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Mademoiselle Relda

Alex estaba sin palabras mirando la caja que Basil le dio. Es cierto que desde la primera vez que vio The Great Mouse Detective quiso saber más sobre el detective, pero no así. Con las reacciones del ratón al cuidarla, pensando que se trataba de Mademoiselle Relda, la incomodaban un poco porque esto era algo demasiado personal. Sin embargo, Basil fue quien pidió que no hubiera secretos entre ellos y la prueba era que le compartiría algo de su pasado que le traía dolor.

La castaña suspiró para darse valor y por abrió la pequeña caja. Cualquiera que hubiera visto el contenido, pensaría que no eran gran cosa, nada de valor; boletos de ópera, programadas, afiches, fotografías y cartas.

Alex tomó uno de los afiches y vio en esta a una ratona de pelaje pardo, ojos cafés y cabello castaño, igual que ella. Su cabello lo llevaba recogido en una coleta alta permitiendo que el resto bajara en elegantes rizos. Vestía un elegante vestido purpura claro con el borde inferior en un tono más oscuro, guantes largos púrpuras oscuros un poco arriba de los codos, hombreras lilas y un vuelo también lila a la altura de las rodillas. Un sombrero de ala ancha púrpura con una flor lila y una pluma con todos de grises claro y oscuro.

Al ver esa imagen, Alex tuvo la impresión que la había visto antes; en alguna página web de fanarts, fanfictions o algo así debido a que, por lo mismo, nunca se había llevado a la pantalla a este personaje, pero admitía que la mujer era hermosa. Sacó de la caja una fotografía donde Relda aparecía con el mismo atuendo, pero su expresión era distinta. En el afiche la cantante se veía seria, mostrando su profesionalismo; en cuanto a la fotografía, se veía relajada feliz y sonreía a quien fuera que le tomo la fotografía.

—Ess fue de las primeras veces que salí con ella más allá del ámbito profesional

Alex levantó la cabeza encontrándose a Basil de pie ante ella mirando con nostalgia la fotografía y el afiche en sus manos. La chica guardó la propaganda de la obra y le tendió al detective la fotografía. Basil la aceptó y la observó por unos segundos, luego miró a la joven. La latina miró confundida al detective ¿acaso la estaba comparando con Relda o algo así? Su respuesta llegó al momento en que Basil, gentilmente, le retiró la bufanda para así poder mirar mejor su rostro.

—Con o sin antifaz desde que te vi me diste la impresión de que Relda había vuelto y que solo se ocultaba de mí. Pero en la juguetería, cuando me mostraste quién eras realmente una parte de mí se alegró de ver que, por una vez en mi vida, me equivoqué... y la otra esperaba que no.

Eso sorprendió a Alex, aunque no sabía qué circunstancia le asombraba más: Que en algún momento de su vida el famoso detective Basil de la Calle Baker se hubiera enamorado. O el simple hecho de que el ratón tuviera emociones ya que no parecía ser algo que mostrara.

El detective le devolvió la fotografía, caminó hacia la única ventana de la habitación perdiendo su mirada en el exterior. La joven tomó eso como una invitación a seguir revisando el contenido de la caja. Sacó las fotografías y las vio; a cada imagen que pasaba su asombro creía. La mayoría de estas eran de Relda sola, había pocas (cinco como máximo) en las que Basil aparecía al lado de la cantante, y en ellas... él se veía feliz, como si nunca lo hubiera sido en su vida.

Guardó las fotografías y tomó las cartas. No las sacó del sobre, con ver la dirección fue suficiente para que la joven se diera una idea de que estas eran durante sus giras por el mundo y en todo momento Relda mantuvo contacto con Basil. Todo esto era prueba suficiente de que la cantante y el detective fueron pareja; todo esto no tenía sentido, si ambos se venían felices ¿Qué sucedió con Relda? ¿Dónde estaba ahora? ¿Acaso pasó algo malo entre ellos? Eso último no podía ser porque si no Basil la trataría con odio y no se preocuparía por ella. Entonces ¿algo le paso a la cantante? Esa pregunta se respondió sola enseguida al recordar las burlas de Ratigan y una idea cruzó su mente: ¿el malvado profesor sería el responsable por lo que Relda desapareció de la vida de Basil?

Una vez más, como si el detective hubiera usado la Legeremancia en la joven, le respondió a la chica:

—Ratigan fue quién metió a Relda a mi vida... y la sacó

—¿Qué quieres decir? —preguntó Alex, hablando por primera vez desde que entró a la habitación

—Cuando conocí a Relda, ella trabajaba para Ratigan

—¡¿Qué?!

—Sabes que en esta sociedad no es fácil para una mujer destacar, lo único que se espera de ustedes es de ser una dama de sociedad, casarse y tener hijos

—Ni lo menciones

—Relda en ese sentido era igual que tú; quería probar su valía en este mundo "gobernado" por hombres. Pero también era consiente que eso sería imposible de lograr, al menos por su cuenta. Usó su belleza, voz e inteligencia para pisar los hombros y cuellos de los hombres para llegar a donde necesitaba estar porque sino no era nada. Relda era de Estados Unidos, por lo que obviamente no conocía a Ratigan, trató de engatusarlo con sus encantos, pero él enseguida se dio cuenta de lo que ella quería hacer; según Relda, Ratigan en cuanto la desenmascaró le ofreció un trato.

—Adivinare: Trabajar para él y así ayudarla a tener un estatuto muy alto en la sociedad sin tener que contraer matrimonio y simplemente no depender de un hombre, por lo que al final resultó ser una gran ironía para ella

—Elemental, mi querida Alex —la chica sintió su corazón saltar al escuchar al detective decirle su frase distintiva usando su nombre—. Así fue como Relda terminó convirtiéndose en una Prima Donna muy famosa, también conocida como "La rosa de Londres" y se la consideraba la mujer más deseada de Gran Bretaña. Una mujer entre mujeres. —el apodo que Basil dijo hizo que la castaña volviera a tener la sensación de que había leído ese sobrenombre antes—. A pesar de ser una joya para la sociedad, Relda también era alguien peligrosa; era fuerte no solo intelectualmente sino físicamente, sabía defenderse y obtener lo que quisiera con el mínimo esfuerzo.

»Un día llegó a mi casa solicitando ayuda con un caso. Naturalmente acepté ayudarla más que nada porque el "caso" involucraba a Ratigan y claramente no me di cuenta de que era una trampa sino hasta el final. —hasta esa parte, la voz de Basil denotaba tristeza, al parecer esa mujer en el transcurso del "caso" había jugado con los sentimientos del detective. Para la siguiente parte, la voz del ratón se escuchó más alegre—. En ese momento creí que sería mi final, que Ratigan había logrado vencerme; pero Relda me salvó, ambos escapamos de las garras del profesor. Una vez a salvo, le grité, le reclamé por haberme engañado y lo peor de todo... por haber jugado con mis sentimientos en especial porque había sido la primera mujer que logró hacer que experimentara el amor.

»Después de gritarle, estaba por irme cuando ella me detuvo, tomó mi rostro y me besó. —Alex se cubrió la boca con la bufanda, que colgaba de su cuello, para no gritar. Basil se dio cuenta, pero no dijo nada y continuó con la historia—. Terminó el beso y, claramente, ella se disculpó por todo lo que hizo. Que al principio sí estaba siguiendo el plan, pero al pasar mucho tiempo juntos ella también terminó desarrollando sentimientos por mí; sin embargo, no podía decir nada porque se pondría en peligro. Eso pensó hasta que vio a Ratigan a punto de liquidarme; ella comprendió que, sin importar los estatutos sociales, además del claro cliché de la situación, no podría vivir sin mí.

»Posteriormente comenzamos una relación. Si ambos ya llamábamos mucho la atención por ser "la famosa Prima Donna, 'La rosa de Londres'" y "el gran detective de Londres" estando juntos los medios enloquecieron y querían saber hasta el más mínimo detalle de nuestras vidas privadas. La ventaja de que ambos fuéramos inteligentes es que podíamos escabullirnos de esos entrometidos y estar juntos cuando no teníamos que trabajar, claro. Fácilmente los dos pudimos tener una vida juntos y felices... —la felicidad y nostalgia que inundó la voz del detective desapareció dejando paso a una llena de dolor. Alex sabía que llegaron a la parte que destruyó su felicidad— pero como todo en mi vida, esta felicidad fue arruinada por Ratigan.

»Un día, vi a Relda caminar sola por la calle, la seguí con mis habilidades para el disfraz y ocultamiento, descubriendo que iba a entregarle un paquete a alguien, la cual resultó ser una bomba... —«espera ¿qué? ¿Por qué esa parte me suena familiar?» pensó confundida Alex— logré quitarle el paquete y salvar a las personas que se encontraban cerca de la explosión. Después de ese "incidente", además de que Relda admitió que sabía que la estaba siguiendo, me invitó a cenar al restaurante que frecuentábamos porque tenía algo importante que decirme. Curiosamente yo también tenía algo que decirle.

—¿Y qué era? —preguntó curiosa Alex

Basil no respondió. La castaña buscó en toda la pequeña caja, pero no encontró algo nuevo, todo el contenido lo había revisado.

—No lo encontrarás ahí —dijo el detective

La joven levantó abruptamente la mirada cuando escucho un fuerte ruido provenir detrás de ella. Miró sobre su hombro derecho y vio a Basil sacar por completo el cajón de su mesa de noche, vacío sin cuidado el contenido sobre la cama. Enseguida el detective movió el fondo del cajón revelando una compuerta secreta, de está sacó una carta, un sobre donde se leía sin problemas el nombre de un hospital, una caja de terciopelo negra y un pañuelo blanco con manchas cafés.

Basil le entregó los objetos a Alex. La chica abrió primero la carta y leyó su contenido:

Mi amado Basil:

Quiero empezar esta carta diciéndote lo mucho que te amo y que me alegra haberte encontrado, eres lo mejor que me ha ocurrido en la vida. Desafortunadamente, no podemos seguir juntos. La razón es clara: Padraic Ratigan.

El profesor fue a verme hace unas noches, exactamente en la función que no pudiste ir a verme debido a tu trabajo; dijo que me perdonaba por mi traición ya que sabía lo "débiles" que podían llegar a ser los corazones de las mujeres ante los encantos de un caballero y por eso había "caído rendida ante tus encantos". Me dijo que podía remediarlo dándole información sobre ti y en base a eso crear un nuevo plan para eliminarte. Desde luego yo me negué y le dejé muy en claro que no volvería a unirme a él y que tampoco permitiría que te hiciera daño.

Como era de esperarse, esa negativa no le gustó. Derribó un par de floreros con la intención de asustarme, pero para aumentar su desagrado eso no sucedió. Se fue de mi camerino no sin antes amenazarme con que me arrepentirá de esto y se fue cerrando de un portazo. Es por eso que, en los últimos días, desde ese percance, me he mostrado muy preocupada por ti rayando en la paranoia, ¡pero comprende que fue porque me angustiaba que en cualquier momento Ratigan o alguno de sus hombres aparecieran y te hicieran daño, amor mío!

Sé que te invité a cenar esta noche, pero no podré ir... no puedo. Ratigan sabe que nos veremos está noche y dijo que ahí mismo acabaría contigo... pero no lo haría si yo no asistía. Prometió que no te haría daño, en su escala de maldad los traidores eran sus principales blancos seguido por sus enemigos.

Desde el fondo de mi corazón te digo que lamento mucho el tener que romperte el corazón y decirte esto... pero me iré de Londres para siempre. Regresaré a Estados Unidos y me esforzaré por sacarnos adelante a los dos. Sí, dije dos. Basil... estoy esperando un hijo tuyo, de ambos. Afortunadamente, Ratigan no lo sabe, pero no quiero darle más armas que usar en nuestra contra. No te preocupes, le hablaré a nuestro bebé sobre ti, el Gran Detective de Londres.

Perdóname, mi amor, por todo. Y espero que algún día encuentres la felicidad, aunque estoy segura que dirás que no la tendrás sino hasta ver al profesor tras las rejas y eso lo entiendo.

