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Capítulo 13: ¡Twister! Ladybug atrapa a Chat Noir







Todo París había entrado en pánico. La multitud había obligado a Adrien y a Marinette alejarse de la trayectoria hacia la casa de esta última. Por lo que ahora corrían por las calles de Paris, escapando como podían del enorme ser que hacía que la gente le obedeciera como autómatas.

                  

            ― ¡El túnel! ―sugirió Adrien girándose un instante para ver que ella lo siguiera bien. Marinette, aferrada a su mano, asintió al ver a lo que se refería.

            Corrieron hacia allí, junto a un grupo de gente que intentaba salvarse también. Estaba un poco oscuro, algo que Marinette agradeció ante lo que tenía pensado hacer. Por primera vez, su torpeza iba a servir para algo.

            Fingió caerse, soltándose de la mano de Adrien. Le hubiera gustado poder permanecer así un poco más, pero la seguridad de Paris era mucho más importante. Y necesitaban a Ladybug. Seguramente Chat Noir habría llegado ya, y también la necesitaría.

            ― ¡Marinette! ―escuchó que gritaba Adrien cuando soltó su mano. Ella se puso de cuclillas, alejándose de la multitud que había ocultado su escapada.

            Pero entonces cayó en la cuenta de algo.

            Tikki.

            Le había dicho que se quedara en su habitación.

            Porque era tarde.

            Porque no pensaba que fuera a suceder nada.

            Porque, para empezar, no pensaba que fuera a salir.

            ― Oh, no... Tikki...

            ― ¿A qué esperas?

            La voz de su pequeña compañera, saliendo del bolsillo de la chaqueta que se había puesto para no pasar frío, la sorprendió.

            ― ¡Tikki! ¡Pensé que estarías en casa! ―la pequeña sonrió.

            ― Mi deber es siempre acompañarte. Además... ―murmuró―. No pensabas que iba a perderme tu primera cita con Adrien, ¿verdad?

            Marinette se sonrojó.

            ― No era una cita.

            ― Bueno, creo que eso podemos discutirlo más tarde.

            Marinette frunció el ceño con decisión.

            ― Tienes razón. ¡Tikki, transfórmame!

***

            ― ¡Marinette! ―siguió gritando.

            No conseguía encontrarla. En cuanto su mano se había desprendido de la de ella, entró en pánico. Si se había caído, la gente podía aplastarla. Pero no la había escuchado gritar. ¿Y si se había golpeado y perdido el conocimiento? ¿Y si la multitud se la había llevado? ¿Y si...?

            ― ¡Marinette! ―gritó de nuevo desesperado.

            ― Deberías transformarte en Chat Noir, ¿no te parece? ―sugirió Plagg desde su camisa. Adrien frunció el ceño.

            ― No. Tengo que encontrarla. Está aquí por mi culpa. Si no la hubiese sacado de casa... Si le pasa algo...

            ― Vaya, sí que te preocupa. Ladybug también te necesita...

            ― Ella puede apañárselas sin mí un rato. Marinette no.

            ― Bueno, yo solo digo que igual como Chat Noir...

            Su pequeño kwami se calló en seco, seguido de una voz muy distinta. Una voz que por un instante pensó que era Marinette, por lo que su preocupación por la chica regresó cuando se dio la vuelta y descubrió que no era ella.

            ― Este sitio no es seguro para quedarse parado. Será mejor que salgas del túnel cuanto antes.

            ― Ladybug... ―murmuró. La joven sonrió.

            ― Todos están saliendo por allí. Ponte a salvo, será mejor si...

            ― No puedo ―comentó, negando con la cabeza para intentar centrarse en lo que realmente importaba―. He perdido a una amiga. Puede que esté herida y... No puedo abandonarla, es culpa mía, no debí...

            La Marinette que se ocultaba detrás de la máscara abrió los ojos asombrada. Adrien seguía allí por ella. No pudo evitar sonrojarse ante esa idea. ¡Estaba preocupado por ella!

            ― Aquí no queda nadie, todos han salido ya. Tu amiga debe haber ido hacia allí ―aseguró con una sonrisa. Adrien se volvió un instante―. He estado vigilando que nadie resultara herido. Créeme, si se ha caído, no se ha hecho nada grave. Es posible que piense que estas también fuera.

            Adrien se volvió entonces, frunciendo ligeramente el ceño.

            ― No he dicho que se haya caído... ―murmuró. Ladybug abrió los ojos, incómoda y por un instante perdiendo los nervios.

            ― Oh, pues, lo que le haya sucedido. Como has dicho que podía estar herida...

            Adrien asintió.

            ― Pensé que igual la habrías visto...

            ― Pareces... muy preocupado... ―se atrevió a decir. Adrien alzó el rostro al mismo tiempo que un temblor sacudía el túnel entero.

Ladybug miró hacia arriba.

            ― Será mejor que salgamos de aquí. Ese gigante de colores anda cerca.

            El techo del túnel se resquebrajó, cayendo algunos trozos del techo. Ladybug empujó a Adiren, cayendo ambos al suelo y dando un par de vueltas. Detuvo con una mano la caída, y se incorporó, viéndole demasiado cerca. Si no fuera por la máscara, era muy probable que hubiera visto su excesivo sonrojo pese a la falta de luz. Por el contrario, ella sí pudo apreciar el suyo. Se incorporó rápidamente, ayudándole a levantarse.

             ― Deprisa, tenemos que salir de aquí ―aseguró instándolo a correr hacia la salida. En el último instante, tiró su yo-yo, y todavía aferrada al brazo del muchacho, hizo que volara hacia la calle junto a ella.

            Se detuvo para observar lo que quedaba del túnel. Por suerte, había conseguido sacarlos a tiempo.

            ― Corre a encontrar un sitio seguro, cuando todo esto termine, estoy segura de que encontrarás a tu amiga. Pero ahora es mejor que te pongas a salvo ―lo aconsejó mirándolo directamente.

            Adrien no contestó, su rostro seguía preocupado, pero por otra parte tenía razón. Además, Ladybug lo necesitaba para terminar con el akuma. Preocuparse ahora por Marinette no iba a ayudar. Quizás cuando el caos se desvaneciera encontraría el modo.

            ― Lo haré ―aseguró. Ella esbozó una sonrisa sincera, aliviada. ¿Había estado preocupada por él? ¿Recordaría siquiera su último encuentro? Como Adrien, quería decir, no como Chat Noir, claro.

            ― ¡Hasta pronto, Adrien! ―se despidió, tirando su yo-yo y alejándose por las calles de París.

            Adrien parpadeó. Lo había llamado por el nombre. Se acordaba de él.

            ― ¿Vas a decir lo de; Plagg, transfórmame, o seguirás contemplando por donde se ha ido Ladybug con esa cara? ―la voz de Plagg lo despertó.

            Miró a su compañero, sonrojándose y dejando escapar una pequeña risita.

            ― Es que se acuerda de mí.

            Plagg rodó los ojos con cansancio. Al instante, Adrien se recompuso.

            ― Vamos allá pues, ¡Plagg, transfórmame!

***

            Ladybug se detuvo en lo alto de un edificio, observando cómo el gigante hacía girar una aguja que tenía en el pecho, luego gritaba "Twister;" y la aguja se detenía en un color. Había podido ver cómo llamaba a alguien por el nombre, luego le daba una orden y este obedecía al instante. Por el momento había un grupo verde que estaban podando los arbustos del parque, otro azul que pintaba las vallas de madera y uno más alejado amarillo que se dedicaba a barrer las calles con las manos.

            ― Igual es mejor dejar que siga, parece que está limpiando París.

            La voz de su compañero consiguió que esbozara una sonrisa calculada.

            ― Sin contar el túnel que acaba de derruir hace poco... ―comentó―. Por cierto, ¿Dónde estabas? Pensé que te encontraría ya aquí.

            ― ¿Me echabas de menos, My Lady? ―preguntó esbozando una sonrisa torcida. Ladybug entornó los ojos con cierto cansancio.

            El gigante avanzó con sus enormes pies de nuevo por las calles de Paris, haciendo temblar el edificio en el que se encontraban. Ladybug se sujetó al pequeño muro del terrado donde estaban, y Chat Noir se agachó, aferrándose al suelo con las garras.

            ― ¿Qué se supone que es? ―preguntó Chat Noir observando el abanico de colores que estaba inundando la ciudad.

            ― Parece el juego de Twister.

            ― ¿Twister?

