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Capítulo 25: Adiós Ladybug


            La ciudad entera caía trozo a trozo, elevándose muros y torres de cemento a medida que iban cayendo. Reconstruyéndolo todo y ambientándolo en un caos que mantenía todo París atemorizado.

― Está destruyéndolo todo, está convirtiendo París en su reino ―comentó Adrien en apenas un susurro.

― Tenemos que encontrar el modo de detenerla.

Marinette asintió al comentario de Vivian.

― Pero no se detiene ante nada. No sabemos cómo usar todos los miraculous al mismo tiempo para que pueda hacer algo contra el suyo.

Adrien lo pensó un instante.

― El akuma encerró los miraculous en sus manos para unirlos, ¿verdad? ―Marinette asintió―. ¿Crees que podríamos hacer lo mismo?

― No lo sé. En el libro estaba escrito cómo convertir nuestros miraculous en el poder divino, estoy segura de que por esa razón habían robado también el libro. Pero no sé si había algo para los demás miraculous.

― Quizás vale la pena comprobarlo, ¿no? ―apuntó Nathaniel―. Quiero decir, quizás igual que está el modo de cómo unir el poder divino, existe un modo de deshacerlo.

― Eso tiene sentido ―aseguró Vivian más animada.

― ¿Dónde está el libro? ―preguntó Adrien, pues él había perdido la pista de su paradero hacía ya tiempo. Marinette sonrió algo avergonzada.

― Yo lo tenía... ―confesó, algo que sorprendió a Adrien―. Tikki me dijo que ese libro tenía que estar con el Maestro Fu.

― ¿Entonces está en su casa?

Marinette asintió hacia Nathaniel. Vivian se adelantó.

― Dadme mi miraculous, entretendré al akuma mientras vais a buscar el libro.

― Vivian...

― Yo también lo entretendré ―aseguraron Nathaniel y Foxyfire.

Marinette sonrió. No sabía lo que haría sin ellos. Luego se volvió hacia Adrien, que la miraba con una sonrisa animada.

― Yo te acompaño. Te cubriré las espaldas, my lady.

Ella sonrió.

― Nos las cubriremos mutuamente. Como siempre.

Foxyfire, Beequeen y el Gran Guardián se adelantaron a la batalla, intentando detener cómo les era posible el poder divino. Marinette y Adrien se encaminaron hacia la casa del Maestro Fu, dispuestos a encontrar el libro, y un modo de terminar con ese akuma.

― ¡Hijo, espera! ―Adrien se detuvo al escuchar la voz de su padre.

― Papá... tengo que hacerlo... yo...

― Lo sé. Eres igual que tu madre. Jamás te rindes. Estoy... orgulloso de ti.

Adrien parpadeo sorprendido, y después de mucho tiempo, se despidió de su padre con un fuerte abrazo.

― Recuperaré a mamá... ―aseguró antes de separarse y salir corriendo. Marinette observó a Gabriel un instante, este le suplicaba algo con la mirada, algo que supo al instante qué era; que cuidara de su hijo. Asintió con decisión.

Luego ambos desaparecieron entre las ruinas en las que se había sumido Paris.

***

Marinette entró en lo que había sido el centro de yoga del Maestro. Parecía haber sido saqueado, o destruido, pues todo seguía allí pese al mal estado. El akuma había querido terminar con el antiguo Gran Guardián.

― ¡Marinette! ―gritó Adrien desde el otro lado de la casa medio derruida.

En un rincón, Adrien levantaba a duras penas al Maestro Fu.

― ¡Maestro! ¿Qué ha pasado? ―gritó ella asustada, arrodillándose a su lado.

― No he podido protegerlo... ―se lamentó.

― Sh... no se fuerza ―le aconsejó Adrien.

― Tengo que decíroslo. El libro, el akuma se lo ha llevado...

Marinette apretó los puños con impotencia.

― No importa, ¿está usted bien? ―preguntó ella preocupada. El maestro sonrió. Alzó un puño, con una hoja arrugada encerrada en él.

― Muy bien... ―aseguró entregándole la hoja a Marinette. Ella desdoblo el papel para mirar de qué se trataba.

― Es...

― Para proteger el poder de los Miraculous... cada Gran Guardián debía guardar el libro a buen recaudo. Pero... siempre pensé que un libro podían quitártelo muy fácilmente. Así que lo leí entero para... aprendérmelo de memoria. Y arranqué alguna página peligrosa ―aseguró―. Esta que tienes entre las manos... puede ayudaros a derrotar al poder divino.

Adrien observó la hoja con asombro.

― Espera... según esto, los miraculous... ―El maestro asintió.

― Están vivos.

***

― El Maestro Fu estará bien, no te preocupes, Marinette ―aseguró Adrien corriendo a su lado. Ella asintió.

― Si. Es solo... él lo sabía todo el tiempo. Los miraculous... el anillo, los pendientes, el broche... todos, son un modo de controlar el poder. No es el objeto el miraculous. Tikki era quien me convertía en Ladybug, no los pendientes.

― Podemos recuperarla, y a Plagg. Los encontraremos.

Marinette asintió.

Beequeen se apartó volando de la trayectoria de uno de los ataques del akuma. Nathaniel la ayudaba, deteniendo algunas ruinas que por poco consiguen aplastarla. Foxyfire, con sus llameantes manos, intentaba distraer todo lo posible al akuma, retrasando su catastrófica misión.

Adrien le tendió los dos miraculous que faltaban, la polilla y el pavo real. Marinette no los cogió, solo puso sus manos encima de las de él.

― ¿Juntos? ―Adrien sonrió.

― Juntos.

Los kwamis de ambos miraculous aparecieron, llamando a todos los demás. Beequeen se detuvo al notar la conexión, igual que Foxyfire y el Gran Guardián. Abandonaron la batalla a tiempo de notar cómo su transformación desaparecía. Los kwamis salieron de sus miraculous para reunirse con sus compañeros, alertando así al akuma.

Los miraculous se estaban uniendo, y solo dos faltaban. El akuma vaciló. Situándose en la cima de una de las torres para no perder el equilibrio. Algo estaba luchando dentro de ella.

***

El interior de la mente, del mundo donde todos los miraculous residían, era un lugar oscuro. Apenas podía ver algo, salvo a los kwamis que iban apareciendo. Estaban dentro de ellos, como pasaba con tikki cuando se convertía en Ladybug.

― Tenemos que encontrar a nuestros miraculous... ―murmuró Marinette como una súplica.

― Están encerrados. No podemos acceder a ellos ―apuntó Oxxy con pesar en su cabeza. En la cabeza de ambos.

― ¿Hay algún modo de llegar hasta ellos? ―preguntó Adrien.

― Están luchando, lo noto ―aseguró Beebie.

Marinette también lo notaba. Tikki intentaba llegar hasta ella, pero había una fuerte barrera. No podía entrar, solo alguien desde el interior podía expulsar el miraculous o retenerlo, como hizo ella aquella vez con tikki. Alguien en su interior...

― ¡Hellen! ―exclamó. Adrien se sorprendió ante sus palabras.

― ¿Qué?

― Nosotros controlábamos cuando transformarnos y cuando quitarnos el traje porque tanto Tikki como Plagg estaban dentro de nosotros. Yo misma pude retener a Tikki en mi cabeza, apartándola. Ellos están ahora en la mente de Hellen. Aunque el akuma este también dentro, solo ella puede controlar cuando salen y cuando entran.

― Pero mi madre no controla su cuerpo, el akuma lo ha dominado.

― Pero estoy segura de que sigue estando dentro.

― Y cómo podemos lograr que...

Adrien se detuvo en seco. Tenía que hacer reaccionar a su madre, despertarla. Había un motivo por el que el akuma la había elegido a ella, Hellen había insistido para poder protegerlo. Él había sido el motivo por el cual el akuma había invadido a su madre. Y quizás fuera él el motivo por el que querría expulsarlo...

