Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

Unas horas más tarde, luego de ver una película romántica por decisión de Laura, marqué el número de Bruno  y luego de timbrar tres veces, contestó él mismo.

—¡Buenas noches, Bruno! —saludé con entusiasmo.

—Buenas noches, Ana —respondió con auténtica amabilidad aunque se notaba el cansancio en su tono de voz.

—¡Oh, disculpa la hora! Es que hoy me sentía particularmente nostálgica y quería aprovechar que Laura está aquí conmigo, para saludar a algunos compañeros del aula.

—¡Qué sorpresa tan agradable! Bueno, ¿cómo está tu familia, tu padre?

—¡Cada vez mejor! Muchas gracias por preguntar —agradecí de corazón—. ¿Y a tu madre cómo le va?

—Muy bien. Eh, por cierto, ¿han visto las teleclases?

—Bueno, yo sí, pero sabes cómo es mi amiga de distraída. La mayoría de las veces se olvida por completo de sus responsabilidades.

—Jejeje —rió con nerviosismo.

—Ella está ansiosa por hablar contigo, pero antes, debo saber si tú quieres —le dije tratando de contener la risa porque Laura estaba como loca delante de mí debido a lo que se me había ocurrido y, a última hora, se había arrepentido de hablarle.

—Pues sí, me gustaría mucho escucharla —me confesó con timidez.

—Muy bien, los dejo. ¡Que tengas linda noche, amigo!

—Linda noche para ti también.

—¡Malvada, me las pagarás! —susurró mi amiga antes de pasarle el teléfono.

Le guiñé un ojo y fui a ver las noticias, así conversarían con tranquilidad. Por otro lado, lo que transmitían por televisión no me dejó muy tranquila. En medio de la espantosa situación por la que ya estaba atravesando el mundo, tenían lugar lamentables acontecimientos, provocados, en gran parte, por las discrepancias políticas entre diversos países. También se hizo muy visible el racismo en numerosos pueblos. Las manifestaciones, en defensa de los derechos de la mujer, no quedaron atrás y tampoco fueron en vano. Pero cada uno de estos eventos favorecían la amplia propagación del virus y, como consecuencia, una considerable cantidad de decesos. El lado bueno fue que conseguí algunos datos más, para mi historia.

Unos minutos después, Laura se dirige a mi habitación, donde yo me encontraba leyendo, y emocionada me cuenta que, a pesar de haberle costado bastante trabajo, logró disculparse con Bruno y quedaron en conversar al día siguiente. Verla feliz, me hizo sentir feliz, aunque la preocupación que sentía, casi no me dejara demostrarlo.

...

Dos días después, pude acudir también, al lugar en que estaba ingresado mi padre. Sitio, al que tantas personas estaban asistiendo últimamente y del que, en innumerables ocasiones, muchos no salían con vida desgraciadamente. Y es que la COVID-19 no por gusto pasó a formar parte de la lista de problemas globales. Los hospitales colapsaban y se hacía inmensa la necesidad de recursos médicos, principalmente donde el sistema de salud era débil y la población en general, subsistía en condiciones de extrema pobreza.

Mientras le decía todo esto, al hombre valeroso que estaba acostado inconsciente frente a mí, percibí un desplazamiento de su mano. Inmediatamente fui a buscar al especialista y me percaté de que mi hermano estaba llegando.

—¿Viste lo mismo que yo? —le pregunté con visible exaltación.

—Eh, no. ¿Qué pasó?

—Su mano derecha, cambió de posición mucho más lento que las otras veces, como intencional, conscientemente.

Al instante apareció el médico, no fue preciso llamarlo. Únicamente nos dio excelentes noticias. ¡Madre mía!¡Cuánta felicidad!

Le estaba dando un afectuoso abrazo a Axel y dirigí la vista a la ventana, donde se asomó un chico que, evidentemente, no se esperaba que yo estuviera mirando en aquella dirección, pues automáticamente se escondió. Me excusé con mi hermano y salí tras de el que posiblemente sería quien me estuvo acosando anteriormente.

No hizo falta correr ya que se había quedado pegado a la pared como asustado. Lo observé seria y crucé los brazos frente a mí. Era mucho más alto que yo, de cuerpo delgado y ojos increíblemente azules, que sobresalían además, gracias a la mascarilla de igual color, que cubría la mayor parte de su rostro.

—¿Qué quieres? —lo interrogué.

—Nada, disculpa —respondió y luego me dio la espalda con intención de marcharse.

