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"Little" Butterflies?

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Embarazada
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El suave aroma de waffles con fresas hizo que su estómago se despertara antes que ella. Y ni hablar del aroma a café recién puesto en la cafetera, ahora sí que tenía hambre, sentándose en su cama, restregó sus ojos con el dorso de sus manos, pues sus párpados pesaban y querían seguir cerrados, pero su estómago le pedía a gritos aquel aroma a café.

Suspiró, antes que nada debía ir a cepillarse los dientes, era una costumbre que tanta ella como su esposo ponían en práctica, cualquiera que despertara primero debía cepillarse los dientes y luego iría el otro. No era fanáticos de su propio mal aliento matutino.

Se arrastró hacia la orilla de la cama, ignorando el hecho del desastre de sábanas que quedaba y que ella estaba enredada en una. Cuando sus pies tocaron el frío suelo cerámica, se aferró más a sus sábanas.

En cuanto se paró, sintió sus piernas flaquear, que tuvo que caer sentada en la cama.

—Por Kanjigar, qué hice.

Soltó una risita nerviosa, recostando su espalda desnuda contra el colchón y aferrando más sus sábanas a su torso. Estaba avergonzada, los recuerdos venían tan vividos a su mente que quiso enterrarse viva y nunca salir.

A casi un año de su matrimonio, y seguía con las mismas actitudes de cuando empezó, a pesar que ella era quien quería empezar, pero al momento de terminar, la desvergonzada Stella Lake desaparecía dejando a una chica apenada y con las mejillas ardiendo.

Sus piernas flaqueaban por todo lo que hizo anoche que fue el cumpleaños de su esposo Jim Lake.

Apoyándose de las paredes, sintiéndose estúpida por lo débil que se ponían sus piernas, tomó una de las camisas de su esposo y se la colocó antes de quitarse la sábana que la cubría. Luego su ropa interior y con torpeza, fue a cepillarse sus dientes.

—No puedo creerlo.— la sonrisa tonta a causa de los nervios fue detectada a través del espejo del baño.— hasta la madrugada...

QUÉ VERGÜENZA

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Por más que disfrutara la vista que Jim Lake le ofrecía al solo portar un jeans o solo portar su ropa interior como era esa mañana, las punzadas de vergüenza y pena surcaban queriendo opacar las actitudes atrevidas que deseaba tener.

Sin embargo, Jim no se quejaba de lo dramática que podía ser, desde un "¡Cómo pudimos hacerlo mañana y noche!" Hasta un "¿Puedes ponerte la camisa? Tengo mucho calor" el azabache parecía disfrutar con alegría las actitudes de su fiel esposa, cumpliendo cada uno de sus deseos y peticiones.
Era único para él, y tarareaba su canción que fue tocada en su boda mientras terminaba de picar la fruta para darle el desayuno a su esposa.

Muchos podrían desesperarse ante lo recatada que llegaba a ser Stella a veces, una vez alguien se había atrevido a llamarla puritana, claro, el puñetazo que se llevó fue lo suficientemente fuerte como para que pensara más de una vez si llamar puritana a una mujer que tenía una crianza diferente a lo que el mundo exterior ofrecía.

Sirvió dos tazas de café, recordando el perfecto regalo de cumpleaños que le fue otorgado; sin duda Stella era la viva imagen de la inocencia y pureza que llegaba a ser corrompida por unos momentos, horas, y luego volvía a su estado inicial.
Aquello le encantaba.

Miró el anillo de su mano izquierda, siempre acompañandolo y recordándole la hermosa chica que lo esperaba en casa luego de una jornada de trabajo.

—Buenos días...

Su voz sonó más dulce que la miel que había puesto en los waffles, ¿Era capaz de enamorarse más de lo que ya estaba? No tenía idea, pero solo la de cabellos carmesí era digna de ello.

Se giró para verla y regresarle el saludo, sonriendo enternecido al ver que ella tenía que sostenerse de la pared como era de costumbre, usando una de sus camisetas, portando con orgullo y amor el anillo de compromiso y boda.
Caminó hacia ella para cargarla entre sus brazos y sentarla en la isla de la cocina.

—Buenos días, preciosa.— murmuró besando los labios de la contraria.— ¿Por qué no puedes caminar? Pareciera que tienes piernas sensibles...

—¡Jim!.— cubrió su rostro con sus manos. Siempre le hacía las mismas bromas, y siempre se avergonzaba y se ponía sonrojada, ni siquiera era capaz de verle al rostro en lo que restaba del día.

—Ya no te molesto.— se rió alejándose de ella, llevando los platos consigo hasta dejarlos frente a ella.

