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Capítulo 16: Sentimientos confusos



Chat Noir tenía razón, eran pequeños. Muy, muy pequeños. De repente, en cuestión de segundos, se habían convertido en habitantes de Liliput en medio de un enorme Paris.

― Bueno, dicen que el tamaño no importa.

El comentario vino seguido de un suspiro frustrado por parte de la joven heroína. El instante de aturdimiento terminó pronto, pues Tiny no parecía tener mucha paciencia. Avanzó con pasos agigantados hacia donde ellos estaban.

― ¡Cuidado! ―gritó nuevamente Ladybug saltando hacia un lado, avanzando con lentitud por el suelo de piedra.

Los pies de Tiny eran torpes en comparación con ellos. Al menos, su tamaño los había hecho más ágiles. De forma astuta, Ladybug tiró el yo-yo hacía una alcantarilla, por donde se coló utilizando la cuerda del yo-yo para bajar. Chat Noir siguió su ejemplo, bajando por el bastón.

― Ha faltado poco... ―suspiró Ladybug mirando hacia arriba.

― Sí, por poco nos aplasta como insectos... eh... bueno... ―apuntó mirándola y dejando escapar una risita nerviosa. Ladybug entrecerró los ojos.

― Sí, ya. Necesitamos un plan. ¿Cómo llegaremos a destruir lo que sea el akuma siendo tan pequeños?

― En realidad tiene sus ventajas. Somos más ágiles, y más invisibles.

Visto así, pensó Ladybug, quizás sería más sencillo de lo que había imaginado.

Un sonido que recordaba muy bien interrumpió los gritos y el caos de la gente. Poco después, un ojo tan grande como ellos mismos de color azul se asomó por las rejas de la alcantarilla.

― ¿Os echo una antena? ―apuntó con una sonrisa.

― ¡Queenbee! ―la llamaron al mismo tiempo, alegrándose realmente de verla.

― Subid, os llevo.

Ladybug fue a lanzar su yo-yo, pero Chat Noir fue más rápido y la cogió para subirlos a ambos en su bastón.

― ¿Otra vez? ―apuntó entornando los ojos con suspicacia. Chat Noir sonrió.

― Hay que aprovechar el momento.

Una vez arriba, Queenbee los cogió a ambos y los puso en lo alto de su cabeza.

― Sujetaros bien de las antenas ―los aconsejó.

― Lo de echarnos una antena era literal, ¿eh? ―comentó Chat Noir.

― Solo era una diminuta broma... ―apuntó ella guiñando un ojo. Ladybug suspiró, encerrando su rostro con una mano.

― Oh, no. Otro igual... ¿Por qué a mí...?

Chat Noir la miró, sin poder contener una risa. Queenbee se movió de nuevo, haciendo que las antenas se balancearan un poco, y con ello a ellos mismos sujetos a ellas.

El cansancio y el ajetreo se hicieron notar ahora que era tan pequeña. Ladybug no tenía claro si aguantaría, pero si lo lograba, no creía que pudiera marcharse a tiempo. Quizás ese era su fin, el fin de su secreto. Quizás debía confiar en Chat Noir para que la ayudara.

Sintió las manos ceder, el mareo incrementar y no pudo sujetarse por más tiempo. Por suerte, una mano la sujetó antes de que cayera, devolviéndola a la antena, aunque esta vez compartiéndola con su compañero.

― ¿Estás bien? ―preguntó con verdadera preocupación.

Encerrada entre la antena y el cuerpo de su compañero detrás de ella, tuvo el impulso de apartarse, pero al intentarlo las fuerzas le fallaron de nuevo.

― Solo intento ayudarte, palabra de felino ―aseguró alzando la mano derecha. Ladybug miró un instante hacia atrás. No pudo evitar sonreír.

― Está bien... tenemos que llegar hasta... ―los ojos azules de la joven se abrieron de par en par al ver el líquido negro dirigirse directamente hacia Queenbee, y por consiguiente hasta donde estaban ellos―. ¡Cuidado, Queenbee! ―gritó.

Sin embargo, el jeringazo negruzco jamás llegó a tocarlos. Una llama de fuego lo envolvió, quemándolo y desintegrándolo al instante.

― ¡Uooo! ¡Menuda pasada! Es más fácil de lo que me había supuesto.

La voz y la dueña de la llamarada procedían de lo alto de una estatua. Su aspecto era muy parecido al de Volpina, pero con ciertas diferencias. Su cabello era completamente oscuro, rizado y en lo alto mantenía las orejas de zorro, despuntando en blanco. Su máscara naranja le cubría medio rostro, tapando la frente y llegando a los pómulos en tono blanquecino. El traje iba acompañado por una cola de zorro y en lugar de tocar música, la flauta que llevaba sacaba llamas de fuego. Algo que, al parecer, había sido muy útil.

― ¿Y tú quién eres? ―preguntó Queenbee.

Ladybug la reconoció al instante, no porque pudiera hacerlo llevando la máscara y el traje, sino porque ella misma había sido quien le había entregado el colgante que ahora reposaba sobre su pecho.

Alya...

― Mi nombre es Foxyfire, y si no me equivoco, me parece que necesitáis un poco de ayuda.

― La verdad es que tu llama nos va a ir de perlas ―aseguró Queenbee―. Cúbreme, tengo que acercarme y dejarle dos pequeños regalos a nuestro señor doctor.

Chat Noir, sujeto todavía a las antenas y evitando que Ladybug se cayera de nuevo, abrió los ojos de par en par al escuchar el comentario de Queenbee.

"Sr.Doctor". El proyecto ratón... Claro.

― My Lady, me parece que sé quién es el Doctor chiflado. Y estoy casi seguro de que el akuma tiene que ser la bata de doctor.

Ladybug se volvió un instante, viéndolo cerca. Empezaba a sentirse cada vez peor, y apenas podía pensar nada.

― De quién se... trata ―murmuró cansada. Chat Noir intentó ocultar su preocupación, aunque apenas lo consiguió.

― Su nombre es Dr.Louis. Tenía un proyecto con ratones y se lo negaron.

― Somos muy pequeños para romper la bata... pero si lo que dices es cierto...

Queenbee avanzó hasta situarse tan cerca como pudo de Tiny, evitando que este le lanzara más jeringazos negros. Foxyfire lanzaba llamaradas cada vez que Tiny atacaba, y lograba crear una barrera alrededor de ellos. Buscó con la mirada en la bata aquello que creía que encontraría. Un logotipo. El de la empresa encargada de subvencionar su proyecto.

― Ahí. Ese es el logo, quizás no es necesario romper la bata entera.

Chat Noir abrió los ojos de par en par al ver el logotipo. Gruñó enfadado.

― ¡Ahora lo entiendo! Por eso iba detrás de Nathalie y quería buscar a... eh... el sr. Agreste. ¡El logotipo es de su empresa! El sr. Agreste subvencionaba su proyecto.

Ladybug se volvió de nuevo, observando lo afectado que parecía estar.

― ¿Cómo lo sabes? ―preguntó con cierta curiosidad. ¿Trabajaría para esa empresa también? Sacudió la cabeza mentalmente, ¿por qué pensaba eso? No era ella la que quería descubrir quién era, sino al revés.

― Eh... He visto antes ese logo ―aseguró―. Debería haberlo advertido antes.

― No tenías por qué saberlo ―lo animó ella―. Ahora tenemos que destruirlo. Allí también está Nathalie. Cuando lleguemos, ¿crees que podrías sacarla antes de que terminemos con el akuma?

Chat Noir observó el bolsillo, sonrió.

― Está hecho ―apuntó con el bastón en alto.

Por el contrario, en cuanto ella se volvió de nuevo para mirar a Tiny, él contrajo el gesto. Si ella supiera... Por supuesto que tendría que haberlo sabido. Era su padre. Era la empresa para la que había aportado millones de fotos. Y al parecer su padre subvencionaba algunos proyectos que le parecían interesantes. Quizás ese había dejado de ser relevante para sus revistas. La ciencia está bien, pero siempre es mejor la moda. Y en su revista, aunque adjuntaba alguna columna dedicada a esos temas, era muy selectiva.

― Queenbee, ¿crees que podrías lanzarnos hacia él? Necesitamos llegar hasta el logotipo de su bata y sacar a la joven que hay en su bolsillo ―le comunicó ella.

La pequeña abeja asintió.

― Haré algo mejor.

Con una mano los sujetó a ambos, encerrándolos en el puño. Voló de nuevo.

― Nuestra relación empieza a estrecharse... ―dijo Chat Noir no pudiéndolo evitar al notar a la joven completamente pegada a él. Ladybug intentó interponer las manos, pero solo conseguía empeorar la situación.

― Cuando sea grande vas a ver lo que empieza a estrecharse, gatito ―aseguró apoyando ambas manos en su pecho.

Queenbee los soltó en ese instante, cayendo ambos hacia el interior del bolsillo cerca del pecho del Dr.Chiflado. El lugar donde estaba puesto el logotipo y mantenía cautiva a Nathalie.

― ¡Ladybug, Chat Noir! ―exclamó la joven sentada sobre la tela, incapaz de mantenerse de pie.

Ladybug le dedicó una sonrisa avergonzada, a lo que ella contestó con una más comprensiva. El reconocimiento en sus ojos era evidente, pero por suerte pasó desapercibido para su compañero, que se acercó a la mujer deprisa, y le indicó que se sujetara con fuerza al bastón.

― ¿No vas a hacer lo que creo que vas a hacer? ―Chat Noir sonrió.

― Sujétese bien, señora. ―Y activando el bastón, Nathalie salió disparada hacia arriba, siendo recogida al vuelto por Queenbee.

― ¡La tengo! ―se escuchó desde fuera.

<<¡Malditos héroes! ¡Tiny! ¡Ladybug y Chat Noir están a tu alcance. ¡Coge sus Miraculous y tráelos! ¡Ahora!>> Habló la voz en la cabeza de Tiny.

El movimiento lo hizo reaccionar, llevándose una mano al pecho al instante al percatarse de que sus dos enemigos se habían metido en su bolsillo.

Chat Noir reaccionó deprisa, situándose entre la mano y la parte interna del bolsillo, dejando a Ladybug en medio y sirviéndole de escudo.

― ¡Chat Noir! Qué...

― No importa, haz el Lucky Charm. ¡Deprisa! ―Su voz se resquebrajó un poco. Aunque fuera fuerte, igual que ella, el peso de la mano sobre el bolsillo tenía que doler.

Decidida a no perder más el tiempo, lanzó su yo-yo para conseguir su Lucky Charm. En el interior del bolsillo cayó un quid de costura tamaño portátil.

― Eso está muy bien, pero necesitamos cortar, no coser ―apuntó Chat Noir manteniendo la posición.

― Eso mismo haré ―aseguró abriendo el quid para encontrar lo que buscaba.

La mano dejó de apretar, alejándose y consiguiendo que sintieran cierto alivio. Desgraciadamente, el alivio duró poco, pues un bolígrafo la substituyó entrando por la apertura del bolsillo. Apartando a Ladybug de golpe, gritó su Cataclysm a tiempo de tocar el bolígrafo, que se desintegró al instante.

― ¡Ahora Ladybug!

Ella se alzó a duras penas, sujetando lo que parecía ser una herramienta de costura casi tan alta como ella.

― Vamos a descoser un poco... ―apuntó alzando el descosedor con todas sus fuerzas y clavándolo en el bolsillo justo por donde estaba el logotipo.

Este se rajó poco a poco, saliendo una mariposa enorme oscura de él. Ladybug saltó, haciendo girar su yo-yo y atrapando la enorme mariposa con diferentes maniobras. Aterrizó sobre las rodillas, cansada, y lanzó el descosedor logrando devolverlo todo a la normalidad. Incluidos ellos.

<<¡Maldita seas, Ladybug!>> Gritó Papillón al ver que Ladybug volvía a purificar otro de sus akumas. << Foxy y Queen... Otra vez todos juntitos... Siento mucho comunicaros que no habrá piedad para vosotros tampoco. Nadie va a escapar de mi ira. Cuando consiga los Miraculous... ese día la tendré para siempre. Pronto. Muy pronto>>.

Chat Noir llegó a su lado, ayudándola a levantarse.

― Buen trabajo, bichito ―aseguró con una sonrisa triunfante.

Ladybug se volvió, también esbozando una sonrisa mezclada con cansancio.

― ¡Eso ha sido alucinante! ¡Sois geniales chicos! ―aseguró la nueva heroína.

Ladybug se dirigió hacia Foxyfire.

― Jamás lo habríamos logrado sin ti. Sin vosotras dos ―aseguró volviéndose un instante hacia Queenbee. Ambas sonrieron.

Alzó el puño. Chat Noir se unió, luego Queenbee, y los tres observaron a Foxyfire.

― Bienvenida al escuadrón, Foxyfire ―exclamó Chat Noir. Ella sonrió, añadiendo su puño.

― ¡Buen trabajo!

El Miraculous de todos ellos comenzó a pitar, advirtiéndoles que ya era el momento de irse. Como siempre, era una rutina a la que estaban acostumbrados Chat Noir y Ladybug, y comenzaba a habituarse Queenbee. Pero esta vez, no todo fue como siempre.

Ladybug cayó de rodillas. Cansada. Ardiendo. Y apoyó las manos en el suelo respirando con dificultad. Jamás había sentido algo parecido. Era como si la cabeza le fuera a estallar en cualquier momento.

― ¡Ladybug! ¿Qué pasa? ―exclamaron todos al mismo tiempo, agachándose a su altura. Sintió las garras frías de Chat Noir sobre su espalda.

― Es la fiebre. Estaba así antes de que apareciera el Dr. Chiflado.

Escuchaba las voces lejanas, como si estuviera a punto de dormirse de nuevo. Pero tenía que resistir. Tenía que marcharse antes de que su miraculous diera el último...

― No puede ser.

