Capítulo 28
Imagino que estoy en un campo de batalla, que llevo pantaloncillos amarillos y chaleco de torero, en mi mente llevó una coleta debajo de una boina, calcetas hasta las rodillas y unos zapatillos que me hacen recordar a un duende. ¡Oh! No puedo olvidar mi gran manta de color rosa y un pico en la otra.
Frente a mí está mi padre, el gran toro furioso con cuernos y humo saliéndole de los oídos, se ve muy peligroso.
Estamos sentados en la mesa del comedor, uno a cada extremo, mirándonos con enojo.
No pestañees, Natalie, que sienta tu furia de titán.
La verdad es que estoy enojada por tener que vivir con él, por tener que soportar su actitud de padre alfa sobreprotector cuando lo único que quiero hacer es llorar por Jasmine, tengo todos estos sentimientos encontrados; y a mi padre lo que le importa es que metí a Shawn a su casa.
—¿Qué te sucede, Natalie? Te comportas como una niña malcriada, ¿trajiste a ese muchacho a casa para molestarme? Te recuerdo que estás castigada, eso quiere decir que no puedes traer chicos o tenerlos alrededor, mucho menos sentarte en sus piernas si no hay ningún adulto cerca.
Quiero decirle que yo no lo traje, que él llegó e intentaba consolarme, pero esas palabras se me atoran como una gran bola de alimento sin masticar cuando recuerdo que no tengo por qué darle explicaciones a una persona como él.
—Mira, Nicholas, no tienes que fingir que te importa lo relacionado conmigo o mi familia, ¿te importé cuando te fuiste? ¿Te importó Cecile? ¿Te importó Frank? ¿Sabías que mi hermana se convirtió en la chica desadaptada emo después de que te largaste? ¿Que Frank bajó sus notas? ¿Que mamá pasó semanas enteras sin salir de la habitación? No, no lo sabes y no te preocupó, así que no hagas como que te importa ahora.
—No me hables así, soy tu padre... —Empieza, pero no quiero escucharlo, ya me cansé de hacerlo, de hacer como si me agradara estar aquí.
—Un padre no abandona, un padre te demuestra que lo es.
Veo que se aprieta el puente de la nariz como si estuviera exasperado, se gira y se dirige hacia el teléfono empotrado en la pared, marca un número con frenetismo. Sintiéndome como toda una James Bond, hago el amago de levantarme con la lengua tocando mi comisura, me señala con su dedo cuando ve que voy a ponerme de pie y me hace una seña para que me siente de nuevo, giro los ojos antes de hacerlo.
—¿Podrías venir? Al parecer una de nuestras hijas regresó a la etapa de «odio al mundo, no me toquen», y no quiere escuchar. —Lo miro con la boca abierta. Él le sonríe bobaliconamente a la pared mientras escucha a mamá, frunzo el ceño, ¿por qué hace cara de menso?—. Bien, te espero.
Cuelga y regresa a la mesa, sus gestos serios vuelven a aparecer al enfrentarme. Esperamos lo que creo es una eternidad, me pongo a imaginar que un montón de ovejas saltan en su cabeza y las cuento; el timbre suena, así que se pone de pie para ir a abrir.
Escucho el escándalo antes de que se acerquen, mis hermanos también vinieron.
—¡Qué divertido! ¡Una reunión familiar! —exclamo en un susurro y suelto un suspiro.
—Solo te recuero que la hija que odia al mundo soy yo, no robes mi papel. —La voz perezosa de Cecile me hace sonreír, a pesar de que no quiero.
Escucho la carcajada de mi padre, quien sigue en la sala, me pregunto qué demonios está pasando.
—No te preocupes, chupar sangre y matar ratones no me va —digo, divertida.
—Por supuesto que no, eres más de vomitar arcoíris y reír junto a Bob Esponja. —Suelto una risotada, la verdad es que la extrañaba bastante.
—¡¡Natalie, despierta!! —grita Frank en mi oído, salto del susto lanzando un gritito que lo hace carcajear.
—¡¡Maldito Oompa Loompa!! —exclamo, me pongo de pie y rodeo su cuello con mi brazo antes de que pueda huir, con mi puño hago remolinos en su cabeza, riendo, mientras se retuerce y clava sus dedos en mi brazo para que lo suelte.
Se siente genial ser la hermana mayor.
Lo dejo ir, se escabulle y se sienta en una silla lejos de nosotras. Vuelvo a desparramarme en mi asiento, al tiempo que mamá y papá entran a la cocina. El pelo de mi madre sigue siendo azul, aunque el color se ha deslavado un poco.
Los dos se ubican en la punta y nos observan, recién ahora me doy cuenta de que Nicholas está rodeando los hombros de mamá.
¿Pero qué demonios congelados en el infierno?
Paren un segundo el toro mecánico, me siento mareada.
—Creo que es hora de que hablemos —dice mamá alternando la mirada entre todos nosotros—. Sé que van a enojarse conmigo, sé que debí hablar con ustedes antes.
—Por favor dime que no estás embarazada —Me atraganto al escuchar a Cecile, mi madre arruga la cara y niega—. Menos mal, lo que menos necesitamos es a otro come mocos peleando por el control remoto.