—¡Hey, tú no vas a ninguna parte! —le dije sujetando su chaqueta, para evitar que se me escapara, a pesar de ser un poco más alto que yo— Ahora tienes que decirme qué es lo que quieres. Llevo días sintiendo que alguien me observa y no es nada agradable ¿sabes? Aprovecha, que te estoy dando la oportunidad de expresarte ya que, por lo visto, te faltaba valor para hacerlo.

—Ya te pedí disculpas.

—Pero aún no te he disculpado. ¡Respóndeme!

—¿Podemos hablar otro día? Te explicaré todo —me dijo cuando notó que había recibido un mensaje.

—Está bien, miedoso. Para la próxima me lo explicarás —dije antes de soltar su chaqueta y verlo alejarse.

Cuando volví a la sala en que estaban mi padre y mi hermano. Éste me llenó de preguntas:

—Jumm ¿Te estaba cortejando?

—¡Ay hermano! Sólo es un bobo que no tenía nada que hacer.

—Si tú lo dices —respondió mostrando una sonrisa pícara.

—Por cierto, ¿cómo va tu noviazgo?

—Realmente, no muy bien. Ya no nos vemos tanto a pesar de estar en la misma escuela. Es complicado lo nuestro. Últimamente ninguno tiene mucho tiempo libre, cada cual está enfocado en lo suyo.

—Lo siento, de verdad. Es una lástima que su relación se haya convertido en eso. ¡Con la pareja tan linda que formaban!

—Es cierto, pero eso suele suceder.

—Quizá cuando se gradúen puedan retomar lo que tenían —intenté hacerlo sentir mejor.

—¡Ojalá!

...

Unos minutos más tarde, llegó mi amiga acompañada de su madre, la cual se quedó conversando con mi hermano mientras íbamos a buscar algo para almorzar.  En la salida del hospital, tropecé con el misterioso chico de pasatiempo inusual que, evidentemente estaba apurado.

—¡Hey, mira por dónde caminas! —le grité antes de sentir su mano en el bolsillo delantero izquierdo de mis pantalones, donde rápidamente dejó algo—. ¿Qué haces?

—Llámame —me dijo al tiempo que se alejaba y chocaba torpemente con alguien más.

—¿Qué significa este espectáculo que acabo de presenciar? —me preguntó Laura con asombro.

—Yo misma no sé —respondí enojada y cansada de lo que fuera que estuviera haciendo.

—Vamos, cuéntamelo todo.

Ese día mi madre quiso quedarse nuevamente, a pesar de necesitar un buen descanso y nos mandó a casa. Ya allá, no supe qué hacer con el número escrito, en el pequeño papel que el misterioso introdujo en mi bolsillo. Por un lado tenía curiosidad, pero por otro, me sentía agotada y sin ánimo para seguirle el juego. Entonces recordé mi objetivo número cinco, el cuál hasta el momento me fue difícil cumplir y, aunque lo seguiría siendo, decidí ir a leer.

A las 12:00 a.m. me desperté por el dolor que sentía en el cuello. Me había quedado dormida en la silla del escritorio. Luego de lavarme el rostro, llamé a mi mamá, quien me dio la mejor noticia que podría haber recibido, mi padre había despertado y eso, me puso inmensamente feliz, hasta el punto de pasarme los diez minutos que duró la llamada, llorando aunque en parte fue, por lo mal que me sentía al no haber podido estar allí, junto a ellos, en un momento tan especial como su regreso.

El resto de la noche, la dediqué a la escritura de la historia, que pronto mi guerrero disfrutaría.

Cuando amaneció, me alisté y salí rumbo al hospital. En la entrada me encontré al acosador, de quien ni siquiera sabía el nombre.

—Todavía espero tu llamada —dijo con arrogancia.

—Ni siquiera saludas ¿Así esperas que algún día te llame?

—Disculpa. Es que me dejas tonto —declaró rascándose la cabeza.

—Perfecta excusa —respondí tratando de ocultar mi asombro, mostrándome indiferente.

—¡Créeme! —lo escuché gritar cuando me alejé.

Ya en la sala en que estaba mi padre, me lo encontré levantándose de la cama, mi madre lo estaba ayudando. Cuando se dio cuenta de mi presencia, se quedó observándome como reconociendo a la persona parada frente a él.

—Ana —pronunció mi nombre con el mayor cuidado, como si mi querer dependiera de ello.

—Papá —fue lo único que pude pronunciar antes de correr a abrazarlo, con un mar de lágrimas deslizándose por mis mejillas.

Mi madre se nos unió y así nos quedamos varios minutos, desatando el nudo que permanecía en nuestra garganta, desde que tuvo lugar el accidente.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro