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Capítulo 45


Ayer presencié cómo ese idiota sostenía a Natalie en medio del pasillo y no puedo estar más enojado. El tal Oliver casi estaba encima de ella, agarró sus lindos hombros y le sonrió como si fuera un gran amigo o algo más; ni siquiera sabía que la conocía, no me agrada en absoluto que esté a su alrededor.

Aquí estoy, sentado en la cafetería contemplando cómo la observa desde el otro extremo del lugar mientras ella platica con Jasmine, él parece un maldito animal encandilado, me está sacando de quicio, quiero levantarme y tomarlo de la camisa para que deje de mirarla, sacudirlo y romperle la nariz. Aprieto los puños cuando veo que se levanta y va hacia su mesa, ¡con un carajo!

—Respira, pareces un lunático. —Las palabras de Har solo logran enfurecerme más—. De verdad, necesitas calmarte.

La morena lo invita a que se siente, últimamente no soporto a Jasmine, está siendo muy odiosa y entrometida en una relación que es de dos. Nat le sonríe al chico, es más de lo que puedo soportar. Me entristece porque es obvio que a él le gusta, y ella dijo que quería estar sola, ¿no se da cuenta de cómo la observa o es que solo me está dando excusas porque ya no quiere estar conmigo y no sabe cómo decírmelo?

Ese pensamiento me hace hundir los hombros, me está doliendo muchísimo presenciar ese intercambio, que aunque no está pasando nada más que un encuentro amistoso, tengo que abrir la boca para respirar. El enojo se combina con tristeza, no sé qué tengo que hacer para que Natalie se de cuenta de que estoy enamorado. Es muy difícil acercarme a ella ahora, ¿cómo puedo demostrarle mis sentimientos si no hace más que alejarse de mí?

Sé que todo esto es porque no me di cuenta antes de lo que sentía por ella, y ahora que tengo la seguridad de que la quiero, Nat no me quiere cerca. ¿Qué se supone que debo hacer?

La veo reír, mi corazón se arruga tanto que me saca el aire, ¿esto sintió ella cuando me vio besando a Hannah? ¿Fue peor? Apenas puedo soportar esto, no quiero imaginar lo doloroso que sería ver que alguien más la besa, que alguien más se le acerca y la abraza para susurrar en su oído lo linda que luce el día de hoy. Quiero ser yo el que la haga reír, me gustaría estar justo ahora en la misma banca que ella, inclinarme para oler su perfume y su aliento a chicle de cereza.

El nudo en mi garganta crece conforme los segundos pasan y no me mira, tampoco se da cuenta de que no puedo parar de observarla, no es consciente de mi presencia en la maldita cafetería. Una vez me sentí mal, cuando Hannah amaba a Liam y me hacía a un lado, sin embargo, nunca se sintió como lo que siento al ver a Natalie lejos de mí.

—¿Qué puedo hacer, Har? —pregunto—. No me escucha.

—Entonces no se lo digas, busca otra forma.

Como si fuera sencillo.



El día siguiente es más de lo mismo, me encuentro a Natalie cerca de su casillero, el chico la sigue mientras le habla y ella solo asiente a lo que le dice. Las ganas de hacerlo a un lado me carcomen por dentro, hoy tampoco se fija mucho en mí. Desesperado por su atención, hago que tropiecen conmigo, Nat eleva los ojos hasta que se encuentran con los míos.

—Hola —dice. Le sonrío con tristeza, desvío mi atención hacia la persona a su lado—. Oh, es Oliver, él es Shawn.

—Ya lo sé —respondo. Lo conozco porque una amiga de Hannah salía con él, Liam y yo tuvimos un encuentro algo violento hace tiempo, pues Oliver intentó besar a la fuerza a Mirian y nosotros la defendimos, ¿es casualidad que ande alrededor de Nat? No lo creo, después de aquello quedó cierto resentimiento—. Te veo después, preciosa.



Dos días después doy vueltas como león enjaulado en los baños del gimnasio, algunos compañeros están en las regaderas, yo estoy en el área de los casilleros observando a Harold, sus ojos parecen pelotas de ping pong siguiéndome.

—Jasmine me dijo algo —murmura mi mejor amigo, quien se retuerce en la banca. Me detengo en seco y lo enfrento, alzo la ceja—. Siento que lo hizo a propósito.

—¿Qué dijo? —pregunto, respiro profundo y exhalo.

—El chico invitó a Natalie a un concierto que dará en la cafetería «Cup» el viernes por la noche. —Aprieto los puños hasta que mis nudillos duelen. Sé cosas sobre Oliver Doms, he escuchado rumores y no voy a permitir que se le acerque más de la cuenta a Nat. No quiero que la mire ni que la sostenga ni que le sonría ni que la invite a salir, mucho menos que bese su mejilla como si tuviera el derecho de hacerlo porque es mi chica. Harold da un aplauso, animado por la expresión en mi rostro, supongo —. ¿Qué vamos a hacer?

—Impedir esa cita. —Sonrío.

Dos de nuestros compañeros salen de las regaderas, tomamos nuestras cosas y vamos a ocuparlas. Cierro los párpados cuando me meto en el chorro de agua tibia.

—¿Cómo lo haremos? —cuestiona Har.

—No lo sé, voy a pensar en algo.

Todos desocupan las regaderas excepto yo porque me quedo perdido en mis pensamientos y el tiempo se va volando. Las cosas entre Nat y yo están demasiado tensas, esta mañana me di cuenta de que estamos en la cuerda floja cuando se negó a mirarme durante la clase de matemáticas, creí que darle su espacio funcionaría, ahora no estoy tan seguro de ello, no cuando hay alguien en medio; y no pienso quedarme pasmado mirando.

Un estruendo me sobresalta.

—¿Hay alguien ahí? —pregunto a la nada, nadie responde.

Me encojo de hombros y termino de enjuagarme, cierro la llave y tomo una toalla para envolverme. Salgo de esa área y me encamino hacia el pasillo de los casilleros para ponerme la ropa que dejé en la banca, no obstante, no hay nada ahí. Frunzo el ceño, estoy seguro de que dejé ahí las prendas, siempre lo hago. Me rasco la frente y abro mi casillero, los párpados se me pegan a la frente al ver lo que hay adentro.

—Pero ¿qué demonios? —Agarro con confusión las prendas femeninas. Hay un pantalón de mezclilla, una playera con un dibujo de unicornios rodeando un arcoíris y zapatos rosados. Luego recuerdo el ruido que escuché mientras me bañaba, una idea descabellada se me viene a la mente, sin embargo, la descarto porque sé que Natalie jamás haría algo así, no a mí, ¿o sí?—. Mierda.

¿Qué hago? Busco con la mirada algo que pueda usar para salir por ayuda, mi teléfono móvil no está en donde lo dejé, así que no puedo llamarle a Harold para que me preste un poco de su ropa. Por Dios, no pienso ponerme estas cosas, quizá pueda asomar la cabeza en el pasillo y hablarle a alguien. Los nervios se concentran en mi garganta pues si alguien me ve en toalla, los directivos lo sabrán y habrá una mancha horrible en mi historial académico, lo mismo sucederá si salgo con la jodida playera.

Camino hacia la salida, barro con los ojos el gimnasio, cuando veo que está vacío sigo caminando hasta que llego a la otra puerta. Trago saliva y tomo una inhalación profunda antes de asomarme, suelto una maldición pues el pasillo está completamente vacío, ¿por qué justo hoy si siempre está lleno de gente?

Me quedo en el mismo lugar, esperando en nada más que en toalla que alguien pase, los minutos pasan y nada. No puedo quedarme todo el maldito día aquí, tal vez pueda caminar un poco hacia el cuarto del conserje y pedirle que me ayude. Me toma una infinidad de tiempo mentalizarme, con precaución salgo de mi escondite.

—¡No, no, no! ¡Maldición! —exclamo. El timbre suena, indicando el cambio de clase, acelero los pasos, después todo ocurre en cámara lenta. El alumnado llena los pasillos, encuentro a una persona que se parece mucho a la hermana de Nat apoyada en una pared observando con diversión mi estado, y todos se detienen para carcajearse.

Me quedo quieto, sin saber muy bien qué hacer, nunca me ha pasado algo tan vergonzoso, tengo miedo de lo que pueda pasar, no quiero que me suspendan por lo que puede significar en mi carpeta académica, y mis padres... mejor no pienso en ellos ahora.

