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Capítulo 13

MIRADAS AZUCARADAS VUELVE A WATTPAD por tiempo indefinido\*-*/ Recuerden que este es el borrador de la historia, en el libro físico y en el ebook hay cambios <3


Miro a Nat abrir la boca y luego cerrarla al igual que un pez, agacha la cabeza como el día del parque cuando no quería que viera sus ojos. No entiendo su actitud hasta que el olor de Hannah hace que me gire, la encuentro sentada a mi lado sonriéndome. ¿Cuándo llegó?

Trago saliva con nerviosismo, la saludo con una rápida sonrisa y vuelvo a mirar a Natalie, quien observa su comida como si fuera muy entretenida. Se está alejando, puedo sentirlo, creo que Han es una piedra en nuestro camino.

¿Qué debo hacer?

No puedo negarlo, me agrada tenerla a un lado porque hemos sido amigos por un largo tiempo y no he dejado de quererla; pero no deseo que mi chica hamburguesa se sienta mal y se aparte justo como lo está haciendo. No le quito la mirada de encima, esperando que vuelva a mirarme con su típica alegría, pero simplemente no pasa. Está enmudecida, no creí que eso fuera posible.

—¿Cómo están, chicos? —pregunta la rubia a mi lado con su vocecita infantil—. Nat, qué bueno que te sientas con nosotros, Jas es un poco rara.

La mencionada levanta la cabeza con rapidez y enfoca a Hannah con las cejas entornadas. ¡Joder! No creo que ese comentario haya sido algo bueno.

—Yo también soy rara, así que encajamos —dice, mirándola con enojo. Es como una pequeña dragona lanza fuego. Y se ve hermosa cuando se enoja. Sus mejillas se inflan y se encienden.

Parezco un estúpido mirando de un lado a otro, me siento un poco mejor cuando Harold se sienta en nuestra mesa. Creo que Nat también se relaja, y no sé por qué ese pensamiento no me gusta.

—¿Hiciste la tarea? —le pregunta mi mejor amigo a mi cita. No es agradable el sentimiento que se apodera de mi pecho cuando Natalie le sonríe. ¿Qué demonios? ¿Estoy celoso de Harold? Eso parece.

Quiero tomar el brazo de esa rubia sonriente y llevarla a otro lado donde nadie pueda interrumpirnos. A un lugar donde me sea fácil romper las reglas y besarla. Dios, extraño besarla y solo han pasado unas cuantas horas. Ella tiene esta manera de observarme que me acelera el pulso.

—Sí, creo que me gusta la química orgánica —dice, al tiempo que toma una manzana de su charola y la muerde—. Solo me faltó el problema número tres, no le entendí un carajo.

—Yo lo respondí, si quieres puedo mostrarte cómo se hace. —¿Qué demonios está haciendo Harold? ¿Le está coqueteando a mi rubia? Nat abre la boca para contestar.

—No es necesario —me apresuro a decir—. Natalie y yo tenemos un trato, le ayudaré con las tareas que quiera.

Ella se me queda mirando con sorpresa, mientras él sonríe con suficiencia. ¡Hijo de puta! ¡Ya entendí!

Estoy tan enfrascado mirándola, que no me doy cuenta de la otra chica llamando mi atención hasta que su palma se mueve frente a mi rostro.

—Tierra llamando a Shawn, ¿escuchaste lo que te dije? —Niego, dándole una mirada de reojo, sin atreverme a actuar como siempre lo he hecho. Si quiero olvidarla debo empezar a alejarme, debe entender que solo está haciéndome daño—. Me enteré por ahí que habrá una competencia el viernes, ¿qué dices si me pongo la blusa del equipo, te echo porras y después vamos a la fiesta de Jonas?

Eso en otro momento hubiera causado un incendio en mi pecho, sí late mi corazón de prisa, pero no me alegro con la misma fuerza. Podría decirle a Nat que salgamos en otra ocasión, sin embargo, sé que me la pasaré sentado con Han mientras ella habla con sus amigas de los chicos atractivos de la fiesta, no querrá bailar conmigo porque cree que bailo horrible, no se subirá a mi motocicleta y no me mirará como Natalie lo hace. No será tan divertido, no quiero ir con Hannah.

Soy testigo del momento en el que sus comisuras caen y enfoca a Harold, ¿piensa que la haré a un lado? Es probable por cómo actúe en aquella fiesta, no lo haré de nuevo.

