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Capítulo 2.

Draco Malfoy pensó que ignorar al cara-rajada sería algo sencillo. Solo tenía que seguir comportándose como un cretino ante el mundo, osea, como suele ser diariamente.

Pero cada vez que veía a Potter... En la lejanía, sentía una opresión muy incómoda en el pecho, un pinchazo, incesante y persistente. Que, insistía en eso que se alojaba en lo más profundo de su corazón.

Draco no sabía con certeza que era, tampoco quería saberlo, pero aveces... Las circunstancias más inimaginables eran las más acertadas.

—¿Draco, me estás escuchando?.

Se sobresaltó ante el llamado, sintiendo el brazo de su compañero bloquearle el paso. Arqueó una ceja en su dirección, el moreno solo hizo un ademán con su cabeza, apuntando a cierta pelinegra que lo observaba con una expresión impaciente.

—¿Cómo dices?— preguntó sin ningún tacto, la chica resopló.

—¿En donde tienes la cabeza?— respondió con otra pregunta, cruzándose de brazos—. No has oído nada de lo que te dije.

El rubio suspiró dramáticamente, rodando los ojos.

—¿Sabes que es de muy mala educación, responder una pregunta con otra pregunta?.

—También es de mala educación evadirlas. Responde, dragón—. Replicó, estrechando sus ojos, el otro ni se inmutó.

—¿Que fué lo que dijiste exactamente?— cuestionó con la típica voz aburrida de siempre.

Ella alzó la barbilla, orgullosa y con el ceño fruncido, muestra de que no le gustó para nada su tono de voz.

—Que vamos tarde a nuestra primera clase de Cuidado de criaturas mágicas, pero, como eso al parecer no es de tu interés...— a propósito, dejó la palabra en el aire, dejándolo procesar sus palabras.

Malfoy reaccionó, poniendo los ojos en blanco, ¡¿Cómo pudo olvidarlo!?. Observó a su amiga, notando que en su rostro no se mostraba ninguna emoción que él pudiera percibir (siendo el mejor en reconocer emociones, incluso en el rostro más inescrutable). Luego desvío su mirada hacia Blaise, quien solo enarcó una ceja en su dirección, con una mirada que claramente dictaba: "¿Y ahora que harás?". Sacudió su cabeza, si tan solo no hubiese estado divagando, si no hubiese estado pensando en alguien; alguien de unos brillantes ojos verdes, melena azabache e indomable, con una cicatriz en una forma curiosa de rayo y unas gafas redondas y feas, pero que extrañamente se veían bien en esa persona.

—¿Entonces porque seguimos aquí?— preguntó, con una ceja enarcada, recomponiendo su máscara de indiferencia—. Andando, no puedo perderme ésta clase... Aunque no sea un fanático de esta.

El rubio, liderando el grupo, retomó su andar, yendo a paso elegante y con su túnica ondeando al compás de sus pasos.

Pansy Parkinson y Blaise Zabini lo vieron a sus espaldas, el segundo viendo de reojo a la primera, quien se encogió de hombros.

No les quedaba de otra, ¿Verdad?.

__

Gryffindor compartía esa clase con los Slytherin's, Harry pensaba que era una fortuita muy conveniente, desde que el extraño comportamiento del rubio comenzó a notarse más en el colegio, el moreno se había planteado la tarea de investigar, observar y vigilar a Malfoy.

Después de todo, nadie lo conocía mejor que él—en el sentido de la enemistad—. Y si Harry no lo hacía, ¿Quién lo haría?.

A lo lejos, mientras descendía con sus amigos—recién peleados, como era de esperarse—, pudo distinguir la conocida silueta de Malfoy, acompañado de sus dos inseparables guardaespaldas; Crabbe y Goyle. En los límites del bosque prohibido, junto al resto de Slytherin.

—¡Por aquí!— el grito paulatino del guardabosques, atrajo la atención de todos los estudiantes presentes. Estaba acompañado de Fang, y portaba su inconfundible abrigo de piel de topo.

Poco a poco, cada chico empezó a aglomerarse en un solo lugar, Slytherin manteniendo siempre la distancia entre los leones.

—¡Vamos, vengan rápido!— gritó nuevamente, frotándose las manos—. ¡Ésta será una lección muy emocionante, procuren estar junto a la cerca para tener una mejor vista!.

Gryffindor y Slytherin dieron varios pasos hacia adelante, estando considerablemente cerca de la división de madera.

—Ahora, lo primero que tienen que hacer, es abrir los libros— indicó.

—¿De que modo?— preguntó una voz arrastrada, el semi-gigante lució confundido por un momento.

—¿Uh, qué?— preguntó.

—¿De que modo abrimos los libros?— repitió Draco, sacando su ejemplar de El monstruoso libro de los monstruos, que había atado con una cuerda. Otros lo imitaron, Algunos como Harry, habían amarrado el libro con el cinturón; otros, lo habían metido muy apretado en la mochila o lo habían sujetado con pinzas.

—¿Ninguno ha sido capaz de abrir el libro?— preguntó Hagrid, luciendo decepcionado. La clase entera negó.

—Tienen que acariciarlo— dijo con obviedad—. Observen...

Tomó el ejemplar de Hermione, quitándole los sujetadores, varios ojos fijos en cada acción. El libro intentó morderlo, pero él le pasó el dedo índice por el lomo, éste se estremeció y se abrió tranquilamente en su mano.

Harry estaba fascinado, realmente fué una idea muy ingeniosa.

