
Capítulo 18: Spirit Halloween
― ¿Esto está bien, no?
Alya se incorporó en la cama de Marinette, donde había estado sentada, con un gesto alucinado en el rostro.
―Ah, no, no cambies de tema. ¿Qué acabas de decir? ―exclamo. Marinette enrojeció, mirándose en el espejo con un traje viejo negro y violeta y un sombrero de bruja algo roído en la cabeza.
― Que llegué bien a casa, hablamos un poco, fueron todos muy amables de acompañarme...
― Y...
― Y... ―murmuró tirando del sombrero ocultando su rostro sonrojado―. Nos... besamos. Más o menos. Es decir, frenó el coche, y cayó encima de mí... Fue un accidente y...
El grito de Alya la sobresaltó, consiguiendo que Sabine y Tom asomaran la cabeza al cuarto de su hija.
― ¿Todo bien?
― ¡Perfectamente, más que perfectamente! ―Sabine sonrió.
― Os veo muy bien. ¿Zombie? ―Alya alzó el pulgar.
― ¡Zombie!
― Pues no os entretengáis mucho. Ya son las seis.
Tanto Alya como Marinette abrieron los ojos sorprendidas. ¿Ya era tan tarde?
― ¡Tenemos que salir ya! ¡Había quedado con Nino a las cinco y media delante del colegio! ―exclamó Alya recogiendo sus cosas.
― ¿Quién es ahora la que llega tarde? ―se burló ella. Alya resopló.
― En eso me llevas mucha ventaja. Y te recuerdo que también llegas tarde tú, brujita besadora.
Marinette enrojeció.
― So... solo fue un accidente...
― Claro, pero aun así fue un beso ―apuntó sonriendo. Marinette también sonrió, avergonzada. Sí, era cierto, aunque por alguna razón había algo en ese beso que la preocupaba.
En el día de Halloween, había muchos niños disfrazados por las calles. Era difícil no tropezarse con un esqueleto andante, o un fantasma. Pero curiosamente, cuando Alya y Marinette salieron de casa, se encontraron con una sorpresa que jamás habrían imaginado. Entre todos los niños disfrazados, había algunos que llevaban los trajes de los héroes de parís. Pequeños Chat Noirs y Ladybugs correteaban con bolsitas de caramelo de un lado a otro.
― Parece que todos quieren ser héroes en lugar de monstruitos ―comentó Alya sonriendo a una pequeña niña con un par de coletas, vestida de Ladybug que corría con una bolsita llena por las calles.
― Eso parece ―apuntó Marinette viendo al niño que la perseguía, que curiosamente iba disfrazado de Chat Noir―. Son igualitos ―aseguró riendo. Alya enarcó una ceja―. ¿Bueno, vamos?
Su amiga suspiró.
― Sí, vamos.
***
En la entrada del Colegio había tanta gente que era prácticamente imposible encontrar a nadie. Por suerte, Alya se había encargado de quedar en un sitio específico. Nino todavía las esperaba, con una expresión cansada que se volvió algo enfadada cuando las vio aparecer.
― ¡Ya era hora! Si tardas tanto en vestirte de zombie no quiero saber cuánto tardarás para la graduación ―apuntó mirando de un lado a otro para comprobar dónde estaba la cola. Luego se volvió hacia Alya y Marinette.
― Lo siento, Nino, Marinette tenía que contarme algo importante ―aseguró con una sonrisa ladeada. Marinette enrojeció dándole un pequeño golpe como reprimenda.
El rostro de Nino cambió ligeramente cuando observó detenidamente el disfraz de Alya. Los cabellos normalmente en bucles definidos, estaban encrespados, su rostro lo había maquillado con un tono pálido, enrojecido los ojos y llevaba lentillas blancas. La ropa estaba rota, y algunas heridas decoraban la carne expuesta. Era un disfraz alucinante.
― ¡Vaya pasada de zombie! ―exclamó Nino. Alya sonrió con orgullo.
― Mientras me explicaba algo importante, Marinette también me ha ayudado con el disfraz.
― Es realmente impresionante.
El alago dejó a Marinette helada. Se giró para ver al dueño de la frase, el cual sonreía y observaba también su disfraz de bruja. Adrien iba con un traje negro y camisa blanca, pintado de calavera y el cabello despeinado. El cambio la sorprendió al verlo, pero tuvo que admitir que le favorecía mucho.
― Gra...Gracias.
Intentaba no sentirse avergonzada, pero le era imposible. Y lo peor era que él parecía que no le daba importancia. Como si lo sucedido el día anterior no fuera nada del otro mundo, cuando para ella lo era todo.
― Parece que estás mejor del resfriado ―comentó. Marinette asintió con la cabeza.
― Sí, bastante mejor.
Alya los observó un instante con el rostro desencajado. Era la conversación más tensa de la historia, estaba segura. Nino se le acercó un poco, inclinándose para hablarle al oído.
― ¿Sabes qué les pasa a estos dos? ―preguntó con evidente curiosidad. Alya suspiró.
― ¡Chicos! ¿Qué tal si entramos ya? La cola va avanzando deprisa. ―El cambio de tema de Alya consiguió relajar el ambiente considerablemente, a pesar de que Nino se había quedado con las ganas de una respuesta a su pregunta.
― Sí, tienes razón, podríamos entrar ya ―coincidió Marinette a media voz.
Mientras Alya y Marinette avanzaban, Nino se quedó detrás junto a Adrien, algo alejados de las chicas. El chico se acercó a su amigo, queriendo saber más.
― Oye, tío, ¿ha pasado algo? ―preguntó preocupado. Adrien no pudo evitar sonrojarse un poco.
¿Si había pasado algo? Bueno, solo que había fastidiado todo lo que había avanzado con Marinette por un maldito accidente. La chica era muy reservada, con él sobre todo. No entendía porque era así con él, pero sabía que había progresado mucho en los últimos días. Y ahora parecía que volvían a estar como al principio. No es que el beso que se habían dado le molestara, en realidad, se había sorprendido a sí mismo al comprobar que más bien le había gustado. Lo que no le gustaba era que ella estuviera incómoda con él a causa de eso. Le gustaba más la Marinette en la que podía confiar.
― No importa, Nino. Intentaré arreglarlo. Ayer creo que la fastidié con ella... ―murmuró.
― ¿La fastidiaste? ¿Cómo?
Alya se detuvo un instante, intentando encontrar algo en su bolsa de zombie improvisada, Marinette siguió, llegando hasta la entrada donde preguntó si podían entrar en grupo de cuatro.
― Ayer... la besé sin querer...
Nino abrió los ojos de par en par, al mismo tiempo que Alya, al escuchar eso, prestó más atención a la conversación con una diminuta sonrisa en los labios. Como siempre, Marinette seguía a lo suyo.
― ¿En qué universo cabe lo de besar sin querer? ―Adrien se sonrojó todavía más.
― Fue... un a..accidente. De verdad ―Nino sonrió.
― ¿Y te gustó? ―Adrien habría pasado perfectamente por un demonio rojo si no fuera porque iba ya pintado de blanco y negro.
― Es... no... quiero decir...
― ¿Te gusta Marinette? ―inquirió presionando al muchacho. Adrien alzó los brazos.
― No, no es como piensas. Fue sin querer de verdad. No es ella quien me gusta ―al instante se dio cuenta de que había hablado de más, por lo que al callarse de golpe no arregló las cosas, más bien las empeoró.
― Espera... Entonces te gusta alguien. ¿Quién...?
Alya observo a Marinette con pesar. Vaya... eso sí que no lo esperaba.
― No es nadie. No quería decir...
― ¡Oh, pero lo has dicho! ¿La conozco? ¿Es guapa? ¿Es de clase? ―lo abucheó. Adrien se sonrojó de nuevo.
― No... es... No lo sé.
― ¿Cómo que no lo sabes? ―Alya se volvió un poco con cierta curiosidad.
― Es que... No sé muy bien quién es. Pero sí es guapa ―aseguró.
― ¿Que no sabes muy bien quién es? ¿No la has visto?
― Sí, claro ―aseguró nervioso―. Oye... déjalo, no he dicho na...
― ¿Pero entonces cómo no puedes saber quién es si la has visto? ¿Es que tiene la cara tapada o algo? ―al ver que Adrien parecía quedarse en blanco, abrió los ojos de par en par―. Espera... ¿es eso?
Alya se volvió entonces con los ojos abiertos y asombrada.
― ¿Estás enamorado de Ladybug? ―exclamó asombrada. Adrien se giró hacia la joven entre confuso, avergonzado e incapaz de decir absolutamente nada. Alya se rio incómoda―. Perdona... No he podido evitar escuchar...
Se volvió entonces, avergonzada por haber sido tan impulsiva.
― ¿Es cierto? ―escuchó muy bajito que murmuraba Nino. Adrien parecía incapaz de decir nada más. Lo que parecía confirmarlo―. Pero... apenas la conoces, te salvó una vez pero... Igual es solo admiración, ¿no?
Adrien apretó los labios. Sí, eso había pensado muchas veces, pero el caso es que sí la conocía. Eran amigos, compañeros y ella era... Tal vez al principio sí había sido admiración, pero estaba seguro de que ahora era mucho más. Si solo fuera Adrien la pregunta de Nino sería comprensible. Siendo Chat Noir... la respuesta era clara. ¿Estaba enamorado de Ladybug? Sin duda alguna.
― Es difícil de explicar... Pero no es solo admiración. ―suspiró y confesó a su amigo algo que no se había atrevido a confesar a nadie más aparte de a sí mismo y a Plagg―. Estoy completamente enamorado de Ladybug.
Alya suspiró, Marinette seguía hablando con el joven de la entrada del pasaje del terror, ajena a todo lo que había pasado. Si Adrien estaba enamorado de Ladybug, era mejor que su amiga no lo supiera.
***
― Esto da un poco de miedo...
La dulce voz de su pequeña Kwami, escondida en el interior de su sombrero de brujita, consiguió que esbozara una sonrisa. No había podido llevar ningún bolso que le fuera bien al traje, y al final había decidido que no había un lugar mejor que en su cabeza. Por suerte, el gorro tenía zonas algo transparentes, por donde Tikki podía observarlo todo.
Entraron en el interior del colegio, transformado en una auténtica casa encantada. La decoración era extraordinaria. Llena de detalles. Telarañas, murciélagos, sonidos escalofriantes. Y el hombre que les daba la bienvenida era tan alto y delgado que con el maquillaje y el traje era asombroso el miedo que daba.
― Sean bienvenidos a la experiencia más aterradora de sus vidas.
Marinette sonrió, pegada a Alya. La verdad es que siempre le habían dado un poco de miedo el tema de los fantasmas.
― ¿Estás asustada? ―la pregunta vino de otro lado, sobresaltándola. Adrien le sonreía. Sabía lo que intentaba.
― Un poco ―confesó.
―No te preocupes, todo es falso. Es solo un montaje. Piensa en eso y no te dará tanto miedo ―intentó animarla. Marinette le sonrió, al mismo tiempo que Alya la miraba con cierto pesar.
― Vamos Marinette, tenemos que seguir. No te preocupes, Adrien. Estoy con ella ―La voz tajante de Alya sorprendió a ambos. Pero sobre todo a Marinette, que la miró asombrada cuando la obligó a alejarse del muchacho.
― ¿Qué pasa Alya? No estaba metiendo la pata...
― No es culpa tuya. Olvídalo.
― Pero...
Un sonido más escalofriante que antes invadió la sala, y algunos objetos empezaron a moverse solos logrando que el grupo que había entrado anteriormente saliera corriendo por una de las puestas antes cerradas, asustados y gritando. Una mujer de piel tostada, de cabellos y ojos blancos y vestido del mismo color, los seguía medio levitando, haciendo girar cosas a su alrededor. Abrió los labios rojizos, haciendo salir de ellos el mismo sonido que habían escuchado anteriormente.
― ¿Pero qué...? ―comenzó a decir Nino a media voz. Los cuatro se quedaron quietos, observando a la gente salir corriendo mientras eran atacados por lámparas, velas, platos, vasos y mesas voladoras.
El hombre que los había dado la bienvenida, los observaba en ese momento con los labios torcidos en una sonrisa grotesca.
― Bienvenidos... a vuestra peor pesadilla...
***
La escuela se había convertido en un laberinto enorme. Había habitaciones que no existían, pasillos que no habían estado antes, y la salida había desaparecido. Cuando habían intentado salir por la puerta como el anterior grupo había intentado hacer, se habían metido de lleno en la boca del lobo. Durante unos minutos habían permanecido juntos, pero el espacio, además de diferente, era cambiante. Y pronto Marinette se encontró sola en medio de lo que parecía el interior de una casa encantada.
― Tendrías que transformarte... ―sugirió Tikki desde el sombrero. Marinette asintió, para luego suspirar.
― No... no puedo... ―murmuró.
― ¿Por qué no?
― Te... tengo que confesarte algo, Tikki...
El sonido de una puerta chirriando logró que dejara escapar un grito, mirando hacia todas partes para ver quién o qué lo había provocado.
― Los fantasmas me dan un poco de miedo... ―murmuró.
― Pero no pueden hacerte nada ―aseguró Tikki. Marinette abrió los ojos de par en par.
― ¿Quieres decir que existen? ―al escuchar que iba a contestar, se tapó los oídos deprisa―. ¡No! No me lo digas, no quiero saberlo.
― ¿Y qué pasa con Ladybug? ―preguntó mientras seguían caminando a paso de tortuga, dando mil vueltas partes para asegurarse que nadie seguía sus pasos.
― Pues que Ladybug ta... también ―dio un pequeño respingo ante una puerta abierta―. Ella también tiene miedo, te lo puedo asegurar. ―Se asomó para ver qué habitación era, pero solo vio a alguien sentado en un pupitre, mirando hacia la ventana. La sombra llevaba dos coletas, como ella, y balanceaba las piernas de adelante hacia atrás en un compás rítmico. La luz del exterior, una luz apagada del anochecer, daba fuertes contrastes con todos los objetos del aula, incluida la joven―. ¿Ho...hola?
― Marinette... ten cuidado... ―Ella acarició el sombrero, en un gesto tranquilizador. Aunque por dentro estaba hecha un manojo de nervios.
Si no controlaba su miedo, no sería capaz de atrapar ese akuma. Porque estaba segura de que eso es lo que debía ser. Por desgracia, en esos momentos ni siquiera era capaz de transformarse. Su mente estaba colapsada.
― Hola... ¿Estás buscando tú también la salida? ―preguntó de nuevo. En esta ocasión, la joven pareció darse cuenta de su presencia. Algo que Marinette habría deseado que no fuera así al ver quién era al darse la vuelta.
Sus ojos grandes, azules, la miraron sonrientes. El cabello oscuro, la máscara y el traje rojo...
― No puede ser.
Pero sí podía. Delante de ella, sonriendo de un modo escalofriante, estaba Ladybug.
Dio un paso hacia atrás, incapaz de pensar otra cosa que en lo imposible que era lo que sus ojos veían. No entendía nada.
― ¿Tienes miedo? ―preguntó su propia voz procedente de la chica de la máscara―. ¿Por qué tienes miedo de mí?
La heroína siguió avanzando poco a poco, logrando que Marinette hiciese lo mismo hacia atrás hasta que la pared a su espalda le impidió seguir.
― No eres real.
― ¿Por qué no?
Porque Ladybug era ella. Y la que tenía delante era solo una impostora. Porque si, de todos modos, esa fuera realmente Ladybug, si ella no hubiese sido quien era, la heroína jamás habría alzado el yo-yo contra un inocente. Porque jamás habría lanzado el yo-yo, con esa sonrisa satisfecha, dispuesta a herirla.
Marinette se tiró al suelo, cubriéndose con las manos para evitar el golpe. Se había quedado en shock, clavada en el sitio. Desde que era Ladybug tenía más confianza en sí misma, no tenía miedo al fracaso, pero eso no significaba que fuera inmune al miedo. Tenía miedos, y ese era uno de ellos.
Esperaba que el yo-yo impactara contra ella, esperaba el dolor, así que abrió los ojos extrañada de que hubiera pasado el tiempo y ella siguiera intacta. Delante de ella, Chat Noir sujetaba el yo-yo, enrollado en su mano, deteniéndolo para que no llegara hasta ella. La Ladybug falsa todavía sujetaba el otro extremo, su sonrisa no se había perdido.
