Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 03

MIRADAS AZUCARADAS VUELVE A WATTPAD por tiempo indefinido\*-*/ Recuerden que este es el borrador de la historia, en el libro físico y en el ebook hay cambios <3

Entro a la escuela quince minutos antes de que suene el timbre. Saludo a Greg con un asentimiento de cabeza, quien está aferrado a su novia como una lapa. Hago lo mismo con otros compañeros del equipo de atletismo y el taller de piano.

Lo siguiente que hago es buscarla, puedo identificar su cabello rubio donde sea. Hannah está parada frente a su casillero con los auriculares puestos, moviendo la cabeza al ritmo de la música, se me sale una sonrisita inconscientemente.

Me acerco sin pensarlo y me ubico a su lado, me enfoca tan pronto se da cuenta de mi presencia. Sus dos pupilas se topan con las mías, esboza una sonrisa gigante, y yo quiero besarla. Mierda, Shawn, contrólate.

—Hola, tú —saludo. Se quita los audífonos y los guarda en su bolso. Mi frente se arruga porque está actuado de forma muy extraña, toda callada y seria.

—Shawn, ¿dónde estuviste ayer durante el receso? Te busqué, pero no estabas por ninguna parte. —Su gesto de alegría cae. Me alarmo en cuando sus ojos azules se cristalizan.

—¿Qué sucede, linda? —pregunto, sintiéndome mal porque no estuve disponible para ella. Estaba muy ocupado limpiando la comida de mi playera, por supuesto que no funcionó y tuve que ponerme un suéter encima.

—Liam, de nuevo, me dejó. —Las lágrimas comienzan a salir, sus mejillas se mojan y todos su rostro es inundado por tristeza. Se me sale el aire al escucharla.

Mi primera reacción es atraerla y refugiarla entre mis brazos, no pone resistencia. Hunde su rostro en mi cuello y rodea mi cintura. Frunzo el ceño al sentir sus sollozos y cómo se moja mi piel. Odio verla llorar por ese imbécil.

—¿Por qué fue ahora? —Intento tranquilizarla cepillando las ondas de su cabellera.

—Dijo que no le presto atención por estar concentrada en el deporte. —¿Por qué es tan difícil para ese sujeto entender que Hannah ama su equipo de básquetbol? ¿Quiere más atención de la que ya le da? ¿Para qué si lo único que sabe hacer es pisotearla?

—Es un idiota, mereces algo mejor —digo, oliendo su perfume.

Nos quedamos silenciosos por un minuto, su respiración se relaja, pero su afiance no disminuye. Sigue en el mismo lugar, y a mí me gusta cómo se siente. La he abrazado muchas veces, me pregunto si nunca se ha dado cuenta de cómo late mi corazón cada vez que está cerca.

Hannah es la chica.

No me hace feliz verla triste, pero me alegra porque al menos tengo una oportunidad para demostrarle que la quiero, que yo aceptaría lo que le gusta y lo que no, que puedo ser el chico.

Se echa hacia atrás con su maquillaje corrido, mis dedos vuelan y le quitan la pintura negra, ocasionando que una sonrisita se apropie de su boca.

—Y tú eres grandioso, siempre lo has sido.

No sé si piensa que ya no siento lo mismo de hace un año, me dan ganas de decirle que no puede decir cosas como esa porque todo mi interior se enloquece. Todavía recuerdo cuándo se lo dije, le mostré mis sentimientos, no obstante, no quiso tomarlos porque tenía a otra persona. 

—Debo ir a clase —murmura. Asiento, aunque quiero seguir platicando con ella, sé que se pondrá como dinamita si insisto en conversar de un tema que ya ha zanjado.

Los dos caminamos por el pasillo en un cómodo silencio. Llegamos hasta su salón, le doy una mirada antes de dejarla entrar.

—En serio, si el chico no sabe valorar quién eres, no vale la pena, Han.

—Lo sé.

No estoy tan seguro de que lo sepa. Se acerca dando pasitos cortos y se pone de puntillas para depositar un beso en mi mejilla. Beso que hace que mi corazón se sacuda con violencia.

La veo alejarse y perderse en el interior del aula.

Me giro, levanto la vista y me encuentro con su mirada puesta en mí. Sus ojos dulces, los de la chica que me arrojó el caldo. Voy a levantar la mano para saludarla, pero deja de mirar y sigue caminando con la cabeza gacha. Tal vez no le caigo bien, no sé.