—¡¡Tú eres una come mierda!! —Ahogo una carcajada al ver el rostro horrorizado de mamá y los labios aplanados de mi padre, quien lucha por no reírse.
—El sinónimo de la palabra excremento está prohibido, Frank, si lo dices de nuevo te llevaré a la lavandería y lavaré tu lengua con jabón.
Eso parece causar terror en él porque se endereza y cierra la boca, seguro que ser amenazado con jabón es lo más perturbador del mundo, no sé.
—Como les decía... —Suspira y toma aire con los hombros decaídos—. Esto probablemente va a ser un gran cambio en lo que creían...
—¡Ya sé! —exclama Frank con entusiasmo, golpea la mesa y sonríe de lado. Lo observo porque no entiendo un carajo—. Han decidido que somos demasiado inteligentes y geniales como para ir a la escuela, así que no iremos más y seremos almas libres que no tendrán que bañarse nunca más.
Ugh.
—No, Frank —murmura papá con una sonrisa—. Nadie tendrá un bebé, nadie se saldrá de la escuela y, mucho menos, nadie dejará de bañarse. Ahora dejen que su madre termine de hablar.
Eso me hace recordar a Jasmine, entonces vuelvo a sentirme triste, ella tendrá un bebé y probablemente se saldrá de la escuela.
—Lo que quiero decirles es que si bien su padre se fue de la casa, no fue porque él quisiera, yo se lo pedí. —Abro la boca, el aire sale de mis pulmones—. Yo estaba pasando por una temporada difícil y le pedí que se fuera, decidimos no comentarles para que no cargaran con nuestros problemas de pareja, claro que jamás pensé que lo odiarían por eso.
Me lanza una mirada, está esperando por mi reacción, pero la verdad no sé qué hacer, ¿no puedo esconderme en un iglú?
—Ya lo sabía, los escuché hablando esa noche. —Miro con asombro a Cecile, quien encoge los hombros como si la confesión no significara nada, pero para mí sí significa muchísimo. ¿Lo sabía? ¿Por qué no me lo dijo?
—Y yo —susurra un tímido Frank.
Así que empiezo a indignarme, todos lo sabían menos yo, todos pudieron haberlo dicho antes, pero nadie quiso hacerlo; de alguna u otra forma me mintieron. No me gustan las mentiras cuando son tan feas, ¿han visto esa serie donde cinco amigas se mienten y todos se engañan unos a otros? Las mentiras me han dejado traumada.
—Ustedes son unos mentirosos, ¡todos ustedes lo son! —exclamo más fuerte de lo que quiero. Cuatro pares de ojos me miran con asombro, me pongo de pie—. Todos lo sabían y no quisieron decírmelo, ¿era gracioso burlarse de la pobre Natalie?
—Vaya, ¿cuándo entramos al mundo de los dramas de telenovelas?
—¡Cállate, Cecile! ¡Deja de burlarte del mundo para sentirte mejor contigo misma! Algunos lloramos bastante cuando él se fue, no todos nos pintamos la cara para convertirnos en murciélagos.
Mi hermana se levanta con enojo y me enfrenta, por primera vez en la vida la veo mostrando un poco de sus emociones, siempre es tan callada y reservada.
—Madura, Natalie, Frank se toma las cosas con más madurez que tú, era obvio lo que estaba pasando, pero no quisiste ver las cosas porque era sencillo odiar a papa y culparlo de todo —dice—. ¿Te crees que cambié mi look por él? Estás equivocada, lo cambié porque se me dio la gana, porque me daban asco las personas falsas que no se atrevían a hacer lo que de verdad querían porque era más importante encajar en un grupo de ineptos. ¿Te crees que Frank bajó las notas por papá? Frank bajó las notas porque en vez de estudiar prefirió comer cheetos mientras jugaba FIFA. Despierta ya, joder.
Todo se queda silencioso después de su discurso patea-culos, no sé qué decir y en el fondo sé que tal vez tiene razón, quise odiar a papá, así que lo hice sin importar el pretexto.
No abro la boca, solo me largo, me encierro en mi habitación poniendo seguro y me dejo caer en la cama. Justo en ese momento mi celular timbra, lo tomo y contesto sin revisar quién llama.
—Ya les dije. —Jas se escucha triste, no me siento mejor—. No me miran, Nat, están decepcionados. Solo me dijeron que me llevarían mañana a tomar la muestra de sangre y se encerraron en su habitación. Estoy decepcionada también yo, ni siquiera me dieron un abrazo o me gritaron, es como si hubieran estado esperando que fallara.
Me quedo silenciosa porque al parecer mis neuronas han sido succionadas por una aspiradora gigante.
—¿Estás bien? —pregunta y afirmo con un sonido nasal.
Pero no estoy bien, quiero llorar, sin embargo, pestañeo para no hacerlo, lo que menos se me antoja ahora es convertirme en regadera. Siento una presión en el pecho.
—No importa si creen en ti, yo creo en ti, tú crees en ti. Salga negativo o positivo lo vas a hacer bien porque eres Jas, todo lo haces genial —digo.
* * *
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro