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Capítulo 12.

Rondando por los alrededores del campo de Quidditch, seis jóvenes se hacían un lugar en las gradas, estando totalmente ajenos a la práctica que llevaba a cabo el equipo de Hufflepuff.

— Aquí, ustedes dos.

Un empujón hacia ambos chicos, uno con una expresión de templanza en el rostro que no denotaba nada, y el otro, con sus facciones fruncidas en una mueca de horror; para hacerlos sentarse en la banca.

— Draco, ¿Podrías no ser tan brusco con tu amigo y el mío?— alegó el Gryffindor contando hasta diez en su cabeza, para no perder la paciencia. El nombrado no respondió, consiguiendo irritarlo un poco.

Escenas así, donde algo es inducido a la fuerza y donde el rubio estaba involucrado, le desagradaban a tal punto que una voz interna le cuestiona un: ¿Por qué?.

«¿Por qué Draco Malfoy?»

Y esa cuestión simplemente lo deja aún más confundido que antes, entiende por un lado que no detesta al sangre pura... Al menos no de esa manera que cualquier estudiante de Hogwarts creería.

Pero tampoco es que le guste... ¿O sí?, quizás tiene cierto afecto hacía él.

Pero como rivales, nada más.

«Creo que es demasiado tarde para decir que sólo tienes simple afecto de rival a rival por Malfoy luego de haberlo besado», se reprochó mentalmente, volviendo su atención hacia el rubio en cuanto lo escuchó.

—Se lo merecen— dijo encogiéndose de hombros—. La comadreja por engatusar a Blaise, o en su defecto, hechizarlo. Y este idiota— señaló a su moreno compañero de casa, quién le sacó la lengua—. Por no ser más astuto.

—Maldito— escupió Zabini, cruzándose de brazos.

—Pero no por eso debes recurrir a un tacto más violento, Malfoy— intervinó la más lista de la casa Gryffindor, el rubio bufó.

—No pedí opiniones de una sangre sucia— replicó.

—¡No le digas así!— vociferó Ron Weasley, finalmente saliendo del trance en el que había entrado al ser pillado por sus amigos y peor enemigo.

—¿Cómo?— cuestionó con una sonrisa burlona—. ¿Sangre sucia?

Weasley enrojeció encolerizado, su rostro teñido de un brillante rojo escarlata mientras la vena de su cuello se remarcaba.

Sacó su varita por impulso para apuntar al Slytherin, él ojigris enarcó una ceja—. ¿Vas a maldecirme, Weasley?.

¡Rictusempra!.

¡Protego!

Ron no podía dar crédito a lo que sus ojos veían, y Draco no podía disimular mucho su sorpresa. Parpadeó unas dos veces, boqueando sin articular nada realmente.

Harry Potter guardó su varita segundos después de pronunciar el hechizo repelente, suspiró antes de masajear sus sienes con sus dedos.

—Ron, ¿Puedes bajar la varita?— cuestionó, estaba comenzando a arrepentirse de ésta idea—. Por favor.

El pelirrojo obedeció a regañadientes, volviéndola a guardar. Dedicándole una mirada mordaz al Slytherin quién sólo le sonrió con burla.

__

—No hay nada más directo que esto— repitió Blaise por séptima vez, ante la incrédula mirada de los presentes, resopló—. Me gusta Ron, por ello, hemos decidido convivir de forma... Un poco más íntima.

—¿Disculpa?— el chico lo miró con genuina incredulidad, mientras se erguía en su lugar—. ¿Cuándo he dicho eso? No te tomes muchas atribuciones, Zabini.

El moreno le guiñó un ojo con una sonrisa lasciva—. Por supuesto, pequitas.

Draco carraspeó algo forzado ganándose la atención de todos, teniendo sus grises ojos puestos sobre su moreno amigo—. ¿No te hechizó o te dió una poción entonces?.

—¡Maldición, que no! Me pareció atractivo, me gusta y veré hasta donde llego con él. ¿Qué parte no entiendes?.

Hubo un prolongado silencio, Parkinson observando a Malfoy y Granger a Zabini, entonces...

—¿Y lo aceptas así nada más?— preguntó con una pizca de curiosidad, manteniéndose receloso de levantar alguna sospecha.

Blaise se sorprendió de no haber recibido un grito de regreso o algún comentario venenoso de su parte, las esquinas de sus labios se curvaron hacia arriba en una muy poco perceptible sonrisa.

Entonces asintió.

—Sí, porque, de nada sirve negar un sentimiento que sabes que está ahí.

Eso fué como una bofetada directa hacia su rostro, tuvo que contenerse de voltear la cara, podía sentir incluso la piel de su mejilla picar y arder por el impacto hipotético de una mano sobre la misma. Sacudió su cabeza, ¿Un sentimiento que sabe que está ahí?.

Mirando los astutos y burlones ojos de Blaise Zabini, cayó en cuenta de que no había refutado nada en los cortos minutos que transcurrieron. Sintió sus mejillas entibiarse, sintiéndose ridículo.

«Joder, Draco, control» se regañó, «Respira, uno... Dos-..»

Una mano cálida tocó su hombro, seguido de una voz agradable, no era muy grave (porque por lógica aún faltaba tiempo para que el timbre de voz madurara), pero tampoco era agudo.

—Hey.

Y reconocer al instante de quién se trataba, por sentir el flujo de su magia como una caricia tan sublime y adormecedora, fué todo lo que necesitó su pobre corazón para colapsar.

Harry— mencionó con incertidumbre, bajando la mirada al encontrarse con aquellos ojos verde brillante.

Iba a morir, estaba seguro.

Harry se sorprendió al oír su nombre en los labios del sangre pura, admitiendo que de alguna manera se oía bien fluir de el, pero puso los ojos en blanco al caer en cuenta de lo que estaba sucediendo. Esa coraza de frialdad se había debilitado, era su oportunidad.

Con una sonrisa afable, el león tomó una de sus pálidas manos, percibiendo como el cuerpo se estremeció al tacto, nuevamente estaba sorprendido. Era la primera vez que veía a Draco tan inestable. Siendo totalmente inexpresivo e impenetrable, no esperó que con un toque, la serpiente pareciera de alguna manera...

Insegura.

—¿Malfoy?— llamó en voz baja, notando como todo su cuerpo permanecía tenso, sus hombros subían y bajaban al son de su respirar errático.

Pansy estudió la situación, y, cuando Hermione y Blaise tuvieron intenciones de intervenir, ella colocó su brazo delante a modo de obstáculo, moviendo la cabeza suavemente en negación.

—Déjalo, parece que necesita soltarlo— avisó.

Draco levantó la mirada, para enfrentar esos ojos esmeralda que lo perseguían en todo momento, que no lo dejaban pensar con claridad, y, que despertaba un deseo incontrolable de perderse en su intensidad.

Harry lo contempló con paciencia, observando con detenimiento cada facción y gesto en el más alto, deteniéndose en su mirada, esa mirada grisácea que normalmente era sólida como el metal, pero, que ahora era muy brillante, demasiado gris.

Y, contrario a lo que todos esperaron, Draco cerró los ojos y se desplomó en el hombro de Potter. Harry tensó su cuerpo ante el repentino peso. Tomando al chico por la cintura para no dejarlo caer.

Miró a sus amigos y a los del Slytherin con preocupación—. S-se... Se desmayó.

__

—¿Ha habido algún avance?— cuestionó el hombre con cicatrices en el rostro, tomando un sorbo de su taza de café.

—Percibo su aroma, pero cuando llegó al lugar, no hay nada— respondió el pelinegro de feroces ojos grises—. Seguramente ha de estar rondando por ahí como lo que es... Una maldita rata.

—Sirius...

—No, Remus, por su maldita culpa he sido culpado de un crímen que no cometí.

El licántropo no refutó nada, limitándose a asentir, pues... Tenía razón después de todo.

—Ya lo sé, por eso te estoy ayudando... Debemos atraparlo antes de que se encuentre con Harry— suspiró frustrado, dejando la fina taza con algo de brusquedad sobre el rústico escritorio marrón oscuro—. El problema es que se esconde bastante bien, no lo he visto en el tiempo que he estado impartiendo clases.

Sirius ronroneó, meneando las cejas hacia el más bajo—. Y debo decir que eres el profesor más sexy que he visto en todos mis jodidos años. Profesor Lupín~.

Lupín sintió su rostro enrojecer hasta la punta de sus orejas, cubrió sus mejillas con sus manos, totalmente avergonzado de tal arrebato emocional. Frunciendo su entrecejo al oir la vibrante y sensual carcajada del prófugo.

—Eres un idiota— gruñó dedicándole una mirada fulminante—. Sé serio por una vez, esto es un tema delicado.

El ojigris chasqueó la lengua con gracia, mirando con ojos ávidos a su amado. Se levantó del mullido sofá, acercándose a su chico.

—Remus...— pronunció con un semblante totalmente distinto, acunando las mejillas del castaño entre sus manos—. Lo atraparemos, lo prometo.

El hombre lo contempló por unos segundos, cabello sucio y desordenado, piel sucia y con una alarmante apariencia desnutrida, sumando al hecho de sus pintas. Centrándose en esos ojos que lo habían atrapado cual poción de amor, una sonrisa se dibujó en su rostro; pese a su apariencia descuidada y maltratada, Sirius Black seguía siendo tan atractivo como impetuoso. Aún conservaba esa aura fresca y juvenil.

Ese era su Sirius.

—Te amo, Canuto— anunció entonces en un susurro, olvidando el punto principal de su pequeña reunión.

—Yo también te amo, Moonie— dijo Black, tan solenme como su espíritu de Gryffindor pudo expresar, acortó más la distancia, quedando en un pequeño espacio, rozando sus bocas—. Bésame Remus, bésame.

Lunático soltó una risita, rodando sus ojos, de cualquier modo, sabía que ya no discutirían más al respecto de Pettigrew. Murmurando un: eres un caprichoso, Sirius, acortó la distancia, uniendo sus labios en un lento y apacible beso.

—Somos el uno para el otro, Remus...

—Lo sé, Sirius... Lo sé.

1/2

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¡Nueva actualización! Perdonen la demora, quería subir este capítulo hace un mes, pero, lo tenía a la mitad y quedé bloqueada mentalmente. Añadiendo al hecho de que mi escuela puso más tarea.

En fin, aquí está el capítulo doce, espero que sea de su total agrado, dispersen los errores ortográficos, serán corregidos cuando pueda.

Gracias por a pesar de todo siguen aquí, denle mucho amor, voten y comenten pequeños basiliscos ❤.

¡Nos leemos en la próxima actualización!

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