Capítulo 11: Un nuevo Miraculous y una nueva heroína
― Creo que es la primera vez que veo a Chloé poner esa cara de susto, debería haberla grabado.
Marinette le dedicó una sonrisa cómplice a Alya mientras ambas veían a Chloé salir de clase recta y tensa después de que el director entrara expresamente para anunciarle que su hermana la estaba esperando fuera.
― ¿Conoces a su hermana? ―preguntó Marinette con cierta curiosidad.
― Ni idea, pero si se parece en algo a Chloé, no quiero conocerla.
― No se parecen. Vivian no podría ser más diferente ―aseguró Adrien dándose la vuelta. Marinette se tensó al instante.
― ¿Cómo sabes eso? ―preguntó Nino con curiosidad. Adrien sonrió.
― Conozco a la familia Bourgeois desde que era niño. Vivian nos hacía de niñera a mí y a Chloé de vez en cuando.
Marinette se sorprendió un poco ante la noticia.
― ¿Entonces es mayor, no? ―No pudo evitar preguntar. Adrien sonrió de nuevo, esta vez solo a Marinette, la cual se sonrojó visiblemente.
― Sí, cinco años.
Cuando Adrien y Nino se giraron de nuevo, Alya se acercó a Marinette entornando ligeramente los ojos.
― ¿Te has quitado un peso de encima? Casi te da un ataque, controla tus celos... ―la risita apenas disimulada de su amiga consiguió perturbar todavía más a Marinette.
― No estaba celosa... ―murmuró. Alya alzó el rostro.
― Ya, ya...
***
Vivian Bourgeois, vestida con una camiseta básica negra y unos pantalones tejanos algo desgastados, recolocó su trenza prácticamente desecha mirándose en el reflejo de la puerta de cristal. Hacía años que no veía a Chloé, estaba nerviosa.
― Vivian.
El tono seco la puso todavía más tensa. Se volvió hacia su hermana.
― ¡Chloé! ―exclamó con una sonrisa―. Me dijeron que estabas estudiando aquí. ¿Cómo estás?
Chloé no pareció reaccionar ante sus preguntas. La miró con ojos fríos, inexpresivos. Conocía esa mirada.
― ¿Qué quieres? ―Vivian suspiró.
― Solo... He venido a verte ―apuntó. Apretó con fuerza algo que tenía entre las manos, luego se lo tendió―. Quería darte esto.
Chloé apenas lo miró.
― ¿Desde cuándo te importa lo que hago?
La fría pregunta fue suficiente para Vivian. Tembló un instante.
― Chloé, no me fui por ti. Esto, esta vida, no es lo que quiero. Si me hubiera quedado, me habría sentido encerrada. Lo único que ansiaba era escapar. El irme no tuvo nada que ver contigo. Solo quería aprender a vivir. A valerme por mí misma y...
― Pero me dejaste aquí. ¡Mientras estaba mamá todo iba bien, pero en cuanto murió, lo demás te importaba una mierda! ―exclamó realmente dolida.
― ¡Chloé!
― ¡No! Han pasado seis años, ¿y ahora te dignas a venir? ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿¡Por qué precisamente hoy!?
Vivian se acercó esta vez, sabiendo que Chloé la rechazaría, sin embargo, no le dio opción. Le puso el broche en la mano y sonrió con pesar.
― Mamá me dio esto para ti. Me dijo que cuando llegara el momento debías llevarlo. Nunca pensó en mí, solo en ti. Aguanté por ti todos esos años, porque eras pequeña y tenía que cuidar de ti mientras mamá estaba enferma. Pero cuando murió... Necesitaba escapar, Chloé. No me marché porque quisiera alejarme de ti, me quedé por ti, y me fui por mí ―apretó las manos alrededor del broche y las de Chloé―. Esta fue la última voluntad de mamá. Por favor...
Chloé apretó el broche con fuerza, frunciendo más el ceño.
― ¿Te quedaste por mí? ¿De verdad? ¡Por favor, Vivian! Te quedaste por mamá, y te fuiste porque se murió. Siempre me has odiado, y que quisiera que me quedara con esto hizo que me odiaras más. ¡No sé porque has venido, pero lárgate, no quiero verte nunca más!
Chloé no esperó a que su hermana contestara, salió del despacho abriendo la puerta de par en par. Fuera, sus compañeros la observaron asombrados. Las clases habían terminado, por lo que Marinette y Alya, bajando en ese momento por la escalera, se quedaron quietas ante la escena.
― ¡Chloé! ¡Espera! Es importante. ¡Este broche...!
― ¡Cállate! ―gritó―. ¿Por qué vienes ahora fingiendo que te importamos algo yo o papá? ¡Lo único que has querido desde que nací es que desapareciera! ¡Bien, pues ya me has dado lo que tenías que darme, puedo volver a desaparecer para siempre de tu vida! ¡No te necesito, nunca te he necesitado y nunca te necesitare!
Marinette observó a Chloé correr hacia fuera, llorando. Pensaba que no podía tener sentimientos, pero al parecer eso era porque no había dado nadie con su punto débil. Con cierta curiosidad, observó a la tal Vivian. Abrió los ojos de par en par al reconocerla.
― Pero si es la chica de los pasteles ―apuntó en voz alta. La joven se volvió al escuchar a Marinette. Pareció asombrarse un instante, para luego sonreírle.
― Siento esto, chicos. No pretendía molestar.
― ¿Vivian? ―La joven se giró al escuchar la voz familiar.
― Oh, Adrien. ¡Cómo has crecido! La última vez eras un mocoso que apenas me llegaba a la barbilla ―aseguró con una sonrisa tierna.
Adrien pareció avergonzarse ante ese comentario.
― No era tan pequeño.
Vivian volvió a apenarse.
― Lo lamento. No debería haber venido. Chloé todavía esta resentida conmigo.
― Es porque no sabe toda la verdad. Deberías decírselo.
― No puedo. Le prometí a papá que no se lo diría.
Marinette y Alya llegaron en ese momento, Vivian observó a Marinette un instante.
― Vaya coincidencia, estaban riquísimos los pasteles, por cierto. Felicita a tu padre de mi parte ―apuntó. Marinette sonrió.
― Me alegra saberlo. No sabía que eras la hermana de Chloé.
― Bueno... no soy su hermana favorita...
***
Chloé corrió con todas sus fuerzas, hacía tiempo que no se sentía así. Tenía ganas de gritar, de llorar. Pero sobre todo de escapar. Hacía mucho tiempo que había aprendido a olvidar lo que sucedió cuando murió su madre. ¿Por qué había regresado? ¿Por qué tenía que hacerla recordar?
<<Te abandonó cuando eras una niña triste por haber perdido a tu madre. Te dejó justo cuando más la necesitabas. Los mayores olvidan lo que es ser un niño indefenso. ¿Te gustaría que lo descubrieran? ¿Quieres que regresen a su infancia y sepan lo que se siente el ser abandonado? Yo puedo hacerlo realidad, Queen Bee. Solo tienes que darme los Miraculous de LAdybug y Chat Noir, y todo aquel que haya olvidado ser un niño, volverá a serlo>>.
Chloé sonrió, apretando el broche de la abeja cuando una mariposa entró en ella. Sin embargo, no tocó el broche, sino su mano.
― Los cogeré para ti.
***
Un grito en el exterior del Colegio Françoise Dupont llamó la atención de los que seguían en su interior. Un grupo de gente entró en tropel, asustados mirando hacia afuera como un haz de luz azul brillante cubría a un grupo en el exterior convirtiéndolos en niños al instante.
― ¿Pero qué pasa? ―exclamó Vivian al ver a toda la gente intentando ocultarse en el interior del colegio.
Alya sacó el móvil enseguida, gravando lo que estaba sucediendo. Marinette observó a una mujer detenerse un segundo donde ellos estaban.
― ¡Corred, escondeos! ¡Si os toca ese rayo estáis perdidos!
― ¿Qué está pasando? ―preguntó Adrien totalmente serio. La mujer temblaba ligeramente.
― Ha sido de repente, esa luz azul ha cubierto a mi amigo y se ha... se ha encogido y...
― ¡Todos se están convirtiendo en niños! ―se escuchó a alguien gritar.
El caos llenó el colegio, dando la oportunidad a Marinette de escapar para poder transformarse. Así, del mismo modo, Adrien corrió detrás de las escaleras, llamando a Plagg al instante.
Vivian cayó al suelo, empujada por la misma mujer que había advertido a los jóvenes que escaparan. Gateó hacia atrás, ocultándose de los pisotones de pies de la gente que corría. Entonces la vio. Una chica vestida con un traje ajustado a rayas negras y amarillas, cubierta por una máscara negra de terciopelo y unas antenas que salían de su cabello, atado en una coleta donde una peineta lo adornaba.