            ― Se suele jugar por equipos. Tienes que poner la mano o el pie en el color que te indica la flecha, y acabas haciéndote un lio con todo el mundo. Es un juego divertido... ―Luego observó al gigante y a sus actuales títeres―. Si no lo llevas al extremo, claro.

            ― Interesante juego, luego me lo muestras ―apuntó guiñándole un ojo.

            Ladybug suspiró.

            ― Tenemos que encontrar el akuma ―le recordó centrándose en lo que importaba. Chat Noir volvió la atención al gigante.

            ― Por ahora no nos ha visto. ¿Crees que consigue que la gente lo obedezca solo diciendo el nombre? ―Ladybug pareció pensarlo.

            ― Si es así, tenemos un problema gordo. Si escuchamos la orden...

            ― Ya... eh... pues mejor hacerlo sin que nos vea ―apuntó Chat Noir―. ¿Alguna idea, bichito?

            Ladybug observó la gente que podaba los arboles cerca del parque vestidos de verde. Sonrió.

            ***

            ―Esto no se lo cree nadie ―aseguró Chat Noir mirando las ramas verdes que cubrían su cuerpo y las tijeras de podar que tenía en las manos.

            ― Por ahora no nos ha visto. Solo tengo que acercarme lo suficiente como para descubrir qué es su Akuma, con tanto color no consigo ver nada inusual.

            ― ¿Y lo vas a ver mejor desde aquí? ―apuntó.

            ― ¿Alguna otra sugerencia, gatito? ―Él se encogió de hombros, luego señaló al gigante, indicando que se alejaba.

            Ladybug se asomó un poco más, intentando ver más allá de las ramas, pero los demás que realmente sí podaban, cortaron la rama más cercana, haciendo que cayera al suelo. Chat Noir se quedó a medio camino de evitar su caída, alzando el rostro entre asustado y asombrado hacia el gigante de colores. Este se había vuelto al escuchar el sonido inusual en uno de sus siervos. Entornó los enormes ojos.

            ― ¡Ladybug y Chat Noir! Al fin os dignáis a aparecer.

            Ladybug se levantó deprisa.

            ― Ya casi ni estamos ―apuntó.

            ― Haz como si no nos hubieras visto.

            El gigante esbozó una sonrisa grotesca.

            ― Twister necesita los miraculous de Ladybug y Chat Noir para poder seguir siendo Twister. ¡Dádmelos! ―exigió.

            ― Como siempre, tan originales con el nombre ―murmuró Chat Noir ayudando a Ladybug para alejarse del gigante tan deprisa como fueran capaces. Por desgracia, la voz llegó antes.

―¡Twister! ―se escuchó por todo París, el gigante hizo girar la aguja que se detuvo en el color verde―. ¡Ladybug, arrebátale el miraculous a Chat Noir, y luego dame los tuyos!

            Al parecer, pensó Chat Noir por un instante, Twister por alguna razón no podía ordenarles a ambos al mismo tiempo que le dieran el miraculous. O tal vez quería divertirse viendo a la heroína de Paris intentando atraparle.

            Ella se detuvo en seco y su traje pasó del rojo al verde. Su rostro no cambio, más bien parecía confusa, como si lo que estaba haciendo no fuera lo que quisiera hacer. Se acercó a Chat Noir poco a poco, haciendo girar su yo-yo.

            ― Te veo un poco verde, bichito...

            ― Chat Noir, márchate ―apuntó ella―. No puedo controlarlo. ―Y a continuación lanzó el yo-yo para atraparlo. Chat Noir saltó, evitando el ataque, pero Ladybug ya había saltado hacia él.

            ― Esto parece divertido, My Lady, pero no creo que este sea el mejor sitio para jugar al twister, ¿no te parece?

            ― ¡Serás idiota! Te he dicho que te largases. ¡No puedo evitarlo, el cuerpo se me mueve solo! ―aseguró consiguiendo sujetarlo. Chat Noir la sujetó a su vez, y la tiró al suelo. Intentando inmovilizarla.

            ― Suele sucederme lo mismo ―Ladybug alargó el brazo, intentando coger la mano donde tenía el anillo. Al hacerlo, consiguió que él se acercara más. Si controlara su cuerpo, lo habría apartado al instante, pero su mano seguía empeñada en coger el Miraculous de su compañero―. Tu empeño en coger mi mano consigue confundirme. No sé si este akuma es un problema o una agradable sorpresa.

            ― Será un problema como no me empujes y te alejes de mí, gatito ―gruñó ella, sonrojándose sin querer.

            El sonido de un vibrar lejano, suave pero penetrante, consiguió dejarlos congelados en el sitio. Chat Noir parpadeó, observando a su compañera debajo de él y esbozando una sonrisa forzada. En cuestión de segundos, Ladybug perdió el color verde y lo empujó hacia atrás con fuerza, deshaciéndose de él tan deprisa que lo dejó aturdido en el suelo.

            Ella se levantó, articulando sus extremidades como si hubiera estado aguantando quieta mucho rato.

            ― Vaya, parece que te has puesto roja―comentó Chat Noir boca abajo.

            ― Calla ―protestó mirándose todavía las manos―. ¿Cómo es posible que...?

            ― Pensé que necesitarías un poco de ayuda.

            La voz de una joven voladora, a pocos metros de ellos, llamó la atención tanto de ambos superhéroes como de Twister.

            "¿Cómo? ¿Otra heroína? ―gritó enfurecido Papillon en la cabeza de Twister―. ¡No importa, coge sus miraculous, Twister!

            ― ¡Twister!

            El sonido de la voz de Twister quedó neutralizado por el sonido de las antenas de la joven que acababa de aparecer. Ladybug la reconoció al instante igual que Chat Noir.

            ― ¿Vivian? ―dijeron ambos al mismo tiempo.

La joven aterrizó a su lado. Su traje a rallas negras y amarillas, con las extremidades en negro estaba complementado por unas alas transparentes que la ayudaban a volar. Su cabello estaba recogido en una coleta alta, adornado por una peineta de abeja; su Miraculous. Unas antenas doradas sobresalían de la coronilla. Su rostro estaba cubierto por una máscara amarilla con una linera negra en medio que descendía en dos aspírales a cada pómulo.

― En realidad, soy QueenBee. ¡Los refuerzos han llegado, chicos!

Con una sonrisa complacida, Ladybug se incorporó y lanzó su yo-yo, gritando su Lucky Charm. Del cielo cayeron una grabadora y un par de tapones.

― Por fin algo con sentido ―aseguró Chat Noir acercándose a Ladybug.

―Sí, pero seguimos sin saber quién es y qué es su akuma... ―murmuró. QueenBee observó bien al gigante. Su traje, además de llevar el círculo de colores, mantenía un corte clásico, el de alguien que suele llevar traje y corbata. Una corbata con los colores de la bandera de parís.

― ¿No os recuerda a algo esa corbata? ―cuestionó. Ladybug la miró atenta. Abrió los ojos al reconocerla, y al saber por qué razón había sido akumizado.

― ¡Es el Sr. Bourgeois! La corbata tiene los colores de Paris, como alcalde... Tiene que ser la corbata.

QueenBee suspiró. Al parecer, desde que había llegado solo había dado problemas.

― Lo siento chicos, esto es culpa mía, otra vez... ―murmuró. Ladybug le dedicó una sonrisa comprensiva.

― No serías una verdadera heroína si no hubieras contribuido a akumizar a alguien ―aseguró. Chat Noir, que lo había estado observando, asintió.

― En eso tiene razón, nosotros también hemos ayudado. Antibug, Volpina... ―comentó mirándola de reojo con una sonrisa ladeada. Ladybug entornó los ojos, aunque sin perder la sonrisa.

― A Volpina también contribuiste tú.

― Y a CopyCat... ―Ladybug abrió los ojos de par en par, pero no tuvo tiempo de preguntar nada, el ahora reconocido Sr. Bourgeois, percatándose del inútil intento por someter a sus enemigos, se acercó a grandes pasos.

QueenBee había seguido emitiendo el sonido, alejando la voz del gigante, pero al parecer este no iba a dejarse vencer por unas simples ondas distorsionantes. Avanzó hacia ellos, dispuesto a pisotear a los superhéroes.

Los tres saltaron uno a cada lado, evitando los enormes pies.

― ¡Eh, gigante de pacotilla! ―llamó su atención Chat Noir―. ¡No te atrevas a pisar a mi bichito! ―gritó saltando hacia un panel de anuncios grande y alto―. ¡Cataclysm! ―y con su mano tocó el panel, que se deterioró deprisa cayendo sobre el gigante.