Cortó el contacto con su compañera, logrando romper la conexión con los demás miraculous. El akuma, a pocos metros de ellos, sobre una de las torres, se recompuso poco a poco.

― ¡Adrien! ¿Qué...? ―Él encerró los miraculous entre sus manos.

― Sácalos de allí ―le pidió acercándose a ella y dándole un fuerte abrazo, se separó un poco de la sorprendida y sonrojada Marinette, dándole un casto beso sobre los labios antes de marcharse corriendo.

Marinette tardó un instante en entender lo que sucedía. Adrien corría hacia el akuma. ¿Adrien se acababa de... despedir?

― ¡Adrien, espera! ¡No puedes...!

― ¡Espera! ―el grito de alguien detrás de ella la alarmó. Robin.

― Confía en él ―le pidió―. No vuelvas... a cometer el mismo error. Deja que él haga lo que tenga que hacer. Confía...

Marinette tragó con fuerza, observó el cuerpo de Nathalie en brazos de su hermano, a pocos metros de ella. Nathalie se había lamentado durante años no haber confiado en su hermano. No había comprendido nunca cómo había podido desconfiar de él, e intentarlo sola. Ahora lo entendía. Solo hacía de hermana mayor. Ese había sido su verdadero error. Y ella... ella había estado a punto de hacer lo mismo.

Apretó los puños con decisión, observó a los demás kwamis asintiendo con firmeza. Iba a hacerlo.

Cerró los ojos de nuevo y se concentró.

Iba a sacar a Tikki y a Plagg de la prisión que el akuma había creado para ellos. Iba a recuperar a su kwami. Iba a recuperar a la madre de Adrien. Y no dejaría que a él le pasara nada.

― ¡Tikki, transfórmame! ―gritó con todas sus fuerzas.

***

Adrien avanzó hacia el akuma. No tenía mucho tiempo. No sabía muy bien cómo hacerlo, pero tenía cierta ventaja al menos. Él era el único que podía hacer reaccionar a Hellen, estuviera donde estuviese. El problema era que solo se le ocurría un modo de llamar su atención. Y no era una idea demasiado alentadora para él.

Subió como pudo uno por uno los trozos que construían las torres creadas por el akuma. Sin su traje era mucho más difícil, pero tenía práctica de sobras en escalar. Su habitación estaba llena de presas de escalada. No era lo mismo, claro, pero era mejor que nada.

― Sigue gritando, Ladybug, nada de lo que hagas podrá detenerme ―escuchó que decía el akuma con la inconfundible voz de su madre.

― No la subestimes ―gruñó a duras penas, intentando escalar otra nueva torre.

El akuma se dio la vuelta entonces, mirando hacia abajo a quien intentaba llegar hasta ella. Le dedicó una mirada de desaprobación.

― Muchacho, ¿qué intentas?

― Llegar... arriba... ―volvió a decir con esfuerzo. El akuma soltó una carcajada.

― Es admirable tu esfuerzo, para el resto del mundo, probablemente. Pero te recuerdo que no llevas tu trajecito, y ya no tienes siete vidas. Si te caes de ahí, te matarás, minino.

Adrien no desistió. Lo sabía mejor que nadie. Subió otro peldaño.

― Si crees... que soy tan fácil... de matar...

― Los humanos lo sois, muchacho.

― Pero nos necesitáis. Sin nosotros, no serías nada. No puedes hacer nada sin alguien a quien... corromper.

El akuma chasqueó la lengua.

― Tienes razón. Pero qué me impide tener todos los cuerpos que desee. Ahora este mundo es mío. Puedo hacer de él lo que me plazca. Soy libre, sin ataduras, sin códigos.

― No eres libre, solo crees serlo. Estás sola. Todos los demás akumas desaparecieron, y tú solo has creado reflejos de ti misma. Cuando acabes con esto... no te quedará nada.

El akuma lo fulminó con la mirada, y con un arranque de rabia, lanzó un ralló destructor hacia él, consiguiendo que cayera unos pocos metros hacia abajo. Pudo sujetarse a tiempo de caer del todo.