—¿Vas a trabajar hoy?.— preguntó viendo el plato de waffles calientes frente a ella.

No me gustan...

Frunció el ceño cuando sintió algo removerse en su estómago, pero fue ignorado al pensar que se trataba del hambre seguramente.

—Solo debo firmar los papeles de inventario, tener un restaurante no es tan sencillo como pensé.— comentó bebiendo de su jugo.

—Pero lo haces genial.— le animó a chica de 24 años con una sonrisa.

¿Casarse a los 24? Cualquiera que les preguntaba aquello se ponía a pensar ma errónea idea de que se casaron porque ella estaba embarazada, todos se sorprendían cuando les decían que no.
¿Por qué se casaron tan jóvenes entonces?

Para ellos no era así, Jim y Stella habían vivido de una manera en que todo avanzaba más rápido, maduraron más rápido, fueron medicados más rápido, fueron obligados de no tener una adolescencia normal por ganar guerras que quedaban a medias. Por lo que, el azabache y la de mirada zafiro, no querían que en cualquier momento podían enfrentarse a un nuevo peligro y morir, o sufrir un accidente.

Ambos quisieron casarse, ya teniendo una vida hecha y bien planeada, ¿Si los obligaron a abandonar su adolescencia desde antes que empezara, por qué no habrían de cumplir el único deseo que tenían? No era malo y no afectaba a nadie.

El que había cumplido los 25 el día anterior, miró que Stella comía de forma lenta, eso no estaba bien, la chica siempre era la primera en terminar de comer waffles.

—'Ella, ¿Te sientes bien?.— preguntó al ver que tomaba el bote que contenía la sal.

—Sí.— respondió algo cohibida.— solo... quiero sal.

¿Sal? ¿En los waffles?

—Emmm, hoy estaré todo el día con Blinky.— confesó queriendo huir de la mirada confusa de su esposo.— necesitan de mi presencia por algunos asuntos pendientes con Gatto.

—Si vas con Blinky asegúrate de llevar bufanda o cubrirte con maquillaje.

La chica parpadeó confundida.

—¿De qué estás.-

Rápidamente tomó una cuchara que mostraba su claro reflejo. Abriendo sus ojos con sorpresa ante la imagen que era reflejada.

—¡Jim!.— chilló para alegría del contrario.— ¡Blinky creerá que tengo lepra!

Pero en cuanto vio el cuello de su esposo, calló abruptamente, estando más avergonzada que nunca, todos creerían que Blinky también tendría lepra, ¿Cómo pudo dejarse llevar? ¡Lo de anoche fue completamente diferente a lo que acostumbraba! Tanto en tiempo como acciones.

Tierra tragame...

Claro, su vergüenza fue ignorada todo el día que estuvo vomitando por todo Mercadotrol.

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Claire Casperan sostenía a uno de sus gemelos en brazos, viendo con horror como su mejor amiga y hermana de portales, comía con todo el gusto del mundo, un tazón de macarrones con algo se mostaza.

Ya sé qué sucede aquí.

—'Ella, ¿Te sientes bien?.— preguntó dejando al pequeño en la carriola.— a ti no te gusta la mostaza.

—¡Lo sé!.— dijo bebiendo un poco de refresco.— pero últimamente sabe bien, incluso Jim se ha sorprendido.

—¿Y... no has pensado que quizás es por algo más?.

—Un poco, de hecho ante olores fuertes me pongo a vomitar.— confesó.— tanto así que no puedo estar cerca de Blinky.

La chica dejó del lado el tazón y miró a Claire preocupada, no sabía que pasaba con su cuerpo últimamente, ahora rechazaba el café, a veces vomitaba las comidas de Jim, se llegaba a sentir mareada y otras cosas.
Seguramente estaba enferma.

—¿Y cuándo te toca... ya sabes...?

—¿La semana sangrienta?.— Claire asintió.— pues tengo un retraso de una semana, pero a veces me pasa...

La de ahora cabellos cortos de mirada zafiro, miró a su amiga, tomando una maletera con todos los accesorios juguetes y productos que su pequeño necesitaría, agradeció que Douxie estuviera con el segundo Casperan.

—Vámonos.— avisó la de cabellos castaños tomando las llaves y llegando hacia el coche del bebé.

—¿A dónde?

—Le daremos una visita sorpresa a tu suegra.

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Positivo.

Las 5 pruebas salieron positivas, y el examen de sangre confirmó todo.
Al ser demasiado pronto la Doctora Lake-Strickler no podía hacerle un ultrasonido.

Y mientras Bárbara celebraba que tendría nietos pronto, Stella fue acompañada por Claire a una de las bancas del parque, procesando todo lo que acababa de descubrir.

Claire Casperan recordó que cuando ella se enteró que estaba embarazada, gritó de alegría y apareció donde Douxie para darle las buenas nuevas lo más pronto posible; tenía una enorme sonrisa al saber que estaba embarazada tras varios intentos fallidos.

Lo contrario a Stella.

La chica lloraba sin consuelo, encogida en la banca del parque, con su cabeza entre sus piernas cubriendose con sus manos, no había quien lograra tranquilizarla y eso mantenía preocupada a su acompañante.
No quería creer que obtuvo esa reacción debido a que posiblemente Jim no tenía planes de tener un hijo, ya que recordaba al azabache hablar en una barbacoa con todos los amigos, diciendo perfectamente que cuando Stella quisiera o se sintiera lista, planearian tener un hijo.

Él la esperaría sin problemas.

—'Ella, ¿Por qué lloras?.— quiso saber con un semblante preocupado, con su niño en brazos, acarició los cortos cabellos que le llegaban hasta el inicio de su espalda.— ¿No quieres tener al bebé?.— si le decía que no, estaban metidas en un lío enorme.

—No es eso.— murmuró con la cabeza aún escondida, para nada, con Jim ya habían discutido al respecto y todo sería conforme a ella lo deseara, sin obligarle a algo.— es que...— suspiró.— tengo miedo.

¿Miedo?

Bueno, ella también tuvo miedo, ser madre primeriza era todo un reto.

—¿Del embarazo? ¿De qué tienes miedo?.

—Tengo miedo por el bebé.— sorbió si nariz levantando su quijada para ver el semblante preocupado de su amiga.— tengo miedo de morir.

Cierto, todos los partos eran arriesgados si no se cuidaban bien durante el embarazo o si los doctores o enfermeras eran una reverenda porquería. Pero algo que sí sabía era que Stella Lake era la chica más saludable que conocía, comiendo todo sanamente y con moderación, no fumaba, no bebía alcohol a menos que estuviera en un evento y salía a correr de vez en cuando por toda la cuadra de Nueva Jersey.

—No quiero morir y dejar a mi bebé solo.— su llanto aumentó, Claire comenzó a entender el semblante de ella, solo escuchando.— ni quiero que pase lo mismo que yo viví.

Ahí todo fue aclarado, su miedo no era el embarazo en cuestión, su miedo era morir y que el bebé creciera solo, rodeado de muchos pero sin el calor que una madre podía brindarle.

—No quiero dejar a Jim solo, no quiero.— abrazó a la castaña, llorando todavía más aterrada.

Merlín tenía constantes episodios depresivos durante los meses de recién nacida de Stella, era padre soltero con un trabajo agotador y con el corazón destrozado porque su amor se toda la vida había muerto.
¿Y si Jim pasaba por lo mismo?

—Nadie va a atacarte, 'Ella.— suavizó su llanto aquellas palabras.— recuerda que tu madre no murió porque ella lo quisiera o porque el embarazo era arriesgado... tú ya vives en paz y lejos de guerras, estarás bien.

—Su-supongo que es cierto.— dijo limpiando las lágrimas.

—Mejor dime, ¿Cómo se lo dirás a Jim?

Con 5 pruebas positivas y un examen de sangre de la misma manera, ambas caminaron hacia la cafetería de Nathan, donde llamaron a Aja, Mary y Darci, para empezar un plan de confesión de futuros padres.

Y ahora Stella se preguntó, ¿No era más sencillo ir al grano?

Pero ahora estaba claro que el embarazo la tendría agotada y sin ganas de hacer nada, porque de lo contrario, ella fuera la primera en planear algo completamente innovador.

Aquellas mariposas no eran nada más que el pequeño Lake comenzando a crecer y provocando sus náuseas.

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—¿Te imaginas tener un bebé?

Jim paró de lavar los platos ante aquella pregunta, era nuevo viniendo de Stella. Usualmente aquellas conversaciones surgían al ver a una pareja pasear a su bebé o en los comerciales de leche y pañales, pero no de pronto mientras él lavaba y ella secaba los platos lavados.

La sonrisa boba de Jim le tranquilizó, el azabache se imaginaba no solo un bebé, si ni que varios recorrer todos los pasillos de una casa que ambos comprarían, el apartamento no era el mejor lugar.

—Lo imagino todos los días.— confesó para sorpresa de la contraria.— es-esto no qui-quiere decir que te voy a obligar.— se apresuró a decir al verle la cara sorprendida.— todo a tu tiempo, cariño.

Besó los labios que Jim remojaba constantemente ante los nervios, quería relajarlo al verlo tan tenso, pero ¿Cómo no estarlo? Se imaginaba todo un mundo con pequeños corriendo por la casa, donde Stella le leía los cuentos con los que ella creció y jugaban a los "Cazatroles" con él.

—¿Por qué preguntas?.— dijo al aclarar su garganta.

Ella se encogió de hombros, sin dar evidencia de lo que realmente ocurría.

—Claire me dijo que pensaba en si tener o no más hijos...

El semblante de tristeza surgió por unos segundos en el azabache, pero siguió lavando con la actitud optimista de siempre.

—Por cierto, tengo un último regalo de cumpleaños.— dijo ella con una sonrisa, llevando a cabo el sencillo plan que ella quiso hacer.

—¿Hablas enserio?— cuestionó el otro con la ceja alzada.— porque esta vez te dejaré con marcas peores que la lepra.

—JAMES LAKE.— gritó con las mejillas ardiendo, pegándole con la toalla en la espalda.— no hablaba de eso...— murmuró volviendo a pegarle, haciendo que el de mirada zafiro riera.— tu regalo está en la habitación.

—Pero siempre haremos lo mismo, ¿Verdad?.— le quiso molestar.

—Solo ve.— dijo tapando su cara con la mano derecha y señalando el pasillo con la izquierda. Sintiendo que el chico corrió hacia la habitación de ambos.

Pero sí, supongo que sí

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Stella Miracle sonrió satisfecha al escuchar una pequeña explosión de confeti desde la habitación hasta la sala donde estaba recostada en el enorme sofá.

La chica creó el mismo efecto que Jim tuvo con ella en la preparatoria, donde él hizo que el casillero de ella "explotara" y saliera miles de trozos de confeti, donde una carta con una cita la esperaba.

Jim jadeó sorprendido, puesto que cuando leyó "Muy pronto" en una papel pegado a la puerta del armario, no se imaginaba que su armario tuviera aquella sorpresa. Miles de papelitos de tonos pastel salieron volando, haciendo que cerrara sus ojos.

Detrás de él, Stella con una cámara instantánea se preparó para llamarle.

—¡Sorpresa!.— exclamó haciendo que él se girara, riendo por la celebración de ella, ahora le apuntó con la cámara.— ahora di "Estoy embarazada".

¿Estoy emba.-

El flash de la cámara lo trajo a la realidad, Stella rió cuando observó la foto y vio la cara de sorpresa de su esposo. Pero Jim seguía viéndola atentamente, esta vez viendo a su vientre que aún no daba indicios de un embarazo.

—'Ella... preciosa...— parpadeó confundido, sintiendo su pecho ser martillado con fuerza por su corazón.— ¿Acaso...?

—Ve por ti mismo.— dijo viendo detrás de él.

El chico se giró, frente a él estaba un papel enrollado amarrado a una pequeña cinta proveniente de un globo de helio que chocaba con el techo.

Beta hCG: Positivo
Período de gestación: 0 - 3 semanas.

—¡Estás embarazada!.— exclamó soltando aquella prueba y cargando a la fémina en un abrazo koala.—¡Seremos padres! ¿Cuándo te enteraste?

—Hoy por la tarde.— respondió recibiendo miles de besos en la cara por parte del azabache.

—Ya verás, 'Ella. Será el bebé más precioso del mundo, y crecerá con los dos, juntos.— prometió, sintiendo aquella necesidad de aclarar que no estaba sola en esto. Ambos se harían cargo.

Y Stella agradeció aquellas palabras.

Claro que con las acciones de Jim, estaba segura que debía dar de baja aquella noche para dormir, al parecer estarían despiertos hasta que la luz del Sol se colara por las cortinas de la habitación. Diciéndose cuanto se amaban no solo con palabras, prometiendose el cielo y las estrellas como era de costumbre, y llegando la mañana, probablemente ella no quisiera terminar, a pesar de morir de vergüenza cuando todo terminase.

Daba igual, estaba felizmente casada y quierase o no, algunos placeres de la vida por tan pecaminosos que fueran, el ser humano era un privilegiado al tenerlos. Siempre bajo responsabilidad y educación al respecto.

Pero ahora la chica no estaba aterrada, es más, al igual que su padre Merlín sintió perfectamente que ella sería una chica, ella sentía que un precioso niño sería el primogénito de su familia.

Juntos hasta el fin del mundo, preciosa

***

Solo falta el embarazo completo de nuestra 'Ella y empiezo con los pedidos 🤧✨

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