Lake's Christmas II
La primera Navidad de Stella
—¿Cómo es que Stella llegó a echarme de mi propia casa?.— Jim Lake posó su cabeza sobre sus manos mientras que sus rodillas sostenían los codos.
Sentado en la acerca y viendo a la calle, soltó un pequeño gruñido en cuanto Toby carcajeó por la cómica situación que vivía en carne propia.
Salir de compras un 24 de diciembre no sólo fue lo peor que tuvo que vivir, tener una novia con portales mágicos fue estresante ése día.
Stella había dejado su celular en la casa debido a la emoción, y estando en el Centro Comercial desaparecía todo el tiempo para evitar hacer colas e impedirse un ataque de ansiedad por estar rodeada de tanta gente.
Jim corría de un lado a otro junto a Toby intentado alcanzarla,terminando con el celular apagado, cero ganas de celebrar Navidad y queriendo ahorcar a su mejor amigo por sus comentarios que no tenía el humor de soportar.
¿Tan difícil era pasar este día como cualquier otro durmiendo junto a mi princesa?
Miró el techo de los Domzalski, un Santa inflable ya había sido colocado sobre el mismo y el de barba blanca saludaba solamente, Jim le miró mal.
Si le hubieras dado 918 regalos esto no pasaría
—Y se llevó los muérdagos.— chilló frustrado, su plan iba de mal en peor.
Ambos adolescentes se continuaron sentados con una pose derrotada, se cansaron de tanta corrida en aquel lugar.
Detrás de ellos, y ajena a la plática anterior, Stella Miracle salió de la casa cabizbaja, estaba derrotada y aun no daba crédito de quién fue el osado objeto que se atrevió a ganarle.
Se sintió aliviada cuando vio a espalda de su azabache cubierta por aquel suéter color azul que formaba parte de él.
Un poco tímida se puso de rodillas detrás de él, temblando por mariposas y deslizando sus brazos por el diámetro de aquella cintura.
Ambos suspiraron y la chica posó su quijada entre el cuello y hombros de él.
—Jim...
—¿Si, preciosa?— quiso saber, curioso por ese repentino pero tan querido afecto.
—No puedo desenrredar las luces... ¿Me ayudas?
Toby se alejó de ellos, pues Darcy le llamaba y mejor para el rubio, sus amigos siendo cariñosos eran tiernos, pero se sentía mal porque pensaba que no debería ver las muestras de cariño tímidas que ella le daba a él.
—Mmm, no lo sé... Me abandonaste, 'Ella.— se hizo del rogar.
—Por favor.— estaba muriendo de vergüenza, no podía creerlo seguramente Jim pensaba que era una inútil por dejarse vencer por simples luces.
Mientras que el joven Lake se identificaba con ella, pues su madre era quien desenrredaba las luces.
En un gesto tierno e inocente, ella dejo tres besitos en la parte lateral del cuello contrario, frotando su cabeza contra la mejilla del azabache. Sintiéndose más cálida cuando él acarició sus brazos que aun seguían aferrado al torso contrario.
—¿Por favor?.— volvió a hablar bajito en el oído de él.
Jim tuvo un reseteo de último momento.
Sí... Nunca podré decirle que no...
—Si me das un beso te ayudo.— dijo dejando de fingir dolor por aquel abandono.
Cerró sus ojos esperando los suaves labios sabor cereza contra los suyos, cosa que no obtuvo.
Un besito en la mejilla consiguió.
Ni modo
.
¿Árbol?
Listo.
¿Luces Navideñas?
Listo.
¿Regalos?
Semi listo, pero listo.
¿Comida?
Servida y lista para comer.
¿Invitados?
Presentables y conversando en la sala de estar.
Stella se miró al espejo una vez más, sintiéndose confiada por los pulgares arriba de Mary, Darcy, Claire y Aja.
Cuatro chicas aparecieron con rapidez en su casa al avisar la cena navideña que preparó junto al azabache y mientras él platicaba con los chicos, Stella Miracle había sido secuestrada y encerrada en el cuarto de Jim.
