia, simplemente permaneció allí por un tiempo prudente, hasta que decidió no dejársela fácil a su hermano mayor y comenzaron a rodar por toda la sala, sin dejar de forcejear el agarre entre ambos y sin intención de rendirse ante el otro.

Shinichiro miraba todo el desastre que ambos chicos revoltosos hacían con reproche, y sonrió después nerviosamente al imaginar a cierta rubia pequeña, siendo esta muy perfeccionista con los quehaceres y decoración del hogar. El de hebras oscuras sabía que, si la despertaba ahora, además de que se desataría un desastre, también incluiría una serie de golpes en la cabeza a cada uno de ellos; a Mikey por ser el principal causante del alboroto, a Izana por contribuir al mismo y a él por no haber hecho nada al respecto.

⎯ Oi, se supone que debo de regañar a Mikey por llegar a estas horas a casa. No a los dos. ⎯ comentó Shinichiro sin despegar la mirada de las dos figuras moviéndose de un lado al otro mientras se cruzaba de brazos.

A pesar de intentarlo, tanto Mikey como Izana ni se molestaron en prestarle atención a Sano Shinichiro, su hermano mayor y tutor legal.

Con un suspiro cansado y un masaje suave en la sien para disminuir su irritación, simplemente decidió retirarse a su habitación a dormir. En cualquier momento, su pequeña y dulce hermanita haría acto de aparición si continuaban con el ruido, y era mejor no estar presente para cuando ese momento llegara.

Pero era demasiado tarde. Justamente, antes de que el pelinegro pudiera irse para salvarse de la situación, lo inevitable sucedió.

⎯ ¿Qué diablos están haciendo?

Los tres hermanos se paralizaron en su respectivo lugar para así voltear con suma lentitud hacia el pasillo, en el cual se encontraba una chica de baja estatura en un pijama rosa crema, con una mascarilla facial y hebras rubias alborotadas en un moño bajo, con un trapo envuelto en uno de sus brazos. En ese preciso momento en que sus miradas cruzaron con la contraria, su miedo aumentó.

Habían hecho enojar a Emma.

⎯ ¿Cómo se atreven a...?

⎯ ¡Ahí viene!

⎯ Emma, hermanita, no es lo que crees...

⎯ ¡Shin, sabes que igual lo hará! ¡Corran por sus malditos traseros!

⎯ ¡Interrumpir mi sueño de belleza!⎯ gritó Emma con suma irritación, para así soltar el trapo envuelto en su brazo y enrollarlo con sus dos manos con firmeza. Ante esa vista, tanto Mikey e Izana como Shinichiro comenzaron a correr  ⎯ .¡Vuelvan aquí, bastardos!

Y así fue como comenzó una persecución en toda la extensión de la casa en un transcurso de varias horas, y casi llegando a la media noche, Emma finalmente pudo regresar a su habitación, satisfecha por haber hecho justicia por sí misma.

Por otro lado, no se podría decir lo mismo del resto de la familia que vivió, una vez más, el error de meterse con el sueño de Emma Sano.

A la mañana siguiente, al ser fin de semana, Mikey pudo degustar de su sueño hasta tarde. El rubio ceniza bajó las escaleras con un gran bostezo y automáticamente prosiguió a encaminar directamente a la mesa, donde se encontraban sus demás hermanos desayunando. Apenas se situó en su sitio habitual, Emma se acercó con un tazón de arroz para así después colocarlo en frente del rubio ceniza, quien estaba somnoliento, aún en pijama y con sus hebras rubias revueltas.

⎯ Buenos días...

⎯ Buenos días, Mikey. Shin-nii, ¿hoy estás de humor para un café? ⎯ preguntó la rubia alegre, con una sonrisa tan brillante que podría iluminar la habitación entera.

Mikey bufó por lo bajo. Cualquiera pensaría que Emma no podría matar ni una mosca con esa apariencia tan angelical, pero él sabía la verdad detrás de aquella sonrisa inofensiva.

⎯ Claro. Gracias, Emma.⎯ respondió Shinichiro de lo más casual, sin despegar su vista del periódico de esa mañana. Un café no le vendría mal, pensó el pelinegro luego de fijarse en un articulo curioso sobre una familia adinerada que donaba una considerable suma de dinero a un orfanato del distrito vecino ⎯ . Ya quisiera tener esa cantidad de dinero en mi bolsillo. Me alcanzaría para renovar todo el taller y demás reparaciones.

⎯ ¿De qué hablas, Shin?

Shinichiro le extendió el periódico a Izana, comenzando una plática entre ellos que obviamente Mikey ignoró debido al sueño que aún residía en él. Parpadeaba de vez en cuando intentando despertarse en vano, pero la idea de ir a visitar de nuevo a Takemichi se filtró en su cabeza, y apenas considero la idea, el sueño fue yéndose poco a poco.

No hará daño a nadie si lo visitaba también un sábado.

Emma regresó con el café de su hermano mayor entre sus manos, y en ese preciso momento en que iba a entregárselo, una nueva voz hizo acto de presencia.

⎯ Oi, buenos días, ¿Mikey está despierto?

La presencia de Draken ocasionó que la rubia se tropezara con sus propios pies y casi se le cayera el líquido caliente encima de Shinichiro, quien de igual forma hizo una reacción graciosa por lo que pudo haber pasado, pero Emma logró recuperarse inmediatamente. La humillación de caerse por su torpeza y derramar el café encima de Shinichiro frente a su crush fue evitada con éxito.

⎯ Aquí estoy, únete a nosotros, Ken-chin ⎯ saludó Mikey a su mejor amigo quien se aproximó hacia ellos tranquilamente ante el llamado de su líder de grupo. Y no dejó pasar el cómo la sonrisa de su hermana se amplió aún más por el rubio de trenza⎯ . Y no te dejes engañar por su amabilidad, anoche Emma mostró su verdadero rostro.

Y sin que pudiera decir más, el rostro de Mikey había sido empujado por completo hacia su desayuno, callándolo al instante. Mientras tanto, Emma se encontraba detrás del rubio ceniza sosteniendo su cabeza contra el tazón que hace unos minutos atrás le sirvió, sin haber cambiado su expresión sonriente en ningún momento. Los demás ni siquiera se inmutaron, demasiados acostumbrados, ya que así eran las mañanas para los Sano; el ambiente sereno del desayuno podría cambiar en cualquier momento a uno caótico, divertido o hasta agitado. La acción de su hermana podría pasar como algo cotidiano sin problemas.

Draken simplemente se sentó en uno de los lugares libres de la mesa sin decir palabra alguna, en espera de que ambos hermanos dejaran de pelearse para poder continuar con su rutina con Mikey, y con rutina se refería a arreglarlo para poder salir ambos a hacer cualquier cosa o a buscar a los demás para matar el tiempo.

⎯ Se lo buscó por idiota. ⎯ comentó Izana con suma burla, disfrutando de ser, por esta vez, el espectador de las riñas de Emma.

Shinichiro rodó los ojos divertido para así desordenar la cabellera peliblanca de Izana, ignorando las quejas del mismo, y miró de reojo a Mikey y a Emma. Amaba a su familia sin importar lo problemática que sea. Siempre velaría por el bienestar y la felicidad de sus hermanos por encima de cualquier cosa.

El pelinegro desvió su atención a Draken.

⎯ En fin, ¿piensan salir a algún lado en específico, Ken?

⎯ No lo sé, Shinichiro-san, solo iremos a dar un paseo.

⎯ Bueno, si es así, ¿por qué no me acompañan al taller? Podrían...

⎯ ¡Claro! ¡Ya quisiera ver como te comportarías si Takemichi-kun estuviera aquí!

El silencio inesperadamente se situó entre todos, y no por las palabras de Emma, sino por la reacción de Mikey.

Las mejillas de Mikey estaban teñidas de un rojo carmesí, y su actitud infantil y burlona había sido cambiada sorpresivamente a una silenciosa y tímida.

⎯ ¿Quién es Takemichi? ⎯ preguntó Draken de repente, totalmente confundido y asombrado por el cambio de Mikey ante dicho nombramiento.

Por un lado, Shinichiro sonreía divertido por la situación. Y por otro estaba Izana, quien le había quitado el café a su principal destinatario, no pudo evitar aprovechar el momento para abrir la boca y decir algo ante el desenlace de los hechos.

⎯ No se preocupen por mí, solo me quedaré aquí hasta que terminen de contar quién rayos es el tal Takemichi.

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