La voz de su compañero la alteró. No. No, no, no, no. No podía ser, ¿qué? ¿Se habría transformado? No había escuchado el último beep.

― Es... imposible.

― ¿Qué pasa? ―preguntó Foxyfire, observando con curiosidad y cierto temor su propio miraculous parpadeante.

― Tenéis que iros, me la llevaré a un lugar seguro ―aseguró Chat Noir alzándola en brazos. ¿Había perdido ya el conocimiento?

― Pero...

― Esto es muy raro ―aseguró Queenbee.

― ¿Qué... pasa? ―intentó decir Ladybug en apenas un susurro. Se sentía tan débil.

― Tus miraculous... ―comenzó Chat Noir―. No han perdido ni un solo punto.

Ladybug abrió los ojos un poco más, asustándose momentáneamente. ¿Qué quería decir con que no habían perdido ni un solo punto? ¿Iba a quedarse así? ¿No podría volver a ser Marinette? ¿Estaba atrapada en ese traje para siempre? ¿Y Tikki? ¿Qué había pasado con ella? ¿No la volvería a ver?

Tenía mil preguntas, pero antes de que alguna de ellas pasara a ser una pregunta real, perdió la consciencia definitivamente.

***

Chat Noir estaba asustado. Ladybug había cerrado los ojos, y respiraba de forma entrecortada. Sus mejillas y sus labios estaban más rojos de lo normal, y resecos. Su fiebre había aumentado. El beep de su anillo lo advirtió que en poco volvería a ser solo Adrien. Debía irse si no quería que todo Paris conociera su identidad, pero se negaba a abandonar a Ladybug. Miró a sus nuevas compañeras, observando a Ladybug con preocupación.

― Idos. Me ocuparé de ella ―aseguró alzándola en brazos.

Algunos parisinos se habían acercado para ver qué le sucedía a la heroína a la que tanto amaban.

― ¿Estás seguro? ―preguntó Queenbee. Chat Noir asintió.

Ambas se miraron y asintieron.

― Informa esta misma noche. Estaremos en lo alto de la Torre Eiffel ―aseguró Foxyfire. Chat Noir observó a Ladybug en sus brazos y asintió.

― Lo haré.

Ambas asintieron y se alejaron de la plaza, Queenbee volando, Foxyfire saltando. Sujetándola con fuerza, Chat Noir se dispuso a marcharse tan deprisa como fue capaz. El beep de su anillo marcaba la última garra.

Nathalie, cerca de ellos, se puso de rodillas. Había vuelto a la normalidad, y los observó un instante con cierto orgullo y preocupación en la mirada.

Alzándose sobre sus tacones lo vio alejarse con la joven heroína en brazos.

― Sí... esta vez sí será distinto... Ella es todo su mundo. Tiene... sí, tiene que funcionar.

**

No llegó a casa. Se detuvo en una zona en obras, la tarde había alejado a los transeúntes y había dejado ese edificio a medio construir aislado de la civilización. Dejó a Ladybug apoyada en una de las paredes de cemento, y se apartó un poco, escondiéndose detrás de una columna y escuchando su último beep.

Plagg salió de su anillo, devolviéndolo a su forma original. Observó a su Kwami, que parecía algo mareado y cansado.

― Cuanto movimiento... Me siento empequeñecido ―se quejó.

― Tenemos un problema, Plagg ―lo cortó señalando hacia atrás. Este se asomó.

― Vaya, te has llevado a tu ladybug de paseo.

― No es gracioso ―lo recriminó―. Está mal. Parece que no puede volver a ser... bueno, quien sea que tenga que volver a ser.

Plagg salió de su escondite, llegando hasta Ladybug a la vez que Adrien intentaba detenerlo. No lo consiguió.

― Jm.... Ya veo... ―murmuró el pequeño. Adrien, desde la columna, observó curioso.

― ¿Qué ves?

― Esta chica es más fuerte de lo que pensaba. Jamás ninguna Ladybug había logrado algo parecido ―aseguró sentándose en el aire a pocos centímetros de su cabeza.

Adrien quería acercarse, pero si lo veía, no tendría ninguna excusa.

― ¿My lady? ―la llamó con cierto temor. Ella refunfuñó algo, pero sus ojos seguían cerrados, y parecía estar delirando por la fiebre.

― No va a verte, si abre los ojos, seguramente pensará que es por la fiebre o ni siquiera lo recordará. Tiene algo más... importante a lo que atender ―aseguró.

Adrien se acercó, arrodillándose todavía con cierto reparo al lado de la joven heroína.

― ¿Qué le pasa? ―preguntó. Plagg suspiró.

― Mantiene apartada a Tikki. Es algo que no se debe hacer, porque puede pasar esto ―aseguró―. Si Tikki no despierta, no puede salir del miraculous, por lo que Ladybug seguirá siendo Ladybug.

Adrien frunció el ceño. ¿Por qué estaba haciendo eso? ¿Por qué esforzarse tanto?

― ¿Qué puedo hacer? ―Plagg negó con la cabeza.

― Tú nada, pero sé de alguien que sí puede hacer algo. Aunque no debería... ―Adrien lo sujetó por la cola, cogiendo al pequeño kwami por sorpresa.

― No importa. Llévame. No puedo verla así.

Plagg lo miró de reojo, y suspiró.

― Está bien. Pero me las voy a cargar...

***

Con cuidado de que nadie más los viera, Plagg guio a Adrien, que llevaba a Ladybug en brazos, hacia donde vivía el Gran Guardián. Este había advertido que ante todo no debía llevar al muchacho todavía. Pero al parecer, no había más remedio.

Al llegar, Adrien no preguntó nada. Se acercó al sorprendido anciano, que no tuvo tiempo ni de dedicar una mirada reprobatoria al pequeño kwami, al ver a la joven Ladybug inconsciente y en su traje de batalla.

― Por favor... ―pidió únicamente. El maestro Fu había esperado mil cosas cuando por fin el joven Chat Noir llegara allí para verlo. Infinidad de preguntas, exigencias, reproches e incluso algún comentario agradable o irónico. Pero por nada del mundo habría esperado que le suplicara por ella. Que llegara allí sin preguntas, solo con una única petición.

― ¿Qué ha pasado? ―preguntó el Maestro Fu centrándose en el problema que tenían entre manos.

― Mantiene encerrada a Tikki ―informó Plagg detrás de Adrien, como si temiera lo que el Maestro Fu pudiera decirle.

― No te escondas, Plagg. No has hecho nada malo. Te dije que no lo trajeras a no ser que fuera una urgencia ―tocó el rostro de la joven Ladybug―. Esto está considerado una urgencia.

―¿Qué le pasa? ―preguntó Adrien, ignorando por el momento la información que había recibido. Eso sorprendió de nuevo al Maestro Fu.

― ¿No te preguntas quién soy o porque no quería que vinieras?

Adrien frunció el ceño, observando a Ladybug respirar entrecortadamente.

― Eso puede esperar. Ella no. Por favor, ¿puede hacer algo?

El maestro Fu reprimió una sonrisa, volviendo a colocar la mano en la frente de la joven.

― Puedo, he curado antes a Tikki, si ella se hace más fuerte, podrá controlar la situación y salir. Eso haría que Ladybug volviera a ser quien es realmente. Entenderás que te pida que te marches, ¿verdad?

Adrien observó a la joven.

― Esperaré fuera. Pero no me marcharé hasta que escuche su voz. Aunque sea detrás de la puerta ―apuntó con decisión. El maestro Fu lo pensó un instante, pero terminó por ceder.

Plagg acompañó a Adrien al otro lado de la habitación, cerrando la puerta. Se sentó en el suelo.

― ¿Por qué no vamos a casa? Ella estará bien aquí. Te puedo prometer que es un lugar seguro. Esto es absurdo.

― Imagínate que hay un trozo de queso en la nevera, y te digo que te lo daré cuando termine de cenar. Sabes que no se va a mover de allí, y que nadie más se lo va a comer. Pero aun así te quedas delante de la nevera a esperar.

― Claro, por si acaso.

― Exacto ―apuntó. Plagg lo pensó un instante, finalmente abrió la boca sorprendido.

― Oh. Ahora lo entiendo. Ladybug es como un queso.

Adrien puso los ojos en blanco. Las comparaciones que tenía que hacer para que su pequeño compañero lo entendiera eran vergonzosas, pero al menos había funcionado. Plagg acababa de adoptar una posición más preocupada, como si entendiera perfectamente por qué estaban allí esperando.

― Oye... pero... tú no te comerás a Ladybug. ¿Verdad? ¿A qué esperamos exactamente?

Adrien reprimió una risa. Bueno, no lo hacía porque ella no se lo permitía... Suspiró.

― Solo quiero saber que está bien ―carraspeó―. Es decir, que el queso sigue intacto en la nevera.

Plagg asintió, totalmente serio.

― Claro. Claro. Ya lo entiendo.

A veces tenía que hacer esfuerzos sobre humanos para no reír con gusto ante la actitud de su compañero. Por suerte, estaba demasiado preocupado para reír.

***

El Maestro Fu tocó la cabeza de la joven, llegando hasta Tikki para conseguir que se recuperara y despertara. La fiebre que sufría la joven habría llegado hasta su kwami, y Marinette la estaba protegiendo para que no sufriera. Había sido Ladybug ella sola. Sin ayuda real de su kwami, y eso era algo que jamás había visto en los años que llevaba con vida.

La maniobra logró debilitarlo también, consiguiendo que un palpitante dolor de cabeza lo mareara. Tikki salió de sus miraculous entonces, devolviendo a Ladybug a la normalidad.

Marinette abrió ligeramente los ojos, viendo a su pequeña kwami en las manos del Maestro Fu. La pequeña se despertaba también poco a poco, aunque con un rostro mejor que el suyo.

― ¿Marinette...? ―la voz de la pequeña la hizo sonreír.

― Tikki. ¿Estás bien? ―ella la miró, observando su estado, luego al maestro Fu y comprendiendo lo que había pasado al instante.

― Serás boba... ―murmuró con una sonrisa y conteniendo las lágrimas. Voló hacia ella y se posó sobre su mejilla ardiente―. No vuelvas a hacer eso. No lo hagas más.

― Tikki... ¿Qué no tengo que hacer? ―preguntó con cierta confusión.

― Has intentado protegerla. Y te has quedado atrapada. Si no fuera por Chat Noir...

Marinette se incorporó al escuchar las palabras del Maestro Fu. Mirando de un lado a otro.

― Está en la habitación contigua. No lleva el traje tampoco ―aseguró. Marinette se tensó―. Está esperando a escucharte. No pensaba irse hasta saber con certeza que estabas bien.

Marinette contuvo el aire un instante. Chat Noir la había llevado allí. Sin importar nada más. Estaba respetando su deseo de mantener su secreto. Pero seguía preocupado. No se había ido. Estaba allí. A su lado. Como siempre.

Se acercó poco a poco, sintiendo sus piernas pesadas. Apoyó una mano en la puerta.

― ¿Chat? ―murmuró. Adrien se volvió entonces con una sonrisa.

― ¿My lady? ¿Estás bien? ―dijo de forma atropellada. Ella sonrió.

― Sí. Mejor. Gracias a ti, según he oído.

Adrien sonrió a la puerta.

― No iba a abandonarte.

― Lo sé. Somos un equipo.

― Somos más que un equipo. O eso espero.

Marinette sintió que se le escapaba el aire. Estaba sonrojada. No podía evitarlo. Chat Noir estaba sobrepasando todas sus expectativas. Estaba superándola. Ya no sabía qué sentir.

― Lo somos ―aseguró―. Aunque... no sé exactamente qué somos.

― Eso... ―murmuró con apenas voz―. Ya es algo...

― ¿Sabes? A pesar de la puerta, esta es la primera vez que hablamos... siendo nosotros mismos.

Adrien sonrió.

― Es cierto.

Marinette dejó escapar una risa.

― Pero sigues siendo un gato tonto, seas quien seas ―Adrien sonrió, y puedo escuchar con apenas voz como añadía―. Mi gato tonto...

Y cerró los ojos mientras escuchaba cómo se alejaba dejándolo de nuevo solo.

― Y tú mi bichito.

***

Minutos más tarde, fue el Maestro Fu quien abrió la puerta donde seguía apoyado Adrien. Lo miró sentado en el suelo, y esbozó una sonrisa cuando él alzó la cabeza.

― Tendrás muchas preguntas, Chat Noir.

Adrien abrió ligeramente los ojos a pesar de que sabía que ese hombre conocía quién era. Lo siguió a la sala principal, no pudiendo evitar mirar a todas partes buscando a Ladybug, o una chica normal que podría ser la portadora de la máscara.

― Se ha ido ―aseguró. Él, sonrojado al verse descubierto, se sentó nervioso.

― Ya... eh... claro.

― Gran Guardian, yo... No quería... pero...

― No te preocupes, Plagg. Has hecho bien. Ya es hora de que nuestro héroe sepa a qué se enfrenta.

Adrien se removió en el asiento.

― ¿Está bien del todo ella? ―se atrevió a decir, antes de que el anciano dijera nada más.

― Estará bien. Es una chica admirable. Ha protegido a su kwami de sí misma.

Adrien frunció el ceño.

― ¿De sí misma?

― La fiebre. Los miraculous que ha purificado la cansan. Está agotada, y estoy seguro de que eso afecta a su otra identidad. Tikki, al estar dentro de ella, le afecta en la misma medida, o más todavía. Ladybug la ha encerrado, apartándola y tomando el control de sus poderes sin que Tikki participara. La ha dormido. A base de fuerza de voluntad y el deseo de protegerla, estoy seguro. Jamás había visto nada parecido.

― ¿Por eso no podía volver a ser... ella? ―preguntó fascinado.

― Exacto. Tikki no podía salir porque ella la había dormido. Hoy la has salvado, lo sabes, ¿verdad?

― Está bien. Es lo que cuenta.