Te deseo lo mejor. Nunca te olvidaré y eso dalo por seguro por todo lo que le contaré a nuestro hijo.

Te amo

Relda

Alex terminó de leer la carta y no podía creerlo. Relda había estado embarazada y se fue de Londres para proteger a Basil y sin decirle nada de su estado. Por mucho que fuera por el bien del detective, él tenía derecho a saber que iba a ser padre. Una mano se posó sobre la suya, dándose cuenta de que estrujaba la carta a causa de la ira. La joven le devolvió la carta al detective y este la volvió a guardar.

—La carta no me llegó por correo —dijo el detective

—¿Qué?

—Esa noche, esperaba a Relda en nuestro lugar de siempre. Estaba muy nervioso, porque esa noche yo...

—Tú...

Como respuesta, Basil le entregó la cajita de terciopelo negra y con un gesto en la mano le dijo que lo abriera. Ella lo hizo y se cubrió la boca con la mano libre al encontrarse ahí un hermoso anillo plateado con una sencilla esmeralda en su centro. Apartó la mirada de la joya y vio al cabizbajo ratón.

—Ibas a pedirle matrimonio

—Exactamente. —Basil regresó junto a la ventana y continuó—. Tan nervioso estaba que no me di cuenta de que los otros comensales se habían retirado del restaurante hasta que escuché el bullicio a mi alrededor. Eso me dio mala espina y estaba por irme cuando alguien me dijo que no me retirara, que ellos se fueron para dejarnos a solas. Me volví hacia la voz y mire con furia a Ratigan haciendo su característica "entrada dramática". Estaba por sacar mi revólver cuando él sacó una carta junto con el pañuelo de Relda manchado de sangre.

Alex se sobresaltó al escuchar lo último. Miró los nuevos objetos y tomó rápidamente el pañuelo. Tenía una R grabada en púrpura y junto a esta la gran mancha café, esa debía ser la sangre de la mujer. Apartó su mirada de la prenda regresando su atención al detective, quien en ningún momento desvió la mirada de la ventana, y continuó.

—Enseguida reconocí el pañuelo de Relda y al tomarla junto con la carta reconocí su letra también. Ratigan, mofándose de mí, me instó a leer la carta. Teniendo un mal presentimiento así lo hice. No tengo idea de que expresión habré tenido al leer cada palabra, pero entre más leía más se reía de mí mi némesis, en especial cuando llegue a la parte del embarazo. Antes de que dijera algo, Ratigan me entregó el sobre del hospital con los resultados de la revisión médica que Relda se hizo. Yo los recordaba porque yo la lleve casi a la fuerza al hospital a hacerse un chequeo porque había tenido mareos y vómitos. Cuando leí los resultados, confirmando lo dicho por Relda en la carta creí que me desmayaría. Después escuche a Ratigan decir: 'Que lástima que nunca más volverás a ver a Relda y que nunca conocerás a tu bebé'. Eso provocó que el miedo recorriera mi cuerpo como nunca antes lo había hecho en mi vida. Vi el pañuelo con la sangre y juro que sentí mi corazón detenerse en cuanto comprendí lo sucedido: Ratigan los encontró... y asesinó.

Esta vez Alex no pudo evitar que de su boca saliera algún sonido, Basil escuchó claramente el jadeo de miedo de la joven. La miró sobre su hombro, se cubría la boca con ambas manos y sus ojos se veían brillosos a causa de las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos. Ante la mirada de Basil, Alex tomó el sobre del hospital, extrajo los resultados y ahora sí las lágrimas salieron al ver que el estudio marcaba positivo a embarazo. Llorando en silencio, la joven miró al detective; él no soltó ni una sola lágrima, pero el dolor y la tristeza estaban plasmados en su rostro. Basil regresó una vez más su mirada a la ventana y prosiguió:

—Lo último que me dijo Ratigan antes de irse era que me apresurara a la casa de Relda antes de que alguien la viera y se la llevaran sin darme oportunidad de despedirme... de ellos. Con la carta, los resultados médicos y el pañuelo en manos salí corriendo del restaurante lo más rápido que pude a casa de Relda. Todo estaba tranquilo, entré rápido a la casa y la llamé gritando con todas mis fuerzas. No recibí respuesta por lo que el miedo aumentó. Llegué a su habitación y fue ahí que me derrumbe por completo: Relda estaba tendida en el suelo boca arriba con sangre aún escapando por sus labios. Rompí en llanto, me acerqué a ella, la acomodé en mis brazos y lloré como nunca lo hice en mi vida.