—Merezco una medalla, ¡El cabello me quedó perfecto!.— Mary Wang no dejaba de enfocar los cabellos carmesí de Stella por medio de su teléfono.— y es tan suave como lo imaginé.
—Yo merezco la felicitación.— intervino Darcy.— ¿Crees que fue sencillo maquillarla?
—¡Pero solo fue máscara de pestañas, polvos y labial! Yo en cambio me hice cargo del vestido.— Claire llevaba la delantera en ese sentido.
—A mí ni me metan, yo solo les pasé las zapatillas que me dijeron.— Aja caminó hacia donde su amiga vivaz se encontraba. Ignorando aquella tonta discusión de quien hizo más por la pelirroja.— te ves como una Reina, ya no eres la princesa de Arcadia.— dijo abrazandola por los hombros.
—¿Crees que a Jim le guste?
—¿Y qué pasa si no? ¡Te ves hermosa!.— Claire dejó la discusión para prestarle atención a su amiga 'Ella.— aunque tú te puedes poner un saco de papas y Jim siempre dirá que eres hermosa.
—Eso es cierto.
—¡Oh casi me olvido de algo!.— la de cabellos carmesí corrió hacia el armario del azabache, de donde sacó una cajita blanca con decoraciones navideñas.
Las 4 chicas ahora podían morir de la ternura.
Una diadema con un muérdago colgando sobre ella.
—Leí que cuando hay un muérdago sobre tu pareja y tú, es ley que deben besarse.— confesó jugando con sus dedos y viendo hacia la pared.
Bueno era una información a medias
—Si no te besa él, lo hago yo.
Prefirió no ver a la dueña del comentario y abrió la puerta de la habitación intentado cubrir su rostro por el bochorno que sentía ante tantos halagos. Pues los Trolls no eran seres de halagos o cariños, por lo que escuchar lindas palabras llegaban a avergonzarla.
Se detuvo en el marco de la puerta cuando algo quedó colgando sobre ella.
—Uhhhh, creo que Jim se te adelantó...— opinó Mary con burla.
En el marco había un muérdago.
Y no iba a ser el último que viera.
.
—¿Qué les parece si este sábado vamos al cine? Arma Robot ya se estrenó y sería bueno ir a verla.— dijo Toby revisando la página para comprar los boletos.
—No puedo.— respondió Steve.— los septillizos deben visitar al doctor.
—Yo tampoco, Claire y yo iremos a una "cita".— confesó Douxie.
Y los varones presentes lo miraron con sorpresa.
—¡No me miren así!.— pidió frunciendo el ceño.— es mi primera cita en 100 años.
—Cuidado y te pases, Casperan.— amenazó Jim, pero sonriendo al ver la confianza que Douxie le daba.— yo tampoco puedo, le prometí a Stella que iríamos este fin de semana a New Jersey.
—¿Y el miércoles que viene? ¡Sale mejor porque hay descuentos!
—Por mí está bien.— Eli y Steve asintieron a las palabras de Douxie.
—¿Y ustedes?.— los chicos miraron hacia Krel y Jim que no emitían palabra alguna.— ¿Jim? ¿Krel?
Hasta que los demás miraron el porqué su actitud cambiada.
Una Stella Miracle iba en dirección al azabache, nerviosa por los halagos de los invitados y viendo perfectamente a su obra de arte, no evitó sentirse orgullosa al ver la boca abierta de él y el sonrojo en las mejillas de su novio.
—Hoy se acaba el mundo.
Y tras el comentario de Douxie, la confianza de Stella se fue tan pronto que dio una pequeña corrida antes de abrazar a Jim y ocultar su rostro avergonzado.
Y no solo eso, el muérdago que estaba sobre su rostro. EL MUÉRDAGO.
