Capítulo 7: Échange
Observó el medallón en el centro de su palma como si se tratara de un animal dispuesto a comérsela de un solo bocado. Descubrirlo había sido todo un reto, pero al parecer no lo era ni la mitad de lo que le venía ahora.
― Es demasiada responsabilidad ―concluyó―. No puedo decidir yo eso.
Tikki sobrevoló el cuarto de meditación de la casa donde vivía el Gran Guardián hasta posarse sobre el hombro de Marinette. No dijo nada, pero para ella fue suficiente con su presencia.
― Siempre ha sido así. Los Miraculous de Ladybug y Chat Noir los elige aquel que conserve el Miraculous más antiguo y tenga el honor de convertirse en un mentor para generaciones siguientes; ese soy yo. Pero los demás, son los Miraculous de Ladybug y Chat Noir los que deciden quien debe llevarlos. Al fin y al cabo, lucharan junto a vosotros ―aseguró el Maestro Fu.
― ¿Y por qué no lo elige esta vez Chat Noir? ―se quejó haciendo un mohín.
― A él le tocará, a su debido tiempo. Pero este te corresponde, igual que le correspondía a mi dueño anterior elegir al Maestro Fu como el nuevo Gran Guardián ―informó Wayzz, el pequeño Kwami que acompañaba al anciano.
Marinette miró a Tikki de reojo, buscando cierto apoyo. Lo encontró en una pequeña sonrisa.
― Pero... y si elijo mal. Lilla tenía el Miraculous, y lo contaminó. ¿Cómo elegir a alguien que lo use como es debido? ―cuestionó.
― Es más sencillo de lo que parece. Es el Miraculous el que elige, existen modos de saberlo. Y cuando lo veas lo sabrás. Lilla conservaba el Miraculous como una reliquia familiar. Su antigua dueña era digna de llevarlo, pero ella estaba demasiado resentida con el mundo como para ver más allá.
― Creía que usted tenía guardados los Miraculous ―apuntó Marinette antes de que el Maestro Fu terminara de explicarse.
― No exactamente. Después de la batalla, vuestros Miraculous y los que no pudieran ser custodiados por sus dueños originales me encargaba de protegerlos hasta encontrar un nuevo portador. Los demás, fueron conservados con sus antiguos dueños.
De hecho, el Maestro Fu no le había dicho en ningún momento que poseyera todos los Miraculous. Solo lo había supuesto, dado que había sido Papillon quien le arrebató el Miraculous de la Polilla. Pero si el Gran Guardián no los tenía, quería decir que encontrarían más Miraculous. Y que el problema con Volpina solo había sido el principio.
El teléfono de Marinette empezó a sonar antes de que se le ocurriera algo más que preguntar. Tenía muchas dudas, sobre todo con referencia al Miraculous del Zorro, pero al parecer, iba a tener que esperar.
En la pantalla, la foto de Alya la alarmó un poco.
― Un momento... ―se disculpó, levantándose del asiento. El Maestro Fu asintió con una sonrisa―. ¿Alya? ―preguntó temiendo la respuesta―. ¿Que qué me parece el parque de atracciones? ¿Divertido? ―esperó la respuesta extrañada por su inusual pregunta―. Sí, sí puedo ir, pero no hace falta que me invites Alya.
― Considéralo parte de tu regalo ―apuntó Alya al otro lado de la línea.
― ¿Regalo? ¿Qué he hecho? ¿Es el día de la amistad o algo así? ―preguntó mirando desesperada el calendario que había colgado de una de las paredes.
― ¿En serio, Marinette? ―apuntó Alya con un tono exasperado pero divertido―. Me creo que olvides una cita, o que has quedado para algún evento. ¿Pero esto? Sinceramente, me preocupa mucho si alguna vez llegas a tener hijos.
Marinette había comenzado a perder el color al ver la fecha en el calendario. Olvidar fechas era su especialidad, pero había ciertos días que siempre recordaba. Como por ejemplo ese. Claro que con los akumas, Volpina y los Miraculous, era difícil pensar en todo.
