Capítulo 56
Es de color púrpura, tiene brillos en el escote y cae desde mi cintura como si fuera una cascada, creo que es una de las cosas más hermosas que he visto, aunque eso me haga sentir patética.
Doy una vuelta completa, después me bamboleo, quiero saber cómo lucirá mientras esté bailando en la pista, las lentejuelas brillan tanto o más que la bola de una antigua discoteca, son como llamas de color morado arriba de mi cintura.
—¿Puedes fingir que estás feliz? ¿Por mí? —pregunta Jas, quien está sentada en el borde de la cama. Le doy una mirada y hago una mueca que no llega a ser una sonrisa. Lanza un bufido y se deja caer—. Seguramente es una mierda tener que dejar a las personas que amas, pero son tus sueños, Nat, hay tantos que desearían estar en tu lugar, incluso yo, irás a una universidad prestigiosa para estudiar algo que amas hacer. Tal vez algún día serás una increíble diseñadora que trabajará en editoriales o en el cine, deberías sonreír.
—Estoy feliz, es solo que me duele, Jas, mi madre está embarazada, no estaré aquí para ver a mi hermano crecer en su vientre, Frank no me molestará todas las mañanas ni Cecile, tendré que llamarle a papá para que me de las buenas noches, tú no estarás para contarme tus locuras y Shawn... —Suelto un suspiro que me sabe amargo—. No tienes idea de lo que me cuesta dejarlo.
—Lo entiendo, yo también voy a extrañarte mucho. —Se levanta como si fuera un resorte. No me da tiempo de ver su rostro porque se me lanza para enfundarme en un abrazo largo y apretado—. Quizá no he sido la mejor de las amigas, pero tú sí que lo has sido. Estoy muy orgullosa de ti, rubia, te apoyaré siempre, sin importar si te quedas o te vas. Por cierto, existen las videollamadas, no te vas a escapar de mis locuras.
No me doy cuenta de que mis ojos se nublan, antes de reaccionar una lágrima resbala por mi mejilla. ¡Genial! ¡El maquillaje se va a estropear! ¿Qué más da? ¿Desde cuándo me importan esas cosas? Si voy como un oso panda a la fiesta de graduación, será original.
—No puedo creer que al fin nos graduamos —susurro, todavía siendo sostenida por Jasmine. Hoy en la mañana fue la entrega de diplomas en el auditorio de la escuela, fue un evento estirado y elegante, lleno de músicos que nos tenían a todos bostezando por el aburrimiento, discursos sensibleros que casi nos hacen lloriquear, y lo típico que se ve en las graduaciones.
Jas y yo estamos en mi habitación a punto de partir a la fiesta que planeé con Hannah y el comité, estaba nerviosa porque no sabía si mis ideas eran lo suficientemente buenas, sin embargo, en la mañana vimos los arreglos y la verdad es que quedaron mejor de lo que esperaba.
Harold y Shawn pasarán por nosotras, Jasmine piensa que solo vendrá mi novio, él y yo creímos que era muy loco que los tres nos montáramos en su motocicleta, y Har quiere disculparse con mi amiga.
Una bocina suena desde la lejanía, nos separamos como si estuviéramos sincronizadas, no sé cómo reaccionará cuando vea el auto de Harold, tampoco entiendo cómo no ha reconocido el sonido. Bajo las escaleras despacio, viendo la melena oscura de Jas, ella es más de andar en tacones, yo creo fervientemente que son trampas mortales.
Mamá nos despide con una sonrisa y un «diviértanse toda la noche», desde que nos dijo que está esperando un bebé, ha estado más alegre que de costumbre. El otro día dejó que Frank jugara videojuegos toda la noche, a Cecile no la ha regañado por arrebatarle el control remoto a mi hermano, a veces creo que a esos dos les gusta molestarse.
El andar rápido de Jasmine se hace lento cuando descubre la identidad del conductor del automóvil, me hago la loca y sigo caminando, no quiero escuchar sus berrinches; pero, para mi sorpresa, los traqueteos de sus zapatos vuelven a sonar.
—Muy lista, quizá no vaya a extrañarte tanto —refunfuña en voz baja mientras subimos a la parte trasera. Lanzo una risotada porque sé que lo ha dicho para molestarme, lo único que ha logrado es divertirme.
Puedo sentir la mirada intensa de Shaw, no obstante, no lo miro por temor a tropezar.
—Se ven hermosas, señoritas —dice Har, al tiempo que mira a Jas por el espejo retrovisor, esta se concentra en la ventana.
El ambiente se vuelve tenso por el silencio, el cual es interrumpido por el motor al encenderse. El camino a la escuela lo hacemos enmudecidas, ellos son los que hablan.
Una vez que llegamos y el auto es estacionado, descendemos. Jasmine lo hace con más rapidez de la necesaria, ni siquiera puedo creer que pueda trotar con esos zancos; Har se apresura a perseguirla.
—Al parecer estamos solos —dice él ofreciéndome su brazo, el cual tomo gustosa. Nos encaminamos a la entrada del gimnasio, el cual está decorado con globos, las luces estroboscópicas me ciegan—. Quiero estar contigo toda la noche.
Es como si esas palabras fueran una maldición porque apenas las dice, una ráfaga de chicas me arrasa, soy arrastrada por Hannah y el comité para mejorar algunos detalles que no salieron muy bien; no tengo más opción que dejarme llevar, a pesar de que yo también quiero pasar el rato con Shawn, no sé cuánto tiempo más podamos estar juntos.
La música lenta comienza a sonar, siento que mis talones punzan debido a los tacones, me giro para dirigirme a una mesa y quitármelos, pero una mano se cierra en mi muñeca, soy atraída a un pecho que se pega al mío.
Mis mejillas se encienden al quedar frente a él, luciendo como un comestible caballero en traje negro, tiene un moño en vez de una corbata, me dan ganas de lamerle el cuello, debo contenerme.
—No puedo más, ya has estado lejos de mí mucho tiempo —murmura.
Mis manos van a rodearlo como si lo hubiera ordenado, me cuelgo de sus hombros y, siendo atrevida, acaricio la punta de su nariz con la mía.
—El dolor de pies me está matando —respondo, fascinada por el olor que desprende, es tan varonil que empiezo a derretirme.
—Quítatelos, preciosa. —Me quedo quieta un segundo, disfrutando secretamente de la cercanía. Me echo hacia atrás y elevo uno de mis tobillos para poder sacar la correa del zapato. Hago lo mismo con el otro. Mis plantas tocan el pido, es como si hubiera pisado el paraíso.
Sus brazos me aprietan con fuerza, adhiriéndome a él, me eleva, haciendo que mis pies dejen de tocar el piso. Es el chico más dulce que conozco.
Cargándome, se mueve hacia los lados como si estuviéramos sumergidos en un baile apasionado, lo gracioso es que él es el que está bailando, yo solo estoy mirándolo como si fuera un orangután colgado de un árbol.
Los sonsonetes vuelven a cambiar hasta que la lentitud es cambiada por ritmos eléctricos.
—¿Te gustaría ir conmigo a otro lugar? —susurra Shawn en mi oído causándome un escalofrío que me recorre entera.
Asiento porque de pronto me he quedado sin voz.
Nos detenemos, su mano acuna la mía, sus dedos se entrecruzan con los míos. Eleva las cejas, acción que me provoca una risotada. Me da un jalón para incitarme a seguirlo.
—Ya voy —digo entre risas. Descalza, camino detrás de él, las piedrillas del estacionamiento se clavan en mi piel cuando salimos, sin embargo, ignoro los picoteos y me concentro en nuestro alrededor—. ¿A dónde vamos?
—Harold me prestó su auto, te llevaré a mi lugar favorito —dice.
—¿Tienes un lugar favorito?
—Lo tengo, es secreto, no puedes decirle a nadie.
Es así como subimos al coche, Shawn sube el volumen del estéreo, se interna en las calles con Ariana Grande sonando.
El centro de la ciudad es hermoso, lleno de luces, de gente caminando en las aceras, de locales multicolores. No me sorprende que su lugar favorito se encuentre cerca. Se detiene afuera de un pequeño local con la fachada de una casa de jengibre.
—Hace años que no veo a la abuela, cuando vengo aquí y pido chocolate, es como si estuviera con ella. —Su mirada me encuentra—. Dejé de venir porque tus ojos también me la recordaban.
Por alguna razón me provoca una sensación agradable lo que ha dicho. Sin importar que estamos bien vestidos, bajamos y entramos a la cafetería, no hay mucha gente, solo una anciana que nos sonríe con calidez desde el mostrador; estoy segura de que se está aguantando la risa, no creo que antes haya visto en su negocio a dos chicos escapando de su fiesta de graduación.
Pedimos dos chocolates con espuma y nos sentamos en una mesa para dos que está pegada a una ventana. Con nerviosismo jugueteo con una azucarera, Shawn se queda quieto mirando los movimientos de mis dedos, me gustaría saber qué está pensando.
—No soy bueno para las despedidas —dice.
La calidez que había sentido al principio desaparece, recuerdo que mañana partiré con papá a California para instalarme en la que será mi nueva residencia, la universidad me contactó hace unos días para informarme que el curso de inducción empezará pronto, debo ir para empezar trámites y esas cosas que no sabía que se hacían.
Agacho la cabeza y trago saliva.
—Yo no sé cómo despedirme —digo con la voz temblorosa.
Extiende su brazo, calma los movimientos frenéticos de mi mano sosteniéndola, acaricia con suavidad mis nudillos.
—Quiero que cuando estés en California vivas tu vida al máximo, Nat, no te pierdas ninguna oportunidad, diviértete, estudia, sé feliz e incluso ama. Y, si al final, te das cuenta de que tu lugar es aquí conmigo, voy a seguir en el mismo lugar, esperándote.
—No hables de ese modo. —Aprieto fuerte sus dedos—. ¿Qué tal que al final te cansas de esperar? ¿Y si me olvidas?
Pregunto lo que tanto me aterra. Los ojos se me hacen agua, veo borroso y me duele la garganta porque un nudo me quiere sacar el aire. Es tan duro mirarlo a los ojos y saber que pronto tendré que decirle adiós. No puedo quejarme porque son mis sueños los que están en juego, mi futuro; pero casi siento que es una burla del destino que pusiera a Shawn en mi camino, yo estaba bien sin él, me hubiera ido a California sin pensarlo. Mi corazón duele mucho, jamás me había sentido de este modo, es como si estuviera a punto de perderme, como si perdiera mi suelo y no pudiera caminar.
Lágrimas salen de mis ojos a pesar de que pestañeo con rapidez para aguantar.
—No llores. —Se levanta y pone su silla junto a mí, lo próximo que sé es que me está abrazando, apoyo la cabeza en su pecho y me escondo por un momento. Dios, voy a extrañarlo tanto, ¿por qué llego este día tan pronto?—. No llores, preciosa.
—Te amo —digo.
Sus brazos se cierran con más fuerza a mi alrededor, yo atrapo su camisa y cierro mis puños, no quiero soltarlo, no quiero que este momento acabe y tengamos que despedirnos. Se supone que las graduaciones son felices, que cumplir tus metas lo son también, pero yo solo pienso en que tendré que dejar a la persona que amo.
Me estoy ahogando.
—¿De verdad crees que podría olvidar a alguien como tú? Alguien tan dulce, divertida, sincera e inteligente. ¿De verdad crees que podría olvidarte? Me arrojaste un caldo, hiciste que dejara de amar a una persona que me tenía idiotizado, me abriste los ojos y me mostraste que es mejor seguir mis ideales en vez de los de mis padres, me diste fuerza para enfrentarlos y para luchar por mis metas, me enamoraste de pies a cabeza, cambiaste mi mundo, Natalie Drop, y solo a los dieciocho. Ahora dime qué he hecho en tu mundo, soy yo el que debe temer porque estoy en desventaja. Tengo miedo de perderte, de no volver a verte, pero si no te vuelvo a ver al menos tendré este momento en mi cabeza, a ti abrazándome como si tuviéramos que separarnos, a ti diciéndome «te amo». Eres el amor de mi vida, ya te lo dije, estés conmigo o no.
No le contesto porque no puedo parar de llorar, me gustaría pedirle que sigamos juntos, sin embargo, eso sería egoísta. ¿Cómo puedo pedirle algo así si él quiere que viva mi vida con libertad, que no me ponga límites? Shawn también debería vivir e incluso amar, aunque eso me parta el corazón.
—No sé si podré ir al aeropuerto mañana —susurra.
La anciana nos interrumpe colocando dos tazas frente a nosotros, esperamos que se vaya, pero permanece en el borde de la mesa. Por debajo de mis pestañas la miro, ella nos observa con una sonrisa.
—No pude evitar escucharlos, hicieron que recordara algo. ¿Me permiten? —Ella cuestiona, no sé a qué se refiere—. El amor es simple, es como el café, puede ser dulce o amargo, eso depende de cuántos sobres de azúcar quieras agregar. El azúcar es como las personas inolvidables, es como cuando se funde en lo caliente y no puede separarse. El destino es poderoso, si deben estar juntos los volverá a encontrar.
La mujer se marcha, dejándonos enmudecidos. ¿Por qué el destino no nos quiere juntos ahora? Eso es lo que me desgarra.
Tengo que levantar la cabeza para poder mirarlo, me encuentra y me pierdo en esa intensidad; en silencio le ruego al destino que algo bueno nos tenga preparado, que esto valga la pena.
Su boca se apropia de la mía, deposita un beso suave que me envuelve. Luego sé que ha llegado la hora de irnos, necesitamos estar solos. No tocamos las tazas humeantes repletas de chocolate caliente, nos ponemos de pie, tomados de la mano salimos del lugar.
Shawn maneja hacia un sitio que conozco, no me sorprende que lo haga. Le mando un mensaje a mis padres antes de apagar el celular, voy a vivir estas últimas horas con él como si fueran las últimas de mi existencia.
Aparca en el estacionamiento que está en penumbras. Sin decir nada brinco al asiento trasero, él me imita. Nos quedamos viendo el techo del coche de Harold por un buen rato.