― ¿Estás bien? ―preguntó sin girarse hacia ella. Marinette emitió un débil sonido de asentimiento. Él se dirigió a la Ladybug falsa en esa ocasión―. ¿Se puede saber qué estás haciendo?
La impostora sonrió, apretando el yo-yo, el cual empezó a enroscarse más en la mano de su compañero.
― Al parecer he cazado a un lindo gatito ―aseguró con la misma sonrisa escalofriante.
Chat Noir, todavía confuso por su extraña actitud, tiró del yo-yo para poder deshacerse de él. Sin embargo, este cada vez se enroscaba más y más. Marinette se levantó del suelo, acercándose para poder ayudarlo. Esto no pintaba bien.
― ¡Aléjate, ponte a salvo, Marinette! ―le pidió alzando una mano para apartarla de él.
Pero no pensaba hacerlo, estaba en ese lio por su culpa, tendría que haberse transformado ya en Ladybug, y así esa impostora jamás habría podido hacerle daño. Era culpa suya, por tener miedo. Así que ignorándolo, intentó coger el yo-yo para deshacerse de él.
Chat Noir, viéndose casi envuelto en el yo-yo, empujó a la joven para que no se acercara más. Miró a Ladybug, seguía quieta, sin hacer ningún intento por ayudarlo. No podía ser ella, fuese lo que fuese, algo le había sucedido. Ella jamás le haría daño intencionadamente. Estaba seguro.
― ¡Sea lo que sea que te haya pasado, conseguiré que vuelvas a ser tú! ―aseguró. Aunque lo tenía bastante mal.
― ¡Chat Noir, deshazte del yo-yo! ¡Esa no es Ladybug! ―gritó Marinette por fin.
Él se volvió solo un instante, la joven había caído al suelo, no se había ido. Necesitaba ponerla a salvo como fuese.
― Marinette, por favor, tienes que...
La joven abrió los ojos de par en par cuando vio que el yo-yo lo había cubierto, se levantó para poder sacarlo de allí, pero volvió a caer junto con él.
Abrió los ojos poco a poco para orientarse. La falsa Ladybug los observaba divertida. No entendió por qué hasta que se levantó y se percató que su compañero no estaba donde tendría que estar. Bueno, sí estaba, pero no como debería estar.
En su regazo, intentando levantarse también sobre sus cuatro patas, había un pequeño gato negro con un montón de hilo de yo-yo por encima. Un hilo que se desprendió regresando a la mano de su propietaria impostora.
― Marinette... ¿estás bien? ―preguntó el gato. Ella parpadeó asombrada.
― ¿Chat Noir? ―Él alzó la cabecita, sorprendiéndose al tener que alzarla para poder verla.
― ¿Por qué te has hecho tan grande?
Marinette intentó no parecer asustada.
― No me he hecho grande... Es que tú eres más pequeño... ―aseguró.
― ¿Qué? ¿Otra vez? ―Marinette carraspeó.
― Bueno... No exactamente... ―contradijo señalando la cola que se balanceaba de un lado a otro.
Chat Noir se miró dándose la vuelta, como si intentara perseguirse la cola. Dio dos vueltas hacia la derecha, una hacia la izquierda, empezando a desesperarse.
― No puede ser... Tengo cola de verdad... ―aseguró―. Y pelo... y... y... patas. ¡Tengo cuatro patas! ¿Por qué tengo cuatro patas?
Marinette, aunque horrorizada, intentó contener la risa ante la desesperación de su compañero.
― ¡Soy un gato de verdad! ―gritó con las patas tocándose las orejas.
― Que escena tan perfecta. La brujita con su gato negro. ¿Quieres que te convierta también en una bruja de verdad?
La voz de la falsa Ladybug llamó la atención de Marinette. Avanzaba hacia ellos de nuevo, haciendo rodar su yo-yo como ella solía hacerlo. Eso la sacó de sus casillas. No solo la había suplantado, también se movía como ella y había atacado a su gatito. ¿¡Qué se creía!?
― My Lady... Normalmente pasaría por alto tu mal humor, pero esto ya es pasarse. ¡Si saco una bola de pelo por la boca, esta me la guardo! ―se quejó Chat Noir intentando parecer amenazante en su forma de gatito negro.
― Qué tierno... ―murmuró Ladybug sin una pizca de humor.
Marinette frunció el ceño, sujetó al gato, cargándolo en brazos, y se levantó.
― Esta no es Ladybug ―aseguró―. ¡Es solo una impostora!
La falsa heroína lanzó su yo-yo. Marinette corrió, a tiempo de evitar el ataque. Recogió su sombrero del suelo, el cual había perdido al caer. Disimuladamente miró en el interior, Tikki seguí escondida en él.
Salió corriendo con el gato en brazos en una mano y el sobrero en la otra. La falsa Ladybug los persiguió con el yo-yo. Por suerte, el laberinto era también un lugar perfecto para perder a alguien además de a uno mismo.
― Me da la sensación de que esta situación la había pensado al revés... ―murmuró Chat Noir apoyado en la joven. Era extraño saber que Marinette lo estaba llevando en brazos, que prácticamente lo estaba abrazando. Por alguna razón, ser consciente de ello lo puso nervioso.
― Esa no era Ladybug. Ella es una heroína, tendría que protegernos no al revés. Tendrías que saberlo ―aseguró Marinette algo enfadada.
― En realidad me refería a mí ―la corrigió. Ella miró al gatito alzando una ceja.
― ¿A ti?
― Claro. Soy yo quien había ido a protegerte, y resulta que has terminado por protegerme tú a mí.
― Ah... Pensabas que ibas a rescatar a la damisela en apuros, ¿eh? ―Chat Noir miró hacia un lado. Marinette, al ver que ya no los seguían, lo dejó en el suelo, agachándose―. Bueno, pero sí me has salvado. Si no te hubieras interpuesto, sería yo ahora la que sería... ¿Una bruja de verdad? Mmm... igual no era una idea tan mala.
Chat Noir la miró de reojo, enfurruñado. Ante su expresión no pudo evitar reír.
― Lo que quiero decir, es que gracias a que eres un gatito, yo estoy a salvo. Así que has cumplido con tu cometido. Me has protegido. Gracias ―dijo con sinceridad.
"Siempre me protege. Y nunca le he dicho lo agradecida que estoy por eso..." La frase le vino a la cabeza como un flash. Deprisa y sin sentido. ¿Por qué recordaba ahora lo que Ladybug le había dicho en su inconsciencia cuando estaba en su casa? Sacudió su cabecita, intentando olvidar eso ahora. Tenían problemas más importantes.
La casa rechinó de nuevo, oscureciéndola cada vez más. Las puertas empezaron a moverse, cambiando de nuevo.
― Otra vez... Tenemos que salir de aquí... ―murmuró Chat Noir situándose cerca de la joven para no perderla―. Ladybug parece que no va a ayudarnos ahora mismo... Tengo que encontrar un sitio donde ponerte a salvo.
Marinette sonrió. Era un fanfarrón, un poco bromista y a veces la sacaba de quicio, pero tenía que reconocer que cuando intentaba protegerla lo hacía de forma sincera.
Miró el sombrero que seguía en su mano. Quizás él quería protegerla a toda costa, pero ella tenía otros planes. Aprovechando el momento en el que las puertas cambiaban, dio un par de pasos hacia atrás, alejándose un poco de su compañero. Sonrió cuando la puerta se cerró delante de ella, apareciendo una pared.
― Marinette, no te alejes mucho de... ― se giró justo en el momento en el que desaparecía por la puerta. Lo vio abrir los ojos de par en par, alarmado―. ¡Marinette!
Lo escuchó gritar. Ella sonrió segundos después. Tikki salió de su escondite, preparada para la acción.
― Lo siento mucho, gatito. Pero Ladybug, la verdadera Ladybug, también tiene que mover ficha.
Tikki asintió.
― Esa es mi Marinette.
― Tikki. ¡Transfórmame!
***
Se había cansado de correr de un lado para otro sin encontrar una maldita salida. Y también se había cansado de caminar de un lado para otro sin encontrar absolutamente nada. Se sentó en medio del pasillo, inmune a cualquier cosa que pasara por delante. Después de encontrarse con una araña enorme que lo persiguió hasta que la casa volvió a cambiar, una muñeca diabólica que no paraba de repetir "dame un abrazo" y encontrarse de cara con la bella mujer de cabellos blancos que había convertido a un grupo disfrazado de momias en momias de verdad, había dejado de tener miedo a estar solo cansado.
― Vale, Nathaniel. Tienes que encontrar una salida. Tiene que haber una.
El sonido de una voz lejana llamó su atención. Caminó poco a poco reconociendo cada vez más esa voz.
"Lo siento mucho, gatito. Pero Ladybug, la verdadera Ladybug, también tiene que mover ficha". ―pronunció su dulce voz. Se asomó sabiendo que la vería a ella. A la chica de la que estaba totalmente enamorado. Marinette.
Parpadeó un par de veces con confusión. La joven estaba hablando con algo muy raro. ¿Sería otro monstruito de esa casa encantada? Pero ese era mono, no era nada malvado. Y entonces lo vio. Algo que jamás pensó que podría ser posible.
― No puede ser... ―murmuró al ver a la joven dulce y hermosa convirtiéndose en la valiente, fuerte y sorprendente heroína de Paris.
Poco a poco fue atando cabos. Entendiéndolo todo. Su actitud, su forma de desaparecer, lo que sucedió cuando él se convirtió en ese ser malvado que quería destruir a Chloé. La razón por la que se había aliado con Chat Noir cuando creía que había ido a su fiesta de cumpleaños solo porque quería. Claro que se había aliado con el héroe de Paris. Por supuesto que había intentado salvarlo.
― Marinette... es Ladybug.
***
Correteó por los pasillos, guardando su yo-yo para otra ocasión. En ese momento encontrar el akuma en esa casa encantada era todo un reto. Como intentar encontrar la maldita aguja en el pajar. Bajó escaleras, las subió de nuevo, entró por una puerta abierta, donde todo parecía estar reposando allí desde hacía siglos. Polvo, telarañas y objetos antiguos sobre los muebles.
― Ladybug... Por fin... ―la voz grotesca, oscura, llamó su atención.
Se dio la vuelta para ver al hombre que les había dado la bienvenida a la escuela. Alto y delgado, la misma sonrisa grotesca, aunque sus ojos brillaban en ese momento con colores anaranjados y violetas. Dio un paso hacia atrás de forma involuntaria. Si bien era cierto que era una heroína fuerte y valiente, también lo era que detrás de la máscara seguía estando Marinette; la chica que tenía un terror irracional hacia todo lo relacionado con lo sobrenatural. Algo realmente irónico, dada la situación.
― ¿Quién eres? ―se atrevió a preguntar.