― ¡Claro que no lo he olvidado! ¡Estaba... em... probándote! Pero eres la mejor amiga que puedo llegar a tener. ¡Por supuesto que ibas a acordarte de mi cumpleaños! ―apuntó riendo.
― Vale. Fingiré que te creo solo porque es tu cumpleaños ―aseguró―. Entonces esta tarde a las 16:30. ¡No lo olvides, o iré a buscarte!
― Vale, no lo olvido. De verdad que no ―aseguró―. ¡Hasta luego, Alya!
Al colgar se dejó caer sobre las rodillas, suspirando cansada.
― ¿Cómo he podido olvidar mi propio cumpleaños? ―murmuró.
― Es curioso que tengas tan presente y seas incapaz de olvidar el de Adrien, pero el tuyo te resulte tan sencillo pasarlo por alto ―se burló cariñosa la pequeña Kwami.
Marinette la miró de reojo, entornando los ojos con una diminuta sonrisa que intentaba ocultar.
Tenía todavía mucho en qué pensar, pero hoy era fiesta, y era su cumpleaños, a pesar de que no lo había tenido en cuenta hasta ese momento. Podía tomarse un día libre. Reflexionar sobre el Miraculous que ahora debía entregar a alguien. Y divertirse un poco.
― Maestro Fu, le prometo que haré lo correcto con este Miraculous ―aseguró con confianza―. Pero ahora tengo que irme.
― Claro, suerte, pequeña. Sé que lo harás bien. La otra vez no elegí demasiado sabiamente a Ladybug y Chat Noir, pero esta vez estoy completamente seguro de que he acertado ―aseguró.
Marinette sonrió, hizo una pequeña señal a Tikki para que entrara en su bolso, y se marchó de casa del Maestro Fu con el Miraculous bien guardado. Pronto encontraría quién lo llevara, pero por ahora, tenía una fiesta de cumpleaños a la que asistir.
La suya.
***
― ¿Lo tienes que pensar tanto? Es solo un regalo. ¿No dicen que lo importante es participar?
Adrien observó el escaparate de nuevo, frunciendo el ceño y dando un pequeño golpe a su bolsa, donde Plagg observaba lo mismo que él por el borde de esta.
― Eso es en los juegos, esto es un cumpleaños ―le reprochó―. El problema es que no sé qué regalarle. ¿Qué le regalarías a una chica?
― ¿Queso? El queso le gusta a todo el mundo, es unisex o algo así. ―Adrien le dio otro golpe a la bolsa.
― No sé para qué te pregunto ―suspiró. De repente pareció ocurrírsele una idea. Cogió el teléfono y marcó un número―. ¿Nino? ¿Oye, tú qué le has comprado a Marinette? Llevo un rato dándole vueltas y no se me ocurre nada...
― ¿Y de qué va a servirte que te diga lo que he comprado yo? ―se quejó Nino al otro lado de la línea.
― Es para darme una idea. ¿Qué le podría gustar? ―El silencio en la otra línea se hizo notorio―. ¿Nino?
― ¿Eh? ¿Ah, qué le podría gustar a Marinette que le regalaras para su cumpleaños? Estoy seguro que cualquier cosa que le regales la hará feliz ―aseguró convencido.
Adrien volvió a mirar el escaparate. Había collares, pendientes, anillos y broches. Se quedó mirando uno con forma de mariquita, esbozó una pequeña sonrisa.
― Sé que lo que importa es el detalle...
― ¡Ah, era así! ―escuchó que comentaba Plagg desde el interior de la bolsa. Otro golpe.
― Pero me gustaría regalarle algo que pudiera gustarle, ¿qué tal unos pendientes? ―apuntó sacudiendo la cabeza y quitándose a Ladybug de sus pensamientos. Un simple broche. Una simple mariquita. ¿Es que tenía que estar presente siempre?
― No sé, como tú veas. Le gusta diseñar, y se le da muy bien, de hecho. ¿Quizás algo relacionado? ―lo ayudó―. Oye, me encanta hablar contigo y eso, pero Alya acaba de llegar... Eh... hablamos luego. ¡Adiós!
Nino colgó antes de que pudiera siquiera despedirse.
Algo relacionado con eso. Algo que fuera con Marinette.