—Lo siento, Han, pero ya tengo una cita. —Y estoy seguro que tenerla en las gradas será genial, después iremos por esos perritos calientes y haré que se sonroje y tartamudeé. Haré que se ría y me hará reír.

Sus ojos cafés enfocan los míos, le sonrío y le doy un guiño. Quiero aprender a quererla, quiero con fuerza dejar de tener sentimientos por alguien que nunca se fijará en mí, quiero estar enamorado de alguien real y no de un espejismo.

—Oh, igual estaré por ahí —dice con alegría y sigue comiendo.

Me pongo de pie de un salto, causando que todos los presentes me miren. Rodeo la mesa y me sitúo a sus espaldas. Nat levanta la vista y alza una ceja en mi dirección.

—¿Qué te parece si tú y yo seguimos con nuestra cita del almuerzo en otro lado? —Escucho la risita divertida de Harold, quiero darle un puñetazo en la nariz aunque nunca he sido un chico violento, me ha empujado demasiado. Algún día lo haré.

Me siento más relajado cuando me da su mano, por un instante creí que me mandaría a la mierda. ¿Por qué una chica hermosa y divertida querría estar con alguien que lucha para no pensar en otra? No lo sé, pero no la quiero lejos porque con ella todo es sencillo y fresco, es como sacar la mano por la ventana mientras llueve y el coche va caminando en una carretera.

Salimos de la cafetería tomados de la mano, sus dedos se entrelazan con los míos creando que una corriente eléctrica me recorra entero. Se siente bien.

—Si quieres ir con Hannah no hay problema —murmura.

—Quiero ir contigo.

—¿Por qué?

—Porque me gustas, porque me haces reír, porque es divertido estar contigo y porque espero besarte al final. ¿Necesitas otra razón? —La miro de reojo y me encuentro con una linda sonrisa.

—No, no necesito otra razón.

—Qué mal, iba a convencerte llevándote atrás de las gradas para hablar a solas.

—Quizá sí necesite otra razón —dice reteniendo la risa, pero fallando.

Los dos terminamos carcajeándonos, este momento no podría ser más perfecto.

Limpio el sudor de mi frente e intento controlar mi respiración agitada, creo que debo dejar de comer cosas chatarras o terminaré perdiendo la condición. El entrenamiento ha terminado con mi entrenador disgustado ya que no superé la marca de la semana antepasada y conmigo queriendo hundir mis pies en agua tibia.

No hay tráfico en las avenidas, me detengo en mi casa. Es de dos pisos de color aceituna, afuera hay un árbol que mamá y yo plantamos cuando tenía diez. Antes me gustaba sentarme y apoyar la espalda en el tronco, dejé de hacerlo cuando papá dijo que solo me hacía perder el tiempo.

Si mi entrenador habla con mi padre, soy hombre muerto.

Mi madre abre la puerta y me recibe con un montón de preguntas, he estado mucho tiempo fuera de casa. No me gusta preocuparla, no obstante, tampoco me agrada mucho estar cuando el señor Price está, papá solo sabe crear discusiones y yo prefiero ahorrarme los malos sabores.

Ceno evitando contarle sobre Natalie, sé que si se entera le contará a mi progenitor y me obligarán a traerla a casa. No quiero que Nat se ponga nerviosa, mis padres pueden ser muy intensos.

Voy a subir las escaleras justo en el momento en el que entra con su maletín y se dirige a mí negando.

—¿Cómo es posible que no hayas alcanzado el objetivo? ¿Así piensas ganar, Shawn? —Me gustaría contarle cosas a papá, como que me gusta una chica que se preocupa por lo que quiero hacer y no en qué tan perfecto puedo ser. Que estos últimos días me he sentido muy feliz y me importa un carajo si gano la carrera.

—Buenas noches, papá —susurro y subo, escuchando su bufido.

Lo triste de todo el asunto es que siempre acabo encerrado en mi habitación. Es igual sin importar la fecha u ocasión. Tomo mi celular y abro una conversación nueva. Pienso en qué decirle.

«¿Estás pensando en mí?».

«Tienes suerte, justo eso estaba haciendo».

Su contestación me saca una sonrisa.

«Dulces sueños, mi preciosa Nat»

* * *


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