― Soy Halloween. Acompañado por el mismísimo espíritu de la noche de los muertos. ¿Te gusta la decoración? Es lo mejor que has visto, estoy seguro. Objetos que se mueven solos, fantasmas, momias, gatos negros... Jamás has vivido un Halloween igual.
Marinette tragó con fuerza.
― No, en eso te doy la razón. Pero te aseguro que no es lo mejor que he visto ni por asomo.
Quien se había denominado a sí mismo como Halloween, sonrió todavía más.
― Cambiaras de opinión, pequeño insecto ―desde un rincón, algo oscuro empezó a moverse―. Me he informado bastante bien, ¿sabes quién se come a las mariquitas?
Ladybug dio un paso hacia atrás al distinguir el ser enorme que acababa de aparecer en la antigua habitación.
Ocho patas peludas y largas con un cuerpo pequeño. Avanzaba poco a poco, como queriendo mantener la tensión. Los colmillos en forma de pinzas se movieron amenazantes.
Una enorme y colosal araña.
Preparó su yo-yo, lanzándolo para atacar al enorme insecto. Pero este lo golpeó con una de sus patas, evitando todos sus ataques y siguiendo avanzando sin perder terreno. Por el contrario, ella sí lo perdió.
― ¿Dónde está Queenbee cuando se la necesita? ―preguntó para sí. Pero no había visto a Vivian desde el día anterior. Todos los que estaban allí habían quedado atrapados en el colegio, por eso ella estaba allí. Y también estaría Foxyfire.
Lo que la hizo pensar que Chat Noir también había entrado en el colegio. En algún momento.
Corrió hacia la puerta de salida, viendo que su intento por controlar al animal con su yo-yo era inútil. La puerta se cerró, encerrándola con la araña. Halloween sonrió.
― Dame tus Miraculous, Ladybug. Es muy fácil. Si me los das, ya no serás esa mariquita que quiere comerse la araña.
Ladybug frunció el ceño, ocultando sus pendientes con las manos.
― ¡Jamás!
Halloween sonrió.
― Entonces prepárate para ser su siguiente aperitivo... ―la voz se fue desvaneciendo, igual que él. No había conseguido ni siquiera ver qué era el akuma.
La araña avanzó con sus patas enormes, acorralándola. Siempre estaba en situaciones difíciles, pero esta era de las peores. Se armó con su yo-yo de nuevo, a pesar de que parecía inútil. Seguiría luchando hasta el final.
Estaba dispuesta a lanzarlo de nuevo, viendo la pata a punto de atraparla. Cuando una llamarada le quemó los pelos de las patitas, haciéndola retroceder y gritar con chirridos escalofriantes.
Ladybug sonrió. ¡Esa tenía que ser Alya! Así que se sorprendió al ver que no se trataba de ella. No. Quien estaba haciendo retroceder a la araña, manteniendo un aerosol de pintura y un mechero como soplete, era nada más y nada menos que Nathaniel. La araña retrocedió, perdiéndose en las tinieblas hasta desaparecer. El muchacho apagó la llama, y guardó el espray en una mochila que llevaba colgada de un hombro.
― ¡Eso es arañita, y no vuelvas! ―se volvió hacia la joven, sonriendo―. Ya había lidiado con ella antes, me ha perseguido durante horas. El fuego no le va mucho, al parecer.
Ladybug parpadeó.
― Ah... gra...gracias ―consiguió decir todavía atónita.
Nathaniel se acercó a ella, una sonrisa adornaba sus labios. ¿Desde cuándo le tenía simpatía?
― ¿Estás bien?
Ladybug asintió.
― Nolan no suele ser muy agradable, pero definitivamente se ha superado ―comentó logrando sorprender todavía más a Ladybug.
― Espera... ¿Sabes quién es? ―exclamó acercándose a él, haciendo que el muchacho se sonrojara por su cercanía.
― Eh... sí, lo vi transformándose... A él y a su hermana Gabrielle.
― La chica de los cabellos blancos ―confirmó la heroína pensativa. Nathaniel asintió, tragando con fuerza. Ella se volvió de nuevo hacia el muchacho―. ¿Sabes qué lo ha provocado? ―Al ver que el chico parecía no entenderlo, se explicó―. Algún objeto, algo que llevara a transformar a ambos en la esencia de Halloween. Puede ser un reloj, o un móvil, o incluso unos zapatos.
Nathaniel lo comprendió.
― ¿Y una pulsera?
― Podría ser. ¿Por qué? ¿Le has visto...?
― Fui a casa de su abuelo, a buscar algo para esta noche, y lo vi robrándole al anciano una pulsera verde de una cajita muy extraña. Dijo algo sobre que tenía poderes o algo así, y que no podía usarla para hacer mover los objetos solos, que no podía usarse en beneficio propio, me parece.
Ladybug frunció el ceño. ¿Le había robado una pulsera con poderes a su abuelo?
―Nathaniel... ¿Recuerdas algo más sobre la pulsera? ¿Dónde la tiene, cómo es, donde la encontró...?
Nathaniel iba a contestar, cuando de repente la puerta empezó a abrirse, y con ella el lugar comenzó a cambiar de nuevo. Una llamarada lejana los iluminó ligeramente, y vio a una joven corriendo por un extenso pasillo, acompañada de un pequeño gatito extraviado.
No pudo evitar sonreír al ver que sus compañeros habían logrado encontrarla.
― ¡Foxyfire! ¡Al fin! ―apuntó al verla llegar.