De nuevo sus ojos se detuvieron en la mariquita, y de nuevo sacudió la cabeza. No. Eso era perfecto para su Lady. Para Marinette era algo más... Entonces sus ojos encontraron el regalo perfecto. Esbozó una sonrisa y entró en la tienda.
***
Marinette llegó corriendo donde había quedado con Alya. El parque de atracciones móvil hacía un par de semanas que estaba alojado en París, pero esta era la primera vez que iba. Igual que su amiga. Seguramente lo sabía, y por esa razón había elegido ese lugar para celebrar su cumpleaños.
― ¡Alya! ―gritó. Esta se dio la vuelta con una sonrisa.
― Vaya, creo que es la primera vez que llegas puntual a algún sitio ―observó. Marinette se detuvo jadeando justo delante de ella, fulminándola con la mirada por un instante.
― Me has llamado esta mañana.
― ¿Y? Desde cuando eso impide que olvides algo. ¿Tengo que recordarte que habías olvidado incluso tu cumpleaños?
Marinette se sonrojó ligeramente.
― No lo había olvidado.
Alya asintió, aunque su gesto fue un motivo más para que ella se sonrojara.
― ¿Llegamos tarde?
La voz detrás de ella la dejó completamente helada. Abrió los ojos de par en par y miró a Alya, justo delante de ella. La sonrisa de la joven confirmaba algo que empezaba a sospechar. Alya tenía otra sorpresa que ofrecerle. El mejor cumpleaños del mundo con el mejor regalo del mundo.
Se dio la vuelta poco a poco, sin poder evitar asombrarse.
― ¿A...Adrien? ―preguntó. Luego vio a Nino a su lado, y sonrió también―. Y Nino ―agregó―. ¿Qué...?
― Alya nos dijo que era tu cumpleaños, y quería celebrarlo en el parque de atracciones ―informó Adrien―. Nos dijo si queríamos ir. Casi no puedo, pero he logrado convencer a mi padre ―aseguró con una mano detrás de la cabeza.
Marinette amplió la sonrisa.
― Qué suerte... ―murmuró.
― Creí que te gustaría que pasáramos un divertido día en el parque de atracciones todos juntos ―aclaró Alya detrás de ella, la sonrisa de oreja a oreja que Marinette le dedicó fue suficiente para asegurar a su amiga que había acertado.
― Vamos allá, ¿no? ―animó Nino, acercándose a Alya.
― ¡Yo tengo las entradas!
Los cuatro caminaron hacia las taquillas, donde ofrecieron las entradas para pasar al parque.
― Gracias... ―murmuró Marinette en voz baja hacia Alya. Esta esbozó una sonrisa.
― Y esto no es todo...
Marinette no podía imaginar nada mejor que pasar su día de cumpleaños en el parque de atracciones junto a Adrien. Pero al parecer Alya estaba convencida de que el resto seguiría siendo igual de bueno.
Y de hecho lo fue. Pudo disfrutar de las atracciones más emblemáticas, como la montaña rusa o la casa del terror, acompañada de Adrien. Alya y Nino se habían encargado de emparejarlos en cada una de las atracciones, alegando que querían ir juntos. Aunque Alya acaparó a Marinette en alguna que otra ocasión, era la primera vez que conseguía pasar tanto tiempo junto a él con la única excusa de pasarlo bien.
― ¡La última atracción de la tarde tiene que ser la noria! ―aseguró Alya con entusiasmo, señalando la enorme estructura.
― Desde allí debe poder verse todo París ―aseguró Nino―. Estoy seguro de que ninguno de nosotros lo ha visto desde tan arriba. ¡Es incluso más alto que el mirador de la torre Eiffel!
Marinette sonrió. De hecho ella si lo había hecho. Siendo Ladybug, se había recorrido París entero por las alturas.
― Oye, Marinette, ¿te importa si subo con Nino? ―preguntó su amiga, entre avergonzada y cómplice.
Ella sonrió.
― No, tranquila. Adelante ―aseguró.
― ¿No te importa no? ―preguntó Nino hacia Adrien. Este sacudió ambas manos, negando efusivamente.