»Mi llanto de dolor fue lo que alertó a los vecinos. No supe cuánto tiempo estuve solo con ella, no me separé de ella hasta que Scotland Yard apareció en la residencia y el Inspector Bradstreet tuvo que separarme del cuerpo de Relda y sacarme de la casa a la fuerza. En la estación, Bradstreet me tranquilizó y me pidió que le contara todo. Así lo hice, pero no solo la escena del crimen en casa de Relda sino mi historia con ella y el cómo llegue a su casa sabiendo que la encontraría muerta. Incluso le dije sobre el bebé mostrándole la carta y los resultados médicos.

»A pesar de que sabíamos quién los asesinó, ni Bradstreet ni yo pudimos hacer nada. Ratigan siempre se escapa sin dejar ningún cabo suelto. Desde entonces me alejé por completo de las personas, no interactuaba con nadie que no fuera exclusivamente laboral. —No miró a la chica al seguir hablando—. Ahora comprendes porque no me fio de las mujeres y porque repentinamente me preocupo por ti. Eres muy parecida a Relda y eso desenterró viejos y dolorosos recuerdos. Entiendo que es absurda mi preocupación debido a que en realidad eres una humana y después de que derrotemos a Ratigan nunca más nos volveremos a ver, pero...

Basil se interrumpió al sentir unos brazos rodear su cintura y una irregular respiración en su espalda acompañado de humedad. Alex abrazó por detrás al detective y lloraba en silencio. Siempre quiso saber más sobre el ratón detective... pero nunca se imaginó algo como eso.

—Lo siento. Lo siento mucho, Basil.

Era lo único que se le ocurría a la chica decirle. Basil le compartió lo más triste y doloroso de su pasado con la intención de mejorar las cosas entre ellos durante este caso/misión.

«Si Basil me confió su secreto más profundo, entonces yo no puedo seguirle guardando secretos. Merece saber la verdad más que nunca.»

De pronto la chica sintió al ratón moverse. Levantó la mirada ahora encontrándose cara a cara con él. Con gentileza Basil le limpió las lágrimas y la abrazó. Los dos permanecieron así por un largo rato; no sabían si fueron minutos u horas, pero no les importó, solo importaba la cercanía del otro. El detective besó la cabeza de la castaña haciendo que la latina levantara abruptamente la mirada hacia él y con las orejas completamente rojas.

—No se lo había contado nadie, más que al Inspector Bradstreet porque en ese momento quería desahogarme. Sabrás que no es algo que me gusté hablar, pero comprendes la razón principal por la que lo hice ¿cierto?

—Sí

—Bueno, ahora es por otra cosa. —Basil rompió el abrazo, se acercó a la cama y de esta recogió la cajita de terciopelo negra, la abrió y extrajo el anillo. Regresó junto con Alex, tomó su mano derecha y con gentileza le colocó el anillo en su tercer dedo—. Quiero que te quedes con esto. Haces gala de tu poder "milagroso", porque nunca creí que volvería a sentir algo por una mujer, aunque sea una amistad. Y más porque lo conseguiste en cuestión de horas.

—Basil, yo... —la castaña miró impresionada el anillo y después al detective— Lo único que puedo decir es, gracias. Cuidaré muy bien este anillo...

—¡¿ANILLO?!

Basil y Alex miraron sobresaltados la puerta. Escucharon un fuerte chitón y forcejeos provenir del otro lado. Ambos de inmediato entendieron lo que sucedía. La latina se puso de nuevo la bufanda, fue hacia la puerta, la abrió y en cuanto lo hizo cayeron al suelo Severus y los kwamis.