Doy pasos atrás, ubico a Natalie entre el gentío, quien se hace paso entre las personas con la mirada horrorizada. Harold se me acerca y me agarra del brazo.

—¿Por qué demonios te quedas parado como imbécil? —Gracias a Dios me conduce de regreso al gimnasio, no sé en qué momento se me ocurrió que era buena idea salir de los baños—. ¿Qué pasó?

—Cecile se llevó mi ropa y mi teléfono —murmuro. Me dejo caer en una banca, apoyo los codos en mis rodillas y hundo mi rostro en mis palmas porque no quiero que me vea, suelto un gemido de frustración—. Eso va a hacerse viral en Internet.

—Solo a ti se te ocurre salir así —dice Har.

—¡¿Qué querías?! ¡No podía quedarme o usar esa horrible ropa! —Harold lanza una carcajada, supongo que ha visto la cosa de los unicornios y el arcoíris.

—¿Shawn? —Levanto la cabeza tan pronto escucho la voz de Natalie, mi amigo asiente en mi dirección y sale del lugar, dejándonos solos. Los ojitos de Nat están hechos agua, se aproxima hasta que se sienta a mi lado y me ofrece algo, solo ahora me doy cuenta de que es mi ropa y mi celular—. L-lo lamento, no sabía que iba a hacer algo así.

Sonrío sin poder evitarlo, se ve tan linda con toda esa preocupación. Agarro las cosas y las dejo a mi costado, me inclino hacia ella y acuno su rostro, hago que me mire.

—No importa ya, me estás hablando, algo bueno salió de esto. —Sus comisuras tiemblan, sus mejillas se tiñen de color rosa. Acaricio su piel con mi pulgar—. ¿Qué tan feo está afuera?

—Muy feo —susurra—. Aunque todas las chicas están locas porque te vieron semidesnudo.

Hace un puchero que hace que mi mirada baje, sus labios rosas se me antojan, ladeo mi cabeza y me acerco más hasta que soy capaz de sentir su aliento.

—¿Vas a salir con él? —pregunto en voz baja, sin dejar de mirar su boca. Toma un respiro hondo, no hay necesidad de que le aclare de quién estoy hablando, lo sabe a la perfección porque me vio ese día.

—No —murmura—. Le voy a decir que no estoy saliendo con nadie. Discúlpame también por eso, Jasmine a veces es odiosa, quiere protegerme, pero salir con chicos no va a ayudarme.

—Mi plan para romperle la cara Oliver Doms se ha estropeado.

—¿Tenías un plan? —pregunta, divertida. Mi corazón late muy rápido dentro de mi pecho, siento emoción recorriéndome, solo ella logra que todo mi mundo se borre, seguramente soy la burla de toda la escuela en este momento, pero tenerla tan cerca hace que nada más importe.

—Iba a arruinar la cita, cafetería Cup el viernes por la noche. —Suelta una risotada que me hace sonreír. De pronto nos quedamos en silencio, sigo acariciando su mejilla, muevo la cara para que nuestras narices se toquen, me siento mareado y algo acalorado—. Te extraño.

—Yo también —murmura.

—Repíteme por qué no estamos juntos.

—Porque quiero madurar y tú tienes que cerrar el círculo.

—Ese círculo ya está cerrado y en la basura, y yo puedo ayudarte a madurar. —Me acerco más, Nat se aleja un poquito, solo lo suficiente para que nuestras bocas no se toquen—. La primera lección será que dejes de huir y enfrentes la situación.

—¿Cuál es la situación? —pregunta. Me corro en la banca hasta que mi muslo toca el suyo, con mi brazo libre rodeo su cintura e impido que se aleje.

—Yo soy la situación.

Sin más, la beso con fuerza y determinación, con todo lo que tengo para que se de cuenta de que mi vida se hizo dulce desde que entró a ella, no puedo pensar en nadie más, es mi último pensamiento al acostarme por las noches, es lo primero que busco al llegar a la escuela. No hay nadie, no quiero a otra, solo a Natalie Drop. Al parecer entiende el mensaje porque sus brazos me rodean el cuello, entonces la levanto de su asiento y la coloco en mi regazo, me sumerjo en su sabor y en lo que me hace sentir.


* * *


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