― ¡Y Chat Noir! ¡Te olvidas de mí, my lady! Después de atacarme con tu yo-yo al menos podrías saludar, ¿no te parece? ―le reprochó algo molesto.
Ella se agachó a su altura, intentando no reírse.
― Ahora sí eres un gatito... ―comentó―. Pero sigues siendo igual de crédulo. ¿Realmente crees que quien te ha hecho esto era yo?
― No pareces muy sorprendida de verme así...
Claro que no lo estaba, ella había estado presente mientras se transformaba. Por desgracia, no podía decírselo, o sabría quién era ella.
― Nathaniel, ¿Qué haces aquí? Deberías ponerte a salvo, de esto nos ocupamos nosotros ―escuchó que decía Foxyfire. El joven, por el contrario, seguía mirándola a ella.
― Ladybug... ―murmuró―. Me gustaría ayudar. Creo que puedo seros útil. Si esa pulsera es lo que ha hecho a Nolan y a Gabrielle lo que son, entonces puedo guiaros hacia lo que buscáis.
― ¿Y este qué hace aquí? ―preguntó Chat Noir brincando hasta situarse al lado de la joven heroína.
― Pues hace un rato salvarme la vida ―aseguró. El pequeño gatito alzó la cabeza, entornando los ojos.
― ¿Salvarte de qué?
― De la araña enorme ―confirmó Nathaniel. Se acercó más a Ladybug, recordando su pregunta anterior―. La pulsera la lleva en la muñeca, y hay dos. Se han multiplicado. Una para Nolan, la otra para Gabrielle.
Chat Noir se puso delante, alzando la cabeza de un lado a otro.
― Muy bien, entonces debemos encontrarlos a ambos ―aseguró Ladybug. Nathaniel asintió.
― ¡Eh! ¡Que sigo aquí! ―se quejó Chat Noir frunciendo sus gatunos ojos. Ladybug miró hacia abajo, y con una sonrisa se agachó para coger al gatito.
― ¿Vas a poder usar tu Cataclysm así como estás, gatito? ―preguntó alzándolo en brazos. Él se acomodó, mirando de reojo a Nathaniel.
― Por supuesto, my Lady. ¡Soy pequeño pero sigo siendo el mismo!
― Sí, tiene un tamaño portátil ―comentó Nathaniel provocándolo deliberadamente.
Chat Noir se volvió de nuevo.
― ¡Repite eso!
―Vamos chicos, si no os portáis bien no podremos jugar juntos ―intentó calmar los ánimos Foxyfire caminando hacia ellos―. Será mejor que encontremos un modo de llegar hasta el akuma por este laberinto. ¿Alguna idea?
― Me parece que lo único que cambia en la casa son las habitaciones... ―comentó Nathaniel―. Me he paseado por todas partes, pero el sonido del conducto de ventilación sigue escuchándose en los mismos sitios.
― ¿Quieres decir que el conducto de ventilación no cambia? ―preguntó Foxyfire.
― Cambie o no, tiene una salida al teatro, donde lo organizábamos todo.
― Si llegáramos hasta allí, podríamos llamar su atención y tenderles a ambos una emboscada. Aquí estamos muy expuestos al cambio de habitaciones, podemos separarnos muy fácilmente ―aseguró Ladybug recordando cómo se había conseguido separar de todos sus compañeros.
― Pero si vamos buscando, terminaremos perdidos otra vez ―comentó Chat Noir. Ladybug miró al felino, tenía razón.
― Si pudiera ir alguien por los conductos de ventilación, evitando el cambio de la casa, luego podría guiar al resto directamente sin dar rodeos.
― ¿Y cómo harías eso? ―gruñó Chat Noir observando a Nathaniel.
― En el teatro hay los efectos de sonido, si se abre el altavoz, el ruido podría guiarnos a todos sin perdernos. Aunque la casa cambie.
Ladybug asintió.
― Pero para eso tiene que ir uno por el conducto de ventilación ―comentó Chat Noir observando el pequeño espacio―. Tendría que ser alguien lo suficientemente pequeño como para caber por allí. Y también tendría que poder ver en la oscuridad, porque dudo que haya luz ahí dentro.
El silencio de los presentes hizo que mirara a cada uno de ellos, los tres lo observaban inquisitivamente. Parpadeó.
― Espera...
― ¡Eres un genio! ¡Puedes pasar perfectamente y encima ves en la oscuridad! ―aseguró Ladybug sonriente, lo que consiguió que se sonrojara ligeramente. Por suerte, al ser un gato, nadie se percató de ello.
― Un segundo, yo no he dicho...
― Eres el único que cabe por allí ―aseguró Nathaniel.
― Eh, alto ahí. Solo estaba diciendo que...
Ladybug, que seguía manteniéndolo en brazos, lo sujetó con ambas manos para mirarlo a la cara.
― Sé que puedes hacerlo. Eres el único que puede... ¿No tendrás miedo?
Chat Noir entornó los ojos.
― ¿Miedo? ¿Yo? En absoluto, My Lady.
Ladybug sonrió, dándole un pequeño beso en la cabecita del gatito.
― Así me gusta. Buen chico ―comentó dejándolo en el suelo.
― Oye... sabes que no seré un gato de verdad para siempre, ¿no? ―ella sonrió.
― Claro, claro.
Chat Noir se volvió un instante hacia Nathaniel.
― Y tú... De la próxima araña me encargaré yo. No hace falta que rescates de nada más a mi bichito.
Nathaniel parpadeó, confuso.
― No soy tu bichito ―le recordó ella cruzándose de brazos. Él se volvió un instante.