― ¿Su bichito? No sabía que tuvierais esa relación ―comentó QueenBee con una sonrisa traviesa, mirando a Ladybug, que se había quedado a medio camino entre estar aturdida y enfadada.

― ¡No la tenemos! ¡Es este gato tonto que siempre dice cosas que no debería! ―Al final, se declinó por enfadarse.

QueenBee no dijo nada, alzó el vuelo, situándose a un lado de Ladybug.

― ¡Te cubro! ¡Adelante Ladybug!

Ella asintió decidida, se puso los tapones, y con la grabadora en una mano, saltó tirando su yo-yo hasta situarse encima del gigante.

"¡Los miraculous Twister, los miraculous!"

Este intentó atrapar a Ladybug, pero esta fue más deprisa. El bastón de Chat Noir lo despistó un instante, el que ella aprovechó para saltar a un lado y encender la grabadora.

― ¡Twister! ―gritó haciendo girar la aguja.

― ¡Sr. Bourgeois entrégueme su akuma! ―gritó Ladybug con el aparato en alto.

La aguja de Twister se detuvo en el color rojo al mismo tiempo que se quedaba congelado al escuchar la voz de la heroína. Ella dio al botón de retroceso, y volvió a poner la grabación.

"¡Twister!  Sr.Bourgois, entrégueme su akuma".

El cuerpo del gigante se volvió completamente rojo, luego empezó a moverse involuntariamente, extrajo la corbata, que parecía más del tamaño de una bandera, y la tiró hacia Ladybug. Esta lo sujetó de una punta, lanzándose al vacío hasta que la tela se trabó con una parte del cartel roto que había caído antes. La tela se rasgó, y de ella salió una mariposa negra.

"¡No! ¡Maldita seas, Ladybug! ―gruñó Papillon aplastando una mariposa negra entre sus manos―. Te resulta tan sencillo purificar mis akumas... Tal vez, cuando debas hacerlo de verdad, no seas capaz. Veremos si eres mejor de lo que fuiste..."

― No harás más daño, pequeño akuma...

Atrapando la mariposa, esta sobrevoló de nuevo, blanca y pura. La grabadora y los tapones volaron también hacia el cielo, regresándolo todo a la normalidad. Como era costumbre ya, Chat Noir se acercó a ella y chocó su puño.

― Buen trabajo, chicos ―aseguró QueenBee aterrizando a su lado.

Ladybug observó un instante a su compañero, él sonrió, asintiendo.

― Ha sido trabajo en equipo, QueenBee. ¡Bienvenida! ―El puño rojo, seguido de uno negro, dejando un espacio para que la nueva integrante chocara con ellos, consiguió emocionar a la pequeña abeja.

― ¿Estáis seguros?

― De no ser por ti, Ladybug habría terminado por quitarme el miraculous ―apuntó Chat Noir.

― No parecías estar muy incómodo tampoco... ―comentó QueenBee con una pequeña sonrisa, consiguiendo que ambos superhéroes se sonrojaran. Luego dejó escapar una risa y chocó el puño con ellos―. ¡Buen trabajo!

El Sr.Bourgeois había regresado a la normalidad, y no fue Ladybug o Chat Noir quien se acercó a él esta vez, sino QueenBee. Este le pertenecía por derecho.

― Están apareciendo más superhéroes. Esta vez de verdad ―apuntó Chat Noir mirando a Ladybug cómo observaba la escena que tenía delante―. ¿Quién será la nueva Volpina?

Ladybug sonrió.

― Tengo la candidata perfecta. No tardará en aparecer, te lo aseguro.

El sonido de sus miraculous pitando los advirtió que debían irse, y a Chat Noir le recordó otra cosa, igual que a Ladybug. Ambos habían dejado algo pendiente.

― ¡Tengo que irme!

― ¡Y yo! ―ambos miraron una vez más a QueenBee, que también se alejaba alarmada por su propio pitido. Y en cuestión de segundos, desaparecieron también del centro.

***

El túnel había vuelto a ser el que era, por suerte, no había ya mucha gente por allí. Ladybug aterrizó cerca, oculta detrás de un edificio. El último bep dio paso a Marinette, y a una cansada Tikki.

― ¿Estás bien? ―preguntó sujetando a la pequeña entre sus manos. Esta asintió con los ojos entrecerrados.

Marinette, esbozando una sonrisa, guardó a su kwami en el bolsillo de la chaqueta que llevaba puesta, y sin pensarlo mucho más, salió de su escondite, chocando solo salir con alguien a quien buscaba, quien la buscaba a su vez.

― ¡Adrien!

― ¡Marinette! ―gritaron al mismo tiempo.

El muchacho dejó escapar el aire, en parte aliviado por haberla encontrado, en parte por no haberla encontrado dos segundos antes, cuando todavía era Chat Noir.

― ¿Estás bien? ―preguntó al instante. Ella asintió, sonriendo nerviosa.

― Sí, me empujaron, y salí por otro sito siguiendo a un montón de gente. Siento haberme separado...

Adrien negó con la cabeza.

― No, no fue culpa tuya. Pensé que te habrías caído y te habría pasado algo... Estuve buscándote ―aseguró. Marinette lo sabía, él no tenía ni idea de hasta qué punto. Y se sentía eufórica por ello.

― Gracias... por preocuparte.

― Es lo que hacen lo amigos, ¿no? ―apuntó. Ella sonrió.

― Sí.

Aunque ella no quería ser solo su amiga, pensó que eso era mucho más de lo que era antes. Si eran amigos, podía hablarle sin excusas, sin razones. Ser su amiga le daba muchas ventajas, y le ofrecía una vía directa hacia su corazón. Estaba decidida, era mucho más fácil llegar hasta Adrien si antes era su amiga, que no la chica tímida que apenas puede hablar.

― Te acompaño a casa ―apuntó. Marinette sonrió.

― Gracias, Adrien. Por todo ―él asintió.

― De nada, Marinette...

***

Esa misma noche, Marinette volvió a requerir a Tikki para ser, una vez más, Ladybug. En su mano llevaba el medallón del zorro, y tenía un destino concreto.

Brincó por Paris, pasando por la mansión Agreste y deteniéndose unos segundos. Vio por casualidad a Adrien entrando en la habitación, seguramente dirigiéndose a la cama para dormir. Pero antes de que ella siguiera su camino, o él se fuera a la cama, la vio por la ventana. Se quedó quieto, observándola. Ella lo saludó, apenas unos segundos, y se dirigió hacia el lugar indicado.

La casa de Alya estaba desierta. Su familia o estaba durmiendo o no se encontraba en casa. Por el contrario, ella estaba en su habitación, leyendo tranquilamente un libro. Se dirigió a la ventana, y dio un par de golpes para que ella se percatara de su presencia.

Alya abrió los ojos de par en par cuando la vio. Seguramente no podía creerse que estuviera allí. Abrió la ventana.

― ¡Ladybug en mi habitación! ―atinó a decir. Ella sonrió.

― No me entretendré mucho. He venido para ofrecerte algo.

― ¿A mí? ―Ladybug asintió.

― Creo que eres la indicada para llevar esto ―Ladybug sacó el medallón, entregándoselo. Alya lo sujetó, no entendiendo por qué la heroína de Paris había ido a su casa para darle un collar―. Lo entenderás. No te preocupes. Te preguntaría si eres leal y sincera. Si eres digna de confianza. Pero todo eso ya lo sé. No vengo a hacerte ninguna prueba, no la necesitas. Nos volveremos a ver. Muy pronto, Alya.

Dejándola estupefacta, Ladybug se dio la vuelta y se alejó, perdiéndose en la noche. Alya observó el exterior, pudiendo percibir una figura oscura, observándola a ella, y anteriormente a Ladybug desde la oscuridad. La figura se levantó, unas orejas de gato asomaban su cabeza, y brincando también, se alejó en la oscuridad.

Chat Noir había venido también, lejano, como queriendo pasar desapercibido. Todavía confusa y con el medallón en la mano, Alya cerró la ventana de una habitación fría, de una casa vacía, y por primera vez, cerró el libro y se puso a dormir sin pensar en nada más que no fuera lo que conservaba todavía entre sus cálidas manos.

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¡Hola! Aquí la segunda parte del capítulo 11 ^^ Espero que os guste el desenlace de este capítulo. ¡¡Pronto subiré el siguiente!!

¡¡¡Gracias por todo, besos!!

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