― Y seguramente te marcharías sin preguntar nada más si te dijera que solo puedo asegurarte que ella está bien. Porque solo has venido por ella.

Adrien apretó los puños.

― No puedo fingir que no siento curiosidad. Pero no he venido para preguntar nada. Solo...

― Querías salvarla ―Adrien asintió.

― Chico... ―comenzó el Maestro Fu con una sonrisa savia―. ¿Estás enamorado de Ladybug?

Adrien se sonrojó.

― ¿Sabes que es una chica normal, que no es una heroína detrás de la máscara?

― Lo sé.

― ¿Y que quizás ya la conoces? ¿Sabes que podrías decepcionarte?

Adrien alzó los ojos.

― Jamás ―aseguró―. No importa quién sea detrás de la máscara. La conozco. Sé quién es. No importa que lleve el rostro cubierto o no, sigue siendo ella. La máscara no puede ocultar quien es. Y la amo por cómo es, no por lo que es.

El Maestro Fu sonrió.

― Eso, chico, es exactamente lo que necesitaba escuchar. Ahora siéntate. Tengo algo que contarte.

***

―Marinette, tranquila, ya estoy bien. Lo prometo.

Marinette volvió a taparla con un pequeño pañuelo florado de tela, colocado sobre el cojín de su cama. Había puesto un trocito pequeño de paño sobre la frente de la pequeña, húmedo y fresquito para bajarle la fiebre. Y al lado tenía preparado un arsenal de galletas con pepitas de chocolate. Le había dicho a su madre que tenía hambre, y eso había logrado que se preocupara menos. Un alivio, porque le permitía estar por su kwami sin tener que esconderla cada vez que Sabine o Tom subían para ver cómo se encontraba.

En el fondo, Marinette sabía que su madre conocía su secreto. Al menos en la medida de lo posible. Pues no había dicho ni una palabra durante el tiempo que estuvo ausente, comentando solo que Ladybug y Chat Noir tenían compañía y habían salvado nuevamente Paris de un villano terrible.

― Tienes que recuperarte. Esto ha sido culpa mía.

― Has hecho demasiado por mí. Nadie nunca se había preocupado tanto... Pero tú también tienes que descansar ―aseguró la pequeña. Un golpe ligero en la casa altero a Tikki, que se escondió debajo de las sabanas deprisa y sin hacer apenas ruido. Marinette se tumbó, fingiendo estar dormida. Seguramente sería su madre, comprobando que estuviera bien. Si la veía dormida, no se acercaría a mirar.

Pero se equivocó. Sí se acercó. Abrió la ventana y llegó hasta donde ella estaba. Sintió cómo se asomaba, y entonces escuchó su voz en susurro.

― Lo había prometido... Parece... que estás bien.

Apenas percibió el tono de su voz, pero sí sintió su presencia. Pasos suaves, sigilosos como los de un gato. Chat Noir. ¿Por qué había ido a su habitación? Decidió permanecer con los ojos cerrados, fingiendo estar dormida. Sintió su mano posarse un instante en su cabello, rozando su cabeza. Parecía comprobar que no tuviera fiebre. ¿Cómo sabía que estaba enferma?

― Descansa...

Tal y como había llegado, se marchó. Saliendo por la ventana del mismo modo sigiloso como había entrado. Se levantó en cuanto supo que ya no estaba cerca. Se acercó a la ventana y lo vio alejarse, dirigiéndose a la Torre Eiffel. No sabía por qué iba hacia allí, pero tampoco le importó. Lo que sí se preguntaba era la razón por la que había ido a su casa. ¿Sabría quién era? ¿Lo habría descubierto? Al estar inconsciente no podía asegurarlo.

"Lo había prometido..." había dicho. ¿Había prometido el qué? ¿A quién?

― Tikki... ―murmuró sabiendo que la pequeña se había levantado para observar qué hacía―. ¿Crees... que Chat Noir le prometió a Adrien que comprobaría si estaba bien? ―Luego se rio de su propia ocurrencia―. No, es imposible. ¿Por qué le pediría algo así? Lo que pasa es que no termino de entenderlo... ¿A quién se lo ha prometido?

― Quizás... tengas razón ―Tikki la observó con curiosidad. Quería ver su expresión, comprobar cómo reaccionaba. Qué pensaba realmente―. Si fuera cierto, si Adrien le hubiera pedido a Chat Noir que fuera a ver cómo estas...

Marinette sonrió.

― Quizás sea casualidad, pero hoy ya se ha preocupado demasiado por mí.

― Cierto ―apuntó Tikki recordando cómo la había llevado al baño. Si supiera que era el mismo que también la había rescatado y acababa de marcharse de su cuarto...

― Es un gato tonto...

Tikki abrió los ojos de par en par, intentando a duras penas esconder la sonrisa.

― Pensaba que te referías a Adrien... ―apuntó. Marinette abrió los ojos sorprendida de sí misma.

Era cierto. ¿Por qué no había pensado en Adrien? Era él quien la había salvado en su casa, encubriéndola y llevándola al baño para que nadie descubriera su identidad. En cambio, en lo primero que había pensado era en Chat Noir y su modo de sacarla del peligro, llevarla ante el Maestro Fu y con ello salvarle la vida, no solo a ella, sino también a Tikki. Y después de todo eso, aparecía para comprobar que estuviera bien. Aunque no supiera que se trataba de la misma persona. Quizás solo porque se lo había prometido a Adrien...

― Sí... Claro. Eh... Adrien. También me refería a él, por supuesto. Me ha salvado... ―Tikki entornó los ojos.

― Te referías a Chat Noir. No mientas, Marinette, sé cuándo lo haces.

Ella se sonrojó, mirando hacia fuera.

― Es que... me ha sorprendido. No sé qué me pasa... ―apuntó preocupada tocándose la frente. Estaba ardiendo otra vez.

― ¿Crees... que empieza a gustarte? Gustarte de verdad, quiero decir.

Abrió los ojos de golpe.

― ¿Qué? No. Imposible ―aseguró riendo―. ¿Cómo se te ocurre?

― Porque Adrien también te ha salvado hoy, y en otra ocasión habrías saltado de alegría solo por eso. En cambio, has dicho "Es un gato tonto". Solo pensabas en Chat Noir ahora mismo. ¿No?

Marinette renunció. Tikki tenía razón. Era cierto.

― Sí. Solo he pensado en él. ¿Qué quieres que diga más?

La pequeña se posó sobre su hombro, mirando al infinito.

― No tienes que decir nada más. Solo quería que fueras sincera contigo misma. Adrien te gusta, está claro. Pero... tienes que admitir que Chat Noir no te es indiferente. ¿Te has preguntado nunca por qué?

Marinette suspiró.

― Sí, y aunque admitiera que me gusta. Que no es así. No pueden gustarme dos personas al mismo tiempo. Es raro. Confuso. Y yo no soy así. No puedo enamorarme de Chat Noir si me sigue gustando Adrien. ¿No?

Tikki abrió los ojos de par en par.

― ¿Enamorando? ―Marinette se sonrojó.

― Lo que quiero decir es que no pueden gustarte dos personas al mismo tiempo. No me puede gustar Chat Noir porque me gusta Adrien. No me gustan dos personas al mismo tiempo, Tikki.

La pequeña sonrió.

― No. Tienes razón.

― No te burles ―Tikki dejó escapar una risita.

― Es que tiene gracia. Algún día te reirás conmigo.

― Ni hablar.

― Por supuesto que sí. Solo que todavía no le encuentras la gracia. Aun así, no me has contestado a la pregunta con sinceridad todavía.

Marinette se volvió hacia su Kwami.

― ¿Qué pregunta?

― Si crees que te gusta. Si sientes algo más por él de lo que sentías al principio. Tus sentimientos... ¿han cambiado?

Marinette permaneció quieta un instante, evaluando la pregunta. En otra ocasión habría contestado de nuevo por impulso, acallando cualquier otra opción. Pero no hoy. No cuando había cargado con ella, la había protegido de ese modo. Había soportado la mano de Tiny mientras estaban en el bolsillo, aguantando para que ella pudiera hacer su Lucky Charm. La había sujetado para que no cayera de las antenas de Queenbee, y la había sacado de la plaza llevándola con el Maestro Fu únicamente para salvarla, para que mejorara. No había esperado para ver quién era. Solo quería que estuviera bien. Por primera vez no se sentía segura de lo que sentía. Y eso es lo que contestó.

Con sinceridad.

― No lo sé, Tikki. Sinceramente, no lo sé. 

*********

¡Hola de nuevo! He estado ausente unos días porque he ido de viaje a Roma. Sí, un merecido viaje, que nunca he ido a ninguna parte jajajaaj Así que he tardado un poco más por eso. Eso y trabajo. Pero en fin, a lo que iba. Espero que os guste la continuación. Un poco de revuelto de sentimientos y confusión, más una pizca de novedades y humor (poco en esta ocasión, pero algo jajaja). Gracias a todos los que siguen mi historia y comentan. Es un fanfic, como otros que he escrito, y me lo paso genial escribiéndolo y comentándolo con vosotros ^^ ¡Gracias por estar ahí! 

¡Oh! Comunicar que en breve subiré otro minicomic, como el que subí en el capítulo extra y algunos lo han visto en Youtube en un fandub. A ver qué os parece ^^

¡¡Besitos!!

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