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Capítulo 3: El nuevo poder de Volpina




                  

― No deberías haber hecho eso. ¿No estabas buscando el libro?

            Adrien suspiró mientras se sentaba en una de las sillas de la biblioteca. Después de buscar por todas partes en un tiempo record y sin que nadie lo viera, o casi nadie, al final había desistido. El libro había desaparecido por completo. Estaba claro que si en algún momento había estado allí, alguien lo habría cogido. Debería haberle preguntado a Lilla directamente, antes de transformarse en Chat Noir y molestarse inútilmente al escuchar que hablaba mal de Ladybug.

            ― Lo sé, he sido un idiota. Marinette estaba defendiéndose muy bien, pero no tiene por qué defender a Ladybug. No sé, Plagg, no lo he pensado. No puedo evitar involucrarme en todo lo que tenga que ver con ella...

            Plagg suspiró.

            ― Sí, sí, ya sé, pero me debes algo. ¡Me has chantajeado, quiero mi premio!

            Adrien suspiró.

            ― Eres increíble. Se supone que ese libro te debería importar algo, y pareces más preocupado por esto ―comentó mostrándole un trozo bien envuelto de queso―, que por nada más.

            Plagg se lanzó a por el queso tan deprisa que apenas tuvo tiempo de apartar la mano.

            ― Me preocupo. Pero necesito estar preparado. ¡Esto me da energía! ―Adrien se apoyó en una mano, mirando a su Kwami con los ojos entronados.

            ― Lo que tienes tú es un exceso, y no de energía precisamente...

            El ruido de unos libros al caerse lo puso en alerta. Se levantó rápidamente, escondiéndose y mirando con cuidado para ver quién más había en la biblioteca. ¿Habrían visto a Plagg?

            Abrió los ojos de par en par cuando vio quién acababa de transformarse.

            ― Volpina... no...

            ― Vaya, al parecer Ladybug no es la única que tiene problemas con este akuma...

            ― Calla. Tengo que transformarme. Y no me pongas excusas, ahora no tienes ningún motivo para no hacerlo, ¿verdad?

            ― ¿A ese minúsculo trocito de queso le llamas tú "premio"? ―Adrien entornó los ojos.

            ― Tengo guardado un queso entero de Camembert en casa, en un lugar secreto y seguro.

            Los ojos de Plagg se abrieron de par en par.

            ― ¿A qué esperas? ¡Vamos, di las palabras! ¡Va, va!

            Adrien suspiró de nuevo.

***

            Los gritos enfurecidos de alguien discutiendo en el piso de abajo llamó la atención de Alya y Marinette. Al parecer, dos chicos que acababan de salir del vestuario estaban gritándose y reprochándose todo tipo de cosas.

            ― ¿Por qué están tan furiosos? ―comentó Alya.

            Marniette lo supo al mirar hacia arriba. Volpina le devolvió la mirada, y sonrió con superficialidad mientras hacía aparecer otra Volpina justo a su lado. Alya abrió los ojos de par en par, dándose la vuelta hacia ella y cayendo en la trampa.

            La volpina falsa atrapó los ojos de Alya al mirarla fijamente, y de repente, el marrón de su iris perdió el color volviéndose rojo.

            ― Ahora veremos qué piensa realmente de ti tu amiga del alma...

            Marinette contuvo el aliento. Se suponía que Volpina creaba ilusiones, pero esta vez había algo más. ¿Podía hacer que la gente dijera lo que pensaba? Si se trataba de eso, no era nada bueno. Hay cosas que es mejor no decir...

            ― Alya... No importa lo que digas, de verdad. Sé que soy un desastre, una cabeza loca y muchas veces la peor amiga, pero...

            ― Tienes razón, eres un desastre. Tengo que pensar mucho antes de decirte algo, porque nunca sé cómo vas a reaccionar. Si quiero enseñarte algo, antes tengo que guardarlo bien o hacer alguna copia, por si se te cae, lo borras sin querer o pasa alguna otra desgracia. También me preocupa que no termines por meterte en algún lio o hacerte daño porque siempre haces las cosas sin pensar y sin prestar atención. Eres despistada, torpe, ilusa y un completo desastre.

            Marinette cerró los ojos, esperando que dijera algo más. Todo lo que había dicho era cierto. No era nada que no esperara.

            ― Alya, yo...

            ― Pero... ―Marinette abrió los ojos―, pero siempre estás a mi lado a pesar de todo. Me defiendes, te preocupas por mí. Y aunque a veces rompes cosas sin querer o las pierdes, siempre... siempre acabas haciéndome reír.

            ― Alya... ―murmuró.

            ― ¡Eres una bruja! ¡Si no fuera porque me regalas estas cosas no seguiría siendo tu amiga!

            Marinette no tuvo que asomarse para saber quién gritaba así y a quién iba dirigido. Pero era la excusa perfecta para desaparecer. Alya también se había asomado, pero cuando hizo intención de alejarse, habló de nuevo.

            ― ¡Ya estás otra vez! ¿Dónde vas ahora? Tus excusas empiezan a cansarme, ¿sabes?

            No podía irse, Alya seguía embrujada, y no la dejaría en paz. Necesitaba una excusa. Un comodín. Un... un gato...

            Sonrió al ver a Chat Noir brincando hacia una de las ventanas, justo por la que había escapado Volpina.

            ― ¡Alya, por favor, no te acerques más! ―gritó reculando hasta chocar contra la barandilla de hierro que separaba el primer piso del suelo.

            ― ¡No te irás! ¡Estoy cansada de que siempre hagas lo mismo!

            Fuera lo que fuese lo que Volpina hacía, conseguía hacer que las emociones se vieran desbordadas. Y si no fuera porque su plan salió bien, seguramente al caerse por el borde de la barandilla se habría estrellado contra el suelo.

            ― Nos encontramos por segunda vez. Parece que no puedes evitar caer en mis brazos.

            Con los ojos en blanco, Marinette se apartó y se obligó a sonreírle.

            ― ¡Gracias! Será mejor que vayas a por Volpina, creo que esto que hace puede traer muchos problemas. ―Chat Noir asintió.

            ― Eso parece ―aseguró dedicándole una mirada especulativa a Alya―. ¿Qué le has hecho para que esté tan furiosa?

            Marinette frunció el ceño.

            ― Ladybug debe estar allí ya, ¿no crees que va a necesitar ayuda?

            Por suerte eso pareció convencerlo. Dio un par de pasos y se despidió con la mano.

            ― Corre a un sitio seguro, Princesa. No creo que este sea el mejor lugar para pasar el rato.

            En cuanto salió, sin perder tiempo, corrió hacia los baños.

            ― No, definitivamente no es el mejor lugar... ―Tikki salió enseguida del pequeño bolso, preocupada.

            ― Marinette. ―Ella asintió.

            ― ¡Tikki, transfórmame!

****

Las calles de Paris eran un completo caos. La gente había comenzado a discutir, diciendo todo lo que pensaban en el momento que lo pensaban. Los autobuses se habían detenido, un grupo estaba quejándose por el exceso del precio, mientras otro reclamaba por las malas condiciones del servicio. Otros simplemente discutían mientras se tiraban los platos por la cabeza, literalmente.

            ― Esto tiene que parar ya. La gente guarda demasiado rencor dentro ―murmuro para sí mientras saltaba de un lado a otro para llegar hasta la culpable.

            En pleno centro de Paris, Volpina estaba combatiendo contra Chat Noir. Ya esperaba que él hubiera comenzado la fiesta sin ella. Y como muchas otras veces, llegó justo a tiempo para detener su caída.

            ― Que sorpresa, My Lady, ¿sueles venir mucho por el centro? ―preguntó colgado del yo-yo.

            Ladybug sonrió mientras lo desataba.

            ― Solo cuando estoy de servicio ―contestó restándole importancia―. Parece que volvemos a tener problemas con este akuma...

            Chat Noir, levantándose del suelo de un salto, sonrió con cierto nerviosismo.

            ― ¡Culpable! ―Ladybug abrió los ojos, mirándolo sorprendida―. Creo que esta vez ha sido culpa mía... Estaba diciendo cosas de ti que no me parecieron...

            ― Sé defenderme sola. No hace falta que intercedas por mí ―apuntó cortante mirando al frente.

            ― Tú lo harías.

            Esta vez no tuvo que fingir sorprenderse. Seguido de otra sorpresa al descubrir a Volpina acercarse. Y quien dice Volpina dice a un grupo bastante numeroso de gente que los acababa de ver y expresaban su devoción de forma exagerada, queriendo llegar hasta ellos.

            ― ¡Bienvenidos Superhéroes! ¿No es eso lo que sois? ¿Acaso no os sentís orgullosos? ¿Por qué huis de vuestros fans?

            Ladybug cogió a Chat Noir de la cola, arrastrándolo hacia un edificio alto. Ambos se escondieron detrás de la pared. Miró hacia abajo asomándose por el borde, intentando encontrar un modo de llegar hasta Volina sin que la hipnotizara como a los demás.

            ― Volpina tiene un poder nuevo ―informó―. No dejes que te miré directamente a los ojos, si te atrapa no podrás evitar decir todo lo que piensas y actuar según lo que sientes.

            ― Genial, Sor Volpina nos va a confesar. Espero que no nos haga rezar tres padres nuestros.

            Rodando los ojos con cansancio, lo empujó hacia un lado.

            ― Tenemos que encontrar un modo de acercarnos a ella.

            ― ¿El akuma está en el mismo sitio? ―Ladybug se asomó otra vez.

            Volpina se había multiplicado, eligiendo otras víctimas. El grupo que lo había seguido entraban ya en el edificio. No tenían mucho tiempo.

            ― Seguramente. El collar.

            Chat Noir sonrió mientras sujetaba su bastón con decisión.

            ― ¡Muy bien! Yo la distraeré ―aseguró corriendo hacia el otro lado del edificio para saltar.

            ― ¡Espera! Cuidado con ―suspiró―...las otras Volpinas. ¡Gato tonto! ¿¡Por qué nunca tiene paciencia!?

            Sin perder más tiempo, se asomó de nuevo para ver que la Volpina más cercana ya había reparado en él. Aprovechó ese momento para salir de su escondrijo e intentar acercarse más. Lo suficiente para localizar el collar y encontrar el modo de arrebatárselo.

            Al otro lado de la plaza, una Volpina le barró el paso. Sin pensarlo ni un instante, tiró su yo-yo atravesando el espejismo. Sonrió mirando hacia atrás cómo Chat Noir hacía lo mismo con el bastón. Las Volpinas falsas se evaporaban cuando las atravesabas. Por desgracia, todas, aunque fueran ilusiones, podían hipnotizar a la gente.

            Corrió sin parar, esquivando personas que intentaban llegar hasta ella y desvaneciendo Volpinas, hasta que el yo-yo chocó contra una que no se evaporizó. Sonrió al ver que esa era la de verdad.

            ― ¡Chat Noir, aquí! ―gritó.

            El gato evaporó una Volpina más y se volvió hacia ella, justo en el instante en que la Volpina real hacía aparecer otra copia detrás de ella.

            ― Felicidades Ladybug. Pero sabes una cosa, puede que ellas se desvanezcan cuando tú las tocas... pero nada les impide tocarte ellas a ti.

            En segundos, dos Volpinas la tenían sujeta, obligándola a mirar al frente.

            ― No tienes escapatoria, Ladybug. Deja que todos sepan lo que piensas. Lo que sientes...

            Antes de que Volpina consiguiera hacer que mirara sus ojos, un bastón se interpuso vaporizando a las dos Volpinas que mantenían sujeta a Ladybug, pasando luego el dueño del arma y llevándose con él a su compañera.

            ― ¡No! ―gritó Volpina haciendo aparecer más réplicas.

            Chat Noir dejó a su compañera en el suelo en cuanto llegaron a lo alto de un muro de piedra.

            ― ¿Estás bien?

            ― Ha faltado poco, pero sí. Gracias, gatito ―apuntó tocando el cascabel que llevaba en el cuello como alguna otra vez antes. Chat Noir sonrió complacido.

            ― Un placer, My Lady.

            Al ver localizado ya su objetivo, Ladybug sujetó su yo-yo y lo alzó para hacer aparecer su Lucky Charm. Iba a terminar con esto de una vez por todas.

            Como siempre que lo usaba, del cielo cayó un objeto; esta vez un frasco de colonia.

            ― Colonia.

            ― No creo que le moleste mucho en este momento el olor que hagamos, ¿no te parece?

            Ladybug observó a un lado y a otro. Siempre había un modo, por muy imposible que pareciera. La gente había comenzado a caminar hacia donde estaban ellos. Las falsas Volpinas comenzaron a brincar, dispuestas a atraparlos mientras Chat noir seguía evaporizándolas a medida que llegaban hasta donde estaban ellos. Observó el muro donde estaban subidos, luego a las Volpinas falsas, finalmente a las otras tres que estaban al fondo. No podía saber cuál era la de verdad, pero estaba segura que era una de esas tres. Y una de ellas tenía el collar con el akuma.

            Sonrió.

            ― ¡Chat Noir, destruye este muro! ―le pidió. Él abrió los ojos de par en par.

            ― No es por dudar, ¿pero esto no es lo que impide que toda esta gente llegue hasta nosotros?

            ― Confía en mí, tú hazlo.

            Chat Noir sonrió.

            ― ¡Muy bien, My Lady! ¡Cataclysm!

            Con la garra tocó el muro, que cayó al instante obligando a la gente a retroceder a causa de las rocas y el humo que se había alzado ocultándolos de los ojos de las Volpinas. Ladybug saltó, tirando el yo-yo eliminando las que encontraba por el camino, hasta que llegó a las tres del fondo. Tiró un poco de colonia al aire, logrando que únicamente una de ellas empezara a estornudar.

            Con el descuido, Ladybug se escabulló entre las demás y le robó el collar a la verdadera Volpina. Lo tiró al suelo y lo rompió.

            ― Ya has hecho mucho daño, pequeña Akuma ―apuntó mientras salía la mariposa negra―. ¡Yo te libero del mal! ―La mariposa entró en el yo-yo, purificándola y dejando escapar una blanquecina y brillante―. Te tengo. Adiós pequeña mariposa.

            Luego alzó la colonia, haciéndola brillar.

            ― ¡Miraculous Ladybug! ―El poder llenó todo Paris, devolviéndolo todo a la normalidad. La gente dejó de discutir, y todo recobró su estado natural.

            ― Nunca he dudado ni un instante de que lo ibas a conseguir ―aseguró Chat Noir con firmeza mientras se acercaba. Ladybug lo miró entronando ligeramente los ojos, pero sin perder la sonrisa―. Bueno, quizás un poco cuando me pediste que destruyera el muro.

            ― Malditos seáis...

            La débil voz de Lilla llegó a ellos. Ambos se volvieron, esperando poder ayudarla de algún modo. Pero nada los preparó para lo que vieron. Todo parecía haber vuelto a la normalidad, excepto ella. Lilla seguía siendo Volpina. ¿Por qué? ¿Qué había fallado?

            ― Pero... Un segundo, yo he...

            ― ¡Esto no ha terminado! ―gritó―. ¡Vais a pagarlo muy caro, tarde o temprano, todos sabrán lo que realmente sienten los héroes a los que tanto aman!

            Volpina se alejó antes de que alguno se le ocurriera detenerla. Ladybug hizo intención de seguirla, pero el pitido de su Miraculous la advirtió que no era buena idea.

            ― Vas a transformarte... ―apuntó Chat Noir, luego el suyo empezó a parpadear también.

            ― No lo entiendo, lo he purificado, como siempre. ¿Por qué Volpina sigue aquí?

            Chat Noir se acercó, mirando a la joven mientras ella observaba la nada.

            ― Quizás no era el collar.

            ― No. Era el collar. Todo ha vuelto a la normalidad. Excepto ella. Es como sí...

            "Volpina tiene un poder nuevo... No dejes que te miré directamente a los ojos, si te atrapa no podrás evitar decir todo lo que piensas y actuar según lo que sientes". Recordó abriendo los ojos de par en par.

            ― El nuevo poder... Claro, tiene que ser eso.

            ― ¿Te refieres a lo de mirar a los ojos y convertir a la gente en ogros? ―comentó imitando la cara de lo que podría ser un ogro.

            ― Sí. Tenía dos poderes. Uno el del collar, que ya lo tenía. Pero había otro... Solo hemos destruido uno.

            ― Bueno, pues me parece que hoy no podemos decir eso de "buen trabajo", ¿eh? ―acompaño el comentario alzando el puño, como solían hacer. Luego miró su anillo―. Tenemos que irnos. A no ser que quieras revelarme tus secretos, My Lady ―apuntó entornando los ojos.

            Pero ella parecía no haberlo escuchado, estaba ensimismada en otra cosa. Algo que la tenía alejada de allí. De repente se volvió, con la mirada decidida.

            ― Tenemos que vernos mañana ―aseguró. Chat Noir abrió los ojos de par en par.

            ― Nunca pensé que serías tú la que me pediría antes una cita. Pero yo encantado ―aseguró.

            ― Hablo en serio. Tenemos que hablar. Mañana en la torre Eiffel, a esta misma hora ―apuntó. Luego tiró el yo-yo dispuesta a irse tan deprisa como fuera capaz―. ¡Ni se te ocurra faltar!

            Mientras se alejaba, esta vez la mirada del muchacho no esbozó sonrisa alguna, solo una llena de sorpresa e inquieta curiosidad.

            ― Espero que no sea cierto eso de que la curiosidad mató al gato, porque si no estoy perdido... ―murmuró antes de irse brincando hacia casa.

***

            ― Lo sé. Sé que dijo que era mejor que por ahora él no lo supiera, pero creo que es necesario Tikki ―aseguró Marinette sentada en su cama. La pequeña Kwami se posó sobre una de sus rodillas flexionadas.

            ― El Gran Guardián siempre tiene una razón por la que dice las cosas. Si ha dicho que es mejor que Chat Noir no sepa nada sobre el libro y su procedencia, sobre los otros Miraculous... Quizás no está preparado.

            Marinette suspiró.

            ― Volpina está resultando ser un buen problema. El akuma sigue en su interior, y ha desaparecido. Cuando el akuma regrese... ―Marinette enterró el rostro en sus rodillas―. Somos un equipo por algo, Tikki. Yo sola no puedo hacerlo. Y si le oculto la verdad solo estoy perjudicándome a mí misma.

            Tikki posó una manita sobre su cabeza.

            ― ¿Estás segura? ¿Crees que será capaz de no hacer nada... impulsivo?

            Recordó entonces cuando se lanzó sin pensar a por Volpina, y como en otras ocasiones el akuma logró hacerlo caer en su trampa. Sí, Chat Noir era demasiado impulsivo.

            ― Lo hará, cuando sea el momento lo hará. Pero si lo sabe ahora, si sabe lo que estamos buscando, tal vez sus imprudencias vayan en la buena dirección, en lugar de tirar a ciegas. ―Luego suspiró―. Además, no puedo quedarme con esto yo sola. Confió en él. Realmente confío. Aunque a veces haga las cosas sin pensar, es precisamente eso lo que me ha salvado en muchas ocasiones. Son esas cosas las que demuestran que sus actos son sinceros, que no tiene maldad. Y yo también quiero ser sincera. Sobre todo cuando el akuma que ha escapado podría usar eso en nuestra contra.

            ― Quizás tengas razón, Marinette. La verdad es que vuestros antecesores jamás confiaron el uno en el otro del mismo modo que vosotros. Sabían sus identidades, pero no confiaban en ellos.

            Marinette alzó el rostro sorprendida hacia la pequeña. Nunca le había hablado así de su antecesora. No había sacado jamás el tema por sí sola.

            ― ¿Qué sucedió, Tikki? No me lo has contado. Sé que fallaron, pero... ¿Por qué?

            Tikki frunció el ceño con cierta preocupación. Finalmente sonrió, derrotada.

            ― Será mejor que sea ella misma quién te lo cuente.

            ― ¿Ella?

            ― La que fue antes que tú Ladybug.

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¡Bueno! Este es oficialmente el final de un capítulo "real". Digamos que si fuera la continuación de verdad, este sería el final de un capítulo. Lo iré haciendo así porque de este modo puedo subir capítulo más seguido. ^^

Espero que esté gustando. Repito que las teorías son personales, y la continuación es totalmente inventada. Seguramente nada de lo que hay aquí escrito pasará realmente. Pero bueno, aquí todos tenemos una cosa en común; necesitamos un modo de pasar los meses que faltan para que empiece la segunda temporada. Así que espero que os quite un poquitin el gusanillo. ^^

¡Besitos!

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