― ¡Cállate! ¡No estaría sola si Ladybug no hubiera acabado con toda mi familia!

El akuma se tambaleó un poco, pero se reincorporó deprisa. Adrien sonrió al ver que había dado con algo que irritaba al akuma.

― ¿Tu familia? ¡Ni siquiera sabes lo que es eso! Te has aferrado con uñas y dientes a la vida, te daban igual los otros akumas, tú estabas viva y era lo que contaba. Seguro que los sacrificaste para estar donde estas.

El akuma volvió a lanzar otro rayo lleno de odio. Esta vez no tuvo tanta suerte, y le dio a un costado. Un grito salió de su garganta.

― No tienes ni idea de... ―el akuma se dobló de dolor. Algo estaba luchando dentro de ella.

― Claro que sí. Eres un akuma, has sobrevivido durante años para destruir el mundo, eso no es una venganza, solo te has preocupado por tu propia supervivencia... ―murmuró Adrien a pesar del dolor.

El akuma alzó una mano, dispuesto a lanzar otro rayo destructor para acallar sus palabras. Pero el dolor la dobló de nuevo, postrándola de rodillas.

"Tikki, transfórmame" Escuchó a lo lejos una vez más.

Adrien alzó el rostro, sujetándose el costado con una mano y a la torre con la otra.

"¡Tikki, transfórmame!"

― Adrien... Mi niño... ―murmuró Hellen, mirándolo por primera vez sin frialdad. Luego frunció el ceño con enfado―. ¡No vas a hacerle más daño! ¿Me oyes?

Por un instante, pareció haber una lucha interna en el cuerpo de Hellen. Un sonido metálico removió el cuerpo de la mujer, intentando quedarse.

― Hicimos un trato. Nada iba a pasarle a él... ―gruñó con fuerza.

Adrien observó como el traje violáceo del poder divino iba desapareciendo, dejando en su lugar dos nubes entrelazadas, una negra y otra roja. La negra acudió a él envolviéndolo. Sintió a plagg dentro de su mente, como siempre que se transformaba, y sonrió al comprobar que sin hacer falta decirlo, su kwami lo había transformado en Chat Noir. Miró hacia donde estaba Marinette, a tiempo de ver que a ella le sucedía lo mismo. Tikki había acudido a ella, transformándola en Ladybug.

― ¡Chat Noir! ―gritó Ladybug hacia el akuma, que seguía debatiéndose. Él asintió, gritando su Cataclysm para despedazar la torre en la que Hellen estaba subida.

Al ver el cuerpo caer, el akuma salió disparado del cuerpo de la mujer. Adrien consiguió sujetar a su madre al vuelo, aterrizando en suelo firme. Marinette procedió a lanzar su yo-yo, atrapando la mariposa oscura.

―A...Adrien... ―murmuró la voz de su madre.

Adrien se agachó para dejarla en el suelo. Sus ojos la miraban todavía incrédulos.

― Estoy aquí, mamá...

Los ojos de su madre, verdes iguales a los suyos, lo miraron con ternura. Su expresión no abandonó el regocijo cuando miró más allá de su hijo. Adrien se volvió para ver a su padre acercarse con los ojos lagrimosos, más asombrado que él de que ella se encontrara allí.

― Gabriel... ―susurró la mujer.

Su padre se agachó junto a ellos.

― Papá...

― Tranquilo, yo la cuido ―aseguró con una sonrisa, sujetando a Hellen con ternura.

A pocos metros de él, sus compañeros, junto a Ladybug, lo esperaban. El akuma seguía en el interior del yo-yo, atrapado. Asintió un instante hacia su padre, dedicándole una sonrisa a su madre antes de levantarse y dirigirse al resto del grupo.

Ladybug acortó un poco las distancias, reteniendo todavía entre sus manos el yo-yo que mantenía cautiva la mariposa negra.

― ¿Estás bien? ―preguntó preocupada. Él se encogió de hombros restándole importancia.

― Es solo un rasguño.

Ella frunció el ceño antes de abrazarlo con fuerza.