Más tarde, me siento en la mesa de la cafetería. Harold está a mi costado comiendo su almuerzo casero. Busco con la mirada a Hannah, pero no la encuentro por ninguna parte. En cambio, me topo con la rubia que últimamente aparece en todos lados. No me está prestando atención, está muy ocupada intentando abrir su botella de refresco.

Esbozo una sonrisa secreta al verla fruncir el entrecejo, al parecer la misión le está resultando imposible.

—¿Sabes cómo se llama esa chica? —le pregunto a mi mejor amigo, quien mira hacia donde estoy apuntando.

—¿Estás jugando? Compartes clases con ella desde hace unos años ¿y no sabes quién es? —De pronto me siento incómodo y un poco tonto. La he visto, pero no es como si supiera alguna cosa de ella.

—¿Me puedes decir su nombre? —cuestiono, sopesando a quién más puedo preguntarle si él sigue igual de insufrible.

—¿Para qué? ¿Pasó algo que yo no sé? —Le lanzo una mirada de pocos amigos, termina levantando sus manos, rindiéndose—. Natalie Drop, diecisiete años, soltera, mala para matemáticas, pero la calificación más alta en artes plásticas.

Lo miro con la mandíbula desencajada.

—¿Robaste su diario o ahora te dedicas a espiar chicas lindas? —Suelta una risita entre dientes.

—No hace falta, es mi compañera en el laboratorio de química, es muy parlanchina. —Alzo una ceja y vuelvo a mirar a la pequeña terremoto.

Por fin pudo abrir su gaseosa. Recién me doy cuenta de que está sola, rodeada por el equipo de fútbol, pero no forma parte del círculo.

—Vuelvo en un minuto.

Me pongo de pie sin esperar respuesta. Mientras me acerco me pregunto que cosa voy a decirle, ni siquiera entiendo por qué estoy caminando con un rumbo fijo. Me dejo caer en una silla frente a ella, sus párpados se abren tanto que sus ojos podrían salirse. Luce como si quisiera correr lejos de mi, ¿oleré mal o qué demonios?

—Hola, chica de la sopa, te vi sola, quise venir a saludarte y a decirte que la mancha de comida salió de mi ropa. —Sus mejillas se encienden de rojo y a mí me parece algo tierno. Talla su rostro y suspira, pero se mantiene callada. Recuerdo que evitó mi saludo de más temprano—. Mmm... ¿te caigo mal?

—¿Qué? —pregunta con sorpresa.

—Pregunto porque me has estado evitando y no me hablas. —La contemplo fijamente. Sus labios se abren y se vuelven a cerrar, yo aplano los míos para no reír.

—N-no e-es eso, me agradas... digo, me caes bien. —Me pregunto si siempre es tan nerviosa, Harold dijo que era parlanchina y conmigo no puede pronunciar un enunciado completo.

—¿Segura? —insisto.

—Sí, es solo que me pones un poco nerviosa. —Apenas lo dice, sus párpados vuelven a abrirse como si hubiera visto un fantasma.

—¿Nerviosa? —Comienza a retorcer los dedos, me dan ganas de pedirle que respire o explotará.

—N-no, que estoy nerviosa por otras cosas y por eso no me di cuenta de lo que sea que has dicho. —Su sonrojo no ha disminuido ni un poco.

Lanzo una risita.

—Eres muy divertida...

—¿Qué hay, amigo? —La voz de Greg me hace enderezar. Él y su novia llegan a la mesa y se hacen un sitio—. ¿Estás listo para la fiesta del viernes?

Sip. —Vuelvo a mirar a la rubia y por un momento creo que está más relajada. Nuestros ojos se encuentran y por algún motivo me gusta que me mire—. ¿Tú irás a la fiesta?

—Claro que irá —dice la morena a lado de Greg, quien observa a una pálida Natalie.

—Genial, quizá podamos encontrarnos ahí. —Vuelve a enfocarme, esboza una sonrisa tímida. No debería agradarme la chica que me tiró un bote de sopa en mi playera nueva, sin embargo, me agrada ese aire relajado que hay a su alrededor. Tampoco debería decirle que nos encontraremos pues tengo que enfocarme en Hannah ahora que no tiene novio, esta puede ser mi oportunidad.

—Quizá —murmura. Asiento y me pongo de pie.

—Nos vemos, Natalie. —Su boca se abre. Dirijo mi atención hacia mi amigo—. Nos vemos luego, Greg y novia de Greg.

Se despiden antes de que me de la vuelta y regrese junto a un Harold que ha dejado a un lado la comida de casa y ha optado por el almuerzo de la cafetería. No sé si es mi imaginación, pero al girarme creo escuchar un gritito femenino.


* * *

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro