Sweet Dreams
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Anillo
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Se removió un poco incómodo en su cama, seguramente ya eran alrededor de las 8:30 de la mañana, pues tras haber pasado 5 años desde su mudanza, ya podía considerarse un completo experto en cuanto a iluminación solar se tratase.
Abrió sus ojos con sorpresa al notar que algo le hacía falta, sintiéndose desolado; Stella no estaba sobre él durmiendo como siempre.
—¿'Ella?.
Miró hacia la puerta del baño que estaba en la habitación de ambos, sorprendido al darse cuenta que el baño estaba solo.
Se levantó un poco torpe, incluso tuvo que restregar sus manos en su rostro para despejar el sueño que lo cubría.
No estaba preocupado de que fuera algo malo, esa etapa la había superado hace 3 años, donde no importaba si Stella no estaba a su lado al despertar, la podía encontrar ya sea bañándose o preparando el desayuno.
Era algo en lo que se organizaban, Stella hacía el desayuno, Jim el almuerzo y juntos improvisaban una cena o pedían una pizza, lo que fuera.
Pero ni siquiera se sentía de aroma de tostadas con mermelada y jugo de naranja, al menos era sábado, no tenían clases. Pero él aún debía ir a trabajar por la tarde al restaurante.
Su corazón latió con fuerza ante la escena que sus ojos veían, podía considerarlo su escena favorita del día o de la semana. Incluso sonrió sin siquiera hacer ruido, cruzado de brazos y apoyado en el marco de la puerta, observó a la preciosa de cabellos carmesí.
Usando su camiseta azul favorita, que al parecer ella se adueñó por completo, estaba cruzada de piernas en el sofá, mirando con atención el televisor. En su mano izquierda sostenía un plato de cereal con leche y en el otro la cuchara llena de su cereal favorito, pero sin siquiera ponerlo en su boca.
Estaba ida viendo un programa de Novias.
La chica miraba con anhelo, estaba pérdida viendo aquellos preciosos vestidos blancos adornados de forma sencilla con algunos brillos, y unos preciosos velos que ocultaban el rostro de las mujeres que los compraban. Todo parecía sacado de un cuento de hadas.
¿Así me vería yo?
Ni siquiera se fijó en que Jim ya estaba despierto, por nada del mundo dejaría de ver aquel programa de ensueño.
El azabache tomó el teléfono inalámbrico que estaba a unos pasos de Stella, se sintió "ofendido" cuando no le prestó atención y no le dio el beso de buenos días.
—Jimbo, ¿Qué sucede? Estaba a punto de bañar a Mike.— Tobías Domzalski se emocionó cuando su mejor amigo y ex compañero de aventuras le marcaba.
Aunque lo llamó en los peores momentos, puesto que su hijo de apenas meses de nacido se movía como loco en la cuna para no ser cambiado.
—Llegó la hora, Tobes.— dijo viendo aquel programa que había robado los 5 sentidos de su novia.
—Fabulujoso...
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En cuanto Stella dio el aviso que iría con sus compañeros a entregar la Tesis a su facultad de Ciencias Económicas, Jim Lake corrió con toda la velocidad por las calles de Nueva Jersey.
En otras circunstancias, usaría su moto, sí, las Vespas las dejó atrás hace un tiempo, con las carreteras y calles amplias podía darse a gusto usando su motocicleta; además de llevar a Stella a donde deseara y cuando deseara.
Era irónico, ya que la chica aún conservaba sus poderes, incluso había desarrollado más habilidades ahora que estaba por cumplir 24 años. Pero respetaba las decisiones de 'Ella en desear una vida normal luego de tanto caos.
Ni muy normal ya que iba bajo tierra a ver a Mercadotrol, haciendo control y supliendo las necesidades que tenía su pueblo.
La doble vida no terminaría para ambos, él seguía con el Amuleto, pero sin mayores riesgos podían equilibrar su vida.
—¿Crees que le guste?.— estaba nervioso, sosteniendo aquella delicada bolsa en su mano derecha y saliendo del establecimiento.
—Jimbo, todo lo que venga de ti le encanta.— dijo Toby a su lado, abrigandose debido al frío del otoño en Nueva Jersey.
—Pero esto no es cualquier cosa.— dijo con más preocupaciones.— iré a cambiarlo.
Antes de girar, su amigo de complexión robusta le detuvo, haciendo que lo viera a los ojos. Ahora sin frenos y ningún rastro de acné, Tobías Domzalski había crecido un poco, e incluso por el estrés que le causó su Universidad y ser padre primerizo lo tenía en constante dieta.
—Basta Jimbo, le encantará.— le animó mientras seguían caminando.— te recuerdo que desde que te mudaste estás ahorrando para comprarle algo de esa magnitud.
—Lo sé...— miró al suelo, su caminata seguía.
—Ahora, solo tengo una pregunta importante...— la sonrisa llena de malicia que el de mirada esmeralda le dio estaba aterrandolo.— ¿A dónde la llevarás de Luna de Miel?
Maldición
Con las mejillas rojas, evitó la mirada de su mejor amigo, quien al parecer iba a empezar a molestar con el tema de qué se hace con una Luna de Miel.
—No empieces, Tobes.— dijo un poco torpe.
—Recuerda a donde han viajado, así no la llevas a los mismos lugares.— recordó.
Al menos dijo algo bueno, y estaba orgulloso de los recordatorios de dónde han ido. Cumplió sus metas de pareja a la perfección, la primera vez que viajó con Stella había sido a Canadá en pleno invierno, su pelirroja había enloquecido de emoción ante su primera vez en un avión.
Ni siquiera durmió al llegar, lo contrario a él que se sentía agotado.
En sus 5 años viviendo juntos habían viajado al menos 7 veces, el trabajo de ambos era con buena paga, además de contar con una sutil paga del Gobierno por los servicios prestados evitando el fin del mundo. Este último nadie lo sabía, solamente el grupo que ayudó a acabar con el desastre. Mejor dicho, buenísima paga.
Incluso tuvieron "misiones" donde los funcionarios mostraban algo fuera de lugar e iban a inspeccionar. Al menos no los obligaban.
Canadá durante el festival de miel de maple, México y su día de muertos, España, Irlanda, Brasil, Argentina, Italia y Australia.
—¿Y si la llevas a Francia? Ya sabes... el lugar más romántico de todos.
—Mmm no, es muy común.— dijo encogiendo sus hombros. Vieron la cafetería donde Stella trabajaba durante la semana, entrando en ella para poder tomar una bebida caliente.— aunque Stella quiera hacer cosas comunes no haré algo como eso...
—Jim, ¿Esa no es nuestra 'Ella?.— Toby jaló a su amigo hacia él para que viera a la mencionada.
Estaban escondidos detrás de la barra de postres, viendo a la chica conversar con un joven de cabellos castaños, se mostraba algo seria, pero lanzaba sonrisas amables.
Jim gruñó al saber de quién se trataba.
—Sí es ella, junto a su compañerito de cuarta.— dijo de forma despectiva.
Algo que era diferente en su relación, era la ausencia de celos extremos, llegaban a sentir algo extraño pero no decían nada, pero aquel chico castaño era la excepción.
Tampoco discutían, pero ése chico causó demasiados como para contar.
—¿Por qué se ve incómoda?.
—Porque la pone incómoda y no me deja ir a decirle su par de cosas para que la deje en paz.— dijo con molestia, mordió su labio recordando que debía cumplir su palabra.
Peter, sabe Dios qué apellido tendría. Pero aquel castaño era el mismísimo dolor de cabeza, y Stella queriendo see amable, y queriendo evitar enojos en Jim, había optado por decirle a Jim que ella se encargaría de la situación.
Stella quitó su mano de forma rápida al sentir rozes que le provocaba su acompañante, detestó el transporte colectivo en cuanto sus dos compañeras restantes dijeron que irían con retraso por un choque en la sexta avenida.
—Será mejor que le llame a Jim.— dijo la pelirroja tomando su celular, prefería decir que se reunieran en otro momento que ahora. Quería a Jim.
Y Peter quería a la pelirroja.
—Llámale luego.— ordenó, si algo detestaba era el hecho de que Stella Miracle era la única joven que no le prestaba la atención que él quería.
No la ponía nerviosa, ni siquiera le prestaba atención a los coqueteos que él lanzaba de vez en cuando, tampoco lo halagaba como todos lo hacían.
En cambio con el azabache semi escuálido todo era diferente, parecía que Stella estaba completamente hipnotizada por él; y si había algo que detestaba era no ser quien se quedara con las chicas.
Y Stella estaba llegando a un punto donde la paciencia pérdida no tenía retorno.
—Tú no me mandas.— soltó con seriedad, pero al ver la sonrisa en el castaño supo que la paciencia se iría pronto.— te sugiero que cambies ése tono conmigo.
—Vamos relajate.— dijo sacudiendo su cabello. Creyendo que aquello la iba a distraer.— Dios parece que no te dieron anoche, parece que tonto Lake no es bueno en algo.
Estaba confundida, ¿Debían darle algo anoche? Como fuera, el tono empleado no le gustaba y menos la ofensa a su novio.
—Jim, se llama Jim.— dijo apretando un tenedor que estaba cerca de ella, Peter la vio con sorpresa, era la primera vez que la veía furiosa, y sus ojos zafiro comenzaron a brillar.— y quieras o no, Jim es todo lo que tú nunca serás.
Soltó el tenedor alejándose de el castaño que aún seguía sorprendido, ¿Lo acababan de rechazar por primera vez?
Stella miró hacia la barra de postres, llevándose la sorpresa de ver a Toby saludarle con una sonrisa tímida, mas su enojo cesó cuando su azabache de mirada azul cielo fue captada por su visión.
Lo abrazó con fuerza, Jim le dirigió una mirada molesta al castaño que aún la veía, aprovechando aquello para besarla con intensidad bajo la mirada de él.
Atreviendose a sonreírle al castaño tras aquel beso, y ganándose el dedo medio a escondidas de Stella.
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—Y ahora debo esperar a la fiesta de graduación y después sería la ceremonia donde me darán mi título con honores.— Stella Miracle contaba con fascinación los planes finales en su Universidad tras haber entregado el trabajo final y sacar sobresaliente junto a su equipo.
Estaban cenando en el Reino Kubrera, como Gobernante legítima de Mercadotrol, debía asegurarse de mantener contacto con los reinos vecinos por lo que, una cena con su novio, Blinky y Aaarrrgghh, sería un plan perfecto de sábado por la noche.
—Aww mi niña ya creció.— Blinkous acarició el cabello de la de casi 24 años.— no importa tu edad, siempre serás mi pequeña.— le recordó.
Ver que la pequeña hija de Amelia conseguía lo que ella se proponía tanto en la superficie que sumergida bajo tierra le causaba orgullo puro. Y ver que Jim mantenía su promesa de no lastimarla por nada del mundo, le hizo sentir mucho mejor.
—Y tú siempre serás mi papá número 2.— sonrió con ternura.
A lo lejos, un soñador azabache observaba la escena familiar de su novia, mientras que en sus manos sostenía una cajita roja de terciopelo fino, dudando si debería acercarse ya o todavía no.
Claire y Toby llegaron gracias a la magia de la primera, estaban conscientes que el azabache podía tener miedo y necesitaría todo el apoyo moral posible.
—Jim, vamos muévete.— pidió la de ahora apellido Casperan.— todos aquí sabemos que no te dirá que no.
—Sí, Jimbo... apresurate que le prometí a Darci llegar temprano para ver nuestro programa favorito.— le recordó con reproche.
Se acomodó su suéter y caminó con pasos dudosos, de repente la chica se veía tan inalcanzable ante su tacto y afecto que le aterró, ¿Y si le decía que no?, era imposible pero, ¿Y si sí era posible?
De pronto la sola imagen de Stella tomando la mano de otro chico, sonriendo para otro y diciendo "acepto" para alguien más, lo armó de valor. Ninguno, ni siquiera él, era digno de semejante privilegio, sin embargo ahí estaba él que sin tener el cuerpo más musculoso del mundo, y sin tener si quiera dobles intenciones con ella, se había ganado su corazón.
Oh no, ella portará MI apellido
—'Ella ¿Podemos hablar?
Oh no, estaba hablando en español.
Aunque su español se perfeccionó a sus 20 años, ahora volvía a sus 16 años cuando le hablaba en español por sus nervios.
—Claro Jim.— respondió con facilidad en el mismo idioma, poniéndolo más nervioso.
Tomados de las manos, caminaron hasta quedar bajo las ramas de un frondoso árbol con cristales brillantes, era un lugar único para un momento único.
Claire y Toby cruzaron dedos mientras veían aquella futura escena.
—Sabes yo...— tragó saliva, era estúpido seguir con los comportamientos de un puberto. Aunque con 'Ella sus emociones salían descontroladas.— estoy nervioso.
Sintió los suaves labios de ella sobre los suyos cuando cerró sus ojos, calmandose un poco.
—Puedes decirme lo que quieras, en español o inglés, sabes que te entenderé perfectamente.— murmuró acariciando las mejillas del azabache, viéndolo cómo seguía siendo adorable con las mejillas sonrojadas.
O francés... o en latín
—Bueno, te amo.— dijo al abrir sus ojos, puso sus manos sobre las de Stella para que ella no quitara su suave tacto de él.— y sé que hemos pasado por muchas cosas.— quiso maldecir en cuanto sus frases se intercalaban en dos idiomas.— no quiero imaginarme un futuro donde no vea que duermas encima de mí.
Stella apartó la mirada avergonzada, recordó la vez que babeó un poco el hombro de Jim por su sueño profundo.
Qué pena
—Quiero verte todos los días, que siempre me prepares el desayuno, no me imagino verte con alguien más... ni siquiera puedo pensarlo.— confesó, y era verdad.
No era capaz de imaginarse a Stella sonriendole a otro chico, incluso tenía celos escondidos cuando la chica mostraba su ingenua amabilidad frente a desconocidos que solo estaban ahí para lanzarle coqueteos que ella no percibía por nada del mundo.
Olvídate de "¿Eres google? Porque tienes todo lo que busco" Stella iría directamente a la aplicación para dársela a quien sea que haya dicho semejante tontería.
Mejor un "Ni la piedra preciosa más brillante puede compararse a los zafiros de tus ojos" y listo, Jim ya la tenía nerviosa.
¿Ver a Stella con alguien que podía aprovecharse de ella? Los celos y enojo lo pondrían mal.
—Quiero que la gente no solo te conozca por salvar al mundo, quiero que te conozcan porque portes con orgullo mi apellido.— confesó tomando aquella cajita especial, aún sin arrodillarse.— que pase lo que pase, quiero siempre regresar contigo y que siempre quieras estar conmigo.
Un nudo se instaló en la garganta de la fémina, Jim siempre le decía cosas lindas pero lo que ahora le recitaba tenía algo más, y eso la ponía ansiosa, solo quería besarle pero también quería escuchar todo lo que tenía por decir.
—Y quiero seguir teniendo muchas aventuras junto a ti, desde un Goblin que escapó hasta una plaga de gnomos.— sonrió, doblando su rodilla derecha y posando la izquierda para detener su peso.
La chica puso sus manos en sus labios, ¿Acaso...? ¡Así era como lo vio en televisión!
Pero se sentía más mágico al ver que se trataba de Jim, el único chico que podía entender y que él le entendía, donde 900 años no eran ni más ni menos para él. Donde su cabello rojizo no le parecía "sacado del infierno" si no una bendición angelical para demostrarle que ella siempre tendría su atención.
El único ser humano incapaz de querer corromper lo que ella era, sin querer arruinar aquella esencia que la convertía en Stella Miracle.
—Así que, siendo solo nosotros dos... quiero preguntarte algo.— un brillante anillo contrastó en torno a la cajita rojiza.— ¿Me concederías el honor de estar contigo en el mundo humano, el mundo Troll, el pasado, nuestro presente, con magia o sin magia?
No respondió.
Al contrario, la chica se abalanzó sobre él besando eufórica los labios del contrario, haciendo feliz al azabache, mas al darse cuenta de las lágrimas que caían sobre los ojos cerrados que ocultaban sus zafiros favoritos.
La abrazó contra él, sorprendiendose cuando la chica mordió su labio inferior y seguía con el beso que anhelaba dejarlos sin aire.
—Pronto seré Stella Lake.
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