― Eres un idiota.

Chat Noir sonrió, aceptando de buen grato el abrazo. Una pequeña tos los obligó a separarse.

― No quisiera interrumpir, pero... ¿No liberarás la mariposa, como siempre? ―preguntó Foxyfire algo confundida. Ladybug apretó el yo-yo.

― ¿Qué pasa? ―se preocupó Chat Noir.

― El akuma sigue oscuro. Tikki dice que sigue activo.

― ¿No puedes purificarlo?

― No podrás purificarlo ―Wayzz se acercó a ellos contestando a la pregunta del héroe. . Alya, Nathaniel y Vivian se giraron para ver al pequeño kwami.

― ¿Por qué no? ―preguntó Ladybug sujetando el yo-yo con fuerza.

― Es el último akuma. No pueden desaparecer para siempre. En el mundo siempre tiene que haber algo de mal, igual que también hay bien. Si terminaras con el último akuma, el bien terminaría por volverse en su propia contra y se crearía a sí mismo como algo malvado.

― Es decir, sería peor el remedio que la enfermedad, ¿no? ―apuntó Chat Noir. Ladybug le dirigió una pequeña mirada recriminatoria, a lo que él respondió encogiéndose de hombros.

― Algo así.

― ¿Y qué sugieres? ¿Qué lo liberemos? ―preguntó Alya.

― Tenéis que encerrarlo, como ha estado siempre.

Todos se miraron entre sí.

― Los miraculous son una especie de caja fuerte ―El grupo se volvió hacia Robin, que se había apartado durante la batalla protegiendo todavía el cuerpo inerte de su hermana―. Antes de que poseyéramos los miraculous, el mal estaba encerrado en ellos. Alguien rompió lo que los mantenía cautivos, y fue por eso que los miraculous necesitaron unos portadores para poder volver a encerrar al akuma. ¿Era así, verdad Wayzz?

El pequeño kwami asintió.

― Si. La última vez, por desgracia, no capturamos el último akuma. Y con el tiempo el problema se agravó. Con el akuma capturado, solo hace falta encerrarlo junto a los demás miraculous.

― Espera... ―lo interrumpió Ladybug―. ¿Quiere decir eso que tendremos que dejar los miraculous?

Wayzz pareció apenado.

― Lo siento...

Marinette pareció asustarse por un instante. No porque no pudiera ser otra vez Ladybug, sino porque no volvería a ver a Tikki.

"Marinette... no pasa nada, has hecho un buen trabajo. Esto es lo que soy. Estaré bien"

― Pero... no volveré a verte... ―murmuró. Adrien situó una mano sobre su hombro al comprender la preocupación de su compañera.

"Siempre estaré a tu lado. Soy parte de ti. Ahora ya no eres solo Marinette. Siempre serás ladybug"

Conteniendo un pequeño sollozo, Marinette asintió.

― ¿Qué hay que hacer? ―preguntó Chat Noir al pequeño kwami.

Wayzz sonrió.

― Necesitáis todos los miraculous unidos a sus portadores. Debéis formar el mismo círculo que en la caja.

― Si necesitáis a todos los portadores... puedo volver a llevar el mío ―Hellen tendió la mano con una sonrisa, dispuesta a adoptar su papel―. Si me lo permitís, claro.

Ladybug se adelantó risueña, y depositó el miraculous del pavo real en la pequeña mano de Hellen.

― No creo que nadie pueda hacerlo mejor ―aseguró.

― Entonces quizás me toque llevar el de la polilla, en esta ocasión ―comentó Robin apoyando a Nathalie en una de las ruinas para poder acercarse a ellos. Ladybug vaciló―. ¿No te fías de mí, ladybug?

― No me has dado motivos... ―comentó recelosa.

― No te preocupes, no tengo otro deseo que enterrar ese maldito akuma para siempre ―aseguró mirando a su hermana de reojo―. Además, no tenéis otra opción. ¿A qué estamos esperando?

***

El círculo con los portadores de los miraculous encerraban en su interior a Ladybug y Chat Noir. En el exterior, la gente comenzaba a salir de sus escondites, a pesar de que todo seguía en ruinas. Marinette observó a quien había sido su enemigo durante tanto tiempo enfundado en el traje que tanto terror había llevado a parís. Parecía tan abatido ahora. En realidad sí le había dado motivos para fiarse de él, de no ser por sus palabras, seguramente habría cometido otra vez el mismo error que logró que Nathalie fracasara.

Nathalie...

― Un momento ―dijo sin poderse contener―. Tikki... El poder divino es la unión de mi poder y el de Chat Noir, ¿verdad? El akuma lo usaba para la destrucción... pero también es de creación...

"Sí, pero..."

― Nathalie... ―los presentes entendieron lo que quería decir. Nathalie. Su antecesora. ¿Podía albergar la esperanza de que tuviera alguna oportunidad?

"Quizás cuando encierres el akuma para purificar el mal que ha causado..."

― ¿Pueda volverlo todo a la normalidad, incluida ella?

Robin volvió a acercarse a su hermana y alzó su cuerpo inerte.

― Probémoslo por favor.

Situó a Nathalie en el centro del círculo, junto a Chat Noir y Ladybug. Y los demás Miraculous se unieron, cerrando el círculo para encerrar por fin el akuma.

― Ha sido divertido ser los héroes de Paris, ¿eh? ―comentó Chat Noir de cara a su compañera. Ella sonrió.

― Sí. Ha sido toda una aventura ―aseguró. Puso el yo-yo en medio y esperó que él pusiera sus manos encima de él―. ¿Qué es lo que echarás más de menos?

Chat Noir pareció pensarlo.

― Puede que tu manera de enfurruñarte cuando un akuma parece resistirse. Concentrada en encontrar la solución ―aseguró. Ladybug lo miró por encima de la nariz, esbozando una sonrisa ladeada―. ¿Y tú, my lady?

― Tu manera de quitarle hierro al asunto con tus absurdas bromas y juegos de palabras ―aseguró. Chat Noir entrecerró los ojos.

― Pensaba que eso no te gustaba.

― Me gustan más cosas de ti de las que crees ―aseguró dándose cuenta al instante de lo que había dicho. Él esbozó una sonrisa radiante.

― ¿Es eso una confesión? ―Ladybug se concentró en sus manos.

― No tendrás esa suerte ―aseguró avergonzada.

― Chicos... no quiero molestar, pero ¿podéis coquetear cuando el akuma haya sido encerrado? Estar así empieza a dar calambres en los brazos ―los interrumpió Beequeen con una mueca de disgusto.

Tanto Ladybug como Chat Noir se sonrojaron ante sus palabras, obligándolos a concentrarse.

― No era una despedida, por cierto ―aseguró Chat Noir. Ella sonrió.

― Lo sé. Nos vemos al otro lado ―apuntó guiñándole un ojo. Luego ambos cerraron los ojos, concentrándose en el akuma.

***

― ¿Marinette?

Marinette abrió los ojos, confundida. Todo a su alrededor era negro, oscuro.

― ¿Tikki? ―preguntó al reconocer su voz. Entonces su pequeña compañera apareció a su lado.

― Recuerdas lo que tienes que decir, ¿verdad? ―ella asintió―. Es como siempre. Un akuma más. Y todo volverá a ser como antes.

― No quiero que sea como antes. Quiero que sea como siempre ―apuntó con un mohín.

― Lo sé...

La pequeña hizo un puchero antes de acercarse y abrazar a su portadora, su compañera, su amiga. Marinette no pudo evitar llorar mientras pronunciaba las palabras que las separaría para siempre.

― Miraculous... Ladybug...

El murmullo atravesó su mente, haciendo brillar el yo-yo y haciendo salir el akuma. Los miraculous fueron expulsándose uno a uno de sus portadores, creando una nueva caja donde todos estarían en unión, creando un sello para el akuma. El candor del yo-yo, aun en manos de ladybug, empezó a cubrir toda la ciudad, eliminando la destrucción y reponiendo el orden. Miró atenta a su compañero, el miraculous salía de él, dejando solo a Adrien. Finalmente, el suyo propio también salió y solo quedó una caja oscura en el suelo de Paris.