― No, no. En absoluto.
Ambos vieron alejarse a sus amigos, dispuestos a subir a la noria. Aunque habían subido a algunas atracciones juntos, habían ido siempre en grupo. Era extraño quedarse ahora a solas. O al menos eso pensó Marinette. Aunque estaba encantada, claro.
― Eh... ¿Quieres subir? Seguro que sería un final perfecto para tu cumpleaños ver París desde arriba ―aseguró Adrien. Marinette sonrió.
― Estaría bien.
Qué elocuente... Murmuró para sí.
Caminaron juntos hacia el hombre que daba paso a la noria. Junto a él había una joven discutiendo efusivamente con él y otra chica. Marinette se quedó quieta al reconocerla.
― Oh, no... ―murmuró. Adrien también se percató, parecía igual de disgustado que ella.
― Por supuesto que estaba yo primero, ¿acaso no me has visto? ¡Llevo aquí todo el tiempo! ―aseguró.
― ¡No es cierto, estaba primero! ¡He llegado mucho antes que tú! ―gritó la joven.
― ¿Qué pruebas tienes? Yo he hablado antes con este buen hombre. ¿Verdad? ―inquirió con un tono de cierta amenaza.
― Sí... eh... es cierto.
― Pero... ¡tenía que subir en ese! Era hoy, tenía que ser hoy. Por favor, déjeme pasar... ―pidió.
― Se siente, niñita. Esta cabina es mía, ¿verdad Sabrina?
Sabrina, a su lado, asintió acercándose a la cabina con entusiasmo.
― Otra vez Chloé... ―murmuró Marinette.
Adrien le dedicó una escueta mirada antes de acercarse a la joven rubia y hablar directamente con ella. Marinette lo siguió.
― Chloé ―la llamó. A lo que ella se giró con una sonrisa.
― ¡Adri, Cariño! Qué sorpresa, qué haces... ―la sonrisa perdió fuerza cuando vio a Marinette justo detrás―, aquí.
― Subir a la noria, esperando mi turno ―aclaró.
― Oh, pero si he esperado mi turno. ¡Es esta chica que quiere colarse! ―aseguró indignada.
― ¡Eso no es cierto! ¡Yo iba antes, llevo esperando por esta cabina toda la tarde! ¡Tengo que subir, por favor!
Marinette se acercó a ella, dispuesta a ayudarla, cuando vio a Chloé que cogía a Adrien del brazo.
― Déjala, es una mentirosa. Subamos ya, antes de que se pase el turno ―apuntó, instando al chico a subir.
― Espera, yo no...
Marinette se dio la vuelta. No. De eso ni hablar. ¡Era su cumpleaños! ¡Si alguien iba a subir con Adrien a la noria esa era ella!
Decidida, se dio de nuevo la vuelta y se coló junto a ellos. Sabrina, que quiso acompañar a su amiga, avanzó también, pero la otra chica se lo impidió, queriendo entrar también.
― Ah, no. Nada de pelas. Estáis creando cola, atrás, atrás.
El hombre de la atracción hizo recular a Sabrina y a la otra chica, la cual parecía desolada por haber perdido la oportunidad de subir.
***
La joven observó la cabina que por tanto rato había estado esperando alejarse con tres nuevos inquilinos.
No...
No podía ser...
Si no subía jamás volvería a encontrarlo. Jamás volvería a verlo.
Salió corriendo, con las lágrimas nublando su visión.
"En lo alto de la noria, allí verás lo que quiero decirte. ¿Irás?"
Habían pasado años, pero estaba segura que seguiría allí. Debería haber ido cuando pudo, pero había sido una idiota. Solo le quedaba eso. Ahora ya no quedaba nada más. Y lo había vuelto a perder. Había vuelto a perderlo todo...
"Siento tu perdida. Hace años que llevas esperando que el parque de atracciones regrese a Paris, y ahora que lo tenías delante, has vuelto a perder la oportunidad. ¿Te gustaría poder cambiar las cosas? ¿Te gustaría que todo el mundo supiera qué siente realmente aquel que tiene más cerca? Puedes hacerlo, Échange. Haz que el mundo se ponga en la piel del otro. A cambio, solo tendrás que darme una cosa; los Miraculous de Ladybug y Chat Noir".