― Eso ya lo veremos ―Saltó hacia un mueble, luego otro hasta llegar al conducto de ventilación―. Poneos cómodos, voy a ponerle un poco de música a esta fiesta.
Y sin más, entró en el conducto de ventilación. El lugar era más oscuro y más estrecho de lo que imaginaba, pero podía orientarse bien.
― La he salvado de una araña enorme ―murmuró en forma de burla mientras caminaba por el estrecho túnel―. Tienes el tamaño portátil, eres el único que cabe por allí. Soy superguay y rescato a heroínas de arañas enromes... ¿Quién se cree este?
― ¿Vas bien? ―escuchó que preguntaba Ladybug en la lejanía.
― ¡Sí, sí, perfectamente! ―gritó para luego susurrar―. Como se vuelva a acercar tanto a ella, le araño.
***
Ladybug intentó no sonreír, pero era incapaz. El pequeño gatito se había puesto celoso. Aunque eso era extraño, no por la actitud de su compañero, sino por la de Nathaniel. La última vez parecía que le gustaba en su forma civil, como Marinette, y no parecía gustarle demasiado su forma de heroína. ¿A qué venía ese cambio de actitud? Además, la miraba como si él supiera algo que ella desconocía, y eso la empezaba a sacar de quicio.
― Parece que te están saliendo muchos admiradores ―escuchó que comentaba Alya en un susurro. Ella también estaba rara, la miraba de un modo distinto. Parecía enfadada con ella.
― ¿Te refieres a ellos? No creo que...
― No solo a ellos ―La miró directamente―. Tengo que preguntártelo. ¿Estás enamorada de Chat Noir o no?
La pregunta la pilló por sorpresa, logrando que se sonrojara. No era la primera vez que alguien le preguntaba eso. De hecho, incluso ella misma se lo había preguntado hace poco.
― ¿A... a qué viene esa pregunta...? ―Alya entornó los ojos.
― Te admiro muchísimo, de verdad, pero se trata de mi mejor amiga ―aseguro―. Necesito saber si vas a hacerle daño.
¿Estaba hablando de ella? ¿Por qué estaba preocupada?
― ¿Por qué debería hacerle daño? ―preguntó confusa.
― Porque el chico del que está enamorada, lo está de ti. Por eso ―la expresión de Ladybug podría haberse enmarcado en ese momento―. Así que necesito saberlo. Dime que estás enamorada de Chat Noir. Dime... que no le romperás el corazón a mi mejor amiga.
Las palabras de la joven empezaron a impactar con fuerza en su cabeza. Estaba hablando de ella. Estaba diciendo... No podía ser. Alya... Ella acababa de decir que Adrien... que él...
― ¿Adrien está enamorado de mí?
No debería haber dicho eso. Lo supo en cuanto las palabras salieron de su boca. Alya había abierto los ojos de par en par. Igual que ella.
― ¿Cómo sabes...? ―comenzó a decir. Luego entornó los ojos―. Espera... Tú...
Salvada de nuevo por la campana, los tres se volvieron al escuchar la música lejana. Al parecer, Chat Noir había conseguido llegar hasta el teatro y había puesto los altavoces.
― ¡Parece que lo ha conseguido! ―aseguró Nathaniel.
― Espero que Halloween y la joven sigan también la música ―comentó Ladybug, intentando concentrarse de nuevo―. Así podremos atrapar el akuma.
― ¿La pulsera os la tenéis que quedar? ―preguntó Nathaniel mientras los tres se ponían en marcha―. Es que me prometí a mí mismo que se la devolvería al Maestro Fu si podía recuperarla.
Ladybug se detuvo en seco, observando al muchacho. Foxyfire también se detuvo, olvidando por un instante lo que creía haber descubierto tan solo unos segundos antes.
― ¿El maestro Fu has dicho? ―Nathaniel asintió.
― ¿Te dice algo eso, Ladybug? ―preguntó Foxyfire. Ella asintió.
― El maestro Fu es quien nos dio los Miraculous...
Lo que quería decir que a lo que se enfrentaban era ni más ni menos que a otro Miraculous akumatizado, uno muy importante, uno muy poderoso. El que había poseído el Gran Guardián.
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¡Hola! Siento mucho haber tardado tanto. He empezado a trabajar hace un par de semanas, y he estado bastante ocupada habituándome al horario y al trabajo en sí. Es importante para mí, porque está relacionado con lo que he estado estudiando. Así que he tenido que dejar esto un poco de lado. Pero aquí llego con la continuación. Todavía falta el final del capítulo, pero era tan largo... jajajaja Espero que os guste.
Otra cosa, en nada subo otro capitulo, pero no es la continuación (para que no penséis que sí XD). Es otro capítulo extra, un minicomic que terminé ayer mismo. De hecho era en ingles, pero a quien le pedí que me lo corrigiera no lo ha hecho U.U Así que al final lo he hecho en español.
Con esto, me gustaría pediros un favor. Querría hacer la traducción en ingles, pero todavía necesito a alguien que me corrija el texto. Cuando suba el capítulo extra, al final pondré cómo creo que sería en ingles. Agradecería muchísimo si alguien que sabe el idioma puede corregirme.
En serio, sería un detallazo enorme y estaría muy, muy, muuuy agradecida.
¡¡¡Un beso enorme!!!
PD: Por cierto, a los que les dije que traía hoy un nuevo capitulo y una sorprensita, la sorpresita es el capítulo extra. El minicomic ^^ Espero que os gusten las dos cosas jajajaja
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