Abrió los ojos de par en par al reconocer la peineta, y al reconocer a la joven.
― Chloé...
***
Ladybug tiró el yo-yo hacia un grupo de gente, apartándolos del haz de luz azul que las antenas de la chica abeja expulsaban.
― ¡Poneos a salvo! ―gritó. La gente salió corriendo sin perder ni un solo instante.
― Ladybug... Te esperaba ―aseguró la chica abeja saltando hacia el suelo en un vuelo perfecto con sus transparentes y apenas perceptibles alas iridiscentes.
― Vaya, pero si vuela y todo ―exclamó Chat Noir desde la baranda de hierro de las escaleras.
― Es una abeja ―apuntó Ladybug como si fuese evidente. Chat Noir aterrizó a su lado, apoyando su basto en la espalda despreocupadamente.
― Y tú una mariquita y no vuelas.
La mirada fulminante de la heroína lo hizo callar al instante.
― ¡Basta de charla! ¡Dadme los Miraculous y yo, Queen Bee, no os convertiré en niños babosos!
― ¿Queen Bee? Cada vez sois menos originales con los nombres. ¿Qué tal "Abeja niñera"?
Ladybug suspiró, al mismo tiempo que Queen Bee se enfurecía más, enviando la luz azulada hacia ellos con furia. Saltando hacia un lado, ambos héroes evitaron ser convertidos en niños pequeños. Corrieron, alejándose de ella antes de que volviera a lanzar otra dosis de bebe exprés y lograra que no pudieran purificar el akuma.
― ¿Algún plan? Me da la sensación que si no nos damos prisa, pronto vamos a vivir en un Paris donde la natalidad estará por las nubes ―aseguró Chat Noir mirando por el borde de la puerta del despacho donde se habían resguardado.
― Es Chloé.
La voz procedente del mismo despacho donde estaban los sobresaltó. Detrás de ellos, Vivian los observaba apenada, con los puños fuertemente cerrados por la impotencia.
―¿Cómo puedes estar segura? ―preguntó Chat Noir. Vivian sonrió.
― Es mi hermana. La conozco. Podría reconocerla en cualquier parte, de cualquier forma.
Ladybug sintió un pequeño escalofrío. <<Podría haber llevado un saco de patatas encima que lo habría reconocido de todos modos>>.
― ¿Sabes qué puede ser el akuma? ¿El origen de lo que está pasando? ―Vivian observó a Ladybug, pensando sus palabras un poco confundida.
― ¿Akuma? ¿Te refieres a algo que haya hecho que mi hermana se convierta en una falsa Abeja reina? ―Tanto Chat Noir como Ladybug abrieron los ojos ligeramente sorprendidos.
― ¿Falsa? ―preguntaron al mismo tiempo. Ambos se miraron un instante, compartiendo con una sola mirada una pequeña sospecha.
― Mi madre... bueno, quien consideraba mi madre me dio un broche que decía, tenía un poder escondido. Vosotros también tenéis uno, por eso sois héroes, ¿no? ―Ambos volvieron a mirarse un instante, preguntándose si contestar a eso―. El caso es que mi madre aseguraba que ese broche debía tenerlo ella. Su hija. Lo he guardado durante años hasta que Chloé ha sido lo suficientemente mayor para poder llevar la peineta. Pero parece que no la ha usado bien...
― Un momento, ¿estás diciendo que la peineta de la abeja que lleva Chloé es un Miraculous?
La joven pareció reconocer el nombre, sonriendo esperanzada.
― ¡Exacto, así lo llamaba mi madre!
Ladybug le dedicó una mirada seria a su compañero, este asintió con la cabeza.
― Quédate aquí, fuera es peligroso. Salvaremos a tu hermana, lo prometo ―aseguró Ladybug antes de marcharse junto a Chat Noir.
― Se trata de otro Miraculous contaminado, ¿verdad?
Ladybug asintió viendo a Chloé transformar a dos de sus compañeros de clase en niños de cinco años.
― No va a ser fácil romper a Chloé. Hasta el día de hoy estaba segura de que no tenía corazón que pudiera romperse.
Chat Noir entornó un ojo con cierta suspicacia.
― ¿Hasta el día de hoy? ―Chat Noir sonrió―. ¿Has visto a Chloé hoy? ―Ladybug se volvió abriendo los ojos de par en par.
― ¿Qué importa eso?
― Bueno, quizás no estemos tan lejos como pensamos.
Ladybug apretó el yo-yo, preparándose para lanzarlo.
― Deja de buscarme, gatito, es mejor que no sepamos aún quienes somos. Necesitamos concentrarnos con este Miraculous y este akuma.
Chat Noir suspiró.
― Muy bien, pero antes, si no te importa, My Lady, meteré a todos estos bebes en la guardería. Creo que les resulta difícil mantenerse a salvo siendo tan pequeños.
Ladybug observó a su compañero brincar recogiendo a todos los niños que encontraba, metiéndolos en las aulas para evitar que se cayeran por las escaleras, se tiraran por el borde del primer piso o se comieran el hierro de las barandillas.
Sonriendo para sí, salió de su escondite para buscar el punto débil de Queen Bee. Esta la vio al instante, dejando de perseguir a la gente con su luz azulada. La peineta, pudo fijarse, estaba situada en lo alto de su coleta. Tenía que arrebatársela antes de intentar purificar el akuma que, estaba segura, estaría en su interior. Igual que había sucedido con Volpina.
― ¡Cogeré tus Miraculous, Ladybug! ¡No lo dudes!
Ante la luz azulada que desprendieron sus antenas, Ladybug saltó de nuevo. Escuchó el Cataclysm lejano de su compañero, al mismo tiempo que otro haz de luz llegaba hasta ella. No había tenido en cuenta sus dos antenas. Evitando una, la otra se había desviado hacia ella. Estaba segura que la habría alcanzado, si no fuera por la barandilla rota de hierro que se interpuso haciendo que el haz de luz se desviara.
Suspiró aliviada, observando a Chat Noir para agradecérselo. Pero su rostro se quedó petrificado cuando vio que el haz de luz lo había alcanzado de rebote. Y en lugar de su compañero de batalla, había un niño de cinco añitos vestido de gatito.
El pequeño parpadeó con sus enormes ojos verdes.
― ¡Eh! ¡Eso no vale! ―gritó el pequeño Chat Noir.
Perfecto, si no tenía suficiente aguantando a un Chat Noir adulto, ¿cuánto peor sería el niño?
― ¡Te toca Ladybug! ―exclamó Queen Bee.
― ¡Que te lo has creído!
La joven brincó hasta llegar a la planta superior, donde el pequeño Chat Noir intentaba a duras penas cargar su bastón. Contuvo la risa al ver las mejillas hinchadas, excesivamente rojas por el esfuerzo de querer cogerlo con ambas manos.
― Oh... pero que cosita... ¿Quieres que te ayude, gatito? ―preguntó poniéndose de cuclillas. Chat Noir se volvió con el ceño ligeramente fruncido.
― ¡Yo puedo! ―aseguró taciturno.
Pero no hubo tiempo, el haz de luz todavía insistía en alcanzarla a ella, así que sujetó al pequeño Chat Noir, cargándolo por la cintura y saltó hacia un sitio más seguro.
― ¡No soy un bebe! ―gritó pataleando. Esta vez no puedo contener la risa.
― Yo no estaría tan seguro. Ahora mismo sí lo eres.
Chat Noir se acomodó, sujetándose para no caerse, y ella lo cargó mirándolo con una pequeña sonrisa inevitable.
― Tendré que dejarte aquí. Así no puedes luchar.
― ¡Sí puedo! ¡Tú déjamela a mí! ―aseguró adoptando una posición segura sin lograrlo realmente. Ladybug contuvo otra risa.
― Esta vez no. Eres un niño ―puntualizó dejándolo en el suelo, dispuesta a hacer su Lucky Charm y terminar cuanto antes con ese akuma. Suspiró cansada cuando el pequeño Chat Noir se aferró a su pierna con el ceño fruncido y completamente empeñado en ayudarla.
― ¡Ni hablar! ¡Te protegeré como sea!
Ladybug se agachó otra vez a su altura.
― Pero si ya lo has hecho. Me has salvado, por eso ahora puedo purificar el akuma.
Chat Noir no parecía convencido. Entonces lo cogió por debajo de los brazos, alzándolo y despegándolo de ella.
― No quiero que te haga nada malo...
