Capítulo 50
—¿Por qué demonios no tenía idea de que tienes un primo terriblemente sexy? ¿Qué está mal contigo y con tu falta de comunicación? —pregunta Jas mientras camina con rapidez, veo su mata de cabello castaño oscuro desde atrás, al parecer mi condición física es terrible, ya que no puedo alcanzarla ni seguirle el paso.
—Habla la que me contó que tenía relaciones sexuales con su novio cuando me dejaba sola en las fiestas —respondo, agitada.
—Eso fue un golpe bajo, Natalie —dice—. Si no te lo conté es porque no creo que estés preparada para escuchar sobre sexo.
Sus palabras me detienen, me quedo estancada en el suelo, mi ceño se frunce. Jasmine para el andar cuando se da cuenta de que ya no estoy caminando, se gira con la cabeza ladeada y una ceja alzada.
—¿Qué demonios significa eso? —cuestiono. Mi mejor amiga hace una mueca, no quiere hablar, puedo verlo en su cara, pero yo tampoco voy a ceder, así que me cruzo de brazos y tamborileo mi pie en el concreto de la acera, sin importarme el flujo peatonal—. Vamos, escupe.
—Nat, no te lo tomes personal, solo fue una expresión.
—Jasmine, dime por qué demonios dijiste eso —insisto. Gira los ojos y mira el cielo como si estuviera pidiendo piedad, vuelve a enfocarme al tiempo que lanza un suspiro.
—Porque eres muy inocente a veces, Natalie, no es que yo sea la más experimentada de todas las chicas de la ciudad, pero al menos no duermo con caballos de colores como cuando tenía seis. No es que no quiera contarte, eres en la única que confío y lo sabes, sin embargo, siento que si me atrevo a decirte terminarás traumatizada meciéndote en una esquina de tu habitación mientras chupas tu dedo pulgar. —Toma aire y encoge los hombros.
—No me traumatizarías —digo con los dientes apretados. Me obligo a relajar mis puños hechos nudos, empiezo a molestarme, no me gusta que se refieran a mí como la tonta, me pone ansiosa sentir que tengo que demostrarle algo a los demás. Jas chasque la lengua, da unos cuantos pasos para acercarse.
—¿En serio? A ver, ¿ya llegaste a la segunda base con Shawn?
—¿Qué es la segunda base? —cuestiono, confundida. ¿Ahora estamos hablando de deportes?
—De eso estoy hablando, amiga, la segunda base es lo que pasa antes de llegar a la tercera, la tercera es... ¿cómo te explico? Lo que sucede antes del sexo. —Finjo que lo que ha dicho no ha causado asombro en mí, no obstante, soy demasiado lenta y ella me conoce perfectamente. Jasmine suelta un suspiro profundo—. Cuando llegue el momento vamos a hablar de eso, ahora es tiempo de entrar.
Por segunda vez en el día agarra mi brazo y me jala para que la siga. Dejo que me lleve a rastras por el interior de la inmensa construcción, me tardo en salir de mis pensamientos revueltos. La universidad estatal está llena de arboledas inmensas, estoy segura de que podría perderme, pero tal parece que Jas ya ha estado aquí antes, eso o ha investigado bien pues no se detiene, me conduce por un camino empedrado. Minutos después puedo vislumbrar un edificio frente a un estacionamiento que es más grande que el de un supermercado. ¡Vaya! ¡Sí que es lindo aquí!
—Quiero pedir informes porque vi en las noticias que ya están dando las solicitudes, quiero juntar toda la papelería y mandarla lo antes posible, ya sabes que se tardan mucho en aceptar a los estudiantes. —La verdad es que no tenía idea, no me he informado al respecto—. ¿Quieres ir conmigo?
—No, te espero afuera.
Me da una mirada por encima de su hombro, pero no dice nada, quizá ha visto el nerviosismo en mi cara. Me siento en una jardinera y muerdo mi lengua, primero la cosa del sexo y ahora esta mierda. Solo ahora me doy cuenta de que una etapa está a punto de terminar, dejaré de ser una adolescente y me convertiré en una universitaria, estamos a casi nada de graduarnos y yo ni siquiera me he detenido a pensar qué es lo que quiero hacer con mi vida, ¿es normal sentir miedo? ¿Es común sentir que el mundo se te viene encima? No lo sé, pero así me siento justo ahora, como si estuviera al borde de un precipicio y tuviera que elegir.
Me aterra la idea de decidir algo y arrepentirme por el resto de mis días, me da miedo crecer, aunque eso suene tonto, me gustaría quedarme así siempre, pero no puedo hacerlo, ¿cierto? Tarde o temprano tendré que tomar una decisión.
Tal vez Jas tiene razón y yo no estoy preparada para escuchar sobre sexo, tampoco para enfrentar que pronto voy a cumplir dieciocho años, ¡voy a ser mayor de edad! Si es así, ¿por qué me siento tan pequeña todavía? Siento impotencia.
Mis ojos se nublan, respiro profundo ya que no quiero llorar, ¡no voy a llorar! ¡Maldición! Quiero creer que todos se han sentido así alguna vez.
No sé cuánto tiempo transcurre, de pronto Jasmine sale trotando y se detiene frente a mí. Me indica con su cabeza que ya podemos marcharnos.
—¿Ya sabes qué estudiarás? —pregunto, pensativa. Si mal no recuerdo ella tenía un conflicto hace tiempo porque sus padres querían que fuera doctora.
—Ajá, Letras, por eso quiero conseguir una beca, sé que mis padres no van a querer pagarme esa carrera. Voy a conseguir un empleo y encontraré la manera.
—¿No te da miedo?
—Estoy cagada de miedo, Nat, ni siquiera he podido enfrentarlos, pero no tengo otra opción más que seguir, no nos podemos quedar paralizados solo porque algo nos aterra, ¿o sí?
Me pregunto si Jas tiene algo que conecta a su cabeza con la mía, de lo contrario, no sé por qué sabe qué palabras son las adecuadas.
El camino de regreso lo hacemos en silencio, llegamos a la parada de autobuses donde tenemos que separarnos, el autobús que tengo que tomar ya está ahí, debo apurarme si no quiero perderlo.
—Toma, conseguí un juego para ti. —Observo el montón de papeles que me ofrece, tomo los documentos sabiendo perfectamente qué son y los aprieto contra mi pecho—. Atrévete.
Y, sin más, me marcho sentada en uno de los asientos del transporte con la atención perdida en la ventana.
El lunes por la mañana busco mi libreta de dibujos por todas partes, no puedo presentarme en la clase de Literatura sin ella o moriré de aburrimiento. Muevo los libros de mi mochila como si no hubiera revisado ahí antes, comienzo a sentirme un tanto desesperada porque... bueno, no puedo perder mi libreta de dibujos, es sagrada, es como un canto de ángeles para mí.
—¡¡Con un carajo!! ¡¿Dónde mierdas estás, maldita?! —Manoteo y lanzo un suspiro. Observo mi bolso como si fuera mi peor enemigo, tal vez se la tragó, yo qué sé.
—¡Natalie, apúrate o llegarás tarde a la escuela! —grita mi madre desde la planta baja.
Miro el reloj que está en mi mesita de noche, tendré que apurarme si no quiero faltar a la primera clase, por lo que, sin más remedio, me cuelgo la mochila en el hombro y salgo de mi cuarto. Antes de bajar las escaleras alcanzo a ver que Frank sale del baño solamente con una toalla rodeando su cadera, quiero carcajearme porque no se ha percatado de mi presencia y está caminando como si fuera un gran hombre lleno de músculos.
—Sí que es extraño —murmuro para mí misma y me apresuro a descender antes de que se de cuenta de que lo descubrí actuando como un puberto fanfarrón, no quiero avergonzarlo.
Le doy un beso en la mejilla a mi madre, quien niega divertida con la cabeza mientras me observa desde la puerta de la entrada.
El camino a la escuela lo hago agitada, cuando llego a las instalaciones me apresuro a entrar, ya no hay estudiantes en el exterior; apenas pongo un pie en el interior, el timbre suena.
—¿En serio? No me jodas —Me tallo la cara con frustración.
El pasillo ya está vacío, lo cual es raro pues por lo regular hay un montón de alumnos rebeldes que no quieren seguir los horarios. Voy a caminar hacia mi casillero, sin embargo, detengo mi andar cuando veo a dos personas a tan solo unos pasos de distancia. Reconocería ese cabello rubio en cualquier lado, tan perfectamente peinado que es imposible confundirlo: Hannah. Lo más curioso de todo el asunto es que está siendo arrinconada por el mismísimo Oliver Doms. Ladeo la cabeza, analizando la situación, no sé si está asustada o avergonzada; pero cuando se pone más roja que un tomate me decido por la segunda opción. Aplano mis labios para no carcajearme en el instante en el que empieza a abanicarse con la mano como si fuera una señora, ¿dónde demonios están mis palomitas de maíz? Esto se está poniendo bueno, tal vez mi nariz no ha perdido el toque y ha emparejado a otros dos.
Permanezco en silencio hasta que Oliver se separa de Hannah y se aleja por el pasillo, la curiosidad está matándome, pero estaría mal preguntarle, ¿verdad?
Voy a continuar caminando, al parecer hoy es el día de observar y quedarse callada, no obstante, Han siente mi movimiento y estanca sus lindos ojos azules en los míos. Su boca se abre con asombro, con rapidez se recompone acomodando su cabello y su ropa, como si no hubiera pasado nada. Para mi sorpresa, en vez de alejarse, se aproxima a mí.
—Hola, Nat. —Sus comisuras tiemblan, no lo suficiente como para sonreír—. Quería agradecerte por lo del otro día y... también pedirte una disculpa por lo que te dije hace tiempo, no voy a justificarme porque lo que hice estuvo mal, pero quiero que sepas que lo siento.
Se ve tan triste que mi corazón duele, solo por un momento puedo ver otra cosa excepto lo que quiere que vea, pero desaparece junto con el siguiente parpadeo.
—No te preocupes, ya pasó —digo.
—Llevo días dándole la vuelta a la misma idea, se me ocurrió algo, no había tenido la oportunidad de comentártelo. No sé si sepas, pero soy la coordinadora del comité para organizar el baile de graduación, todavía faltan algunos meses, pero se está acercando y vamos a empezar los preparativos. Me gustaría que te nos unieras, tú tienes ideas geniales. —Mis párpados se abren, ¿ayudar a organizar una fiesta? No lo creo. Abro la boca para declinar, pero se me adelanta, tal vez viendo la negativa en mi mirada—. Por favor, estoy segura de que harás aportes increíbles, además te dará horas para tus actividades extracurriculares.
—De acuerdo, aunque nunca he hecho algo así. —Necesito las horas, y mucho, las únicas que tengo registradas son las que hice al principio del año porque la profesora de deportes creyó que ponerme a ordenar pelotas de básquetbol era una buena actividad, desde ese día no volví a acercarme al departamento para que me asignaran más.
—No importa, yo te aviso cuando haya reunión, ¿de acuerdo? Ahora tengo que irme, tengo clase de deportes y no me he cambiado. —Hace una mueca y se va más rápido de lo que llegó.
Durante el cambio de clase, alguien llega por detrás y cubre mis ojos. Siento una respiración en la base de mi oreja, instintivamente intento retirar las manos que no me permiten ver, luego escucho su risa. Muerdo mis labios para no sonreír como una tonta, Shawn me suelta, aunque no por mucho tiempo, me da la vuelta y rodea mi cintura con firmeza. Su cuerpo se pega al mío, mis mejillas se ponen calientes, miro hacia todas partes, nerviosa porque estamos en público y nunca nadie me había abrazado de esta forma. No llevamos mucho siendo novios, aún no me acostumbro a que me sostenga así.
—¿Cómo siguen tus padres? —pregunta como si no estuviéramos en medio del pasillo siendo observados por un montón de chicos. De todos modos, ¿por qué carajos estoy pensando?
—Bien, aunque creo que están ocultando algo, no lo sé, mamá está muy extraña, muchas veces la he descubierto sonriendo sola. —Él sonríe. De pronto, su nariz se adhiere a la mía, apoyo mis manos en sus antebrazos y aprieto su suéter con los dedos—. Nos están viendo.
—¿Y qué? Eres mi novia y no contestaste mis mensajes, estoy angustiado, así que no me culpes por querer besarte y abrazarte, la culpa es tuya porque hiciste que te extrañara más de la cuenta. —Joder, creo que me he convertido en un charco, me está derritiendo.
Antes de que termine de procesar lo que ha dicho, Shawn me besa, alcanzo a escuchar los aullidos emocionados de los estudiantes, pero son un sonido lejano. Mi cabeza zumba, mis pensamientos se borran.
—Te necesito solo para mí un día de estos. —Ahogo el suspiro en mi boca al escuchar su susurro ronco.
Medio aturdida, lo miro, ¿de verdad ha dicho eso? ¿Debería empezar a ponerme nerviosa o ya es tiempo de esconderme en Alaska? No tengo idea, no soy capaz de comprender lo que está sucediendo; pero, basándome en mis pulsaciones aceleradas, estoy segura de que me encantaría experimentar todas las bases de béisbol con Shawn.
Al diablo Alaska y el frío.
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