Observo su perfil, su nariz recta que sigue siendo tan derecha como el día que la vi en el salón de matemáticas. Ladea la cabeza para mirarme y sonríe, hago lo mismo.
¿Cuántas personas hacen locuras antes de entrar a la universidad? Esto no es una locura, pero sí se me quedará marcada para siempre.
Nos inclinamos hasta que somos capaces de besarnos, de arrancarnos el aliento. Shawn me besa y yo lo beso con demasiada fuerza, pierdo el sentido y la razón. Pasados unos cuantos minutos no logro pensar, solo sentir el movimiento de sus manos por mi cintura, por mi espalda, por cada parte de mi cuerpo. Casi puedo sentir que este recuerdo bastará para sentirlo durante el tiempo que estemos separados.
Nos recostamos en el asiento, entonces con sutileza y calma hacemos el amor. Y es perfecto porque luce preocupado por no lastimarme, es cariñoso. Es perfecto, aunque sé que tendremos que separarnos en la mañana.
Dormimos abrazados, los rayos del sol matutino nos despiertan. Me fijo en la hora, sé que mis padres probablemente ya me están esperando en el aeropuerto con todas mis cosas, voy a perder el vuelo si no me apresuro. Suspiro con pesadez, ha llegado la hora. Él también lo sabe.
—Te veré pronto —digo
Deposita un beso en mi frente.
—Suerte.
Me bajo del auto y empiezo a caminar hacia la entrada, me detengo una vez y miro por encima de mi hombro. Él está ahí, espero que cuando vuelva no se haya ido.
Frank no deja de llorar, creo que es la primera vez que actúa así. Cecile luce igual que otras veces, inexpresiva, pero en sus ojos puedo ver muchas cosas. Papá está sonriendo con mis maletas en las manos. Mi madre se acerca y acomoda detrás de mi oreja un mechón de mi cabello.
—Siempre creí que Cecile sería la primera en dejar la casa, nunca que tú te irías. No puedo creer que la muchacha que tengo frente a mí, la que irá a otra ciudad a estudiar, tan hermosa y grande, sea la misma pequeña que coleccionaba unicornios y se ponía coronas de princesa.
—O la que te pintó el cabello de azul. —Cecile me saca una risotada.
Abrazo a mi madre, a la que empieza a notársele un poco lo hinchado del vientre, luego a mis hermanos. No es como si no fuera a verlos de nuevo, pero igual voy a extrañarlos. Jas también está aquí, la abrazo con mucha fuerza.
—Cumple los deseos de tu lista —murmuro—. Tú también eres una buena amiga, aunque a veces te equivoques y te cueste platicarme acerca de tu vida, te quiero.
—Tonta, no vas a hacerme llorar.
Pero termina haciéndolo.
Yo también.
Cuando es hora de subir al avión, no me queda otra opción más que seguir a papá.
Después de abordar, sentada y con la vista en la ventana, veo el momento en el que despegamos, siento la adrenalina en mi pecho. Mi corazón late de prisa, recuerdo las sonrisas de mi familia antes de irme, la sonrisa de Shawn y lo que compartimos.
Ahora entiendo sus palabras, él también es y será el amor de mi vida porque ha sido la persona que la ha marcado, es el azúcar que ha tocado mi corazón y se ha fundido en su calidez, no podré arrancarlo, aunque nunca más lo vuelva a ver. Sé que lo amo y que me ama, y que nos seguiremos amando, ese es el mejor consuelo que puedo tener.
No tengo idea de lo que va a pasar, pero empieza a emocionarme comenzar esta nueva etapa. ¿Esto es madurar? ¿Tomar las oportunidades y sacar algo bueno de ellas? ¿Aceptar las posibilidades y esperar que sucedan? Entonces... quizá sí me agrada crecer.
Yo creo que madurar es ser tú mismo en diferentes situaciones, no perder tu esencia en las tempestades, yo creo que madurar es entender que no puedes quedarte quieto, es alcanzar la mejor versión de ti mismo a pesar de lo difícil y doloroso que esto pueda ser. Quiero ser mejor persona, aunque en este momento duela la simple idea de alejarme, luchar por lo que siempre quise y luego volver para recuperar lo que siempre amaré; si es que eso es posible y si no cambia con el tiempo.
Tal vez la anciana del chocolate tiene razón, el amor es simple y el destino es poderoso. No tengo idea de qué va a pasar mañana, de lo que seré o pensaré en unas semanas, pero sé que hoy amo lo que estoy haciendo, amo a mi familia, a mis amigos y a Shawn; los amo con intensidad. Dejarlos no es amarlos menos, es amarme a mí misma lo suficiente como para aceptar mi destino y, si este, algún día quiere que regrese, lo haré con gusto.
Y si no quiere... tendré que obligarlo.
FIN.
* * *
No me peguen(? tranquilos, falta el epílogo jajajaja
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