El pequeño mohín de su compañero logró hacerla sonreír de nuevo. Ese akuma afectaba de un modo muy extraño, pero al mismo tiempo era adorable. Le acarició ligeramente la mejilla y luego le depositó un suave beso.
― No me pasará nada, lo prometo.
Instantes después, se levantó y se dirigió a la batalla, dispuesta a devolver a Chloé y todo París a la normalidad.
― Eso dijo ella... ―murmuró la voz infantil de Chat Noir mientras veía a Ladybug saltar.
***
Como un juego de azar y una ironía al mismo tiempo, del Luchy Charm cayó un tarro de miel. Observó el lugar en busca de una idea. Primero vio el conducto de ventilación, en el que se podían ver dar vueltas las aspas del pequeño ventilador. Luego a Queen Bee, volando con sus traslucidas alas a pocos metros de ella. Finalmente el hueco de la escalera.
Esbozó una sonrisa.
― ¡Eh, abejita! ¿Te gusta la miel?
Sin esperar una respuesta, tiró el yo-yo al otro lado de la sala, cogiendo el tarro con la otra mano y calculando la distancia con el conducto de ventilación. Con una precisión asombrosa, Ladybug tiró el tarro al mismo tiempo que desprendía el yo-yo ocultándola detrás de las escaleras.
La miel impactó contra el ventilador, espoleando todo el contenido por todas partes en miles de gotitas doradas y viscosas. Queen Bee intentó batir las alas, que comenzaron a pegarse entre sí, igual que le sucedió con las antenas. Segundos más tarde, cayó al suelo entre quejidos molestos y luchando inútilmente por deshacerse de la miel.
Con cuidado, Ladybug salió de su escudo improvisado y brincó hasta coger el Miraculous de la coleta de Chloé.
― ¡Chloé! ―escuchó que gritaba alguien, acercándose corriendo hacia ella.
― ¡Déjame! ¡No te acerques!
Ladybug observó a Vivian asombrada. En lugar de recular, avanzó por el viscoso suelo, intentando llegar hasta Chloé.
― No lo haré. No debería haberlo hecho jamás ―aseguró.
― Vivian, es peligroso que... ―comenzó Ladybug, pero ella alzó una mano.
― No te preocupes, estaré bien.
Vivian siguió avanzando, consiguiendo llegar hasta Chloé, la cual se debatía con frustración con la miel pegada a su cuerpo.
― ¡Vete!
― ¿Tanto me odias? ―preguntó disgustada―. No debería haberte abandonado, Chloé. Te defraudé, te fallé. Me merezco todo lo que dices. Pero no me importa, no me alejé por ti. Por ti habría sido la única razón por la que me habría quedado.
― ¡Mientes! ¡Te fuiste! ¡No quiero oírte!
<<¡Coge los Miraculous! ¡Cógelos!>> Escuchó una voz en su cabeza. La sacudió con fuerza.
― ¡Ah! ¡Déjame!
Vivian se dejó caer delante de ella de rodillas.
― Me hizo prometer que no te lo contaría nunca. Tampoco me importaba, pero quería que siguieras siendo mi hermanita... ―Chloé la miró frunciendo el ceño.
― ¿Qué quieres decir? ―gruñó enfadada.
― ¿Por qué crees que mamá quería que tú tuvieras la peineta? Eres tú su hija, no yo. Debería haber sido más fuerte, resistir el rechazo de no ser la hija favorita, o simplemente la hija mayor, únicamente por ti. Porque me necesitabas. Pero no lo fui. No fui lo suficientemente fuerte. Y me marché.
Chloé no parecía comprender lo que estaba diciendo.
― Eres mi hermana... ―Vivian negó con la cabeza.
― Los señores Bourgeois me adoptaron porque no podían tener hijos. Cinco años y medio más tarde, un milagro quiso que te tuvieran. Por eso el broche era para ti ―Vivian sonrió, acariciando la mejilla de su hermana―. Pero nada de eso importa. Porque por mucho que no lleve tu sangre, siempre serás mi hermanita pequeña.
Chloé empezó a llorar en ese momento. Laybug se preparó, esperando que funcionara.
― ¿Podrás perdonarme? ―preguntó con pesar. El traje de Chloé empezó a resquebrajarse, igual que sucedió con el de Volpina. Y mientras asentía, dejando correr las lágrimas libremente y abrazando con fuerza a su hermana, un destello de cristales cayó al suelo, seguido de una pequeña mariposa oscura que comenzó a volar.
Ladybug, sujetando con fuerza el yo-yo, lo tiró para atrapar la pequeña mariposa y purificarla. La blanquecina salió volando en libertad instantes más tarde. Luego cogió lo que quedaba del tarro de miel y lanzándolo al aire volvió todo a la normalidad.
― ¿Me he perdido la acción otra vez? ―preguntó la voz de Chat Noir detrás de ella.
Ladybug se volvió con una sonrisa, alegrándose de ver al verdadero Chat Noir.
― ¡Bienvenido! ―apuntó sonriente. Él parpadeó confuso―. ¿Sabes que de niño pequeño eres muy mono? ―apuntó logrando sonrojar a su compañero.
― ¿De niño?
Ladybug se acercó a él, y por primera vez, en lugar de chocar el puño como solían hacer, se puso de puntillas y depositó un beso en su mejilla, del mismo modo que había hecho cuando era un niño pequeño.
― Buen trabajo, gatito. Gracias por salvarme.
Dejándolo momentáneamente aturdido, Chat Noir consiguió esbozar también una sonrisa resignada.
Ladybug se aproximó hacia Vivian y Chloé, que seguía abrazada a su hermana.
― Vivian ―la llamó, esta alzó el rostro con una pequeña sonrisa de agradecimiento―. Creo que tu madre se equivocó. La peineta estaba y estará, o al menos eso espero, con la persona correcta. La que debe llevarlo.
Vivian cogió la peineta que Ladybug le ofrecía, mirándola asombrada.
― Pero yo no creo que pueda...
― Nadie lo cree, pero aunque puedo intentar convencerte, al final la decisión es únicamente tuya.
***
― No me puedo creer que Chloé tenga sentimientos de verdad ―apuntó Alya.
Marinette dejó escapar una risa.
― Al parecer todo el mundo los tiene, solo hay que saber encontrarlos.
―Hablando de sentimientos, ¿Has visto ya mi regalo? ―preguntó con curiosidad.
Marinette abrió los ojos de par en par. Alya suspiró.
― Me lo tomaré como un no...
― ¡Ahora mismo voy a casa! ―aseguró levantándose―. ¡No te vayas a dormir muy pronto, te llamaré!
― Marinette, no hace falta que... ―intentó detenerla sin resultado alguno. Pues su amiga ya había salido corriendo.
Había purificado otro akuma, y recuperado otro Miraculous, pensó Marinette dirigiéndose a toda prisa a casa. Le había entregado el Miraculous a Vivian, esperaba no haberlo hecho mal. Pero de todos modos, todavía tenía un Miraculous pendiente.
Su mano rozó el medallón del zorro que mantenía guardado en su pequeño bolsito donde Tikki dormí profundamente después de la batalla. Sonrió al verla descansar tan plácidamente a pesar del ajetreo.
Encontraría pronto la persona adecuada para llevar ese Miraculous. Estaba segura.
***
― ¿Estás seguro de esto? ¿No se dará cuenta, verdad?
Plagg examinó con cuidado lo que había en el interior, observando detenidamente todos los objetos escondidos en el mismo lugar donde había estado anteriormente el libro de los Miraculous.
― Fuiste tú el que insistió en mirar de nuevo aquí dentro.
― Pero no dije nada de registrar. Deja de tocarlo todo, Plagg. Mi padre es muy minucioso con sus cosas.
Pero el pequeño Kwami no lo estaba escuchando, se había quedado petrificado mirando el broche junto a la foto de su madre.
― ¿Plagg? ¿Me escuchas?
Adrien se quedó helado al ver los ojos de su pequeño compañero. Era la primera vez que lo veía preocupado realmente por algo.
― Adrien... Te juro que yo no sabía esto.
― ¿Saber qué? ―preguntó empezando a molestarse. Plagg señaló el broche.
― El broche...
― ¿El broche de mi madre? ¿Qué le pasa? ―Plagg cerró los ojos.
― Es un Miraculous.
.....
¡Bueno, otro capítulo! No tiene mucho "salseo" que digamos, pero lo habrá en el siguiente... ^^ Porque Adrien acaba de descubrir algo que no lo va a dejar indiferente, y a quién acudirá? ¡Ah, sorpresa! jajaja En fin, a pesar de todo espero que os haya gustado ^^
¡Un beso enorme!
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