—¡Ah, pero que tontos hemos sido!.

Y al parecer no era el único... Pero, tal vez no a todos les haga gracia cosas como esas. Y Draco era un ejemplo.

Y la verdad era que Draco era una persona muy impaciente, sobre todo con las personas que son tontas por naturaleza. Cómo Hagrid.

—Teníamos que acariciarlo, ¿Cómo no se nos ocurrió?— comentó despectivamente.

—Yo... Yo pensé que les haría gracia...— balbuceó el mayor a la castaña, dudativo.

—¡Oh, pero que gracia nos hace..!— exclamó sarcástico—. Hacernos comprar libros que quieren comernos las manos.

—Cierra la boca, Malfoy—. Saltó Harry en su defensa, el mencionado lo miró por breves segundos, para finalmente ignorarlo.

Algo anda mal, Draco siempre replicaba sobre todo cuando se trataba de Harry, pero... Su mirada, ésa mirada otra vez. ¿Que significaba?, ¿Que quería decirle?.

—Bien, pues...— dijo el hombre, quien parecía haber perdido el hilo—. Ya tienen los libros, y...y... Iré a traer las criaturas mágicas, esperen aquí.

Nadie se movió, Hagrid les dirigió una última mirada antes de penetrar en el bosque prohibido.

—¡Por Merlín, este lugar está en decadencia!— Malfoy alzó la voz a propósito—. A mi padre le dará un infarto cuando se entere...

Harry resopló, olvidando el asunto anterior y lo miró —Cierra la boca, Malfoy—. Repitió.

Draco reunió valor, con la réplica en la punta de la lengua, neutralizando sus emociones y priorizando sus pensamientos, uno de ellos... Apaciguar el descontrol emocional que tenía acerca del niño-que-vivió.

Nunca pensó que fuera algo tan complicado, pero, como siempre que se trataba de él, las cosas podían ser muy complicadas.

Harry nunca había visto unos ojos tan grises como aquellos, fijos, retadores sobre él.

—Cuidado Potter, hay un dementor detrás de ti— dijo arrastrando las palabras, sonriendo burlón.

Pero su valentía duró poco, su sentido de auto-preservación le gritaba que se alejara, que se detuviera, que se resguardara. Pero no pudo, la mano de Harry lo tomó de la manga de la túnica, firme, sin intenciones de dejarle ir.

—Tú y yo...— murmuró Potter entre dientes— vamos a platicar después— finalizó y le soltó, frunciendo el ceño y cruzando sus brazos a la altura de su pecho.

El Slytherin olvidó como respirar por un momento, las palabras se acumularon en su garganta, atoradas, sin salir. Esos ojos esmeralda, penetrantes y firmes... Lo hicieron estremecer, aunque no se notase a simple vista.

Sin embargo, antes de decir o hacer nada, Lavender Brown soltó un exclamación, señalando al otro lado del prado.

Ambos muchachos, al igual que el resto de la clase, fijaron sus ojos hacia la zona.

Trotando en su dirección, venían una docena de criaturas... Las más extrañas que Harry había visto en su vida.

Tenían el cuerpo, las patas traseras y la cola de caballo, pero las patas delanteras, las alas y la cabeza de águila gigante, el pico era del color del acero y los ojos de un naranja brillante; las garras delanteras eran de quince centímetros cada una y parecían armas mortales. Cada bestia llevaba un collar de cuero grueso en el cuello, sujetos de una larga cadena. Hagrid sostenía con sus grandes manos los extremos de todas las cadenas, se acercaba corriendo por el prado, detrás de los animales.

—¡Muevánse para allá!— les gritaba agitando las cadenas, obligando a las criaturas acudir a la cerca, donde estaban los alumnos. Todos retrocedieron cuando Hagrid llegó a ellos, atando a los animales a la cerca.

—¡Hipogrifos!— gritó alegremente, con una sonrisa de oreja a oreja, haciéndoles al resto una seña con la mano.

Harry observó de reojo a Malfoy, quién estaba más concentrado en contemplar a los Hipogrifos que en reparar lo que sucedía a su alrededor, sonrió levemente. Quién se lo preguntase, juraría que vió la admiración en esos ojos grises. Y probablemente... Una sonrisa afable.

Quizás, Harry no estaba tan loco, quizás no eran ideas suyas...

__

¡Hola! He vuelto con esta historia, se que es algo soso al principio... Pero como dije anteriormente, no soy muy fan del romance-express. Así que nuevamente digo, espero que no sea tan tedioso... El lento acercamiento de éstos dos. Recordemos que Draco intenta retomar su rutina de molestar al niño-que-vivió y a su séquito de seguidores.

En fin, puede que esté algo lenta con las actualizaciones... Pero es mi primera vez 😅. Así que también agradezco que me tengan paciencia. Gracias por su apoyo, por sus votos y comentarios, realmente lo aprecio mucho ❤️.

En el próximo capítulo espero que haya más interacción (?) Por así decirlo. Porque créanme, ni yo misma se que va a pasar... O almenos, no lo tengo concluido en mi cabeza.

No olviden votar y comentar, si todavía no me siguen, les sugiero hacerlo. Así podrán recibir notificaciones de futuros trabajos u encuestas.

Un fuerte abrazo ❤️.

PD: Para aquellos lectores que no están enterados, se está realizando una pequeña encuesta de cuentos clásicos (y nuevos) de princesas de Disney. Se encuentra en mi perfil (Conversaciones). Si gustan participar y formar parte, bienvenidos sean ❤️.

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