Pequeña inteligente
—'Ella te ves preciosa.— Jim caminó con dificultad lejos de sus amigos antes de que los molestaran más.— ¿Mi princesa decidió rizarse el cabello?.— preguntó jugando con los rizos creados.— y usando un vestido moderno...— a pesar de sentir a su corazón latir desenfrenado, no dejó de lado la actitud confiada que tanto le gustaba a ella.— ¿Y todavía te pusiste un muérdago? Creo que Santa Claus adelantó mi regalo de Navidad este año.— dijo tomando el rostro de ella y acariciando las rojas mejillas.
—Santa Claus no existe.— le recordó.
—Pero el muérdago si.— respondió acercándose a ella.
¿Piquito? Ni hablar.
James Lake Jr., por primera vez en su tiempo de noviazgo, se dejó llevar por la emoción de ver a su hermosa Stella usar un vestido rojo con linea blanca al final de la falda, falda que le llegaba arriba de las rodillas. Aquel vestido era de tirantes, por primera vez sus dedos rozaron contra sus hombros directamente.
Entre el beso sonrió con malicia, la piel de la chica se había erizado ante él.
Todo era nuevo, experimental, único. Ambos querían más.
Pero no ni el momento, ni el lugar. El hecho de que Jim fuera quien inició aquel fogoso beso no implicaba que su parte racional de opacara, tenía demasiado por vivir y compartir con la chica de mirada zafiro y aquellos pensamientos fuera de lugar o mejor dicho con clasificación +18, quedaban en último plano.
—Hora de cenar.— dijo él al separarse, dejando a la chica con la boca abierta y el pulso a mil.
Jim Lake se había atrevido a morderle el labio inferior. Y eso no fue la sorpresa mayor, lo mayor fue saber que le gustó y que quería más de eso.
Su novio siempre la dejaba sin palabras.
.
La cena fue lo mejor.
Todos reunidos, comiendo las delicias que solo Jim podía cocinar. A excepción de Blinky y Aaarrgghh que los calcetines de Toby y un bote de basura fue el banquete perfecto para ellos.
Claro que al ser una comida de último momento no pudo darse el intercambio de regalos, pero con tanto que ellos habían vivido el solo existir era el mejor regalo.
Blinky mantenía quietos a los padres de Claire y a la Nana de Toby, pues sus historias siempre eran las mejores.
El más emocionado era Javier Nuñez pues por fin le decían las hazañas de Stella.
El decepcionado fue Varvatos pues Nancy Domzalski le prestaba más atención a la historia del Troll que a él.
—¿'Ella a dónde me llevas?.— quiso saber el azabache.
Estaba terminando de lavar los platos cuando su pequeña pelirroja fue directo hacia él y se lo llevó de la mano hasta el patio trasero.
—Son las 11:58 y quiero decirte feliz Navidad.— confesó con los ojitos más brillantes que nunca por Jim.— y agradecerte por ayudarme a hacer todo esto.
Las carcajadas que resonaban dentro de la casa les hicieron sonreír, no sabían el porqué de las risas pero les gustó la comodidad que desprendía la celebración.
Y los demás reían pues Blinky confesó que Stella casi mataba a Jim cuando se conocieron.
—Feliz Navidad, 'Ella.— susurró besando los labios contrarios.— quiero que pasemos así todas las navidades.
—¿Haciendo todo a último momento?
—No, cariño... Juntos.
Ella suspiró antes de hablar.
—Tengo algo para ti.— sonrió.
—Pero yo no tengo un regalo.— ahora él estaba apenado, aunque la risa de ella le calmó.
—Con solo que me beses bajo los muérdagos es suficiente.— admitió.
Tomó la mano de él y dentro de ella dejó una pequeña llave. Y como llavero era un pequeño control.
¿Acaso...?
—Feliz Navidad.— murmuró ella cuando el azabache corrió hacia la entreda principal.
Listo, quería llorar.
Una Vespa
Stella por fin logró comprar la Vespa por la que tanto ahorró antes de que la última batalla comenzara.
***
Y con esto, doy por terminado los One-Shot, gracias por apoyarme en este proyecto 💜
FELICES FIESTAS
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