― Se acabó... ―murmuró.

― ¡Halie! ―la voz de Robin llamó la atención de los presentes. El hombre se había agachado para incorporar a su hermana, que había empezado a respirar entrecortadamente y procedió a abrir los ojos.

Marinette sonrió. Se agachó para coger la caja.

― Será mejor que la devuelva al Maestro Fu, estoy segura de que sabrá guardarla a buen recaudo ―comentó a Adrien, que la miraba con la misma expresión de alguien que tiene mil cosas que decir pero no sabe por dónde empezar.

― Adrien...

La voz de su madre los distrajo. No era la única que tenía mil cosas que explicar.

― Ves. Yo lo llevaré ―apunto al ver la indecisión de Adrien.

Hellen se lo agradeció con una sonrisa antes de acercarse a su hijo el cual parecía no creerse todavía que ella estuviera allí.

Marinette se alejó, viendo como sus compañeros se acercaban a la gente que los rodeaba aliviada de haber sobrevivido. Todos se habían salvado gracias a ellos. Apretó la caja entre sus manos. Tenía que mantenerla a buen recaudo. Mientras esa caja no se abriera, todo estaría seguro.

― Jovencita ―alguien entre la muchedumbre le acercó un micrófono, sorprendiéndola al ver a tanta gente observándola―. Toda la gente de Paris le está agradecida por su ayuda. Ha salvado a muchísimas personas hoy. ¿Qué piensa hacer ahora que todo París sabe que era usted Ladybug?

Marinette sonrió un instante, mirando a sus compañeros.

― No he estado sola. Ningún héroe está solo. No me deis todo el mérito a mí. De no ser por ellos no habría podido hacerlo. Si hubiera estado sola seguramente habría fracasado.

― ¿Cree que algo volverá a amenazar Paris? ¿Cree que Ladybug pueda volver algún día?

Marinette observó a sus compañeros, luego la caja entre sus manos y finalmente a todo Paris.

― Nada está encerrado para siempre. Pero os puedo prometer algo. Si alguna vez volvemos a estar en peligro, Ladybug y Chat Noir estarán para salvarnos.

Marinette se volvió, dispuesta a irse cuando una última pregunta la detuvo en seco. No se giró, sin embargo.

― ¿Entonces cree que volverá a ser Ladybug algún día?

Ella sonrió. No se atrevió a contestar en voz alta, pero sus propias palabras retumbaron en su cabeza como un rezo.

"Es posible".

***

¡Hola otra vez! Bueno, pues aquí el final. He leído todos los comentarios del capitulo anterior, pero he preferido corregir este y subirlo cuanto antes mejor. De todos modos contestaré a ellos. ^^  

Alguien comentó que pensaba que iba a morir alguien más. La verdad es que había puntos para que así fuera, pero quería guardar un poco la estética de la serie original, y al ser una serie que en un principio ven los niños, es evidente que no van a matar a diestro y siniestro (como en los juegos del hambre por ejemplo XD). Así que hasta he arreglado el hecho de que Nathalie muriera. A veces puede decepcionar que no muera nadie, pero creo que le pega más a la serie lo del final feliz.

Ahora sí, falta el epílogo. Podéis imaginar porque. Falta algo importante, ¿no? Mucho coqueteo e insinuaciones pero no ha habido una confesión como dios manda. Y aunque no es un final triste, tampoco es un final feliz feliz. ¿Qué pasa con Tikki? ¿Realmente no la volverá a ver nunca más?

Bueno, si queréis saberlo, eso y muchos detallitos más, no os olvidéis de leer el epilogo. ^^ En breve lo subiré.

¡Besotes! Y como siempre digo, espero que no os haya decepcionado el final, hayais disfrutado leyendo (que es lo que más me importa) y espero veros en otras de mis historias locas. :D


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