La joven sonrió.
― Está hecho.
***
Marinette, al otro lado de la cabina, se dio la vuelta furiosa.
― ¿Estarás contenta? ―exigió indignada. Chloé la miraba también furiosa.
― ¿Qué haces aquí? ¡No deberías haber entrado!
― Ninguno debería haber entrado, esa chica estaba antes. Parecía querer subir a esta cabina, ¿por qué no la has dejado? ―preguntó. Adrien se interpuso, queriendo calmar los ánimos. La cabina había comenzado a tambalearse un poco, y apenas habían dado un cuarto de vuelta.
― Calmémonos, ahora ya no podemos hacer nada. Discutir no va a ayudar―aseguró.
Marinette lo miró un instante. Finalmente se sentó en uno de los sillones de terciopelo. Adrien le dedicó una pequeña sonrisa e hizo lo mismo. Chloé, como Marinette ya había esperado, se sentó junto a Adrien. El cual parecía algo incómodo por su cercanía.
― Ha sido toda una sorpresa encontrarnos, ¿verdad? ―comentó Chloé.
Marinette suspiró. Era inútil hacer caso a Chloé, contra más se lo hacía más insoportable era. Estaba dentro de la cabina de una noria, el lugar más romántico de un parque de atracciones, junto al amor de su vida y la peor de sus pesadillas.
Genial.
Esta no era la idea que tenía de un final perfecto para su cumpleaños.
Mirando por la ventana, pudo ver a Nino y Alya dos cabinas más lejos. Ambos parecían pasarlo bien. Reían y miraban por la ventana. Alya parecía feliz. Esbozó una sonrisa al verlo.
― ¿Es tan bonito, verdad Adri?
Pero él no estaba prestando atención. De hecho miraba también por la ventana, queriendo salir de esa cabina tan deprisa como fuera posible. Al parecer, pensó Adrien, Marinette parecía querer escapar también. Miraba la ventana como queriendo saltar al exterior y salir corriendo. Entendía esa sensación. Chloé era cargante. Y como otras tantas veces, seguramente había hecho daño a alguien. Esa chica parecía querer con muchas ganas subir a esa cabina. ¿Qué tendría de especial?
― ¿Por qué lo has hecho, Chloé? ―preguntó Marinette de repente, sorprendiéndolos a ambos.
― ¿Cómo dices? ―Marinette se dio la vuelta.
― ¿Qué importaba una cabina que otra? Esa chica... parecía querer esta con muchas ganas. ¿Por qué se la has quitado?
Adrien se quedó asombrado mirando a Marinette. Chloé abrió la boca, dispuesta a decir algo, pero parecía que se le trababan las palabras. Cuando estaba a solas con Marinette, pocas veces hablaba de ese modo. Casi siempre tartamudeaba, agachaba la cabeza o hablaba poco. Era una chica bastante tímida, aunque siempre con un gran sentido de la justicia y un gran corazón.
― Yo no...
La cabina tembló, deteniendo su avance de repente. Los tres se sujetaron donde pudieron, evitando caer a duras penas.
― ¿Qué pasa? ―gritó Chloé.
― Nos hemos parado, debe haber alguna avería o algo ―dedujo Adrien.
― Espera... ¿estamos parados aquí? ―exclamó Chloé, sujetándose con fuerza al asiento.
Marinette miró por la ventana. Abajo, el lugar que debía ocupar el hombre de la atracción estaba vacío, y del control salían algunas chispas.
― Creo que hay algún problema técnico con la atracción ―apuntó Marinette señalando por la ventana. Adrien se acercó, frunciendo ligeramente el ceño con preocupación.
― ¿¡Qué!? ―gritó Chloé―. No, no... ¡Vamos a morir! ¡Es el fin! ―exclamó con un tono aterrado.
Marinette la miró entornando los ojos.
― No vamos a morir ―refunfuñó cansada de sus tonterías.
Adrien se acercó a Chloé cuando esta empezó a mirar a todas partes con el rostro desencajada de miedo.