—¡Por el amor de...! ¡Esto es el colmo! —exclamó enfada la joven, agarrando el cuello de la ropa de su compañero y lo levantó de un tirón—. ¿Tienes cinco años o qué?

—¡No fue mi idea! —se defendió de inmediato el azabache—. Yo... ¡seguí a Plaga para evitar que los espiara!

—¡Oye! ¿Qué te sucede? ¡Si el que quería espiarlos eras tú! —se defendió el kwami de la destrucción

—¡No es cierto!

—¡Sí lo es!

—¡Que no!

—¡Que sí!

—¡QUE SE CALLAN LOS DOS! —interrumpió Alex. Soltó el cuello de la ropa de Severus, pero enseguida le dio un fuerte golpe en la cabeza al chico—. ¡No puedo creer de lo que eres capaz de hacer por tus celos infantiles! ¡Les dijimos que solo íbamos a conversar!

—¿Ah sí? ¿Y qué clase de conversación INVOLUCRA UN ANILLO?

—Una en la que hablemos de sus Miraculous —intervino Basil

—¡Sí, claro! ¡No me hagas reír!

—Esa podría ser una opción —dijo Tikki—. Lo único que alcanzamos a escuchar fue la palabra "anillo". Así que la conversación sobre los Miraculous es una opción válida

—¿Y no pudieron decirlo frente a todos?

—Chat Noir mejor ya cállate —dijo enojada Alex

—En fin, ya es tarde y mañana es el aniversario de la reina. Lo más probable es que, lo que sea que Ratigan esté tramando (y ocasiono el secuestro del juguetero) se llevara a cabo ahí —dijo Basil—. Descansemos y mañana pensemos en un plan de ataque

—De acuerdo —contestó Alex

La joven le dio un codazo a su compañero para que respondiera.

—Bien

Los ratones y kwamis regresaron al salón-despacho encontrando a Olivia dormida en el sillón rojo y a Dawson en el verde. El detective se acercó al médico y lo despertó.

—¿Uh? ¿Q... qué?

—Tranquilo, Dawson

—¡Basil! ¡Oh, cielo! Disculpa, ha sido una larga noche y...

—Comprendo, mi amigo. Sígueme, los llevare a sus habitaciones para que descansen

Alex cargó con cuidado a Olivia para no despertarla y todos siguieron a Basil. El detective solo tenía dos habitaciones disponibles, por lo que una se la dio a Dawson y la otra a Severus y Plaga. En cuanto la puerta del cuarto del chico se cerró, Basil regresó a su habitación seguido por las chicas.

—Tú, Tikki y la niña pueden quedarse aquí —dijo el detective, guardando todos sus objetos valiosos—. Yo dormiré en el salón...

—¡No, Basil! ¿Cómo crees? —negó de inmediato Alex, con cuidado de no despertar a Olivia—. Tikki y yo podemos quedarnos ahí...

—¿Y dónde dormirá la niña? —preguntó él, cerrando las cortinas—. Es mejor que las tres se queden aquí. Olivia estará más tranquila si al despertar a las primeras que ve son ustedes.

—Pero tampoco podemos echarte de tu propia habitación

—No me están echando, se las estoy ofreciendo —aclaró el detective. Abrió su armario y de esta sacó un pijama verde y una camiseta blanca—. La camiseta pónsela con cuidado a la niña. El pijama es para ti

—Basil...

El detective colocó un dedo sobre los labios de Alex silenciándola y ocasionando que sus orejas volvieran a ponerse rojas. Aprovechando la inmovilidad de la chica, le besó la frente, tomó su pijama azul y salió de la habitación.

—Buenas noches —deseó el ratón y cerró la puerta

—Alex, respira —dijo Tikki al percatarse de la inmovilidad de su portadora

La latina recostó con cuidado a la niña en la cama, tomó la almohada, cubrió su rostro con está y gritó. ¡¿Qué carajos acababa de pasar?! ¡Basil le confió un gran secreto y enseguida le obsequió el anillo de compromiso que le iba a dar a Relda y la besó dos veces!