<<Será mentirosa ―pensó Marinette―, seguro está fingiendo para que Adrien se preocupe y así acaparar su atención>>.
― No va a pasar nada, Chloé. Esto es seguro. En unos momentos...
― ¿Seguro? ¡Estamos colgados de un trozo de hierro! No es seguro, está alto. ¿Y si caemos? ¿Y si se descuelga y...?
― No va a pasar, cálmate ―aconsejó acercándose a ella para intentar clamarla.
Pero por el contrario, ante todo lo que Marinette esperaba, Chloé se alejó, acurrucándose en un rincón y gritándole a Adrien que no se moviera.
― ¡No te acerques! Se está tambaleando, podría descolgarse. ¡No nos podemos mover! ―gritó hiperventilando.
Marinette la observó asombrada. ¿Y si no estaba fingiendo? De estar haciéndolo habría aprovechado para aferrarse a Adrien, estaba completamente segura.
― Chloé... ―intentó Adrien de nuevo, pero Chloé seguí hiperventilando.
Suspirando, Marinette se acercó a ella decidida, la sujetó por los hombros y la sacudió ligeramente, llamando su atención.
― ¡Estás loca! ¡VAS A MATARNOS! ¡Vas a hacer que se caiga la cabina, con nosotros dentro, demente! ¡Estú...!
Adrien abrió los ojos de par en par, igual que Chloé, que no terminó la frase después de recibir un inesperado bofetón.
― Ahora escúchame ―exigió mirándola a los ojos fijamente―. No vamos a morir. Esta cabina no se va a descolgar y saldremos en cuanto arreglen el problema. Tranquilamente y sin ponernos nerviosos, ¿de acuerdo? ―Chloé asintió todavía estupefacta. Marinette suspiró―. Bien. Ahora respira hondo y cuenta del uno al cien poco a poco. ¿Lo has entendido?
― Eso es una estupi...
― Tú hazlo ―la cortó―. Contaré contigo, vale. Vamos; uno ―respira. Chloé lo hizo―. Dos, respira. Así, ¿ves? No es difícil. Cierra los ojos si estás mareada.
Chloé frunció ligeramente el ceño, pero parecía asustada de verdad. Por primera vez, Marinette la vio obedecer sin rechistar y sin una sola réplica más.
Suspirando, se dejó caer hacia atrás, sentándose en el suelo. Adrien siguió su ejemplo situándose a su lado, poniéndola ligeramente nerviosa al ser consciente de su presencia.
― Jamás pensé que vería a alguien darle órdenes a Chloé y que hiciera caso. ¿Cómo has sabido qué hacer? ―preguntó impresionado. Marinette esbozó una pequeña sonrisa.
― Los ataques de pánico son una pesadilla... ―aseguró riendo―. Cuando empecé el instituto después de terminar la primaria, me daba miedo llegar y no saber hacer amigos, o que se rieran de mí por mi forma de ser. Así que antes de llegar me entró "miedo escénico" ―apuntó con una sonrisa avergonzada, encogiéndose de hombros―. Mi madre, antes de que saliera por la puerta sin dejar de repetir una y otra vez que iba a ser un desastre y que me odiarían todos, se acercó y me asestó un fuerte bofetón que me dejó sin palabras ―explicó―. Eso me detuvo en seco y me hizo olvidar por completo el miedo que sentía en ese momento.
― ¿Y qué hiciste? ―preguntó realmente interesado. Marinette se rio ante el recuerdo.
― Enfadarme. Y mucho. No entendía porque me había pegado, aunque realmente no me dolió. Entonces me dijo que estaba entrando en pánico, y necesitaba algo que me hiciera reaccionar. Cuando alguien se cierra en banda, es imposible razonar. Supongo que esto... ―apuntó mirando a Chloé, que seguí contando con los ojos cerrados―, es parecido.
Adrien sonrió.
― Pues ha funcionado. La verdad es que yo no tenía ni idea qué hacer para clamarla. Siempre sabes qué hacer en las peores situaciones.
― Pero soy un desastre en todo lo demás, hoy incluso había olvidado mi cumpleaños... ―murmuró apenada. A Adrien se le escapó la risa ante el comentario.
― Bueno, eso es lo que te hace ser quien eres. Y creo que deberías sentirte orgullosa de ello. Si siempre lo controlaras todo, sería muy aburrido. Nadie puede aburrirse contigo, Marinette.
La noria se tambaleó entonces, devolviéndolos al principal problema. Chloé abrió los ojos, aferrada al asiento y mirando para todos lados con el terror reflejado en sus ojos.
― ¿Qué pasa?
Marinette se levantó, igual que Adrien, y ambos miraron por la ventanilla. Una chica con una máscara de carnaval con doble cara, una blanca con detalles negros y otra negra con detalles blancos, una triste y la otra alegre, observaba el parque desde lo alto de la montaña rusa, enviando halos de luz blanca y negra a los pasajeros de la atracción.
― ¿Qué es eso? ―preguntó Adrien abriendo los ojos de par en par.
― Sea quien sea está atacando a la gente.
La noria se tambaleó de nuevo, desestabilizándolos y cayendo sobre el asiento. Adrien se apoyó en el respaldo con ambas manos, quedando Marinette en medio. Esta alzó el rostro, sonriendo avergonzada por la proximidad del muchacho. Adrien se incorporó de nuevo, ayudándola a ella a hacer lo mismo.
― ¡Moriremos! ―se escuchó a Chloé gritar.
Adrien miró hacia un lado y hacia el otro. Era un akuma, seguro, pero no podía transformarse delante de Marinette y Chloé.
― Esto podría no aguantar... ―murmuró Marinette mirando hacia arriba, el hierro de la noria donde estaban ellos se estaba deteriorando.
― Creo que se puede girar de forma manual ―aseguró observando el monitor de abajo que seguía echando chispas― Puedo hacerlo. Estamos más cerca del suelo de lo que parece. Puedo llegar hasta allí y girar la manilla. Es fácil.
Marinette abrió los ojos de par en par. Si pudiera convertirse en Ladybug, no habría problemas. Pero no podía hacerlo delante de Adrien y Chloé.
― Eso es muy peligroso. ¿Y si te caes? ―Adrien sonrió.
― No te preocupes, es como escalar. Recuerdo que hice un curso de escalada con uno de los mejores profesores de Nueva York hace un par de años. Es pan comido ―apuntó encogiéndose de hombros.
Marinette no estaba tan segura, pero si se marchaba, podría poner alguna excusa a Chloé e irse también. Y necesitaba transformarse ya.
Adrien abrió la puerta de emergencia del techo, y subido en el asiento se deslizó hacia arriba sujetándose a los barrotes con fuerza.
― ¡Qué haces! ―gritó Chloé alarmada―. ¡Nos vas a matar!
― Cállate ―exigió Marinette preocupada mirando hacia arriba―. ¿Estás bien?
― ¡Perfectamente!
Adrien se sujetó a uno de los barrotes y comenzó a descender. Plagg, que había estado escondido en su bolsa, salió para acompañar al muchacho desde su hombro.
― Esto sería más fácil si fuera Chat Noir... ―gruñó.
― Bueno, solo tienes que llegar hasta abajo. No es tanto ―apuntó el pequeño Kwami.
― Pero resulta que no tengo tiempo para... ―de repente, el parque quedó completamente a oscuras, deteniendo todas las atracciones por completo.
Adrien sonrió. Un golpe de suerte. Por fin.
― Perfecto, esto nos da la ventaja que necesitaba. ¡Plagg, transfórmame!
***
¡Hola! :) He tardado un poco más en actualizar por culpa de los trabajos de grado. Llega San Jordi, una fiesta bastante popular en donde vivo, y estamos organizando un espectáculo que incluye maquillaje, vestuario y la creación de personajes, así que he estado ocupada con eso y apenas he podido hacer nada. En fin, para compensar, os dejo un mini cómic que hice hace un tiempecito sobre Ladybug ^^ Espero que os guste;
Por cierto, tengo más, así que iré subiendo fanarts también a parte de el fanfic ^^ Si queréis ver los que tengo publicados en instagram, podéis buscarme por este nombre; elisabetllaberia
Besitos :)
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