«Al menos no fue en los labios porque si no me infarto.» pensó la joven abochornada

La kwami de la creación se cubrió la boca con sus manitas. A su portadora solamente la veía portarse así cuando se trataba de Severus Snape, su amor platónico. Ya más relajada, Alex le cambió la ropa a Olivia con un movimiento de varita (la ciudad estaba bajo los efectos de una magia maligna y era una ratona, por lo que su magia no sería percibida) y la recostó en la cama. La latina se quitó el vestido y se puso el pijama de Basil. Enseguida llegó a sus fosas nasales el olor a tabaco y químicos, el olor del detective. Sus orejas enrojecieron una vez más, y solo con usar esa ropa, al imaginarse que en vez se sentir la tela abrazar su cuerpo eran los brazos del detective.

Se alborotó el cabello y ahogó un gruñido de frustración. ¿Qué rayos estaba pasando? Una mejor pregunta era ¡¿Qué diablos le estaba pasando a ELLA?!

«Tal vez el descanso me ayude a aclarar mi mente.» pensó Alex

Se recostó junto a Olivia, le deseo buenas noches a Tikki y se durmieron.

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—Despierte, Sr. Basil. Sabe que no puede levantarse tarde, podría llegarle un caso en cualquier momento

Ese llamando, más las cortinas abriéndose de golpe hicieron que la joven por instinto gruñera y se cubriera por completo con las cobijas, aunque no fue la única, Olivia también imitó su acción. Los gruñidos agudos llamaron la atención de la ama de llaves. Retiró las cobijas, pero esas fueron enseguida recuperadas por Alex, y grande fue su sorpresa al ver que no se trataba de su inquilino.

—¡Oh, cielos! ¡Lo siento mucho, queridas! No sabía que estaban aquí —se disculpó enseguida la mujer.

—No se preocupe, Sra. Judson —contestó Alex bajo las cobijas

—¡Ah, claro! Olvidaba que no quieres que nadie vea tu rostro. Lo siento, querida. —la Sra. Judson se volvió hacía Olivia—. Despierta, cariño. Vístete rápido y salgamos, debemos darle su privacidad a la Srta. Miracle.

—Cinco minutos más —dijo perezosamente la niña

—¡Claro que no, linda! ¡Vamos, arriba!

Entre pucheros, la niña por fin se levantó. La Sra. Judson la ayudó a arreglarse y ambas salieron de la habitación de Basil, no sin antes escuchar el aviso de Alex de que en las otras habitaciones estaban el Dr. Dawson y "Ringo" y Basil durmió en el salón-despacho, a lo que la ama de llaves dijo que iría a despertar a los hombres y prepararía un gran desayuno. Eso último lo dijo muy animada, al parecer no era común que en el 221½ Baker Street viniera mucha gente de visita.

En cuanto la puerta se cerró, Alex se acomodó en la cama para dormir un poco más.

—Alex, recuerda que no estas es casa ni en Hogwarts, por lo que no puedes quedarte a dormir todo el día —recordó Tikki, descubriendo a su portadora. La kwami escuchó pasos acerarse y al no sentir la energía de un Magical Charm supo que era la Sra. Judson quien se acercaba, por lo que se ocultó de inmediato—. ¡Tenemos una misión que cumplir! ¿O acaso olvidaste que debemos derrotar a Ratigan y desakumatizarlo?

Eso fue suficiente para despertar a la joven y se levantara de la cama. Al principio pensó que todo lo sucedió el día anterior había sido solo un sueño, pero entonces vio la habitación, a Tikki y su cuerpo para recordarse que todo era real: Era una ratona, Papillombre transformó a un civil como el profesor Ratigan, transformó la ciudad en el Londres Victoriano y la mitad de la población en ratones. Y lo mejor, Basil, Dawson y Olivia eran reales y estaban viviendo está loca aventura junto a ellos.

Recogió de la mesa de noche sus lentes, pero al hacerlo sintió algo junto a estos. Se los puso y revisó mejor el mueble; al lado de donde puso sus lentes estaba un anillo plateado con una sencilla esmeralda en su centro. De inmediato sus orejas enrojecieron al recordar lo sucedido de la noche anterior antes de dormir. Sacudió su cabeza para ahuyentar ese recuerdo, no era el momento para recordar eso, debían darse prisa y derrotar a Ratigan.

Una vez lista, Alex bajó al comedor y se encontró a todos ya desayunando.

—¡Buenos días, Mi Lady! —saludó entusiasmado Severus. ¡Siempre había soñado con poder decirle eso a Ladybug empezando el día!

—Buenos días, "Ringo" —saludó Alex

El azabache se levantó, fue hacia la chica, tomó su mano derecha y le depositó gentilmente un beso en el dorso de la mano. Separó su rostro de la mano y se percató del anillo ¿traía ese anillo todo el tiempo? Entonces el chico recordó la única palabra que le escuchó decir a la chica durante su conversación con el detective y su entrecejo se frunció. Alex se dio cuenta del cambio de actitud de su compañero; con cuidado de que la Sra. Judson no la viera, se bajó rápido la bufanda y le dio un beso en la mejilla a su compañero tomándolo desprevenido. Funcionó, Severus miró a Alex con una enorme sonrisa de enamorado; a causa de la bufanda, la joven no pudo devolverle la sonrisa (pero la de ella con cariño amistoso).

—Buenos días, Srta. "Shana" —saludó Dawson, interrumpiendo el momento entre los jóvenes

—Buenos días, Dr. Dawson —saludó Alex

—Buenos días, Srta. "Miracle" —saludó Basil, sin apartar la mirada del periódico que estaba leyendo

—Buenos días, Sr. Basil —saludó Alex.

Por encima del periódico alcanzó a ver el rostro del detective y se desconcertó al ver que estaba frunciendo el ceño ¿Acaso durmió mal por quedarse en el sofá? Eso último hizo sentir mal a la chica, por eso trató de negarse a quedarse en la habitación.

—¡Buenos días, "Shana"! —saludó alegremente Olivia.

—Buenos días, Olivia —saludó Alex

—Listo, querida. Tu desayuno está listo en la cocina —anunció la Sra. Judson

—Muchas gracias. —dijo la castaña—. Con permiso y buen provecho —deseó Alex de camino a la cocina

Todos le agradecieron y le desearon buen provecho a la joven. Todos menos Basil. En cuanto la puerta de la cocina se cerró, el detective bajó el periódico, lo puso en la mesa, recogió su plato y taza de café y con una disculpa fue a la cocina ante las advertencias de la Sra. Judson de que no debía ir a molestarla. Basil la ignoró y entró a la cocina. Encontró a la joven en compañía de los kwamis como la noche anterior; los tres se sobresaltaron al escuchar la puerta abrirse, pero enseguida se calmaron al ver que era el detective.

—Sabemos que es tu casa ¿pero es mucho pedir que toques antes de entrar? —cuestionó Plaga molesto

—Una disculpa —contestó Basil sentándose junto a Alex y hablándole a la chica—. ¿Dormiste bien?

—Sí, gracias por dejarnos tu habitación y disculpa la molestia —respondió la castaña

—No es ninguna molestia

—Pues hace unos momentos tu rostro decía lo contrario

Eso desconcertó un poco a Basil, pero enseguida comprendió y solo desvió la mirada hacia su plato. La verdad su breve molestia se debió a que ella le había dado un beso en la mejilla al muchacho y a él simplemente los buenos días. Ese pensamiento sorprendió al detective ¿acaso... se había puesto celoso? Sacudió la cabeza ante ese pensamiento ¡era absurdo! ¡Apenas la estaba conociendo y en realidad era una humana! Es cierto que le regaló el anillo que originalmente le iba a dar a Relda, pero él mismo le dijo que era un símbolo de amistad. No sentía otra cosa por la chica más que amistad ¿cierto?

—Basil ¿estás bien?

El ratón miró a la joven, quien lo veía preocupada. Las orejas del detective se tiñeron levemente de rosa y prestó toda su atención a su plato.

—Sí, estoy bien

Alex se encogió de hombros y no dijo nada más. Tikki y Plaga no dijeron nada, pero pusieron atención a toda la interacción y se miraron preocupados. ¿El cuadro amoroso iba a transformarse en un triángulo amoroso?

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